LOS ESCUDOS DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES DE 1580 A 2010. ¿Marketing o heráldica?
Rubén Morales
Los escudos de
las ciudades, de los estados, de las familias, no son un simple logotipo
publicitario o una pieza artística; son identidades visuales permanentes que se
construyen en base a una ciencia medieval, la heráldica, donde cada elemento
tiene un sentido preciso. Por lo tanto, los cambios que se realicen en ellos
deben ser muy fundados y con especial conocimiento de la historia, la tradición
y la naturaleza e interpretación de los símbolos que cada escudo presenta.
Veamos qué ha
ocurrido, a través del tiempo, con el escudo de la Ciudad de Buenos Aires.
El primer
emblema fue creado por el propio Juan de Garay, quien lo presentó formalmente
al primer Cabildo porteño el 20 de octubre de 1580, apenas cuatro meses después
de haber fundado la “Ciudad de la
Santísima Trinidad”:
Sobre un fondo de plata, un águila negra con
una corona de oro sostenía una roja cruz de Calatrava en su garra derecha, cuyo
significado era el “propósito firme de
ensalzar la Santa Fe Católica y servir a la Corona Real de Castilla y de León”.
A los pies del águila madre había cuatro aguiluchos “demostrando que los cría” según el Acta Capitular firmada. Los
pichones representaban cada una de las ciudades que fundaría la expedición de
Garay.
El 20 de septiembre
de 1591 el escudo fue oficialmente aprobado por el Consejo de Indias, aunque contenía
un error: en heráldica los animales, en este caso el águila, deben mirar hacia
la izquierda del observador, lo cual significa legitimidad (no es el caso del
águila de este escudo); además, la corona era real, símbolo que solo
correspondía a la más alta nobleza. Este escudo pronto cayó en el olvido.
En la reunión
del 5 de noviembre de 1649, el entonces Gobernador del Río de la Plata, Maestre
de Campo Don Jacinto de Lariz, se quejó ante el Cabildo de que la ciudad no
tuviera escudo. Nadie pareció recordar el escudo de Garay, y los cabildantes se
abocaron a la tarea de crear uno nuevo, aunque debieron lamentar la ausencia de
un buen dibujante[1]:
Aparece entonces, por primera vez, la paloma
de frente, con el pico hacia la izquierda, rodeada de un halo radiante; debajo
se ve un ancla completa, acostada, sobre las aguas del río. La leyenda decía
“Ciudad de la Trinidad y Puerto de Buenos Aires”. En dibujos posteriores, por
ejemplo este en blanco y azul, el ancla quedó semisumergida:
No había
veleros en aquellas representaciones coloniales, aunque fueron incorporados aún
en tiempos del Virreynato, tal como lo testimonia un escudo “real” de la ciudad
que data de 1806,[2]
donde aparecen dos naos de tres palos:[3]
En él se
aprecia la orla coronada con atributos monárquicos, que fue rápidamente
suprimida por los patriotas de 1810, al igual que se recortaban las coronas a
los escudos reales durante la Revolución Francesa.
Hubo que
esperar al 3 de Diciembre de 1923 para que se dictara la Ordenanza que
estableció oficialmente el escudo de la ciudad; allí se describen sus elementos
constitutivos, partiendo del modelo de 1649:
Se destaca una paloma blanca, con sus alas
abiertas, que emana rayos solares en un amarillo intenso. Está ubicada “en
jefe” (parte superior del escudo) y representa al Espíritu Santo, bajo cuya
protección fue puesta la ciudad. En “punta” (parte de abajo del escudo), se ve
un ancla semisumergida, símbolo de la “ciudad puerto”, del fondeadero de buques,
que auspicia el feliz retorno de los navegantes. Las aguas apenas rizadas son
las del Río de la Plata, sobre el cual hay dos naves españolas, una carabela y
un bergantín, que significarían las dos fundaciones de Buenos Aires. Es decir,
ese dibujo que a primera vista parece decorativo y hasta extraño, tiene un
sentido concreto y simple a la luz de la heráldica.
Desde 1923 este
es el escudo oficial de la ciudad, por lo cual debería usarse en toda
comunicación y papelería institucional o de gestión. Sin embargo, la ordenanza que
lo aprobaba contenía una grave omisión: en ninguna parte especificaba los
colores a utilizar (en el original, en la gama del violeta y del celeste), lo
que dio lugar a diversas recreaciones artísticas, algunas más afortunadas que
otras, como esta, que mejora la gráfica y le da una tonalidad marrón rojiza a
los barcos:
Pero en vez de
defender y valorar el emblema como patrimonio cultural de los porteños,
diversos intendentes consideraron que tenía un estilo anticuado y que era mejor
reemplazarlo por un dibujo publicitario... El primer “innovador” fue Saturnino
Montero Ruiz, intendente en tiempos del presidente de facto Alejandro Agustín
Lanusse (1971-1973):
La modernización consistió en reemplazar el
escudo por un óvalo con líneas radiales azules y blancas, en la parte alta, y
líneas horizontales, en la de abajo. Hay una imagen de fondo que bien podría
ser la foto de la fachada del municipio.
Más adelante,
se volvió a usar el escudo clásico, con ligeras variantes que dependían de la
voluntad del grabador contratado, pero también de los sucesivos administradores
que deseaban realizar cambios para que el escudo de la Ciudad se convirtiera en
un emblema de su gestión. En cada casa de Buenos Aires puede encontrarse un
archivo domiciliario de los cambios sufridos por el emblema ciudadano,
precisamente en los recibos de ABL. Durante muchos años se distribuyeron unos
recibos troquelados con el dibujo esquemático de una casita con techo a dos
aguas y un escudo de la ciudad impreso en color verde, a modo de tinta de
seguridad:
Este diseño
perduró hasta 1997, cuando en algunas boletas y papelería se usó un escudo
donde la paloma aparecía en medio de lo que parece ser un sol y se veían dos
barcos iguales, de tres mástiles, sobre
un río con oleaje de marejada:
Tal escudo se utilizó por lo menos hasta el
año 2000, en muchos casos reproduciendo un original de pésima calidad gráfica,
y coexistió con otros motivos que se fueron incorporando en la papelería
municipal.
Mientras el
escudo tradicional se reimprimía maquinalmente en los ABL, la publicidad de la
comuna podía tomarse otras licencias; por ejemplo, durante la intendencia de
Facundo Suárez Lastra (1987-1989) reapareció el escudo de Montero Ruiz,
inclinado y arriba del oficial.[4]
En 1997 se optó
por llamar a concurso para crear un “logo” de la ciudad, que no suplantaría al
escudo. Ganó un dibujo, que ya pocos recuerdan, con el previsible perfil del
obelisco, el planetario y algún otro ícono de la arquitectura urbana.
Las boletas de
ABL sufrieron cambios en 1998: apareció un fondo celeste al corte, una paloma
de defectuosos contornos y pequeñas nubes como cúmulos:
En tinta negra estaban impresos los textos y
el escudo de la ciudad, en una versión que podríamos considerar como poco acertada.
Tal vez por ello, los publicitarios encargados de difundir la gestión municipal
prefirieron prescindir del emblema y firmar los afiches con una barra roja que
decía GOBIERNO DE LA CIUDAD DE BUENOS
AIRES.
2003 fue el año
en que se hizo un elogiable rediseño del Escudo Oficial de la Ciudad, en dibujo
a pluma, con trazos simples que respetaban los elementos esenciales del
emblema:
Es actualmente la única versión autorizada,
según el Boletín Oficial Nº 1611 del 17/01/2003; sin embargo, en la gestión de Aníbal
Ibarra,
desde enero de 2003, se suprimieron los escudos de las boletas
impositivas, poniendo en su lugar el “gobBsAs” con tinta naranja, color que
identificaba publicitariamente a su gobierno:
Hacia el 2004,
se incorporó una extrema estilización del emblema porteño[5],
que reducía drásticamente su simbolismo en beneficio de una estética lineal:
Así, la paloma se convirtió en una medialuna,
el único barco de tres palos se corrió al centro de la escena y el río se ve
sereno como un plato de agua, pese a lo cual el ancla y el viejo bergantín se
hundieron, o al menos no encontraron lugar en esta despojada representación. Este
escudo fue usado en toda la papelería, hasta en las rampas de las esquinas,
convirtiéndose finalmente en un sello de la gestión Jorge Telerman,[6] motivo por el cual Mauricio Macri, al iniciar su gobierno,
se sintió urgido por la necesidad de reemplazarlo:
Apareció así un nuevo escudo oval, con barras
horizontales y verticales, cuyo aspecto es muy parecido al de Montero Ruiz en
1971. Ahora, el “logo” de los barrotes suplanta al “escudo oficial” en todo,
desde la publicidad de gestión hasta las boletas de ABL y patentes. Pese a
ello, en la web del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, sección
“Constitución y símbolos”, se aclara perfectamente que el escudo verdadero es
el clásico con la paloma y los barcos, mientras que -simultáneamente- la página
está encabezada por el logo de los barrotes.[7]
Es muy posible
que la historia no concluya aquí, y que los futuros jefes de gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires deseen realizar nuevos cambios en el escudo, que los
representen e identifiquen su gestión. ¿Es necesario que esto suceda? Sería
importante establecer que el escudo de la ciudad es uno solo y que no debe
suplantarse por motivos ajenos a la esencia y al significado de este tipo de
emblemas que estudia la heráldica. Sería una forma de defender la identidad de
Buenos Aires, la identidad de todos los porteños, tarea que implica preservar
no sólo el espacio físico sino también el patrimonio simbólico de la ciudad.
[1] http://ordendecaballerosdeloyola.blogspot.com/2010/02/orden-de-calatrava-historia-del-escudo.html
Consultado 20/02/2010.
[2] http://www.artillerosdeiriarte.ejercito.mil.ar/PagSecundarias/banderahistorica.htm
Consultado 20/02/2010.
[3] http://www.heraldicaargentina.com.ar/2-Capital.htm
Consultado 20/02/2010.
[4] Carlos FALCO y Martín BAINTRUB, Persuasión Argentina, comunicación política,
Ed. Persuasión SA, Buenos Aires, 2010.
[5]
http://www.la-floresta.com.ar/buenosaires.htm Consultado 20/02/2010.
[6] Ver, por ejemplo: http://www.clubosn.com.ar/Club/DEPORTES/Basquet/inf-447.htm
Consultado 20/02/2010.
[7] http://www.buenosaires.gov.ar/areas/com_social/constitucion/bandera.php?menu_id=11170#b
Consultado 05/11/2009.