RETROSPECTIVA
DEL DESARROLLO DEL TURISMO EN
Un
repaso necesario
Noemí Wallingre
Introducción
El turismo tal
como se conoce actualmente es de reciente desarrollo. Sin embargo, en todas las
épocas las culturas de las diferentes regiones del mundo sintieron la necesidad
del desplazamiento. “El hombre es viajero
por vocación y por necesidad. Desde los tiempos más remotos se le ve cambiando
de lugar.” (Alemán Valdez, 1983).
Así, los desplazamientos con fines espirituales, recreativos, y alejados aún del concepto turístico, encuentran
sus antecedentes en el mundo griego[1].
Unido a la curiosidad, la necesidad de aprender, de descansar, de recrearse, de divertirse, de auto realizarse, de hacer una pausa en la vida cotidiana, entre otras opciones posibles, con el transcurrir de los siglos los desplazamientos humanos fueron ampliando el ámbito de sus necesidades. Los nuevos intereses dieron origen al fenómeno turístico[2] de este tiempo. Las inquietudes sumadas a los logros alcanzados por los seres humanos y relacionadas con su forma de vida, sus condiciones de trabajo y el gran avance de la tecnología y las comunicaciones tendieron a multiplicar los movimientos de personas con fines turísticos.
Ahora bien,
cuando se intenta indagar sobre los orígenes de este tipo de desplazamientos en
Desde esa realidad, este ensayo procura realizar un aporte sintético sobre este tema a partir de bucear en los antecedentes, las transformaciones y la actualidad del turismo en el país, a la vez que relacionarlo con algunos aspectos conexos.
Para ello fue
necesaria la adopción de una metodología que favoreciera su avance. Si bien numerosos
autores han abordado el tratamiento de la evolución del turismo universal, cada uno de los cuales adoptó una determinada metodología, a los fines de
llevar adelante esta propuesta se optó por el aporte realizado por Sergio
Molina que en su libro El Posturismo
(2000) analiza las transformaciones de la sociedad y la
incidencia de estas en el funcionamiento del turismo. Propone “una
reclasificación de las etapas históricas, considerando el pre-turismo
como una fase inicial y el posturismo como la actual, - anteponiendo a esta
el turismo industrial- que no objeta la
existencia simultánea de las demás[3].” Refiere
también que “para los países de Latinoamérica ninguna de ellas es perfecta o ideal, cada una trae consigo
costos y beneficios, enfrenta amenazas y oportunidades.”
Las etapas del proceso evolutivo propuestas son las del Pre-turismo que se originó en Europa durante el siglo XVII y se extendió hasta el siglo XVIII; el Turismo Industrial a la que a su vez subdivide en las categorías del Turismo Industrial Temprano (desde el siglo XIX y se extiende hacia los inicios de la segunda guerra mundial); el Turismo Industrial Maduro (a partir de 1950 cuando se masifica y se prolonga hasta fines de 1980), y el Turismo Postindutrial (desde mediados de 1980, aunque muchas de las propuestas y algunas de sus prácticas devienen de años anteriores, desde que tuvieron lugar nuevas tendencias que conformaron una nueva cultura turística en los actores: demanda, prestadores de servicios y gobiernos). El Posturismo según Molina es “un nuevo paradigma, una categoría histórica emergente, que altera ciertas consideraciones fundamentales de los turismos originados con anterioridad.” Esta etapa representa una transformación radical que implica un cambio dramático en el comportamiento de la actividad, de manera que después surja una estructura y una funcionalidad diferentes de las conocidas.
Entonces, la estructura de este artículo consideró conveniente adoptar el criterio de reclasificación de las etapas indicadas, aunque fue necesaria su adaptación al contexto histórico argentino. Asimismo, las fechas que comprenden a cada una se indicarán a modo de orientación cronológica y no necesariamente como definiciones ciertas, debido a la dificultad de dar por finalizada una etapa para dar origen a la siguiente.
Ajustándose a los criterios mencionados para el caso del análisis del turismo argentino la orientación cronológica asumirá la siguiente división:
1. Del Turismo Industrial subdividida en las siguientes categorías:
a)
El Turismo industrial temprano: (desde
b) El Turismo Industrial Maduro: (a partir de 1946 hasta los años 80)
c) El Turismo Postindustrial: (desde 1980 hasta fines del siglo XX.
2. El Posturismo: (iniciándose en los umbrales del siglo XXI)
Es necesario resaltar que estos están precedidas por una etapa que suele denominarse del pre-turismo, formada por las categorías pre-hispánica e hispánica; esta última se extiende hasta la independencia nacional y escapa al objetivo de este trabajo.
En su organización se partirá del breve análisis general del contexto de la situación del país y que tiene fuerte incidencia en el turismo como los aspectos políticos, económicos, sociales y de transporte.
En lo específico al turismo, se abordará su evolución desde los componentes de la oferta, los destinos, alojamientos, la creación de áreas protegidas, el comportamiento de la política, de las instituciones públicas y privadas, los avances normativos, la planificación para el desarrollo y las características básicas de la demanda.
Como idea final,
este trabajo repasará los principales avances que desde 1810 el turismo
nacional pudo concretar en la búsqueda de clarificar cuál fue el camino
recorrido hasta la actualidad.
1. Etapa del Turismo Industrial
a) El Turismo industrial
temprano (1810-1945)
De
Argentina
alcanzó la independencia en el año 1816 y a partir de ese momento ingresó en un
período de organización nacional que
consideró el proceso de estructuración territorial y el nacimiento de las
instituciones. En 1853 se sancionó la primera Constitución que impulsaría la idea de organización de
Las condiciones imperantes aún no ayudaban a las
posibilidades de realizar viajes de placer.
Los medios de transporte y las alternativas de alojamiento poco habían
mejorado desde la etapa colonial. Sin embargo, numerosos autores rescatan que
la mayoría de los extranjeros arribados refieren elogiosamente a la
hospitalidad sincera, sencilla y afectuosa de las familias argentinas,
resaltando particularmente la hospitalidad del gaucho. Barletta (1992) menciona que “[…] el forastero era recibido como si fuera uno de la familia, en
forma natural y que no debía esperar a ser invitado, pues ello sería infringir
la naturalidad de la costumbre.” La intención de pagar por ello era
considerada un insulto hasta en aquellas personas de menores recursos. Citando
al francés Arsene Isabelle, agrega que este reconoció a la hospitalidad “como una virtud de los argentinos”.
Los primeros traslados que se realizaron se caracterizaron
ante todo por los sucesivos viajes de misioneros, geógrafos, historiadores,
naturalistas, literatos y marinos, cuyos desplazamientos no tenían un espíritu
meramente turístico. Darwin, Fitz Roy, Moreno, Mascardi y Ameghino se
encuentran entre ellos. Barletta
(1992) comenta que “Visitantes ingleses y franceses recorren el país, escriben sus
opiniones y observaciones. Llevan a Europa, en libros y publicaciones, las
imágenes de la región pampeana, de la cordillerana
de los Andes y de las provincias de Buenos Aires, Mendoza, Córdoba, Tucumán,
Santa Fe y otros lugares.”
Sin embargo, el autor adiciona que “También llegaban turistas y simples curiosos en busca de
oportunidades”. “Muchos de ellos publicaron sus observaciones e impresiones que
fueron devoradas por los europeos, en especial, Inglaterra”. Así también “En 1870 ya se registraban
viajes periódicos a Cacheuta por parte de personas que querían
bañarse en estas aguas, llamadas ‘Termas del Fraile’ […].” (Lacoste, 2004).
El país aún no contaba con alojamientos que permitieran hospedarse en las condiciones elementales de servicio, salvo en contadas excepciones. Con posterioridad y muy lentamente comenzó su desarrollo. En la ciudad de Buenos Aires nació el primer hotel de inmigrantes (1825) cuya finalidad fue resguardar a las corrientes migratorias que provenían de Europa. En 1912 quedó terminado un nuevo edificio que mejoró las condiciones temporarias de vida de los recién llegados. En esa Ciudad se inició también la actividad hotelera destinada a quienes viajaban por placer. Unido a las actividades comerciales, los primeros desarrolladores desde la segunda mitad del siglo XVIII fueron los ingleses. En 1868 se inauguró el Hotel Argentino, el más lujoso de Buenos Aires para esa época, en 1854 el Hotel Provence, que se comparaba con los mejores de Europa; en 1855 el Hotel París y Labastié (1855), y el Hotel Roma en 1857.
Los centros turísticos aún no se habían desarrollado. A mediados del siglo XIX, de manera espontánea e improvisada, comenzó a aparecer el turismo en las playas bonaerenses. Desde 1845 Mar del Plata, que era un asentamiento con actividades de saladero de carnes, de a poco fue transformándose en un destino turístico, principalmente aprovechado por la colectividad inglesa, en cuyos hábitos se incluían el disfrute del clima marítimo. La situación llevó a que en las posteriores décadas se iniciaría el desarrollo más planificado de la actividad.
Avanzado el siglo XIX el país ingresó,
bajo el modelo agro exportador, y acompañado de los principales avances del
transporte, en particular del ferrocarril,
en una renovada etapa que ejerció gran influencia en los aspectos
sociales y culturales, principalmente de la clase terrateniente. “Desde
El repentino enriquecimiento de un reducido sector de la sociedad produjo la construcción de amplios palacetes, que se dedicaran a las excentricidades a la hora del turismo (Rapoport, 2003). Era el periodo en que se admiraba a Europa y “Europeizar es la voz del orden. De Europa viene la ciencia, la técnica, la cultura, el progreso; lo autóctono y lo indiano es incapaz de producir nada de sí. De allí que, para esa oligarquía paternalista, gobernar equivalía a europeizar” (Pérez Amuchástegui, 1965).
La situación política y económica imperante permitió que el turismo estuviera destinado exclusivamente a una limitada clase alta, quienes de la mano del poder económico comenzaron a saborear las virtudes del disfrute del tiempo libre[5], que estaba asociado a la vida al aire libre y tenía una gran importancia social. En un principio las familias de clase alta se recluían en sus cascos de estancia que por generaciones contribuyeron a concretar sus prolongadas vacaciones veraniegas, las que eran todo un acontecimiento social. Era habitual la organización de reuniones entre las familias que alternaban la ciudad de Buenos Aires con sus estancias. Prontamente se introducen los primeros centros turísticos del país.
Por otro lado, iniciaron el aspirado viaje a Europa donde absorbían el estilo de vida para luego imitarlo en el país. Al respecto, algunos autores especifican:
“En los centros de placer europeos la palabra argentino se convirtió en sinónimo de riqueza y lujo. […] Los magnates alquilaban para su uso particular vagones de ferrocarril y hasta trenes enteros para transportar a sus familias y servidumbres de sus mansiones urbanas a sus residencias de veraneo. Un estanciero se llevó consigo vacas lecheras a Europa para asegurarse que sus hijos tuvieran buena leche para beber durante el viaje.” (Rapoport (2003, citando a Ferns).
“Los argentinos poseedores de inmensos campos con decenas de miles de cabezas de ganado viajan a Europa con todos los suyos. Alquilan varios camarotes, y sí la familia es numerosa, todo un costado del transatlántico. Y allá van el señor y la señora, los hermanos pequeños de la señora, la madre que, por vigésima vez realiza el viaje y sube al vapor como pudiera subir al tranvía […] junto con las institutrices inglesas y las doncellas francesas que cuidan de la educación de los niños. En Europa ocupan todo un piso del hotel […] nadie se asombra […] son argentinos. En Europa exclaman ¡Rico como un Argentino!” Barletta, (1992)
Hay quienes
interpretan que a partir de conocer la existencia de ciudades desarrolladas para el aprovechamiento del mar en
Europa surgió la necesidad de crear una
ciudad balnearia a su imagen. Aunque, Bertoncello (1992) y Mantobani (1997) resaltan que el área elegida para
fundar algunos balnearios de la costa bonaerense poco tiene que ver con la
necesidad de imitar experiencias de
otros países, sino que forma parte del proceso de ocupación, apropiación
y puesta en valor de la tierra. Se inició en los primeros años de la
conquista, mediante la formación de grandes estancias dedicadas a la
ganadería. En una primera etapa la ocupación sobre el frente
marítimo no consideraba una valoración económica y muy eventualmente
eran utilizadas por las familias propietarias de estancias para su
esparcimiento. La crisis del modelo agro exportador que afectó a sus
propietarios no fue ajena al posterior aprovechamiento turístico de las
costas, fundamentalmente por la oportunidad de valorizar las tierras
cuya posibilidad de aprovechamiento agropecuario era prácticamente
nulo -estaban casi desérticas y sin población hasta fines del siglo XIX-. A
través de la subdivisión para la venta en lotes con destino urbano, fueron
surgiendo los primeros balnearios del país.
Mantobani (1997)
refuerza esas ideas: “La percepción de la
costa atlántica bonaerense como territorio para la localización de pueblos no
era muy favorable hasta que esta zona de campaña se incorporó al imaginario
social de fines del siglo XIX con la transformación de Mar del Plata en villa
balnearia de la clase alta Argentina y con su vinculación al proyecto de
modernidad periférica de
Así surgió Mar del Plata (1874) como el primer balneario argentino, impulsado primero por Pedro Luro y luego por Patricio Peralta Ramos.
“[…] un estanciero como Patricio Peralta Ramos, quien solicita el 14 de noviembre de 1873 una licencia para la traza y formación de un pueblo en tierras de su propiedad, tendrá que movilizar todas sus influencias y poner toda su imaginación al servicio de la convincente aunque exagerada descripción de las riquezas naturales que existían en las inmediaciones -supuestamente embargadas por sus muchos acreedores- y que le auguraban al pequeño poblado de campaña, no al que ya existía, sino al que quería crear, un futuro de progreso: es decir, con puerto y estación de ferrocarril. Un año después […] va a iniciarse el proceso de transición urbana de Mar del Plata hacia un pueblo balneario, proceso que fundamentalmente será el resultado de la promesa de llegada del ferrocarril, de la crisis de las actividades agropecuarias y del saladero, y de la irrupción de otras formas de articular la naturaleza y la sociedad y el territorio y el imaginario (Mantobani, 1997).
El autor (1997) también reconoce
que “[…] gracias a la referencia
de nombres de centros balnearios europeos y norteamericanos se logró atraer la atención de la clase alta,
sensible a las costumbres cultas y en búsqueda de nuevas prácticas de
distinción social, hacia un
territorio recóndito y desconocido del
SE de la provincia de Buenos Aires y
legitimar el esfuerzo privado y público
por convertir a un pueblo de campaña ligado a las actividades económicas
prevalecientes en esa época (agropecuaria) en una elegante villa balnearia de
la alta sociedad porteña.”
Por lo tanto, si bien debe desmitificarse la histórica interpretación sobre que el origen del balneario se debió a la necesidad de copiar modelos extranjeros, es cierto que su existencia logró influenciar a la clase alta Argentina y contribuyó a su posterior desarrollo.
Mar del Plata se
consagró como el destino turístico de la alta sociedad a partir de dominar su
histórico aislamiento con la llegada del ferrocarril (1886). La construcción
del lujoso Hotel Bristol (1888),
A partir de este
primer antecedente se realizaron grandes
inversiones turísticas en el país. Desde 1880 iniciaron su desarrollo
los primeros centros termales orientados a la rehabilitación[6] que
prescindieron de las aguas termales y
centraron su oferta en servicios
orientados a la revitalización física y psíquica sobre la base de
tratamientos contra la obesidad, el envejecimiento y el stress. Surgen en Córdoba donde a principios del
siglo XX se desarrolló el equipamiento entorno a la curación de la tuberculosis
y las enfermedades pulmonares, a través de tratamientos que requerían largas
permanencias en ambientes apropiados por el clima y la altura, virtudes que ofrecía el clima serrano. Se crearon
los centros en Santa María,
El Hotel Casino
Termas Rosario de
“El notable investigador Juan B. Ambrosetti
realizó un legendario viaje por el Alto Paraná en 1895, y poco después, en
1907, se encargó al paisajista Carlos Thays realizar el proyecto de un parque
nacional, en lo que sería la primera acción de gobierno en ese sentido.” (Khatchikian, 1991).
Khatchikian (1991) amplia además que: “en
Kirbus (2004) aporta
que hasta la fundación del ACA en 1904:
“[…] previo a la aparición del automóvil la
única actividad turística en
Mientras tanto, en la ciudad de Buenos Aires, desde fines del siglo XIX y principios del XX, la oleada de inmigrantes españoles aportó una nueva influencia en la hotelería y los cafés con su epicentro en la avenida de Mayo. El Gran Hotel España (1897), el Palace Hotel (1905), el Cecil Hotel (1925) y el París Hotel (1910) fueron emblemas de esta etapa. En 1909 Ernesto Tornquist sumó el Plaza Hotel como el más suntuoso, lujoso, tradicional y de estilo europeo de la ciudad.
El avance en el trazado del ferrocarril produjo la construcción de elegantes hoteles que dieron lugar al desarrollo de algunos de los principales centros turísticos del país. Los establecimientos eran administrados por las compañías ferroviarias, o también por empresas subsidiarias de estas y que estaban destinadas al desarrollo y administración de hoteles y servicios gastronómicos. La compañía Hoteles Sudamericanos, propiedad de los ferrocarriles británicos, tuvo una alta incidencia en el desarrollo del turismo en la zona cordillerana de Mendoza y, a partir del trazado ferroviario a Chile construyó elegantes hoteles destinados al turismo termal, como el Termas de Cacheuta (1913). A partir de 1910 los Ferrocarriles del Estado incursionaron también en la hotelería y el turismo.
Entre otros emprendimientos
se suman el Hotel Club Sierras de
Otro hecho emblemático
fue en 1914 la inauguración en
Empedrado, Corrientes, del lujoso
complejo conocido como la ‘Mansión de
Invierno’ o ‘
Desde la primera
década del siglo XX la apertura del
sistema político argentino tendió a afianzarse. Para 1918 las exportaciones
agrícolas se incrementaron, debido particularmente a la finalización de la
primera guerra mundial, que favoreció el crecimiento económico. Argentina, de la mano del modelo agro
exportador, fue la octava economía del
mundo, aunque entre los años 20 y 30 se produjeron constantes altibajos en las
exportaciones que afectaron notablemente el desarrollo nacional. A su
vez, ya por 1914 se había comenzado a perfilar una nueva estructura social que
comenzó a alejarse del modelo polarizado en dos clases. En la nueva estructura
los sectores medios comenzaron a adquirir significación produciendo una
importante movilidad social ascendente. Surgieron los asalariados urbanos
y se fortaleció el crecimiento de los sectores ligados al comercio y a
la incipiente industria. Las primeras décadas del siglo XX estuvieron
acompañadas por el ascenso de las organizaciones sindicales. Desde su gobierno Hipólito
Yrigoyen consideró la posibilidad de producir un acercamiento entre el Estado y
los movimientos obreros. Su primera presidencia
dio los primeros pasos en el accionar social tendientes a impulsar algunas
mejoras laborales que humanizaran las condiciones de trabajo. A partir de su
segunda presidencia (1928/30), en el intento de avanzar hacia ese
fortalecimiento, Yrigoyen fue derrocado. Tuvo entonces lugar el primer golpe de
Estado de
Esos avances tendientes a la valoración, entre otros
derechos adquiridos, del tiempo libre de los trabajadores, condicen con la
postura de Dumazedier quien sostiene que el ocio es un fenómeno exclusivo de
nuestro tiempo. “sólo con el
industrialismo que conlleva al acortamiento de la semana laboral y al gran
poder de compra de las masas, el ocio ha pasado a ser una esfera significativa
de la vida” (Munné, 1985:39)[8].
En Argentina, si bien el gobierno de Yrigoyen avanzó hacia la concreción de
esos beneficios, la valoración del tiempo libre vacacional no fue reconocida
por Ley hasta 1946. En 1943 Perón, en su función de Secretario de Trabajo y
Previsión Social, se relacionó con los sindicatos y los trabajadores, y comenzó
a revisar la política social. En 1944 asumió como Vicepresidente y Secretario
de Trabajo. Su proyecto político se basó en los sectores populares. “[…] su
acción política se desplegó alrededor de tres ejes: la justicia social,
el control de la clase obrera y la
despolitización de las organizaciones sindicales” (Rapoport, 2003). De esa forma puso en marcha una política
social y laboral. Creó el Instituto Nacional de Previsión Social, implementó el
programa de seguridad social, vivienda y salud,
aprobó el estatuto del peón de campo,
otorgó aumentos salariales,
impulsó la firma de los convenios colectivos de trabajo y las indemnizaciones por accidentes de trabajo.
Esas condiciones propiciaron la llegada de
Perón a
Concretamente en el turismo, a partir de la década de 1920 se producen algunos aportes que se verán incrementados en las siguientes décadas, a partir de concretarse obras de infraestructura realizadas por el gobierno nacional. El desarrollo de la red vial troncal favoreció al turismo. La iniciativa privada acompañó con el desarrollo de equipamiento en los nuevos balnearios de la costa Atlántica. Mientras que el ACA y el Touring Club lo hicieron especialmente en su rol de promoción del sector y en la concreción de algunos aportes a la red vial. Por otro lado, las consecuencias de la crisis de mundial de 1929 dieron lugar a la proliferación de enfermedades respiratorias muy difíciles de curar, y acentuó la necesidad de iniciar el desarrollo del turismo de salud, en particular en las sierras de Córdoba.
Los años 20 marcaron además el desarrollo del turismo entorno a las aguas termales del Lago Epecuén y de su Villa Turística. San Carlos de Bariloche, de la mano de las políticas de desarrollo de las primeras áreas protegidas del país[9], inicia su perfil de destino de ciudad turística y desde 1930 comienza a convertirse en un importante centro turístico internacional, y donde las familias de la clase alta del país comenzaron a construir enormes mansiones de veraneo. El Parque Nacional Nahuel Huapi sumado a la llegada del ferrocarril incidieron en el afianzamiento del desarrollo turístico regional, y produjeron las condiciones propicias para su concreción. Se fomentó el turismo de ski, se promocionó la caza y la pesca deportiva y se inició la navegación con fines turísticos en el lago Nahuel Huapi. Bustillo, impulsor de la ciudad, aspiró a su desarrollo planificado por el cual concretó la construcción del centro cívico, conjunto edilicio de edificios públicos con una plaza en el centro inaugurado en 1939, y definió desde entonces la imagen de la ciudad. Bariloche se perfiló como destino de deportes invernales exclusivo para la elite del turismo nacional e internacional, a partir del Centro Internacional de Esquí Cerro Catedral.
La creación del
Parque Nacional Nahuel Huapi hizo que el directorio de Parques analizara que,
tratándose de una zona esencialmente de turismo, era muy urgente construir un gran hotel. “Era el imán que necesitaba para provocar la corriente de visitantes que vivificase el
parque y a la vez que viniese a despertar la curiosidad de las personalidades
políticas llamados a sostener en el
futuro nuestro esfuerzo colonizador” (Bustillo: 1968). Así, la iniciativa gubernamental construyó el
Llao Llao Hotel, para fomento del turismo, que fue el instrumento impulsor del
desarrollo regional y una alternativa para convertir a Bariloche en un centro
internacional, a la vez que el gobierno reconoció que ese hotel representaba un
gran avance sobre esa frontera, refiriéndose a la expansión e inclusión de
Por otro lado, Bustillo
incentivó el desarrollo turístico de Puerto Iguazú a partir de la creación de Parque
Nacional (1934), el mejoramiento del camino de acceso, la modernización del
hotel existente y la construcción de las pasarelas de madera sobre los saltos de las cataratas.
Junto a la instrumentación del turismo como actividad
motriz para el desenvolvimiento de los parques nacionales, en particular
durante la década de 1930, se avanzó en la creación de nuevos pueblos con sus
centros productivos. De esa forma surgieron San Martín de los Andes (Neuquén) y
Esquel (Chubut). En 1937 la creación del Parque Nacional Los Glaciares permitió
visionar el destino turístico para El
Calafate. En Córdoba, a mediados de los ’30, se fundaron las colonias de
vacaciones de Santa Catalina, Jesús María,
Pampa de Achala y Villa General Mitre. En Mendoza, el aprovechamiento de
las aguas termales motivó la localidad de Los Molles (1932), a partir de la
construcción del Hotel Termas de Lahuen Có. Allí se produjo el primer carnaval
de la nieve, que más tarde motivó la fiesta de la nieve. En 1962 se instaló en
la zona el primer ski lift que
sirvió de antecedente para el posterior desarrollo del turismo de ski. En la
costa bonaerense, de la mano de Carlos Gesell que forestó la zona de médanos y
promovió el desarrollo, se crea Villa Gesell (1931); luego, San Clemente del
Tuyú (1935); Mar de Ajó (1936); Santa
Teresita, San Bernardo y Monte Hermoso (1942); Pinamar (1943) y Mar del Tuyú
(1945).
En la demanda, desde 1940 los sectores medios de la sociedad comenzaron lentamente a sumarse a Mar del Plata y dieron lugar al principio de la desaparición de la exclusividad de la clase alta en este destino. Con ello, aparece la euforia vacacional por el sol. Los nuevos turistas estaban ávidos de broncearse y comenzó a ser una manifestación externa de las vacaciones y el bronceado de veraneo fue signo de importancia social.
Un último e importante aporte de esta transición se produjo
a partir de 1943, -aunque tiene sus
antecedentes en el año 1941[10]-,
cuando mediante el Dec. 12.380 se concretó por primera vez en la historia del
turismo nacional la responsabilidad de regular y fomentar las actividades
vinculadas con el sector a la vez que
quedó oficializada como actividad. Esto
dio lugar a considerar a esa fecha como el inicio del proceso de
institucionalización del turismo.
b)
El turismo industrial maduro (1946-1980).
En 1946 Juan D.
Perón asumió
En este gobierno
se reformó la constitución de 1853. Relativo a los aspectos sociales estableció: “La ‘Constitución del
Sobre los planes de desarrollo, el gobierno se pronunció enfáticamente a favor de la industrialización. Se procedió a la sustitución de importaciones, fabricando en el país bienes de consumo e insumos agropecuarios. Esos avances favorecieron también al crecimiento del turismo.
En 1955 ese gobierno fue derrocado, situación que produjo el ingreso del país en una importante inestabilidad, oscilando entre gobiernos de facto y democráticos. El gobierno democrático de Arturo Frondizi (1958-1962) permitió una momentánea estabilidad económica. Fomentó la industria, incentivó la inversión del capital extranjero y la radicación de empresas transnacionales, incrementó los salarios, lo cual produjo una mejor calidad de vida en los ciudadanos. Los primeros años de los ‘60 y bajo la presidencia de Arturo Illía, el país tuvo cierto crecimiento y la economía tendió a estabilizarse. Los argentinos habían alcanzado un mayor nivel de consumo y se consolidó la educación en la enseñanza media. Estos factores repercutirían favorablemente en el ejercicio del turismo.
En 1976 se produjo un nuevo golpe de Estado, que perduró hasta 1982 y condujo los destinos de Argentina a través de una sucesión de gobiernos militares. Rapoport (2003) reconoce que en 1976, en el país se puso en vigencia una nueva política económica inspirada en la doctrina llamada de ajuste monetario de la balanza de pagos. Esta inició un proceso desinversor que afectó negativamente la producción interna y fueron creando el marco de la deuda externa que repercutiría durante las posteriores décadas y afectaría al desarrollo nacional, con el consecuente impacto sobre la calidad de vida de los ciudadanos, particularmente de los sectores medios y bajos.
En lo que respecta a la política del transporte, en 1948 los ferrocarriles argentinos fueron nacionalizados, y se inició el proceso de su abrupta decadencia, incluyendo el levantamiento de miles de kilómetros de rieles y la pérdida constante de la calidad en los servicios prestados. Esa situación favoreció el desarrollo del auto transporte de pasajeros, política impulsada por el gobierno nacional que acompañó mediante un plan para la construcción de caminos y de nuevos puentes para mejorar tanto la conectividad interprovincial como con los países limítrofes, que propulsó el turismo de tipo independiente. En el transporte aéreo se creó Aerolíneas Argentinas (1950) como empresa del Estado, y se inauguraron los aeropuertos Jorge Newbery (1948) y Ministro Pistarini en Ezeiza (1949); este facilitó las comunicaciones internacionales, y además se inauguraron algunas nuevas rutas aéreas que facilitaron la conectividad internacional.
En el turismo, las reformas sociales implementadas por el gobierno de Perón, que consideró entre otros derechos de los trabajadores el de las vacaciones pagas, tendieron a desarrollar el turismo social. Argentina fue, a partir del año 1946, el primer país de América Latina en implementar este tipo de turismo. Troncoso (2003) hace saber:
“Un ejemplo de ello son las
palabras de Juan Domingo Perón que se reprodujeron en una publicidad que
realizó
El incentivo de esta forma de turismo[12] comprendió de parte del gobierno nacional el desarrollo del transporte, la hotelería y la inclusión de los estímulos necesarios para inducir el desplazamiento de las personas, como brindar descuentos en las tarifas ferroviarias para grupos de turistas y la organización de viajes para el traslado de contingentes de trabajadores y estudiantes.
Los sindicatos, en su rol de asociaciones
intermedias, consideraban de vital importancia otorgar a los trabajadores el
beneficio de las vacaciones pagas y de la práctica del turismo. El sindicalismo,
con el respaldo del gobierno, inició la construcción o la compra de hoteles
existentes en los principales centros turísticos del país e implementaron los
planes de turismo social. En 1948 se creó
Los servicios no solamente se brindaban a
los trabajadores y su familia, sino también a jubilados, pensionados, docentes,
estudiantes, independientes y niños, siendo estos últimos los grandes favorecidos.
Se impulsó la práctica de deportes en niños y jóvenes y se organizaron
competencias deportivas como los Campeonatos Infantiles Evita. Las funciones en
materia del turismo social fueron
adquiriendo mayor especificidad y cubrieron nuevas necesidades, como los beneficios del
turismo escolar y estudiantil que fomentaban además el conocimiento del país.
Esa Fundación implementó el Plan Nacional de Turismo Cultural (dirigido a
estudiantes secundarios); el Plan de Turismo y Recreación para
El gobierno consideró que además del ejercicio del turismo como un derecho laboral y social y las políticas del tiempo libre impulsadas, se instalará la idea de que ‘conocer la patria’ era un deber. Por esto puso en relieve que esa práctica no era sólo una modalidad de ocio ni tampoco sólo una actividad económica, sino que también era una forma de crear conciencia ciudadana y nacional.
En la primera presidencia de Perón la
capacidad hotelera tuvo un fuerte incremento y se convirtió explícitamente en uno de los pilares de la
promoción del turismo. El Ministerio de
Obras Públicas se lanzó, a partir
El desarrollo y la administración de los
establecimientos hoteleros a cargo del Estado nacional y de los empresarios
privados eran fuertemente acompañados por los sindicatos. Estos se veían
beneficiados por el Préstamo Nacional Hotelero para la construcción de sus
propios hoteles y también tenían permitido usar parte de la capacidad hotelera
que administraba
“En el censo de colonias de vacaciones y hoteles de turismo de gremios y
obras sociales de
Los años posteriores, y como consecuencia
de la política encaminada, se inició en
Sebreli (1974:99), quien tuvo una postura crítica sobre el
desarrollo turístico de Mar del Plata,
mencionó que desde el inicio de la masificación de ese destino se
produjo una marcada estratificación social de sus playas.
“[…] Playa
Bristol se convirtió por esos años en
una verdadera kermés dominguera […]. Por otra parte, la clase media enriquecida
y ansiosa de prestigio social comenzó por entonces a abandonar Playa Grande por
las playas todavía solidarias y de más difícil acceso de Punta Mogotes.”
Esos cambios originaron nuevos destinos turísticos así como la expansión de otros. Punta Mogotes, Pinamar y Cariló, basado en el nuevo modelo de Club de Campo y, en 1966, Costa del Este fueron las nuevas opciones de destinos de alta gama. Por el contrario, los destinos de preferencia del turismo popular y social eran Mar del Plata con la playa Bristol y otros centros del Corredor de las Playas Bonaerenses, y las Sierras de Córdoba con su epicentro en Villa Carlos Paz, donde en una primera etapa se continuó desarrollando el turismo de tipo residencial y, posteriormente, a partir de los años 60, comenzó a integrarse además al turismo itinerante.
Entre 1955 y 1980 el turismo se caracterizó por una importante ausencia en el accionar social como consecuencia de la situación política imperante. Principalmente, entre 1976 y 1982, el turismo social quedó minimizado a su máxima expresión, limitando sus funciones a la prestación de los servicios de las Unidades Turísticas de Embalse Río Tercero y Chapadmalal.
Por el contrario, el turismo comercial continuaba su lento curso, encontrando un importante apoyo en el desarrollo del transporte automotor que contribuyó a modificar la forma de viajar. “Se considera que alrededor del año 1965, por efectos del desarrollo del parque automotor, el turismo interno se transformó de repetitivo en itinerante, con lo que tiende a producir importantes efectos sobre las posibilidades de integración regional” (OECEI, citado por Kralich, 1986).
A partir de 1950, en Bariloche, los colegios religiosos comenzaron a llevar de vacaciones a sus estudiantes que realizaban campamentos. Esta iniciativa dio origen a los viajes masivos de los mochileros que se trasladaban ‘a dedo’, con un precario equipamiento que les permitía acampar; serían el antecedente del turismo estudiantil. En 1953 se organizó en esa ciudad la primera fiesta de la nieve, desde la década del ‘70, comenzaron a realizarse excursiones organizadas para el ski disminuyendo los costos y convirtiendo a Bariloche en un destino más accesible a la clase media.
En 1950, se inició el
turismo en Puerto Madryn, sostenido en
las actividades náuticas y en la pesca de altura; en la década siguiente la
provincia de Chubut (1969) puso en marcha el programa Conservación de
La
política nacional en 1965 inició los estudios para el desarrollo del turismo
argentino y del tratamiento territorial. Luis Bolin, Técnico de las Naciones
Unidas para asesorar a los organismos competentes del gobierno en materia de
turismo, presentó un informe que consideró el análisis de los principales
atractivos turísticos del país, en algunos casos agrupados por regiones, en
otros por provincias y también por municipios, concluyendo en la supremacía de
los naturales; en la política a seguir
relacionada con las comunicaciones, el alojamiento, el crédito, la formación y
las oficinas de información turística; las campañas de publicidad, las acciones
de gobierno y la conservación de la naturaleza, consideró que Argentina poseía
recursos suficientes para desarrollar el turismo; carecía de suficiente
alojamiento; debía contar con un organismo técnico, dinámico y ejecutivo,
capacitado para sacar partido a las posibilidades; no se observaron esfuerzos
por incrementar la demanda; se consideraron la
falta de asociatividad con las naciones vecinas para desarrollar acciones conjuntas, la
necesidad de dinamizar el ingreso del turismo a través de las fronteras, la
necesidad de mejora de la infraestructura del transporte y de escuelas
superiores de formación profesional para el turismo y la hotelería, la
necesidad de estimular y reglamentar la caza deportiva controlando los abusos y
de controlar la pesca deportiva indiscriminada, la importancia de impulsar la
conservación de los recursos naturales particularmente de las especies
autóctonas. Dichas proyecciones no
prosperaron en su implementación.
A pesar de ese antecedente la idea de
implementar una regionalización para el desarrollo se gesta cuando el Consejo
Nacional de Desarrollo -CONADE- de
En 1968, ante la necesidad de estructurar una
política coherente de desarrollo basada en una estrategia apropiada,
De ese convenio se elaboró el Primer Documento
para un Plan Nacional de Desarrollo Turístico de
En
1970, un equipo asesor del gobierno, conjuntamente con el BID y
Todos
esos los planes fueron afectados por la supuesta falta de recursos y la mayoría
de los proyectos no llegaron a la ejecución. Esto llevó a que en 1977 el organismo
oficial de turismo reconociera que la planificación turística Argentina ha sido
esporádica y parcial. Esporádica, por la
falta de continuidad en los trabajos emprendidos y la falta de convicción en
los funcionarios de mayor jerarquía de la imperiosa necesidad de una
planificación turística a los fines del desarrollo. Ha sido parcial por cuanto
nunca hasta ese momento se logró planificar
la actividad turística bajo el marco de su economía interna y externa
simultáneamente y dentro de un contexto mayor, o sea la planificación
nacional. Por esto, ese año
También en 1970,
el gobierno nacional reconoció el potencial turístico de la zona del sur de la
provincia de Mendoza y mostró interés en sus posibilidades, particularmente en las aguas termales de Los
Molles y la nieve en el Valle de Las Leñas. Esto condujo a que en 1983 se
inaugure el Complejo Las Leñas bajo la tipología de enclave turístico
planificado de forma integral. A partir de esa década se crearon además nuevos centros de ski (en
Ushuaia, Le Martial, Las Cotorras, Valle de los Huskies y Tierra Mayor; Valdelen, en Río Turbio;
En 1978 se realizó en Argentina el Mundial de fútbol. Rapoport, (2003) refleja:
“[…] fue instrumentado para lograr consenso y apoyatura social. El sesgo monetarista de la política económica estaba provocando recesión y caída de la producción industrial, la inflación parecía irreductible, los salarios reales se deterioraban, y comenzaban las manifestaciones de disconformidad. En este marco, el régimen trató de capitalizar el triunfo deportivo apelando al ‘espíritu mundial’ como condición para abandonar el pesimismo, consolidar la unidad de los argentinos, alcanzar otras victorias y transformar el país”. Por otro lado los esfuerzos organizativos desarrollados para lograr la concreción exitosa del Campeonato apuntaban a revertir la imagen desprestigiada del gobierno argentino en el extranjero. Una gran parte de la opinión pública de los países europeos participantes de la competencia era hostil al gobierno, y las campañas de las organizaciones internacionales de defensa de los derechos humanos para boicotear el Mundial y desalentar el turismo inquietaban a las autoridades militares. El gobierno debió costear su propia campaña para mejorar su imagen en el mundo.”
La realización
del evento condujo al gobierno a otorgar líneas de créditos de bajo interés
para incentivar la construcción o remodelación de hoteles. Se edificaron establecimientos
en las sedes de Buenos Aires, Rosario y Mendoza, y Sheraton Hotel se establece
en
“
[…] en 1979 el gobierno nacional puso en
marcha el Operativo Frontera Austral que incluyó a las provincias de Tierra del
Fuego y Santa Cruz, cuya propuesta era el uso,
durante la mayor parte del año, de los atractivos turísticos Los
Glaciares y Canales Fueguinos. Como resultado de esta acción se consagró una
estabilidad casi industrial para El Calafate y Ushuaia, con el aprovechamiento
de esos atractivos genuinos. Además, consolidó la cabecera de puente a
Ese año se puso en marcha el Corredor Turístico de
Todos esos avances comenzaron a ser acompañados mediante la formación
profesional. Desde la década del ‘60 las
Universidades iniciaron la oferta de las primeras carreras de formación
turística, tendiendo a resolver el problema de falta de formación y
capacitación en ese ámbito, y con posterioridad se sumaron un sinnúmero de
institutos terciarios en todo el país
Entre 1945 y 1980 el gobierno y la administración pública
nacional tuvieron importantes avances y también en materia de legislación, aunque
fue casi continuo el cambio de dependencia o ubicación del sector turismo
dentro de la administración pública, así como de su
jerarquía. Esos cambios expresan la
falta de claridad de los sucesivos gobiernos en lo concerniente a la definición
de la política turística y la relevancia que la actividad puede tener para el
desarrollo de
La suma de estos sucesos produjo un importante crecimiento en la demanda interna y comenzó a generarse una leve demanda internacional. Mar del Plata y el Corredor de las playas bonaerenses lideraron los arribos, seguidos por las Sierras de Córdoba, y algunos parques nacionales comenzaron a registrar el aumento en el número de turistas, en particular en el Nacional Nahuel Huapi e Iguazú. Por otro lado, los cambios en la economía y en la moneda Argentina afectada por el retraso cambiario contribuyeron a los largo de esta etapa a que se produjeran vaivenes del turismo de argentinos al exterior respecto del receptivo del turismo internacional. Desde fines de 1970 y principios de los ’80, el turismo emisor tuvo un importante crecimiento. A su vez, los jóvenes comenzaron a viajar solos y separados de la familia, dando lugar a un importante nuevo mercado. Además se iniciaron los viajes de los mochileros quienes se movilizaban ‘a dedo’ y acampando.
Entre los ‘60 y ‘70,
el país ocupó el primer lugar en movimientos turísticos internos de
América Latina. Un informe del CFT
demuestra que en
c) El turismo post industrial
(1980-2000).
Desde fines de los ’70 el mundo comenzó a transitar una nueva época sostenida en el surgimiento de las políticas neoliberales con la consecuente expansión y mundialización del sistema capitalista, que derivaron en el fenómeno globalizador y donde se tendió a la disminución de la participación reguladora del Estado. Además, las pautas de consumo comenzaron a tener importantes modificaciones tendientes a la búsqueda de nuevas formar de vida.
Argentina no escapó a esa realidad. En 1989
el gobierno se orientó hacia las políticas económicas con un claro
neoliberalismo que propuso la reducción del Estado a su mínima expresión para
dar libertad a las fuerzas económicas expresadas a través del mercado.[17]
La situación generó una fuerte recesión en el sistema de transporte,
caracterizada por el estancamiento en el desarrollo y en el mantenimiento tanto
de las infraestructuras como de los servicios. En 1990 se inició el proceso de
concesión y privatización de vastos sectores. Se efectuó la venta de Aerolíneas
Argentinas, la concesión por peajes de casi
Las transformaciones imperantes produjeron un alto impacto
en el turismo. Concretamente desde 1980 el gran aporte del sector estuvo
dado por los cambios caracterizados por el impulso que tomó el turismo, basado en el
disfrute y respeto de la naturaleza, y
de la mano del incipiente turismo alternativo, aunque se produjo también un
fuerte desarrollo del turismo urbano. El turismo naturaleza se acentuó en los
’90 con nuevas modalidades de viaje que tienden a apartarse de las
características que presenta el turismo masivo. Así se impulsa el trekking, montañismo, rafting, mountain bike, overlanding,
safaris fotográficos, ecoturismo, turismo rural, agroturismo, entre otras.
Estas nuevas modalidades favorecieron el desarrollo de zonas turísticas poco
tenidas en cuenta por el turismo convencional. Entre esas alternativas se produjo
el origen del turismo rural que, aunque tiene sus antecedentes en los ’60, es desde los ‘90 que alcanzó su
mayor protagonismo a partir de que numerosas estancias
del país comenzaron a adaptarse al turismo.
Además, desde de
1980, comenzaron a declararse en el país
los primeros Patrimonios Mundiales de
En 1984 el Ministerio
de Economía publicó un nuevo estudio titulado Bases para un Plan Federal de
Turismo, que consistió en un diagnóstico de la situación de la actividad en
el país y sentó las bases para su concreción. Desde 1982
El documento se
propuso ofrecer una síntesis de la situación del turismo en Argentina en sus
aspectos referidos a la oferta, la infraestructura, el equipamiento y servicios;
la demanda tanto nacional como internacional, los mecanismos de
comercialización, los sistemas de promoción y desarrollo y los procesos
institucionales y jurídicos que apoyaron el proyecto. Realizó una evaluación de
síntesis de dicha situación para definir los conflictos más relevantes y los valores de mayor
potencialidad. Formuló las propuestas que servirían de base para la discusión y
el ajuste tendientes a la formulación de
un Plan Federal de Turismo, a la vez que redefinía las pautas que guiarían las
inversiones, los proyectos y los estudios a realizar a corto, mediano y largo
plazo. El documento contó con un capítulo referido a la situación del turismo
en
El diagnóstico resalta la preponderancia de atractivos turísticos naturales, concentrándose notablemente en las zonas de frontera, mientras que los atractivos históricos y arquitectónicos no tienen la misma magnitud Se consideran la ausencia de un uso turístico homogéneo del territorio donde aparecen regiones aisladas y otras de uso focal, los principales centros de interés turístico del país, la distribución espacial de la planta de alojamiento mostrando ciudades y zonas de fuerte concentración y otras con un marcado déficit, la localización y distribución de los accesos a través de las diferentes modalidades de transporte así como el trazado de las redes y, por último, el análisis del origen, la cantidad y la distribución de la demanda tanto nacional como internacional. De este informe se desprende la idea de proponer un Sistema Federal de Corredores Turísticos[18].
Además, a partir de 1980 SECTUR y el CFT reconocen varias figuras recurrentes para el ordenamiento territorial, desarrollo y gestión del turismo nacional, distinguiendo las regiones, los corredores, las comarcas y los centros turísticos. El criterio histórico de conformación de las regiones turísticas[19] del país se basó en su definición a partir de los límites políticos provinciales; es decir que la mayoría de las regiones están formadas por la unión de provincias. De esta forma se entendió que se facilitaban las representaciones gubernamentales. Desde 1990 se impulsó, además, la idea de desarrollo en un espacio más delimitado, que recibe el nombre de comarca turística[20], a partir de lo cual se organizaron algunas, en particular en la región patagónica.
En 1998, SECTUR convocó a los consultores españoles THR y se tendió a abandonar los históricos criterios de tratamiento territorial para el desarrollo del turismo, produciendo una total ruptura hacia un pretendido nuevo modelo basado en los macro productos turísticos. Se procedió a la creación del concepto ‘Argentina, el país de los seis continentes’. El gobierno entendía que “mediante una estrategia sencilla y coherente de conceptualización que implica la enorme diversidad del país, desde sus atractivos naturales hasta nuestra cultura, se organizó el país en seis macroproductos o continentes cada uno de los cuales corresponde a un espacio físico determinado en el que se conjugan en grados diversos de intensidad, la naturaleza y la cultura.” A partir de cada macro producto, se definieron los ejes de recorridos estructurados a partir de las rutas troncales, que facilitaban y brindaban conectividad entre los más importantes atractivos turísticos, aunque algunos quedaban estructurados ‘fuera de ruta’, es decir que se encontraban alejados de los ejes de comunicación más importantes.
En 1997 tiene su origen en Federación, provincia
de Entre Ríos, el turismo termal, que impulsa el disfrute termal con un enfoque
curativo-recreativo, marcando la diferencia con los restantes destinos termales
del país. En Santa Cruz surgió Villa El Chaltén, pequeño poblado ubicado en un lugar propicio para el turismo
de naturaleza y de aventura; se popularizó como la puerta de entrada a los
Hielos Continentales y se asumió como
La comercialización del turismo tuvo importantes aportes tecnológicos que dinamizaron su ejercicio. En 1992 Aerolíneas Argentinas introdujo al país el CRS AMADEUS, que permitió cambiar la operatoria de la actividad y, años más tarde, se incorporaron SABRE, GALILEO y Wordspan. Estos, unidos a Internet, mejoraron notablemente la comercialización y la comunicación tanto entre las empresas del sector como para con sus clientes.
Tendiendo
hacia una mayor profesionalización del
sector turístico, en 1999 se creó en el
marco de
El alojamiento tuvo un fuerte impulso en los ’90, en particular en la ciudad de Buenos Aires. La coyuntura imperante incentivó a muchos empresarios a invertir en este rubro en particular de alta gama. La casi totalidad de las inversiones fueron realizadas por empresarios argentinos los cuales, para facilitar el posicionamiento de los nuevos hoteles, buscaron marcas de reconocimiento internacional. Así ingresaron las marcas Caesar Park, Park Hyatt, Four Season, Intercontinental, Hilton, Marriott, Howard Jhonson, Holiday Inn, Meliá, NH y el grupo Accor (con Ibis y Sofitel). En contraposición, irrumpieron los alojamientos alternativos incluyendo hostels, residencias universitarias y Bed and Breakfast, destinados a una demanda interesada en conocer las costumbres locales a través de una mayor interacción con la comunidad.
Entre 1980 y
2000, el organismo nacional de turismo continuó con innumerables modificaciones en su dependencia
y jerarquía, mientras que en los aspectos legislativos se realizaron
algunos nuevos aportes. Con un nuevo
gobierno, en 1999, el organismo mantuvo su denominación de Secretaría de Turismo
así como su dependencia del Poder Ejecutivo Nacional, aunque incorporó entre
sus funciones a
En los ’90 se evidenció el cambio hacia un modelo de municipio más
activo respecto del desarrollo y dio lugar a nuevos destinos turísticos[22],
produciendo la apertura de nuevas
zonas económicas de la mano de este sector. Son ejemplos los destinos surgidos entorno al
turismo termal en la provincia de Entre Ríos y
el incipiente desarrollo del turismo orientado hacia la valoración de la
naturaleza y la aventura en Malargue, o
en Sierra Grande a través del turismo minero, o en Villa El Chocón con el
turismo paleontológico; otros implementaron importantes mejoras y crecimientos
contándose entre los mismos a un sinnúmero de destinos de
Sobre la demanda
en esta última década las características más generales del turismo
receptivo destacaron el mayor arribo de turistas independientes, particularmente
en la ciudad de Buenos Aires, así como también un importante incremento en el
segmento de negocios. Los principales centros
receptivos del turismo interno fueron
2. Etapa del posturismo (desde los umbrales del siglo XXI)
El ingreso al siglo XXI está marcado por el devenir de la posmodernidad y por una observable incertidumbre en todos los aspectos que componen la vida de los seres humanos. Sí existe cierto consenso sobre la idea de que la humanidad está experimentando transformaciones, que permiten identificar que se avanzó hacia una nueva civilización postindustrial, en donde algunas de las tendencias son las cada vez más acentuadas asimetrías entre el desarrollo y el subdesarrollo; estas asimetrías caracterizarán a las diferentes regiones del planeta, con el estratégico papel que seguirá ocupando el avance tecnológico, el conocimiento y los aspectos medioambientales, así como una economía mundial cada vez más dominada por los servicios.
Desde este marco,
en 2002 en Argentina se derrumba la convertibilidad, dando lugar a una marcada
devaluación de la moneda que permitió proyectos a favor de la reactivación de
las actividades económicas y la recuperación de las exportaciones, incluyendo el
turismo, impulsando para este caso un mayor desplazamiento del interno, la
disminución del emisor y una mayor captación del turismo internacional.
Mientras tanto,
la situación del transporte aerocomercial argentino fue de reconocida gravedad,
incluyendo la desaparición y/o las crisis en las empresas. Por el contrario,
los cruceros continuaron con un interesante crecimiento en particular en la
utilización de los puertos Buenos Aires y Ushuaia, alcanzando este último un
posicionamiento estratégico para los cruceros con destino a Antártida. El
transporte ferroviario ingresó en el plan de reorganización, recuperación y
modernización del Sistema Ferroviario Nacional (Dec. 1261/2004), y el Estado
Nacional resolvió reasumir la prestación de los servicios interurbanos de
transporte ferroviario de pasajeros, cuyo trazado era de carácter
ínterjurisdiccional. De manera tal que se recuperaron algunos servicios hacia
distintos destinos del interior del país, aunque no se mejoró en una primera etapa su calidad. El transporte vial continuó con las políticas
de la etapa anterior.
En el turismo nacional se debe ir hacia la etapa posturística[23]. Esa forma emergente acompaña a los nuevos estilos de vida de las sociedades, que no dejará de lado las formas tradicionales sino que procurará alcanzar una articulación entre los diferentes tipos de turismo. No se trata de sustituir el paradigma del turismo postindustrial por el posturismo, sino de defender y justificar la idea de simultaneidad de ambos. En el Posturismo no hay verdades absolutas sino pluralidad. Desde este enfoque, Argentina creció en el mercado internacional tanto en el turismo naturaleza como en el turismo urbano, presentando en este último interesantes ventajas competitivas dentro de la región sudamericana. Asimismo, pareciera que el país resolvió abandonar la histórica política de vender sus grandes atractivos como si fueran comodities, para comenzar a consolidar la idea de desarrollar el turismo a través de diferentes tipologías de productos distribuidos regionalmente. Según las regiones, la oferta de productos incluye ski, pesca, rural, agroturismo, playa, termas, paleontológico, ecoturismo, golf, polo, tango, étnico, urbano, ecoturismo, congresos y convenciones, salud, trenes turísticos, religioso, de aventura u otros.
La hotelería continuó creciendo y tendió a mejorar su
distribución territorial. La mayor cantidad de nuevos alojamientos se
concentró, por orden de importancia en las provincias de Buenos Aires, ciudad
de Buenos Aires, Córdoba, Río Negro,
Mendoza, Entre Ríos, Tierra del Fuego y Santa Cruz y en menor medida en Neuquén, Chubut, San Luis, Santiago del Estero, Salta y Santa Fe.
Desde
En 2005 se promulgó la nueva Ley Nacional de Turismo 25.997. Declara al sector de interés nacional como actividad socioeconómica, estratégica y esencial para el desarrollo del país. La actividad turística resulta prioritaria dentro de las políticas de Estado (Art. 1°).
En 2005 se
realizó el lanzamiento del Plan Federal
Estratégico de Turismo Sustentable 2016 (PFETS). Su objetivo general fue constituirse en el proceso orientador y
articulador de actuaciones que, en forma sinérgica, reafirmen voluntades,
optimicen recursos y encaminen estos esfuerzos hacia un modelo concertado de
desarrollo turístico sustentable para el país; pretende ser el marco de
actuación de cada provincia. Fue acompañado mediante la pretensión de
implementar
Además, la nueva Ley rescató y continúo reconociendo las cuatro
figuras para el desarrollo y la gestión territorial del turismo: centros
turísticos, comarcas -o micro regiones-, corredores y regiones turísticas.
El Mapa Federal de Oportunidades que integra el PFETS cuenta, entre las
ideas fuerza, con el apoyo federal a las articulaciones regionales para la
‘planificación y la gestión integrada’ y ‘un desarrollo equilibrado del espacio
turístico nacional’. Así, fueron definidas seis regiones turísticas: los
corredores turísticos actuales y potenciales, incorporando como nuevos los
circuitos marítimos; las áreas de uso
turístico actuales y aquellas áreas de
vocación turística -potenciales-; los circuitos turísticos actuales y potenciales; las travesías, entendidas
como los caminos necesarios de vinculación entre los diferentes elementos del
espacio turístico -actuales y potenciales- y los circuitos turísticos transfronterizos o
internacionales. También fueron reconocidos los conceptos de macro productos, los productos y las puertas
-accesos al país-, actuales y potenciales. Por lo tanto, el gobierno interpretó que el Mapa Federal de
Oportunidades “es producto de la superposición de una serie de capas
temáticas correspondientes a cada uno de los componentes del espacio
turístico nacional” (PFETS, 2005).
Con todos estos aportes, en los últimos años el turismo osciló entre el cuarto y quinto lugar en los ingresos económicos comparado con los grandes rubros de exportación de bienes; representó una estimación del 8 % del total de los puestos de trabajo que tienen relación con el turismo, incluyendo tanto los empleos directos como los indirectos.
Para los
turistas extranjeros, los destinos de preferencia continuaron siendo
Algunas conclusiones y perspectivas
Desde los orígenes de
En los últimos 50
años en el país no faltaron estudios referidos a la definición de un
ordenamiento y articulación territorial así como en la planificación del
turismo. Por el contrario, pudo
verificarse que ha sido una constante preocupación de todos los gobiernos, así
como puede encontrarse la repetición en la realización de estudios, y
generalmente, en no avanzar mas allá de las etapas de diagnóstico. Por esto, Argentina históricamente no contó
con un plan global destinado al desarrollo
del turismo nacional, previsto para un corto, mediano y largo plazo. A partir del 2005 intenta
estar en ese camino.
Los centros turísticos así como las inversiones en los
diferentes rubros que componen al sector se fueron originando y desarrollando,
salvo casos excepcionales, de forma espontánea. Avanzando a través de las
etapas históricas, comenzaron a implementarse algunos planes de desarrollo en
el nivel nacional, provincial y municipal, acentuándose esa tendencia desde
el ingreso al siglo XXI.
Es innegable,
también, la relación y el protagonismo que determinadas modalidades del
transporte tuvieron a través de la historia, incidiendo en el desarrollo y crecimiento de
determinados destinos turísticos. La interdependencia entre el turismo y el
transporte, cumpliendo este el rol fundamental de garantizar la conectividad
territorial tanto interior como internacional, puede verificarse que es
histórica.
La ausencia de políticas o la falta de claridad en las mismas fue otra de las constantes encontradas, y
también la permanente modificación en la constitución y dependencia del
organismo nacional de turismo dentro de la administración pública, aunque se
reconoce la tendencia hacia una mayor jerarquización.
A pesar de ello, en el análisis de todos los aportes que
fueron realizándose se hace más factible
afirmar la existencia de una
política turística ‘bien o mejor
entendida’. Los sucesivos cambios de gobierno, la inestabilidad política,
económica y social, sumada a la falta de interés de parte de las diferentes
agrupaciones políticas, hicieron que durante décadas y a pesar del interesante
crecimiento de los últimos años, resultara muy difícil poder argumentar a favor de la existencia de una política turística. Los aspectos normativos
que merecen una revisión de parte de todos los sectores involucrados, parece
que han también iniciado ese camino.
Sin duda que desde la constitución de la nación argentina
se ha avanzado en la construcción del turismo como factor de desarrollo nacional.
Sin embargo, esos avances han sido oscilantes y en muchas etapas perjudiciales
para el sostenimiento y el fortalecimiento en el tiempo. El sector debe
acompañar y adecuarse a las propias
realidades internas y a las tendencias internacionales. En ese sentido, no
puede descuidarse el contexto internacional, aunque esto no significa imitar
modelos o planes de desarrollo, debiendo tenderse a implementar los propios en
función de las posibilidades y expectativas particulares de cada
comunidad. Este es un compromiso no solo
de la política y de la administración pública, sino también de los empresarios,
de las organizaciones en general, de las instituciones educativas y de la
ciudadanía. El desarrollo cierto del sector turismo requiere de un involucramiento
pluralista de todos ellos. Es un hecho que de ello dependerá el futuro más
certero de muchas regiones, localidades y de
Es necesario observar y estar atentos de forma permanente a los acelerados cambios por los que
atraviesa la sociedad, porque es para, o por
quienes, el turismo se desarrolla. Esos cambios a la vez producirán
mayores cambios en las necesidades de la demanda que hará necesario, de parte
del sector, su acompañamiento. Otro de los fundamentos a resaltar es que se
constituye en imprescindible una mayor ética en el desarrollo y ejercicio del
turismo, en el respeto por las culturas y las ideas de cada comunidad.
El turismo puede sin duda ser un motor de desarrollo en
tanto se encaminen políticas, estrategias y acciones con visión de largo plazo
y considerando un enfoque que garantice sustentabilidad económica, social,
ambiental e histórico-cultural. Para
ello se hace necesario analizar si los impactos del turismo serán perjudiciales
o beneficiosos para la comunidad receptora o sólo lo serán para los grupos de
interés ajenos a esta.
Para concluir y por todo expresado, desde el año 1810 en el
turismo argentino no se ha hecho tanto, pero se ha hecho. No se ha hecho tan
bien, pero se ha hecho. Se hace necesario tener en cuenta los antecedentes
históricos, corregir el camino, valorar los instrumentos con que actualmente se
cuenta, considerando la experiencia por la acumulación de la historia, para mejorar y seguir construyendo en pos de
un desarrollo superador.
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[1] Cuando aún el turismo
no era reconocido como una
actividad socioeconómica.
[2] A los fines
estadísticos, el turismo moderno comprende las actividades que realizan las personas durante sus viajes y estancias
en lugares distintos al de su entorno habitual, por un período de tiempo
consecutivo inferior a un año con fines
de ocio, por negocios u otros motivos (OMT, 1994).
[3]Y que fueran consideradas por Wallingre en su libro Historia del turismo argentino (2007).
[4] También conocida
como la era del optimismo, tuvo su origen y transcurrió particularmente en
Francia, aunque se extendió por toda Europa. Con una fecha incierta de inicio,
que para algunos autores fue en 1895 tuvo una muy cierta en su finalización:
1914. Se caracterizó por la sumatoria de
fenómenos culturales, sociales y políticos cuyo principal epicentro fue París,
“cuando París era la aparente felicidad del mundo” (Luján,
1977:11).
[5] La ausencia de legislación laboral desprotegía a los trabajadores,
situación que no permitía que toda la población gozara del derecho a vacacionar.
[6] Complejos turísticos terapéuticos que incluían tanto a
los que contemplan el uso de aguas termales como a los que prescinden de las
mismas.
[7] La majestuosa ciudad duró solo tres meses y cerró sus
puertas, el edificio fue parcialmente
demolido, los muebles y la vajilla se
remataron. El emprendimiento fracasó, por el declive que produjo la primera
guerra mundial alcanzando a la economía nacional y también, aparentemente, por
desacuerdos internos entre los propietarios.
[8] En 1918
[9] La visión original Argentina de crear áreas protegidas
no sólo era un proyecto conservacionista sino también se consideró como una
necesidad para reafirmar la soberanía
nacional en el territorio argentino. Además tuvo una relevancia para el desarrollo
turístico de numerosas localidades. Los parques nacionales tienen su origen en
la visión de Francisco P. Moreno quien en 1903
donó 3 leguas al Estado a los fines
de ser conservadas como parque
público natural dando más adelante origen a la primera área protegida de
[10] Año en el que
se
crea
[11] El turismo social representa una verdadera conquista
de las categorías sociales menos favorecidas económicamente […] y es una
resultante de orden turístico en la que tienen activa participación las
categorías sociales económicamente
débiles. (Fernández Balzano, 1973:15) Se
originó en Europa en la década de 1920 y tiene sus antecedentes en
Alemania e Italia.
[12] El intento de
democratizar el turismo, encuentra su origen en 1930 en un grupo de
instituciones e intendentes de la ciudad de Mar del Plata. Ya en 1926 en esa
ciudad se intentó modificar el carácter exclusivo del turismo proponiendo la democratización
del balneario
[13] Concentraciones
de equipamiento que se
producen para explotar
intensivamente uno o varios atractivos
turísticos que cuenta con alojamiento,
alimentación y servicios de esparcimiento. Las unidades turísticas fueron desmanteladas cuando
[14]Referir al turismo masivo no implica interpretar que la
totalidad de la población acceda a él.
El análisis de las estadísticas
que anualmente publica SECTUR permite comprobar que menos del 50 % de los
argentinos accedió, incluyendo los mejores períodos socioeconómicos, de una u
otra manera al ejercicio del turismo.
[15] En 1970 se inauguró el Banco Interamericano de
Desarrollo, que incluyó la sección de
Análisis de Proyectos Turísticos. A través de ese organismo fueron impulsados y
concretados los proyectos de Cancún (México), Macchu Picchu (Perú), Pelourinho,
Bahía (Brasil), el desarrollo tripartido de las misiones Jesuíticas (Brasil,
Argentina y Paraguay); la restauración de Cartagena (Colombia) entre los más
relevantes. Ese mismo año
[16] Se
creo en 1976 con el propósito de
disponer una gestión federal integrada
pero se constituyó formalmente por el
Acta de San Luis, en 1982. Pretende ser un ámbito en el que se traten y
acuerden las prácticas federales del turismo. Es representativo del sector
oficial y funciona en la órbita del Poder Ejecutivo Nacional. Son miembros
permanentes con voz y voto en la asamblea los representantes de las provincias,
la ciudad de Buenos Aires y el Organismo
Nacional de Turismo.
[17] Políticas que fueron acompañadas por leyes
fundamentales. La ley de Reforma del
Estado y la de Emergencia Económica que permitieron impulsar
[18] El CFT definió al corredor turístico como el ámbito particularmente
lineal que involucra un mínimo de dos
comarcas turísticas que poseen
productos en común para vender. Por lo
general las rutas troncales efectivizan
su integración y la jerarquía de los atractivos turísticos y de servicios, determinan
prioridades y el rango de convocatoria de dicho espacio. En casos excepcionales se efectiviza a través del transporte aéreo. El concepto había sido definido con anterioridad
por OEA.
[19] Porción de territorio determinado por caracteres
étnicos o circunstancias especiales de
clima, producción, topografía, administración, gobierno, etc., que por
sus características de producción,
agrupa generalmente a varias unidades productivas integrables y
complementarias. (Torrejon, A. en: Wallingre, 1998). Frávega (1992:48) cuestiona esta definición
histórica “[…] en este sistema, si bien se reconoce la identidad de cada
provincia, la circunstancia de estar diseñado sobre la base de vecindades
geográficas, lo hace demasiado rígido para una planificación que debe ser, por
definición, flexible. Es como si sólo se hubieran ampliado los límites políticos, fusionando
unas provincias con otras. Se corre el riesgo de estructurar una oferta
reiterativa, con escasa variedad, acentuando los conflictos anteriormente
destacados, en cuanto también existe una marcada diferencia en las condiciones
económicas de las distintas regiones.”
[20] Unidades turísticas de extensión generalmente reducida,
conformada (asocia) por dos o más municipios, y enclavada en una región
natural, que por tener peculiaridades (naturales, histórico-culturales) se
diferencian de los territorios colindantes y en donde los distintos poblados que la integran se hallan estrechamente ligados, tanto en el aspecto económico como en la vida social y cultural. Las
localidades que la integran, sinergizan además las posibilidades regionales de
ofrecer al turista algo distinto como producto turístico.
[21] Ciudad lenta.
Movimiento mundial surgido en 1986 en Roma de la mano del concepto slow food en contraposición al fast food.
[23] Sergio Molina (2000:9), entiende que ésta “[…] no es
sólo una fase más, sino que hay una
ruptura con los turismos tradicionales (los de carácter industrial con sus
diferentes etapas evolutivas) que implican nuevas concepciones y enfoques,
metodologías y tecnologías, además de un
nuevo reparto en los papeles de los
gobiernos, empresas y las comunidades locales.
La mayoría de los enfoques, de los conceptos y de las prácticas que
sirvieron antes, no desempeñan una función importante en el posturismo.” Agrega
que es un modelo que implica un nuevo paradigma (valores, metodologías y
técnicas) aún en proceso de desarrollo, análisis y enriquecimiento conceptual.