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De “blancos” y “negros”, a “pálidos rosados”.
Una historia de las disidencias del radicalismo
santiagueño (1916-1943)1
Ignacio A. López*
Resumen
El objeto de este artículo es analizar la trayectoria del universo radical de
la provincia de Santiago del Estero entre el inicio de la república radical y
el golpe de 1943. A través de la exploración de conjunto de fuentes perio-
dísticas y archivísticas, y en diálogo con la historiografía local, buscaremos
describir ciertas trayectorias grupales e individuales del complejo radical
santiagueño. En la reconstrucción de rutas de los grupos radicales y de al-
gunos notables, pretendemos marcar, en primer lugar, ciertos patrones del
universo local radical subrayando la existencia de varias facciones. El radi-
calismo en sus reverberaciones locales se estructuró en diversos comités y
adoptó una organicidad laxa. En segundo lugar, buscaremos puntualizar
ciertas diferencias y similitudes de las agrupaciones locales con el ritmo
del proceso político nacional, a través de acoplamientos y disrupciones. El
análisis propuesto en un doble registro —del sistema de partidos local o
1 Este artículo fue posible gracias a una visita a la Dirección General de Patrimonio Cultural
y a la Biblioteca Popular Sarmiento de la ciudad de Santiago del Estero en mayo de 2021.
Sin la ayuda brindada por María Mercedes Tenti y Héctor Peralta Puy antes del viaje, y sin
la cálida asistencia de Alejandro Yocca (Dirección General de Patrimonio Cultural), Mirta
Pastoriza, Antonia Pérez, Fernanda Shetjman, Mónica Torres y Zulma Coronel (Biblioteca

este artículo en tiempos de COVID-19. A ellos mi más sentido agradecimiento. Asimismo,
una versión preliminar del escrito fue presentada en la reunión mensual del Programa de
Estudios Históricos de la Argentina Contemporánea (PEHAC) dentro del Instituto de Inves-
tigaciones Sociales de la Universidad Católica Argentina, en octubre 2021; y en el I Congreso
de Historia Local y Regional y en el XV Congreso Nacional de Ciencia Política, en noviembre
de ese mismo año. Agradezco los comentarios hechos a este escrito, y en aquellas oportu-
nidades, por Mariela Ceva, María Angélica Corva, Astrid Dahhur, Claudia Shmidt, Oscar
Avalle, Hernán Gómez, Horacio García Bossio, Leandro Lichtmajer y Bernardo Carrizo. Fi-
nalmente, agradezco las valiosas sugerencias realizadas por los evaluadores anónimos.
* Instituto Ravignani, Universidad de Buenos Aires - Consejo Nacional de Investigaciones
ignacioalopez@gmail.com
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MIRÍADA. Año 14, N.º 18 (2022), pp. 189-234.
© Universidad del Salvador. Facultad de Ciencias Sociales. Instituto de Investigación en
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Miríada. Año 14 No. 18 (2022) 189-234
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subnacional, y una panorámica del sistema nacional— permitirá poner en
relieve aspectos diferenciales de esta constelación radical en el concierto de
partidos políticos del período.
Palabras claves       
partidos políticos, Argentina
Abstract
The purpose of this article is to analyze Santiago del Estero’s Radical Party between
1920 and the coup of 1943. Through a variety of press and primary sources, and in
dialogue with the local historiography, we seek to describe collective and individual
trajectories in local Radicalism. Through some of the routes of partisan groups and
political gures, we intend to mark, rst of all, certain paerns of this subnational
Radical Party highlighting the existence of multiple factions. The Radicalism in its
local reverberations was structured in various commiees and adopted an inorganic
form. Second, we seek to point out the dierences and the similarities of local groups
with national politics and organizations. The proposed analysis navigates in a
double registry — the local party system, and an overview of the national system
and it aempts to highlight precise aspects of this parochial Radical constellation
in interwar Argentina.
Keywords: Radical Civic Union, Santiago del Estero, historiography, political
party, Argentina
-
lante, UCR), en cuanto que partido de alcance federal y centenario en la
Argentina, ha ido en aumento a lo largo de las últimas décadas2. Diversas
dimensiones vinculadas al universo del partido, sus ideas, sus prácticas y
sus símbolos han sido profusamente abordados desde la disciplina histó-
rica. Así, estudios más globales y canónicos sobre el partido y sus orígenes
(Barba, 2012; Del Mazo, 1983; Gallo y Sigal, 1963; Giménez, 2013; Persello,
et al.
convivido con obras orientadas a la reconstrucción de trayectorias de sus

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contramos un importante número de estudios más recientes vinculados a
entender —en clave de complejidad— aspectos sobre su funcionamiento,

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2 Para recuperar la profusa bibliografía sobre el partido radical hacia su centenario, cfr. Gallo
y Giacobone (1989).
López I. A. / De “blancos” y “negros”, a “pálidos rosados”...
191

Valobra, 2009).
Sin embargo, algunas trayectorias individuales y rutas grupales y par-
tidarias en escala provincial merecen aún mayor exploración. Una pujante
producción sobre trayectorias radicales en las provincias durante el período
de entreguerras potenció miradas nuevas, en un juego de escalas entre lo

del proceso político provincial o, incluso, interprovincial. En esas recupera-
ciones en clave subnacional, viejos problemas vinculados a las trayectorias
caudillescas y liderazgos, dinámicas intrapartidarias, elencos gubernamen-
tales y recursos de legitimidad empleados por las elites político-partidarias
locales abrieron nuevas formas de pensar el problema de los partidos en
         -
majer, 2013, 2018; Lichtmajer y Parra, 2014; López, 2016; Macor y Piazzesi,

Este artículo pretende contribuir a la literatura del partido radical —en
-
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go del Estero durante el período 1916-1943. La tarea es en sí compleja, dada
una aporía permanente vinculada a la identidad radical y al partido como

se consideraron a sí mismos “radicales”, lo que generó instancias de com-
petencia que afectaron la oferta electoral, contribuyeron a una excesiva fac-
cionalización de los grupos y desdibujaron por completo programas de go-
bierno. Se produjeron así fronteras porosas entre las mismas agrupaciones
actuantes en donde los cambios de lealtades de dirigentes fueron comunes

(Persello, 2000a, 2000b; 2011a). Como ha señalado Tcach (2016), la identi-
dad radical siempre estuvo en disputa entre los propios radicales y culturas
políticas distintas (una vertiente más plebiscitaria y movimientista, y otra
liberal-democrática) convivieron en el partido por varias décadas. Como ha
sido recurrentemente observado, esos debates reverberaron en los tableros
-
ro, 2014; Carrizo, 2020).
-
sos autores han privilegiado miradas locales de largo plazo que buscaron
recuperar distintos aspectos del proceso político e institucional en dos si-

embargo, también ha sido creciente la producción vinculada a la política
Miríada. Año 14 No. 18 (2022) 189-234
192
de la primera mitad del siglo  que rescató parte de la dinámica política
del período radical, de los gobiernos conservadores e incluso discutió sobre


En el último tiempo, trabajos como los de Héctor Daniel Guzmán (2014)
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período de entreguerras, como el surgimiento de grupos antifascistas en la

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trayectoria de los radicales santiagueños presentando datos vinculados a
las diferentes rutas y hojas de vida pública que protagonizaron a lo largo de
casi tres décadas; por otro lado, buscamos presentar —con propio valor heu-
rístico— las diferentes etiquetas que los mismos radicales utilizaron para
competir (fundamentalmente contra sí mismos) en las diferentes elecciones
(líneas A1 y A2). En el análisis global del proceso político-institucional aquí
estudiado, suponemos que la constelación radical santiagueña, lejos de ser
un conglomerado de dirigentes con fuerte disciplina partidaria y con un
programa nítido de gobierno, actuó más bien como un archipiélago difu-
so de dirigentes enraizados en el territorio, con un bajo nivel de disciplina
partidaria y con una identidad compartida constantemente disputada por
los propios grupos internos. Ello sobrevino en la existencia de varias faccio-
nes radicales (que se estructuraron a lo largo de los años en varios comités

electoralistas, en un ambiente donde estos grupos rápidamente se transfor-
maron en predominantes3. En el marco de esas disputas, la prensa política
jugó un rol central para legitimar las diferentes propuestas y generar con-
tornos posicionales de los candidatos. Así, los dirigentes radicales fundaron
constantemente periódicos a través de los cuales las disputas ideológicas y
4.
La literatura en ciencia política ha sido muy rica respecto a un análi-
sis de las facciones dentro de los partidos. Un trabajo seminal de Samuel
Eldersveld (1964) avizoró a comienzos de los años sesenta, y en el marco
3-
lia de sistemas competitivos, un partido logra ganar elecciones consecutivas sin alternancia
-
cientemente extensa. En el caso de Santiago del Estero, observaremos cómo la oferta radical
rápidamente desplazó la oferta conservadora y se transformó en la única capaz de triunfar
en elecciones.
4

la época, cfr. Castiglione (1941).
López I. A. / De “blancos” y “negros”, a “pálidos rosados”...
193
de un análisis sobre el Partido Demócrata en diversos condados del estado
de Michigan (EE. UU.), cómo los partidos de masas modernos —compleji-

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burocrática “desorganizada” que alentaba el faccionalismo, una indiscrimi-
nada política de reclutamiento de sus miembros; y podrían promover una
política de “acordeón abierto”, lo que resultaba en un modelo adaptativo y
clientelar con membresía ideológica y social variada. El tipo de partido que
advertía Eldersveld (1964) también estaba caracterizado por la descentrali-
zación, la organización laxa y múltiples elites (que, más que circulaban, se
reemplazaban a sí mismas).
Recientemente, autores como Morgenstern (2001) y Köllner y Basedau

partidos modernos. Morgenstern (2001) demostró cómo, en términos orga-
nizacionales, algunos partidos podrían existir como “paraguas poco orga-

para los intereses particulares de sus dirigentes. Asimismo, Köllner y Ba-
       -
tas modalidades (como tendencias, facciones personalizadas o institucio-

político repartiendo recursos y puestos entre sus miembros y seguidores.
Así, las facciones, en determinados sistemas, pueden tener efectos negati-
vos como positivos. Entre los primeros, se ha señalado que pueden dañar
la capacidad de reclutamiento del partido, incentivar posiciones políticas
    
de la institucionalización del partido y desestabilizar el sistema en una di-
mensión global incentivando la corrupción entre sus miembros y el cinismo
entre el electorado. Pero, entre sus posibles consecuencias positivas, pue-


consensos. Visto de esta manera, la formación y el desarrollo de facciones
también puede tener efectos en la ampliación de la participación, la movi-
lización de miembros y simpatizantes del partido, y puede engendrar —en
formaciones dominantes— la necesaria competencia entre ideas y personas

Estos aportes, de alguna manera, permiten poner de relieve la matriz fac-
ciosa del radicalismo local que no solo no adquirió organicidad durante la
primera democratización impulsada por la aplicación del sufragio universal,
masculino y secreto en la provincia, sino que devino en la creación múltiple
de comités provinciales estructurados en torno a caudillos. Así, el radicalis-
Miríada. Año 14 No. 18 (2022) 189-234
194
mo, como constelación o familia, adquirió forma de “Medusa” en el territorio
provincial. En este sentido, y dado el peso electoral de la nueva fuerza en la
provincia —y el de sus caudillos—, es posible entender cómo la predomi-
nancia radical que se extendió por dos décadas ofreció un escenario particu-

volvieron terreno donde los diferentes líderes dirimieron sus disputas per-
sonales movilizando a sus huestes en el marco de fronteras porosas. Como
señaló Carrizo (2020) para el caso santafesino, los radicales integraron en sus
múltiples facciones (y en algunos grupos minoritarios conservadores), antes
que un sistema de partidos, una red interpartidaria. Así, los radicales santia-
gueños, más que “escisiones” (rupturas permanentes), protagonizaron “disi-
dencias” (separaciones coyunturales) (Galván, 2011, pp. 2-3), pero estuvieron
muy predispuestos a reagruparse cuando las circunstancias lo permitían.
Finalmente, y no por ello menos importante, el caso de Santiago del Estero
—junto con el de Santa Fe, por ejemplo— mostró otro rasgo particular en el
universo político de los años 1920 y 1930. Los radicales en el gobierno sobre-
vivieron la crisis de 1930 —previa intervención— con control de la adminis-
tración local y se transformaron en un ejemplo de gobiernos radicales —aho-
ra antiyrigoyenistas— aliados a los gobiernos de la Concordancia. Visto de
esta manera, y a contrapelo de las dimensiones negativas que pueden des-
prenderse de la faccionalización en un contexto de democratización política
en otros casos provinciales (Persello, 2000a), es importante advertir cómo las
disidencias se volvieron claves para la estabilización de los múltiples lideraz-
gos del radicalismo en un contexto de competencia abierta y alentaron una

En las siguientes secciones, veremos, a través de algunos recortes y pe-
riodizaciones locales propuestas, la trayectoria de la constelación radical
santiagueña desde la llegada de la UCR al poder provincial en 1920 hasta
el golpe de 1943. El recorte optado será el de un análisis en profundidad
de las disidencias y el seguimiento del proceso electoral-institucional de la

-
ca— los diferentes alineamientos que algunos caudillos protagonizaron a
lo largo de esas dos décadas. Finalmente, presentaremos algunas conclu-
siones provisorias.
Sobre los orígenes y las primeras divisiones (1916-1920)
El radicalismo provincial surgió en los años noventa como desprendimiento
de un núcleo cívico liderado por dirigentes mitristas, como ocurrió en otros
Sobre la importancia de los caudillos radicales en el caso de Tucumán, cfr. Lichtmajer (2013).
López I. A. / De “blancos” y “negros”, a “pálidos rosados”...

casos provinciales (Hora, 2001). Sin embargo, el radicalismo se mantuvo
alejado de la competencia local en esos años manteniendo la abstención lo-
cal6
radicales en intransigentes (formalmente a cargo de la conducción provin-
cial presidida por José Corvalán) y los “acuerdistas”, entre los que estaban
Francisco Castañeda Vega y Ramón Gómez —un dirigente cordobés radica-
do en Santiago del Estero—, que, siguiendo a Bernardo de Irigoyen a nivel
nacional, apostaban por la política de las paralelas en una alianza federal
con el mitrismo (El Liberal, 1948; Salas, 1991). Después de 1906 —desapare-
cido el sector bernardista por la muerte del líder—, tomará impulso la estre-
lla de Ramón Gómez, que, en un viraje calculador, se alineó con Yrigoyen
durante el segundo tramo de la década, y arrastró a varios dirigentes (Alen
Lascano, 1996). Asimismo, como señaló Salas (1991), el partido radical fue
uno de los primeros partidos “modernos, jerárquicos y estatutarios” (p. 6)
en la provincia para el Centenario.
A contrapelo de lo que sucedió en otros casos provinciales, el radicalis-
mo santiagueño no desarrolló en esos años de oposición estrategias revolu-
cionarias (a diferencia de la oposición mitrista-liberal local, que protagonizó
una intentona revolucionaria en 1908), sino de abstención electoral. Esto lle-
vó a una clara impugnación del régimen desde narrativas vinculadas a una
identidad anclada en el “regeneracionismo” y en la reparación institucional

(2013) para el caso de Santa Fe, el vínculo del radicalismo con el regenera-

del siglo — estuvo estructurado en torno a la idea de que la UCR era la
“única portadora de la bandera de la reparación institucional” y que la re-
paración del sistema republicano y del federalismo era su “causa” (pp. 108-
109) fundamental. Dichos preceptos levantados por los radicales en todas
latitudes del país en contra de una “oligarquía retrógrada y sanguinaria”
servían de núcleo identitario claro —y consecuente como norte discursivo
a lo largo de los años— que los diferenciaba del “régimen” (“Unión Cívica

los intereses de los sectores populares, muy visible en las narrativas promo-
vidas desde diversos actores en la prensa partidaria.
En 1912, el radicalismo local concurrió con los primeros candidatos pro-

6 El escenario local estuvo dominado por los cívico-nacionales (que protagonizaron dos epi-
sodios revolucionarios en 1892 y en 1908) y por el autonomismo.
La prensa partidaria no será abordada sistemáticamente como objeto de estudio a lo largo
de este artículo. Su análisis comprehensivo será objeto de futuras investigaciones.
Miríada. Año 14 No. 18 (2022) 189-234
196
Chiossone. Ese año, una crisis en torno a una senaduría provincial terminó
-

del radicalismo, lo que mostró, además, que el partido estaba abierto a los
advenedizos con potencial electoral. Otra incorporación a la UCR en esos
años fue la de Manuel Cáceres, director del diario El Siglo. Tanto Corva-
lán como Cáceres se transformarían luego en líderes centrales del universo

como Ernesto Jerez obtuvo una banca en el Congreso Nacional por Santiago
del Estero, primer triunfo del partido en la provincia. Tanto Jerez como José

la agrupación Concentración Popular, un sector disidente de la elite gober-
nante que también levantaba las banderas de la moral administrativa y la
reparación institucional (Salas, 1991). Ese grupo se fusionará a la UCR en
julio de 1914.
Por esos años, la presidencia del comité provincial del radicalismo es-
taba a cargo de Domingo Medina, futuro gobernador y líder de una de las
facciones radicales. En ese contexto, la convención provincial del partido

pero no fue acatada por todos los partidarios, lo que dio comienzo a una
primera división idiosincrática de los santiagueños. Por un lado, Medina,
presidente del comité provincial, y dirigentes, como Gabriel Chiossone,
Rodolfo Arnedo, Ernesto Jerez y Pío Montenegro (que provenían de Con-
centración Popular), comenzaron a vincularse con pares nacionales, como
Vicente Gallo y Leopoldo Melo en el orden federal, y se aglutinaron en la
facción conocida como “negros”, posteriormente crítica del excesivo per-
sonalismo de Yrigoyen. Por otro lado, “blancos” o “gomistas” comenza-
ron a ser llamados los dirigentes que levantaban la candidatura de Ramón
Gómez, e incluían una constelación de nombres, como Manuel Cáceres,
Santiago Corvalán, Santiago Maradona y Juan B. Castro, entre otros8 (Alen
Lascano, 1996).
8 Según Alen Lascano (1996), esta división con base en colores surgió del periodismo y es
atribuida a Manuel Cáceres. La tradición local de los “negros” los entroncaba con algunos
-
lias con prestigio, posición económica y capital social en la provincia. Sin embargo, el arraigo
popular de esos caciques hacía que abundaran entre sus partidarios hombres de tez more-
na, por lo que Cáceres, en sus comentarios periodísticos, hacía referencias a ellos como los
radicales negros. Sus adversarios fueron considerados “blancos” aunque inicialmente ellos
mismos desoyeran esa denominación. En el ámbito local, no hubo penetración inmediata de
querellas entre “galeritas” y “azules”, o intransigentes y abstencionistas, como sucedió en

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López I. A. / De “blancos” y “negros”, a “pálidos rosados”...

Los radicales concurrieron divididos a los comicios de gobernador en
abril de 1916, pero en la disputa local triunfó José Avelino Cabanillas de la

asumió días después que Yrigoyen. Sin embargo, en las elecciones presiden-

y de diputados nacionales —con Santiago Corvalán y Octavio Cordero—,
que resultaron electos. En la disputa presidencial, y luego de elecciones
complementarias, triunfó el radicalismo y consagró diez electores para la
UCR y cuatro para la fórmula Rojas-Serú.
El gobierno de Cabanillas (1916-1919) estuvo jaqueado por la oposición
radical, que solicitó recurrentemente la intervención a la provincia. Ramón
Gómez, ministro del Interior de Yrigoyen y antiguo rival por la goberna-
ción, quizás fue el que salvó a la provincia de una intervención inicial según

directos en el distrito —y en un intento de mostrar imparcialidad en su
posición— fueron los motivos que evitaron una misión federal durante los
primeros años. Pero el mismo Gómez, dueño del diario El Fígaro, fundado

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líticos cruciales (“Nuevo Jefe Político”, 1916). En tanto, en marzo de 1918,
la celebración de elecciones legislativas nacionales provocó la visita de un
veedor federal, pero las agrupaciones radicales se abstuvieron junto con
-
listas (Agustín Olmedo y Nicanor Salvatierra). Sin embargo, la Cámara de
Diputados rechazó los diplomas de los electos.
Una nueva elección tuvo lugar en abril de 1919 con la participación de la
Unión Democrática y la UCR. Esta última decidió levantar la abstención y
aprestarse a una nueva fusión (reagrupándose los caudillos blancos y negros)
bajo la etiqueta “UCR Fusionista”, desplegando una política de “abanico” que
sería continua en los procesos posteriores. La “fusión” levantó las candidatu-
ras de Manuel Cáceres (blanco) y Lauro Yolde (negro) y derivó en una nueva
-
mente, triunfaron en la elección general. La muerte del gobernador Cabanillas
meses después —en junio de 1919— generó las condiciones necesarias para
que, en el marco de la gestión de su sucesor, Juan Anchezar, el gobierno nacio-
nal decretara la intervención nacional a la provincia (Salas, 1991). En octubre
fue nombrado interventor Martín Rodríguez Galisteo, radical santafesino, lo

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Como ha sido demostrado por la literatura, las intervenciones federa-
les actuaron históricamente como instancias de reordenamiento del juego
Miríada. Año 14 No. 18 (2022) 189-234
198

elecciones a gobernador en marzo de 1920, pero la fusión del año anterior
se desdibujó nuevamente debido a rencillas personales entre los caudillos
radicales. La división entre negros y blancos reemergió, y ambas facciones
recurrieron en listas separadas. En la contienda, los blancos se enfrentaron a
los negros. Los primeros dijeron tener la aceptación presidencial, pero tam-
bién es cierto que, si bien muchos negros cultivaban la amistad de Vicente
Gallo, también eran radicales leales a Yrigoyen. Los blancos propusieron
como candidato a Manuel Cáceres, mientras que sus adversarios presenta-
ron a Domingo Medina en la contienda a gobernador. Los intentos concilia-
torios del comité nacional del radicalismo fracasaron —misión a cargo de
Delfor del Valle y posterior entrevista con el presidente Yrigoyen—, pero
los acuerdos resultaron infructuosos. Cáceres, en un movimiento compla-
ciente, propuso como reemplazo al ministro Gómez, líder del sector blanco;
pero Medina replicó con un tercer candidato neutral. Finalmente, Medina
renunció a su candidatura y fue reemplazado por Pío Montenegro (diri-
gente emparentado con el viejo taboadismo), y los blancos insistieron con
la candidatura de Cáceres. En la elección general, gran escenario de bata-

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particular del caso santiagueño fue también que las fuerzas situacionistas
desplazadas por la intervención, lejos de unirse para enfrentar a las fac-
ciones radicales, se refugiaron en una política de abstención —para cargos
locales— que duró una década (Castiglione, 2010).
En el contexto de la primera presidencia de Yrigoyen, los advenedizos
ocupaban lugares privilegiados en la estructura partidaria local y monopo-
lizaban las candidaturas. Ernesto Jerez, primer radical electo como diputado
en la provincia, fue dirigente de la Concentración Popular. Santiago Corvalán
ingresó a la UCR en 1916, luego de ser ministro de los gobernadores situacio-

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la familia radical (ver línea A2 del apéndice). Finalmente, el primer goberna-

Alen Lascano (1996) sostuvo la hipótesis de que, salvo algunos casos, la plana
mayor del radicalismo local provenía de los estratos medios-altos de la socie-
dad santiagueña, originarios del mismo régimen que decían combatir.
9 Resultaron electos para el Congreso Nacional los diputados Santiago Corvalán, Manuel
Gallardo y Absalón Carol de la facción blanca. La minoría fue obtenida por la UCR disidente
(negros), con Rodolfo Arnedo (Ministerio del Interior, 1946). Al año siguiente, el santiagueño
Arnedo junto con Carlos Melo, Miguel Laurencena, Benjamín Villafañe y Joaquín Castella-
nos serían parte del núcleo fundador de la UCR Principista.
López I. A. / De “blancos” y “negros”, a “pálidos rosados”...
199
Los gobiernos radicales en la provincia (1920-1930)
Los radicales en el gobierno, tras la asunción de Manuel Cáceres en el Poder
Ejecutivo provincial, rápidamente se hicieron con la administración local y
consolidaron una maquinaria clientelar a través del reemplazo de todos los
“jefes políticos”10 -
-
tación minoritaria y voto secreto. La campaña a gobernador de Cáceres
había lanzado a los radicales a crear un sinfín de comités y subcomités con
representación en todas las poblaciones de las siete secciones electorales de
la provincia como demuestra una nómina de febrero de 1920 (“Movimiento
político”, 1920, p. 2.).
-
nistración y la policía— había sido establecida en la Constitución local y
reglamentada mediante una ley provincial en 1903. Los jefes políticos ac-
tuaron históricamente como cabecillas de cada uno de los veintiséis de-
partamentos de la provincia según la reglamentación de 1911 (Ley sobre
División Departamental de la Provincia, con los distritos, poblaciones y
capitales que corresponden a cada Departamento N.°
tenían amplias atribuciones policiales (nombraban y armaban ternas de
comisarios); administrativas y presupuestarias (visaban trámites, llevaban
inventarios y proponían políticas y mejoras en el distrito); y políticas (eran
los representantes del gobernador en los departamentos delegándose en
ellos funciones ceremoniales y de comunicación) (Ley Creando las Jefatu-
ras Políticas N.° 22, 1903). Como fue señalado por Pavoni (2000) para el
, la jefatura política de los departamen-
tos, originalmente pensada como mecanismo de centralización del Estado
provincial, en la práctica terminó operando al servicio de la dinámica clien-
telar. Carrizo (2020), para el caso santafesino, señaló su función clave en
los preparativos electorales en tiempos de democratización política. Así, el
gobernador Cáceres, en 1921, solicitaba ampliar las atribuciones de los jefes

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De cara a las elecciones presidenciales de 1922, los delegados santiague-
ños en la convención nacional proclamaron la fórmula Marcelo T. de Alvear
- Elpidio González. Los santiagueños Víctor Alcorta, Manuel Gallardo y
Manuel Ruiz, entre otros, representaron a los sectores gomistas, puramente
blancos, mientras que los negros mantenían su disidencia en el orden local
con abstención. En las elecciones presidenciales de ese año, el radicalismo
10 Decretos diversos sobre nombramientos y mantenimiento de Jefes Políticos (Ministerio de
Gobierno, 1923).
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concurrió con una sola lista monopolizada por los blancos, que se impuso
-
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fórmula Norberto Piñeiro - Rafael Núñez11.
En tanto, se avecinó un nuevo problema en la constelación radical local
que daba cuenta de ambiciones personales más que de problemas doctrina-
rios. El ministro Gómez procuró obtener la senaduría que dejaba vacante
Francisco Castañeda Vega (de la Unión Democrática) con la bendición del
gobernador Manuel Cáceres y del nuevo presidente, Marcelo T. de Alvear.
Obtuvo la banca, pero no contó con el aval ni de Yrigoyen ni de los yrigo-
yenistas santiagueños, que intentaron frenar su ascenso. A partir de allí, el
poderoso ministro Gómez, ahora ungido senador, inició un acercamiento
con el sector antiyrigoyenista en el Senado.
El gobierno de Cáceres culminó acechado por una crisis institucional.
El gobernador promovió una reforma constitucional en 1923, y su creciente
personalismo produjo la renuncia y alejamiento de algunos de sus minis-
tros, como fue el caso de Santiago Maradona. Asimismo, el núcleo gomis-
ta, otrora impulsor de su candidatura, pasó a la oposición y dominaba la
estructura partidaria provincial (Gómez presidía la Junta de Gobierno, y
-
bernación, esencialmente blanco, quedó así dividido entre Cáceres, por un
lado, y gomistas y maradonistas, por el otro. Cáceres desoyó críticas respec-
to a la puesta en marcha del proceso para la sanción de una nueva Consti-
tución y promovió una elección de convencionales al mismo momento que
convocaba a elecciones a gobernador y a la renovación de la Legislatura.
La oposición impugnó los comicios, y las nuevas elecciones a gobernador

Manuel Gallardo como candidato a la gobernación.
Al mismo tiempo, se instaló una convención reformadora en diciem-
bre de 1923 que sancionó la nueva constitución en enero del año siguien-
te12. Como ocurrirá en 1939, las fuerzas opositoras se abstuvieron de los
comicios, lo que rodeó de ilegitimidad al proceso. El gobernador se enajenó
del apoyo de su propio partido, que había sido su principal instigador. El
11 Para diputados nacionales, fueron electos por la mayoría los candidatos de la UCR (Ma-
nuel Ruiz y Manuel Gallardo); y, por la minoría, el candidato de la Unión Provincial (Ale-
jandro Gancedo).
12 La nueva Constitución establecía la elección directa de gobernador; la representación de
minorías por el sistema de lista incompleta, la inamovilidad de los magistrados; la prohibi-

administrativa y técnica; y elevación de requisitos para los candidatos no nativos a la gober-
nación (dirigida contra la virtual candidatura de Gómez).
López I. A. / De “blancos” y “negros”, a “pálidos rosados”...
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comité provincial bajo control del senador Gómez y del exministro Mara-
dona alentó ataques feroces de la prensa partidaria y emanó documentos

de irregularidades administrativas (“Unión Cívica Radical al pueblo de la
provincia”, 1924, p. 1). En ese contexto, se incubaron dos pleitos paralelos
-
vincial (que no estaba alineada a los requisitos de la Constitución provincial
vigente de 1911, que exigía voto indirecto), y, por el otro, la nulidad de la
reforma constitucional (“Morir matando… El gobernador Cáceres enemigo
de sus amigos”, 1924, pp. 1-2).
La crisis institucional se aceleró rápidamente ante el veto parcial de la
Constitución por el mismo gobernador, y ciertas improvisaciones legales,
que incluían una nueva elección del Ejecutivo provincial sin antes haber
anulado la elección de octubre pasado (“Una Constitución nula y un veto
improcedente”, 1924, p. 1). En ese contexto particular, los radicales negros,
que mantenían una postura de abstención en el ámbito local, vieron con
buenos ojos el nombramiento de Vicente Gallo en el Ministerio del Interior,
en diciembre de 1923. La llegada del ministro fue percibida como una bue-
na oportunidad de reagruparse.
El presidente Alvear decidió intervenir la provincia en febrero de 1924.
Como en 1919, un radical santafesino, Rogelio Araya, asumió plenos po-
deres como interventor y abrió una nueva oportunidad para los caudillos
radicales y sus huestes de reorganizarse (Castiglione, 2010). El gobernador
desplazado constituyó su propia facción, pero los hasta entonces caceris-
tas y opositores históricos a Cáceres se reorganizaron en una nueva fusión

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tor Alcorta (gomistas); Domingo Medina, Ernesto Jerez, Gabriel Chiossone
(“negros”); y los llamados “reorganizados”, liderados por Santiago Cor-
valán y Manuel Ruiz, recientemente enemistados con Cáceres, pero origi-
nalmente blancos (ver línea A1). A la fusión se sumaron dirigentes como
Juan B. Castro (que en 1916 era considerado un blanco) y Octavio Cordero.

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mente, con el ingreso de los negros y esencialmente considerada como “an-
tipersonalista” en el futuro (Persello, 2011a; Piñeiro, 2014).
Las divisiones, que a nivel nacional se presagiaban ese 1924, entre yri-
goyenistas y antipersonalistas tuvieron una repercusión peculiar en el ám-

Cuando, a nivel nacional, se crearon dos comités paralelos en la Capital
Miríada. Año 14 No. 18 (2022) 189-234
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Federal (uno que respondía a Yrigoyen y otro antiyrigoyenista); a nivel lo-

el dirigente Santiago Maradona, renunciaban a la UCRU. El exministro de
Cáceres intentaba expresar, en esa coyuntura, una vertiente puramente
personalista del radicalismo santiagueño, y, para eso, se organizaron en la
campaña electoral gracias a una misión de Francisco Beiró y del diputado
nacional Guillermo Fonrouge. Presagiaban, según Alen Lascano (1996), la
primera bandera de diferenciación radical en el país entre antipersonalistas
y personalistas, antes que los comicios de la Ciudad de Buenos Aires que
dieron origen a esa disputa en 1924 (Piñeiro, 2014). En tanto, a la constitu-
ción formal del antipersonalismo federal que tuvo lugar en la Capital Fe-

Manuel Gallardo y Manuel Ruiz (“blancos” caceristas y ligados al goberna-
dor depuesto).
Medina —otrora líder de la facción “negra” y candidato fallido en 1920—
fue consagrado candidato de la UCRU en un acto en donde participaron
los senadores Ramón Gómez, Fernando Saguier y el diputado nacional Ro-
berto Ortiz. En esas elecciones a gobernador (por voto indirecto, dado que
no se aplicó la cuestionada reforma de 1924), participaron la UCRU con su
candidato Medina; la UCR Blanca (facción que no se plegó al acuerdo y
era de inspiración cacerista), que llevó de candidato a Manuel Gallardo; y
la UCR Yrigoyenista, que levantó la candidatura de Santiago Maradona13.
Pensado de otra manera, Medina, candidato de una concertación radical
-
raciones “personalistas” en un escenario de confrontación directa y faccio-

“blanca”); otra, a Maradona, que procuraba representar en el plano local un
espacio nítidamente yrigoyenista.
La llegada de Medina al poder en 1924 unió a los viejos sectores negros
(dirigentes como Julio Urtubey, Gabriel Chiossone, Ernesto Jerez, Rodolfo
Arnedo accedieron a posiciones públicas como ministros, presidente de la
Legislatura e intendente, respectivamente) y a los sectores blancos. Mien-
tras tanto, Maradona y los yrigoyenistas conformaron un comité central
opositor, procurando enarbolar un programa con contenido social y, en un
-
ción” frente a los adversarios (“Resoluciones de la vanguardia radical irigo-

13 Los resultados arrojaron 19 080 votos para Medina, 14 -
radona. Para el Congreso Nacional, triunfaron los candidatos a diputados nacionales Juan
B. Castro y Víctor Alcorta.
López I. A. / De “blancos” y “negros”, a “pálidos rosados”...
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En el plano provincial, el gobierno de Medina estuvo caracterizado por

(Castiglione, 2010). Según Alen Lascano (1996), el gobernador era un férreo
discípulo de la vieja escuela de Alem, más vinculada a cultivar aspectos mo-
rales sobre la administración pública que a enarbolar ideales revoluciona-

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da, designado como Jefe de Policía, fue un motivo de desequilibro entre las
fuerzas locales, polarizando la escena entre los ministros del gobernador, el

en orfandad a los radicales negros, y ello derivó en un proceso de descom-

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bernador y se acercaron al radicalismo yrigoyenista. Para las elecciones de
1926, algunos delegados de la Junta Ejecutiva de la UCRU solicitaban una

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los (del sector blanco gomista) como diputados nacionales (“Unión Cívica
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Corvalán y Ruiz, en tanto que buscaban abrirse ahora espacio en la oposi-
ción —y fuera del frente que habían ayudado a construir unos meses an-
tes—, se reagruparon con los maradonistas en la UCR del comité nacional
(en adelante, UCR CN) y postularon a Arturo Etchegaray Frías y a Patricio
Carol como diputados. Pero el efecto centrífugo se agudizó, y aparecieron
otras dos agrupaciones radicales en la contienda, desprendimientos del

la reelección como diputado, y el exgobernador Manuel Cáceres concurrió
por separado (línea A1) (“Finalizó ayer el escrutinio, correspondiéndole el
14.
       
más exasperada de los propios radicales negros, de los blancos gomistas y
de los excaceristas partícipes en su coalición (El Liberal, 1948). Dos fueron

otorgó el Ministerio de Gobierno al coronel Justino de la Zerda, el jefe de
-
litó el ingreso del cacerismo, desplazado por la anterior intervención a la
UCRU. Ello provocó que legisladores de su mismo bloque declararan al
14-
ceres 8964, y Gallardo 4000.
Miríada. Año 14 No. 18 (2022) 189-234
204
mandatario excluido del seno partidario y apartado de los principios radi-

y al ministro de la Zerda, acusando a este de “despotismo” y de pretensio-

Finalmente, ante las presiones, el presidente Alvear decretó nuevamente
la intervención a la provincia en enero de 1928 con Alfredo Espeche como
comisionado federal (“Viaje del Interventor”, 1928, p. 1.).
Las elecciones presidenciales de 1928 fueron motivo para otro reorde-
namiento de fuerzas políticas (El Liberal, 1948). Por un lado, en el marco del
universo radical, la UCRU logró nuevamente reagrupar centrípetamente

B. Castro, que se alzaba como caudillo con fuerza electoral (castristas), y
blancos de Cáceres y de Gómez conformaron la entonces renombrada UCR
Antipersonalista (en adelante, UCRA). El comité provincial central estaba
         
Juan B. Castro, Rodolfo Arnedo, Moisés Carol, Durval Palomo, entre otros
(“Comité Central”, 1928, p. 3). Por último, los sectores radicales que res-
pondían a Yrigoyen se reorganizaron bajo el liderazgo de Santiago Mara-
dona, que logró que grupos que respondían a Santiago Corvalán volvieran
al tronco de la UCR CN. Una misión partidaria encomendada a Alejandro
Miñones llegó a la provincia para dirigir la campaña personalista, consti-
tuyó una mesa de autoridades provinciales, y se enviaron delegados a la
Convención nacional reunida en marzo de 1928. En forma independiente,
se conformó otro comité “antipersonalista” denominado “Frente Único”,
que respondía al coronel De la Zerda y que también adhirió a la fórmula
presidencial de Leopoldo Melo y Vicente Gallo (“Santiago elegirá hoy a sus
autoridades”, 1928, p. 1). Por último, los remanentes del conservadurismo
provincial, acaudillados por el dirigente José Domingo Santillán, conforma-
ron el Partido Liberal, que se integró al Frente Único, que también adhirió
a la fórmula Melo-Gallo.
El 1 de abril de 1928, se designaron electores para presidente y diputados
nacionales, y, al mismo tiempo, se elegía gobernador de la provincia —en
forma directa, aplicando la reforma de 1924— y legisladores. En el campo
-
to a gobernador, pese a las pretensiones de suplir ese puesto de Santiago
Corvalán (cuya candidatura no logró imponerse en la Convención local por
dos votos —33 versus 31—). Ambos sectores pactaron la conformación de

senador nacional correspondería al grupo de Corvalán, y el presidente de la
Legislatura, al grupo de Maradona. Corvalán resultó electo como senador,
y la Legislatura provincial quedó compuesta por dieciocho yrigoyenistas
López I. A. / De “blancos” y “negros”, a “pálidos rosados”...

-
res (“La H. Legislatura eligió Senador Nacional al Dr. Santiago Corvalán”,

Castro (cuya estrella empezó a eclipsar el paso de otros caudillos), y los
sectores gomistas y caceristas ocuparon las dos candidaturas a diputados
nacionales (Víctor Alcorta y el exgobernador Manuel Cáceres fueron los
electos) (cuadro A1).
Los resultados electorales de 1928 fueron relativamente parejos en la
provincia, pero otorgaron mayoría de electores para presidente y vice y
-
te presidente en todo el país, y Maradona asumió la gobernación. Pese a
una gestión dinámica en temas vinculados a la colonización de tierra pú-
blica provincial y orientada a dar contenido social a la administración lo-
cal, el nuevo gobernador tuvo que sufrir embates de un Poder Legislativo

gobernador intervino la municipalidad de la Capital y en septiembre buscó
disolver la Legislatura, aunque fue disuadido por el presidente Yrigoyen
(El Liberal, 1948). En tanto, los opositores no dudaron en acusar a Maradona
de desorden administrativo, trámites oscuros e ineptitud gubernativa. En
noviembre de 1929, se alejó el ministro de Gobierno, Julio Oliveira, dura-
mente atacado por los diarios opositores y la prédica de los propios corvala-
nistas, que, si bien formaban parte del gobierno provincial, atentaron contra
la estabilidad del gobernador (“Descubierto”, 1930, p. 2).

del yrigoyenismo provincial. Emergió así una UCR “disidente” (con
Corvalán a la cabeza) y secundada por Arturo Etchegaray Frías y por
-
tó como candidatos a José Palumbo (intendente municipal) y a Edberto
González de la Vega. En tanto, los opositores de la UCRU fueron con
Juan B. Castro y Víctor Alcorta como candidatos. Los resultados acom-
-
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ese año, el radical negro Pío Montenegro fue electo presidente del cuer-
po en un movimiento opositor para controlar el Poder Legislativo, y, al
mes siguiente, el gobernador Maradona ordenó la clausura de la Legis-

porcentaje de votantes de este año ha superado al de otros”, 1928, p. 1).
Miríada. Año 14 No. 18 (2022) 189-234
206
latura por “obstrucción sistemática” (“Será proyectado el juicio político
al gobernador de S. del Estero”, 1930, p. 4).
Desde el punto de vista sistémico, lo que mostró esta primera década
de irrupción del radicalismo en la arena electoral provincial fueron algunos
-
pacidad de alternancia en el poder local (los exsituacionistas rápidamente
se refugiaron en una política de abstención, pero apoyaron fórmulas pre-
sidenciales opositoras en 1922 y en 1928); 2) la multiplicación de la oferta
electoral radical, que, a través de una faccionalización abierta, reprodujo
en el escenario electoral la propia competencia de grupos y caudillos por el
control de los resortes del poder; 3) una política zigzagueante de alianzas
entre dichas facciones que produjo momentos de fusión (1924) y de ruptura
(1920, 1928) (cuadro A1).
El golpe septembrino y la nueva era de los unicados (1930-1935)
El golpe militar de 1930 y la consecuente intervención a cargo de Dimas
-
vincial con la reemergencia de los elementos conservadores desplazados
con la llegada del radicalismo en 1920. El interventor nombró como uno
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1916), y reapareció en escena el exsenador Francisco Castañeda Vega refun-
dando la Alianza Federal Democrática, base sobre la cual se estructuró el
Partido Demócrata en la provincia. Gravitaron también el Grupo Acción,
que se convirtió en Partido Provincial Reformista con dirigentes como Juan
Chazarreta, Orestes Di Lullo, Antonio Castiglione, Gaspar Taboada, entre
otros16.
En los meses siguientes al golpe, se promovió una reorganización local
del radicalismo santiagueño que convocó a los exgobernadores Santiago
Maradona y Manuel Cáceres; a los exsenadores Ramón Gómez y Santiago
Corvalán; a exdiputados nacionales, como Edberto González de la Vega y
-
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ganización apuntaba a la desaparición de toda “tendencia personalista o
antipersonalista” (El Liberal, 1930, p. 3), pero, en enero de 1931, el grupo
maradonista se separó del intento de fusión. Si bien el documento emanado
pretendía “reconstruir el radicalismo de Alem, eminentemente impersonal,
sin jefes, sin caudillos, ni auto-candidatos para las altas posiciones repre-
16
como un intento de replicar en suelo local la experiencia de Defensa Provincial - Bandera
Blanca de la provincia Tucumán, liderado por Juan L. Nougués.
López I. A. / De “blancos” y “negros”, a “pálidos rosados”...

sentativas”, algunas hipótesis apuntaron al veto que recibieron los dirigen-

Así quedaron conformados dos grupos nítidos. Por un lado, los sectores
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B. Castro, respectivamente), los caceristas, los corvalanistas, y antiguos di-
rigentes negros seguidores de Medina, como Luciano Loto, Gabriel Chios-
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Gerardo Barrionuevo, Duval Palomo, y José Raúl Santillán del Grupo Van-
guardia (Alen Lascano, 1996). Este comité provincial fue presidido por San-
tiago Corvalán y gozó del reconocimiento del comité nacional de la UCR
liderado por Alvear. Por el otro, se organizaron dirigentes del yrigoyenis-
mo-maradonismo excluidos de la primera organización. Este grupo fundó
la UCR de Santiago del Estero. Un tercer grupo radical fue organizado bajo
el liderazgo de Alejandro Gancedo (que había sido candidato de la fuerza
Unión Provincial y que en 1924 fue delegado de Santiago en el comité an-
tipersonalista metropolitano) y adoptó el nombre de Partido Radical Anti-
personalista, que respondía al General Agustín P. Justo (línea A1).
Luego de la revuelta del coronel Gregorio Pomar en julio de 1931, el
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evento y como colaboracionista de Alvear. A contrapelo de las tácticas de-
sarrolladas por los radicales tiempo antes, el grupo corvalanista propició
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
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provincial (incluso, volviendo a la denominación de UCRU) y excluyeron
a los sectores conservadores, que fueron desplazados de cualquier intento
integracionista con los radicales compitiendo en listas distintas.
La exclusión de los corvalanistas del juego político alineó a los sectores

la Concordancia y el armado que pretendía Justo. Pero no fueron los únicos

(1994), sorpresivamente, la UCR de Santiago del Estero, presidida por el
 Como advertimos, en 1914, la Concentración Popular se fusionó al radicalismo. Este era
uno de los tradicionales partidos de Santiago junto con la Unión Democrática de Antenor

que fueron desplazados en 1920 por el triunfo del radicalismo. Desde entonces, la mayoría
de los conservadores se retiraron de la arena político-electoral, y las contiendas estuvieron
protagonizadas por el radicalismo y sus múltiples disidencias. Muchos de los antiguos di-

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Miríada. Año 14 No. 18 (2022) 189-234
208
maradonista Julio César Gancedo, también adhirió a la fórmula Agustín P.
Justo - José N. Matienzo, en un claro cambio de dirección que desdibujaba
la propia postura intransigente en el campo yrigoyenista de Maradona y su
sector, y lo volcaba al terreno del pragmatismo. El hecho de que el resto de
los sectores radicales vetase como candidato al mismo Gancedo hizo que la
UCR de Santiago concurriese por separado con su candidato a gobernador.

meses antes de los comicios generales, y fue reemplazado por León Rou-

a las asociaciones conservadoras en vísperas de los siguientes comicios. El
conservadurismo, en uno de sus últimos intentos de pesarse electoralmente
y arrebatar a los radicales la gobernación, se agrupó bajo la candidatura de
Raúl García Gorostiaga. Sin embargo, compitieron en el mismo campo con
el Partido Provincial Reformista, que llevó como candidato a Juan Chaza-
rreta. Los esfuerzos resultarían infructuosos.
Los resultados de la elección para gobernador —y ante la abstención
de los radicales corvalanistas— arrojaron un triunfo para Juan B. Castro
de la UCRU con 31 482 votos, seguido por Raúl García Gorostiaga (Partido
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rreta (P. Provincial Reformista) con 3392 votos (El Liberal, 1948, p. 181). Más
lejos quedaron Julio César Gancedo, de la UCR de Santiago, con 3283 votos
-
tores para presidente fueron para la UCRU y para el PDN por la minoría

Mientras tanto, para diputados nacionales, fueron electos cuatro radicales

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clave en juntar adhesiones para Justo en la candidatura presidencial (Inter-
ventor Municipal de la Banda, 1931). La Legislatura fue presidida por Jorge
Pinto, y como senadores nacionales fueron electos Pío Montenegro y Carlos

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que llevaron a Medina en 1924, ahora recuperaban los resortes de la gober-
nación. Para la campaña electoral, la provincia recibió abultados aportes del
fondo de campaña del General Justo a través de la mesa federal de la UCRA
-
ces de la contabilidad correspondiente a fondos campaña presidencial. Balan-

ciudades de la provincia para 1928 denotaba un partido-máquina con raíces
territoriales muy profundas y representación permanente en todos los pue-

López I. A. / De “blancos” y “negros”, a “pálidos rosados”...
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El nuevo gobernador, uno de los políticos más astutos de la provincia,

una década18. Pero, como hemos demostrado para los principales caudillos
del territorio, en su trayectoria fue constante solo el oportunismo y los de-

Gómez en 1916; pasó a la UCRU en 1924 con Medina y, a partir de allí, a la
Cámara de Diputados de la Nación; y en 1928 fue candidato a la goberna-
ción por los “antipersonalistas” (denominación coyuntural de la UCRU)19.
Hacia 1931, logró imponerse como favorito entre los caudillos para liderar
-

4). El diario La Hora 
como exponente en la provincia del más crudo caudillismo con tendencias
“feudales” y “despóticas” (“Castro y Cantoni”, 1934, p. 3).
El espacio provincial durante los años treinta presentó una serie de caracterís-
ticas particulares que, en parte, ayudaron a replicar en Santiago los condiciona-
mientos institucionales que operaban a nivel federal. Sin embargo, la política local
también tuvo un desarrollo autónomo. Como ya ha sido analizado extensamente por
la historiografía, los problemas de legitimidad que acecharon a los ocialismos de
la década (Béjar, 2004; De Privitellio, 2001; López, 2018a; Macor, 2001) tuvieron
también su correlato a nivel subnacional. A nivel federal, el fraude electoral —apli-
cado sistemáticamente a partir de 1935—, la política de intervenciones y los pro-
yectos de reforma electoral fueron determinantes para congurar el funcionamiento
18-
bándose un distanciamiento con el gobernador Montenegro, Castro le solicitó a Vicente C.
Gallo (que tenía propiedades en la provincia) los votos de su estancia en Quebrachos a través
de Pedro Gallo —encargado del campo y jefe político—, ya que le era “indispensable contar

19 Como muestra de su pragmatismo, tras una nueva elección como diputado nacional en mar-

con los yrigoyenistas ofreciendo la colaboración de su bloque para evitar la impugnación de

edecán del presidente Yrigoyen, para ocupar una banca de senador nacional por Santiago del

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jefes departamentales (De la Zerda, 1931, p. 3). Paralelamente, el dirigente se había acerca-
do a Alvear y, tras su deportación, había estrechado relaciones con la Junta Reorganizadora,
presidida por Vicente C. Gallo. El pragmatismo de Castro era también señalado en algunos
reportes al General Justo, donde se daba cuenta de sus negociaciones con el yrigoyenismo, su
acercamiento a la intervención posgolpe y su doble apuesta hacia la reconstrucción de Alvear
como a la de Justo. Para 1931, el dirigente Juan Mema (1931) señalaba que en su personalidad
primaban “maquiavelismos y concupiscencias” (s. p.).
Miríada. Año 14 No. 18 (2022) 189-234
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de sistema de partidos y la dinámica de los actores partidarios. A nivel provincial,
cortapisas (como los cambios de legislación electoral cuyo caso notorio es la ley
“trampa” en la provincia de Buenos Aires) también moldearon las acciones de los
partidos políticos de la oposición y del ocialismo. En lo que respecta a Santiago
del Estero, las prácticas fraudulentas estuvieron presentes en todo el período aunque
las denuncias de la oposición —en parte, espejo de violaciones a la ley electoral;
en parte, mecanismos de impugnación sobre resultados adversos— se exacerbaron
durante los años treinta, incluso entre los mismos aliados concordancistas (Béjar,
2005; López, 2016; Piazzesi, 2001, 2009)20. A nivel sistémico provincial, el des-
doblamiento de candidaturas para cargos legislativos de la misma coalición go-
bernante, y para cargos municipales, reprodujo un escenario de predominancia del
ocialismo21. Pero, si, a nivel nacional, los demócratas eran primus inter pares en
una coalición que los colocaba como socio mayor en términos de recursos y caudal
electoral, a nivel local los radicales ocialistas fueron predominantes como lo ve-
nían siendo desde hacía una década.
Las razones del predominio local de los radicales durante estos años son
múltiples. Por un lado, el peso de un partido-máquina con presencia total

permitió al radicalismo construir clientelas leales, lo que se transformó en
una de las razones evidentes de su perdurabilidad en el electorado. Por el
otro, liderazgos locales múltiples con peso electoral (Gómez, Medina, Cáce-

para entender triunfos sostenidos22. Asimismo, como hemos analizado más
arriba, la faccionalización en el caso santiagueño puede ser analizada como
un elemento positivo de multiplicación de la oferta electoral, de carácter in-
clusivo, que volcó en la arena electoral la propia querella de sus dirigentes y
mostró una identidad radical constantemente en disputa. Asimismo, como
ha sido señalado por la historiografía, los caudillos competitivos con peso
electoral no solo fueron actores importantes para ganar elecciones, sino que
su presencia perdurable en el Congreso nacional y en posiciones del Poder
Ejecutivo federal fueron sin duda fundamentales para negociar y recibir
20 La ley electoral vigente en la provincia era la N.° 1.116 de julio de 1929, que retomaba en

21 Un caso claro son los resultados de las elecciones a diputados nacionales de 1934, que, ante

otro por la minoría al PDN.
22El Siglo; el
senador Ramón Gómez fue dueño de El Fígaro; Castro, de La Unión; La Hora fue fundado por
Leocadio Tisera, pero en 1930 la dirección pasó al radical Víctor Alcorta. Los yrigoyenistas
El Combate (respondía a su dueño Santiago Corvalán) y La
Mañana (a los intereses de Santiago Maradona).
López I. A. / De “blancos” y “negros”, a “pálidos rosados”...
211
-
rosa y abundante prensa partidaria controlada por los mismos caudillos
inundaba la opinión pública santiagueña, y demostraba no solo un pujante
tejido mediático, sino que, como señaló Paula Alonso (2010) para el siglo
, colaboraba en construir procesos de legitimación pública en un escena-
rio donde la oferta radical sobreabundaba. A través de la prensa partidaria,
los caudillos presentaban programas de gobierno, criticaban adversarios y



Montenegro, pero, en el frente opositor, dos tendencias radicales con cau-
dillos fuertes permanecían divididas. Por un lado, la UCR CN, cuyo comi-
té provincial presidía Pedro Zanoni, proclamó como candidato a Santiago
Corvalán, pero el maradonismo conformó el Frente Único Yrigoyenista (en
adelante, FUY). Ambos sectores, lejos de favorecer un acuerdo que buscó
        
UCR insistió con la candidatura de Corvalán, mientras que el FUY procla-
mó primero a Julio Olivera, y, luego de que este renunciara en solidaridad
al llamado de Alvear a la unidad, fue reemplazado por Santiago Dardo He-
rrera. Una serie de telegramas entre Herrera y Alvear mostraban, por un
lado, la política seguida por el comité nacional, que se orientaba a poner

pujas de caudillos y grupos que se consideraban el “verdadero” radicalis-
-
presentante de la UCR de la provincia “al comité presidido por Corvalán”,
mientras que Herrera cuestionó que la personería que detentaba el “corva-
nalismo” solo era posible gracias al “bastardo tutelaje del comité nacional”
y que esa resolución era una “convocatoria cismática” a la unidad pretendi-

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-
los Coronel como candidato a gobernador, pero quedó en un lejano tercer

-

votos (cuadro A1).
En resumidas cuentas, el escenario de la primera mitad de la década de
1930 mostraba que el radicalismo seguía siendo predominante y competi-
tivo; que los esfuerzos por reconstruir un tejido-partidario del conservadu-
rismo no surtían efecto ante una sobreoferta radical alineada al gobierno
nacional; y que las elecciones seguían siendo un espacio propicio para me-
Miríada. Año 14 No. 18 (2022) 189-234
212
dir el peso de las facciones y de los caudillos en un contexto de disidencias
coyunturales.
Los unicados “rosados” y n de la predominancia radical (1935-1943)
La vuelta del radicalismo del comité nacional a la arena electoral, a nivel
-
cado un ya clásico trabajo de Darío Macor (2001) sobre el sistema de par-

del comité nacional como primera fuerza de oposición a la Concordancia
—fraude mediante— y la consecuente pérdida de representación del so-
cialismo y del Partido Demócrata Progresista como fuerzas de oposición

a nivel federal y provincial, respecto a la maquinaria del fraude escrutable
en la política de intervenciones federales, en la reforma de la Ley N.° 
(1936) y en la anuencia presidencial con las prácticas fraudulentas; y 3) un
reacomodamiento del universo radical en sus múltiples expresiones —re-
absorción, expulsión de facciones, pérdida de caudal electoral en los radi-
cales antiyrigoyenistas—, producto del retorno a las urnas del alvearismo.
En el caso santiagueño, las elecciones legislativas de 1936 reordenaron
-
mo radical triunfador; por el otro, la UCR CN como principal fuerza de
oposición, desplazando del juego de ganancias electorales —y hacia am-

autoridad nacional23. El “negro” Pío Montenegro, en tanto, asumió la go-
bernación en febrero de 1936. El saliente gobernador Juan B. Castro pasó
primero por la Cámara de Diputados y luego fue electo para el Senado
Nacional desde 1938. Sin embargo, a poco de andar, el gobernador Mon-
tenegro se distanció de Castro, quien comenzó una política de desestabili-
zación que llegó hasta la intervención federal de la provincia motorizada

lado, el sector presidido por Castro; y, por el otro, el Partido Radical Uni-

las elecciones legislativas de marzo de 1938, pero ganó la mayoría el PRU
(con dos diputados), y la minoría la UCRU con un castrista como Octavio
Cordero24
de rencillas entre los dos caudillos, aunque estratégico para la obtención
23
por la minoría.
24 Fueron electos Enrique Eberlé y Victorio Hernández por el PRU con 36 433 y 34 003 votos,

López I. A. / De “blancos” y “negros”, a “pálidos rosados”...
213
de bancas entre ambas partes— hizo fracasar, nuevamente, a los radicales
opositores del comité nacional, que llevaron como candidatos a Santiago
Corvalán y a Manuel Cáceres (h) (línea A1).
Montenegro, en tanto, tuvo que enfrentarse en la Legislatura local con
castristas. En ese contexto, se propició una reforma de la constitución pro-
vincial que, desde hacía casi dos décadas, era una bandera histórica de los


la década del veinte involucraba un límite a las facultades del Ejecutivo
provincial (que se ubicaba en una crítica más extensa sobre las atribuciones
del presidente de la República). En tanto, en el mensaje de reforma, el mi-

el Estado provincial para adecuarlo a las nuevas tendencias del Derecho
público (Achával, 1996). Finalmente, de cara a las elecciones, y en el marco
de crecientes críticas en la Legislatura local y de lucha internista de las fac-
-
les del comité nacional, los conservadores y los castristas, por lo que, como
en aquel 1923, el proceso se tiñó de ilegitimidad. Los resultados de conven-
cionales otorgaron mayoría para el PRU y minoría para los socialistas. La
-
-
nalmente sancionado en junio del año siguiente (Achával, 1996; Tenti, 2004).
Dos meses después, durante agosto de 1939, el gobernador Montenegro
llamó a elecciones para gobernador y renovación de la Legislatura. Sin em-

candidaturas hacia mediados de año. No solo el senador Castro se oponía a
los deseos del mandatario para controlar la sucesión, sino que se agregaban
la oposición del senador nacional Jorge Pinto y la del grupo liderado por el
diputado provincial Juan Chazarreta. En agosto, la Legislatura local pidió
juicio político al gobernador (Castiglione, 2010).

impuso como candidato para el Ejecutivo provincial a Julio Gancedo, un
radical maradonista que apoyó la candidatura de Justo, pero que se había
acercado al gobernador, contando con la discrepancia de los grupos de Pin-
to y de Chazarreta que se orientaban a la candidatura de Rodolfo Arnedo,

de Gancedo provocó inmediatamente la reacción de la UCRU, liderada por
el senador Castro. Disidentes santiagueños se trasladaron a Tucumán hacia
quorum a la legislatura local y, al regresar a
la provincia, elevaron otro memorial con el pedido de intervención federal
(La Nación
Miríada. Año 14 No. 18 (2022) 189-234
214
fracasaron, por lo que el senador Castro, con el aval presidencial y el apoyo
de los disidentes, presentó el proyecto de intervención a la provincia en el
Senado Nacional. La Cámara Alta aprobó la intervención el 14 de septiem-
bre, y Diputados, el 26 de ese mes (López, 2014).
El presidente Roberto M. Ortiz nombró a Manuel Bonastre como inter-
-
bre clave del presidente en la campaña por su mediación con el radicalismo
concurrencista en Tucumán, además de ser un político totalmente ajeno al
-

el futuro gobierno. El diputado provincial Chazarreta (1939) —con pasado
en el Partido Provincial Reformista, pero luego vinculado al radicalismo
justista— le describía al expresidente Justo la realidad política de su provin-

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“desapareciesen los jefes para dar lugar a la primacía de las autoridades
partidarias que serían formadas por gentes de bien pero sin los arrestos de
prepotencia de los caudillos profesionales” (p. 2).
En el lapso de la intervención, la UCR CN en la provincia recibió una
misión del diputado Fabián Onsari. Producto de dicha gestión, los marado-

diputado nacional de Silvio Raimondi. Sin embargo, el grupo que presidía
Corvalán se alejó, en el mismo movimiento, con el reingreso del marado-

“reorganizados” se unieron a los conservadores en el frente que propiciaba
Ortiz a cambio de una candidatura a la diputación nacional (líneas A1 y
A2). Paradójicamente, el hasta entonces representante del comité nacional

los seguidores de Manuel Cáceres (h), lo que demostraba, una vez más,
que esos reacomodamientos y cambios de etiquetas eran más bien un juego
entre caudillos que disidencias doctrinarias.
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blancos, montenegristas y corvalanistas tras José Ignacio Cáceres, hermano
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a gobernador por una alianza denominada Concentración Cívica. El frente
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te (Corvalán) y por el PDN (conservadores) (“El pueblo santiagueño elegirá
mañana gobernador de la Provincia”, 1940, p. 4). El senador Castro, que tenía
nuevas pretensiones para la gobernación, bajó su candidatura ante el llamado
a la unidad presidencial (“La actitud del Senador Castro”, 1940, p. 3).
López I. A. / De “blancos” y “negros”, a “pálidos rosados”...

En las elecciones del 3 de marzo de 1940, la Concentración Cívica se alzó
-
ron en el gobierno provincial, y Cáceres, que contó con el aval de Ortiz,
asumió como gobernador en mayo. El gobernador electo estaba ajeno a las
disputas partidarias y se desempeñaba como juez federal en la provincia.
Si la Concentración Cívica alcanzó los 38 000 votos, la UCR CN con Gabriel
Chiossone (histórico “negro”) obtuvo unos 28 000 votos (cuadro A1). Fue-
ron electos también los diputados nacionales Alejandro Gancedo y Santia-
go Corvalán (ambos del tronco radical), y por la minoría, Silvio Raimondi
de la UCR CN.
Durante su gestión el gobernador Cáceres desplegó una política conci-
liatoria hacia los conservadores y mantuvo la unidad de la Concentración
Cívica, aun cuando a nivel nacional la alianza entre conservadores y anti-
personalistas entraba en una crisis producto de la licencia de Ortiz y de la
nueva política institucional de su vicepresidente Ramón Castillo (López,
-
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descomposición en el marco del avance de los demócratas. En este sentido,
-
 
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Gancedo (“El antipersonalismo considera la formación de la Concordan-
cia”, 1942, p. 4). Esta UCRA, sin embargo, no era una reedición de la UCRU
(que había cambiado su nombre en 1928 al de “antipersonalista” ante la
contienda con el yrigoyenismo), sino que se estructuró en un comité distin-
to, con una presurosa creación de delegaciones locales y subcomités. Esta

intento de compresión frente a un fuerte avance demócrata nacional en el
espacio nacional y el provincial26
volvió a triunfar con las candidaturas de Manuel Cáceres (h) —sobrino del
gobernador y de extracción radical— y con Anselmo Luna por los conser-
vadores. En la campaña conservadora, tuvo una destacada participación
Ramón Carrillo, por entonces dirigente del PDN local y profesor de Neu-
rocirugía en la Universidad de Buenos Aires (“Los demócratas nacionales
se presentan con lista propia a los comicios municipales”, 1942, p. 3). El
grupo de Castro, mientras tanto, mantuvo la estructura de la UCRU para

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26 Al respecto, cfr. López (2018b).
Miríada. Año 14 No. 18 (2022) 189-234
216
propiciar sus propias candidaturas, como las de Francisco Poupard y de
Octavio Cordero.
En tanto, la UCR del comité nacional, presidido entonces por José Tam-
borini, envió una delegación encabezada por Gilberto Zavala que reestruc-
turó el comité provincial alrededor del grupo que conformaban el diputa-
do Silvio Raimondi, el dirigente Elías Llugdar y el exgobernador Santiago
Maradona. Sin embargo, otro grupo secesionista que respondía a Pedro
Zanoni resolvió conformar un comité distinto y decidió la abstención de la
contienda (“El delegado del Comité Nacional del Radicalismo Dr. Zanoni
asumió hoy la dirección del partido en nuestra provincia”, 1942, p. 3). Las
elecciones legislativas de ese año dieron el triunfo a los candidatos de la
Concordancia (UCRA y PDN), y Elías Llugdar, de la UCR CN, obtuvo la
minoría para la Cámara de Diputados.
En ese escenario general de reacomodamiento de las fuerzas provincia-
les, y ante el avance de las fuerzas conservadoras en el interior de la Con-
cordancia propiciada por el presidente Castillo, el gobernador Cáceres se
alineó con la nueva orientación presidencial manteniendo el frente biparti-
dista. En el marco de las negociaciones que se dieron a inicios del año 1943
con motivo de la renovación presidencial, una convención provincial de la
-
dancia y avaló la postulación del senador Robustiano Patrón Costas como
candidato presidencial y del radical antipersonalista santafesino Manuel de
Iriondo como candidato a vicepresidente (“La Convención Antipersonalis-
ta eligió ayer la fórmula Patrón Costas-Iriondo”, 1943, p. 2). En esa coyun-
tura, Santiago del Estero era una de las dos únicas provincias en el universo
concordancista con gobiernos radicales (López, 2018a).
-
cialistas y opositores— en un contexto de crisis. El escenario sombrío que
se ceñía sobre la política nacional, marcada por un reacomodamiento del
-
vincias (junto con Santa Fe) en donde la Concordancia era mayoritariamen-
te “radical”. Sin embargo, esa pertenencia identitaria se había comenzado
a edulcorar desde 1940 con el alejamiento de Ortiz. En el terreno local, el
      
en términos organizativos—, lo que debilitó a los caudillos supervivientes
como Castro, cuya estrella quedó atada a la UCRU, agrupación con pre-
sencia aún en la Legislatura local y en diversas comunas. El radicalismo
del comité nacional, en plena reorganización, se volvió al mismo tiempo
un cosmos más compacto frente a las intervenciones de la mesa directiva

López I. A. / De “blancos” y “negros”, a “pálidos rosados”...

nacional, que aspiraba a alinear a los radicales alvearistas en una estrategia
unionista con otras fuerzas progresistas.
Para el diario El Mundo, la convención nacional del antipersonalismo
(que reuniría a los diversos grupos radicales antiyrigoyenistas de las pro-
vincias) y que consagraría como candidato al senador Robustiano Patrón
Costas el 4 de junio de 1943 era sintomática de la creciente asimetría de
fuerzas en una coalición cada vez más raquítica. El radicalismo rosado —

“empalidecer” (El mundo, 1943, p. 8). Los nuevos aires surgidos a raíz del

era de crisis —y a la vez de tensión— para el radicalismo santiagueño.
Reexiones nales
En este artículo, hemos intentado reconstruir la trayectoria de la familia ra-
dical en Santiago del Estero —escrutada a través de las hojas de vida públi-
ca de sus principales caudillos y de los diferentes partidos políticos que se
autodenominaron “radicales”— durante el lapso que abarca de 1916 a 1943.
En la recuperación de este caso provincial, hemos procurado auscultar al
radicalismo santiagueño como un caso peculiar en el concierto nacional de

una continuidad sistemática (y competitiva) de gobiernos radicales durante
las décadas 1920 y 1940, solo interrumpidos por intervenciones del poder
federal. Como fue profusamente analizado por la historiografía política de
inicios de siglo , la faccionalización fue una característica de esta gran
familia de radicales, producto, entre otras variables, del peso de sus cau-
dillos y de una identidad en disputa. El radicalismo actuó como “abanico”
en donde las diversas facciones crearon comités y fundaron periódicos con
el intento de diferenciarse de las otras disidencias. También el montaje de
una máquina electoral superpuesta a las jefaturas políticas y un frondoso
repertorio de periódicos partidarios —terreno continuo de disputas sim-
bólicas entre dirigentes— fueron características esenciales del radicalismo
santiagueño durante estos años.
La perdurabilidad de los caudillos con raíces en el territorio y la abun-
dante oferta radical en las elecciones durante la era de la Ley Sáenz Peña

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de lealtades fueron constantes aunque decididos, imposibilitando cualquier
tipo de trazo recto en las rutas individuales y grupales. Tampoco los cliva-
jes en la política nacional entre personalistas y antipersonalistas (durante los
años 1920) y entre concordancistas y partidarios del comité nacional (en los

Miríada. Año 14 No. 18 (2022) 189-234
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local. Más bien, la constelación de dirigentes y de grupos fue moviéndose
continuamente al calor de la coyuntura local y nacional en diferentes disiden-
cias (líneas A1 y A2). Sin embargo, hemos sostenido que la faccionalización,
si bien desalentó la institucionalización del partido, más bien fue signo —y
alguna de las causas— de la predominancia radical en el tablero provincial.
-
paciones radicales buscaron comprimirse, para luego expandirse nueva-
mente. Aunque la crisis de representación de inicios de los años cuarenta,
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El Liberal, p. 2.
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-
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Prohistoria, 13
De-
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Radicalismo de Córdoba 1912-1930. Los grupos internos: alian-
zas, conictos, ideas, actores. Universidad Nacional de Córdoba
(UNC).

Findings. En F. Belloni y D. Beller (Eds.), Faction Politics: Political
Parties and Factionalism in Comparative Perspective (pp. 19-38). ABC-
Clio.
Miríada. Año 14 No. 18 (2022) 189-234
226
Apéndice
Cuadro A1. Resultados elecciones para gobernador (1920-1943)
Elecciones para gobernador 1920
Votos %
Cáceres (UCR) 17 246 66,54
Montenegro (UCR disidente) 8671 33,46
Total 25 917 100
Elecciones para gobernador 1924
Votos %
Medina (UCR Unificada) 19 080 50,09
Gallardo (UCR Blanca) 14 015 36,79
Maradona (UCR Yrigoyenista) 5000 13,13
Total 38 095 100
Elecciones para gobernador 1928
Votos %
Maradona (UCR) 27 659 50,60
Castro (UCR Antipersonalista) 23 273 42,58
De la Zerda (Partido Único) 3730 6,82
Total 54 662 100
Elecciones para gobernador 1931
Votos %
Castro (UCR Unificada) 31 482 58,70
Gorostiaga (Partido Demócrata Nacional) 18 760 34,98
Chazarreta (Partido Reformista) 3392 6,32
Gancedo (UCR disidente) 3292 6,14
Barraza (Partido Socialista) 2115 3,94
Total 53 634 100
López I. A. / De “blancos” y “negros”, a “pálidos rosados”...

Elecciones para gobernador 1935
Votos %
Montenegro (UCR Unificada) 33 388 54,14
Corvalán (UCR Comité Nacional) 20 720 33,60
Coronel (Partido Demócrata Nacional) 4815 7,81
Herrera (UCR Frente Único Yrigoyenista) 2749 4,46
Criado (Partido Socialista) 1980 3,21
Total 61 672 100
Elecciones para gobernador 1940
Votos %
Cáceres (Concentración Cívica) 38 834 57,46
Chiossone (UCR Comité Nacional) 28 750 42,54
Barraza (Partido Socialista) 1176 1,74
Total 67 584 100

Castiglione (2010) y prensa periódica.
Miríada. Año 14 No. 18 (2022) 189-234
228
Línea A1. Tendencias y facciones. Seguimiento de dirigentes
por agrupamientos (1916-1943)
1916-1918 1919 1920 1924 1926
Blancos Negros UCR
Fusionista UCR Blanca UCR Negra UCR
Unificada
UCR
Unificada UCR Blanca UCR
Yrigoyenista
Ramón
Gómez
Domingo
Medina
Domingo
Medina
Manuel
Cáceres
Domingo
Medina
Ramón
Gómez
Domingo
Medina
Manuel
Cáceres
Santiago
Maradona
Manuel
Cáceres Ernesto Jeréz Lauro Yolde Santiago
Corvalán
Pío
Montenegro Víctor Alcorta
Santiago
Corvalán
Gabriel
Chiossone
Santiago
Maradona
Manuel
Gallardo
Rodolfo
Arnedo José Ábalos
Santiago
Maradona
Rodolfo
Arnedo
Absalón
Carol
Domingo
Medina
Juan B.
Castro
Pío
Montenegro
Santiago
Maradona Ernesto Jeréz
Manuel
Gallardo
José
Palumbo G. Chiossone
Absalón Carol Manuel Ruiz
Víctor Alcorta Santiago
Corvalán
José Ábalos J. B. Castro
Manuel Ruiz Octavio
Cordero
López I. A. / De “blancos” y “negros”, a “pálidos rosados”...
229
1926-1927 1928-1929
UCR Unificada UCR Yrigoyenista Blancos x1 Blancos x2 UCR Unificada
(Antipersonalista) UCR Frente
Único
Domingo Medina Santiago
Maradona Manuel Gallardo Manuel Cáceres J. B. Castro Santiago
Maradona
J. de la
Zerda
Gabriel Chiossone Santiago
Corvalán Gabriel Chiossone Santiago Beltrán
Neirot
José Ábalos Manuel Ruiz Manuel Cáceres Luis Soria
Pío Montenegro Arturo E. Frías Ramón Gómez Julio Olivera
Justino de la
Zerda Patricio Carol Víctor Alcorta Silvio Raimondi
Arturo Etchegaray
Frías Santiago Corvalán
Miríada. Año 14 No. 18 (2022) 189-234
230
1930 1931-1933
UCR Unificada UCR Maradona
(oficialismo) UCR disidente UCR Comité
Nacional UCR Unificada UCR Santiago del
Estero (maradonistas)
Partido Radical
Antipersonalista
J. B Castro José Palumbo Santiago
Corvalán
Santiago
Corvalán J. B. Castro Santiago Maradona Alejandro Gancedo
Victor Alcorta Edberto González
de la Vega
Arturo
Etchegaray Frías Manuel Cáceres Pío
Montenegro Julio C. Gancedo
Alejandro Avila Luciano Loto Próspero
Ábalos Santiago Dardo Herrera
Gabriel
Chiossone
Julio Urtubey
Eduardo Archetti
Gerardo
Barrionuevo
Pedro Zanoni
Braulio Cisneros
Duval Palombo
José Raúl
Santillán
López I. A. / De “blancos” y “negros”, a “pálidos rosados”...
231
1934 1937-1938 1940
UCR Comité
Nacional UCR Unificada Frente Único
Yrigoyenista UCR Unificada Partido Radical
Unificado
UCR Comité
Nacional
UCR Comité
Nacional
Concentración
Cívica
Pedro Zanoni J. B. Castro Santiago
Maradona J. B. Castro Pío Montenegro Santiago
Corvalán
Gabriel
Chiossone
José Ignacio
Cáceres
Santiago
Corvalán
Pío
Montenegro Julio Olivera Octavio
Cordero Enrique Eberlé Manuel
Cáceres (h) Silvo Raimondi J. B. Castro
Gerardo
Barrionuevo
Próspero
Ábalos Elías Llugdar Victorio
Hernández Elías Llugdar Santiago
Corvalán
Luis Manzione Durval
Palombo
Julio C.
Gancedo
Alejandro
Gancedo
Santiago
Dardo Herrera
Miríada. Año 14 No. 18 (2022) 189-234
232
1942
UCR Antipersonalista
(Concordancia) UCR Unificada UCR Comité
Nacional UCR disidente
Manuel Cáceres (h) J. B. Castro Elías Llugdar Pedro Zanoni
Próspero Ábalos Octavio
Cordero Víctor Alcorta Absalón Rojas
Rodolfo Arnedo Francisco Poupard Ángel Freytes Eduardo
Archetti
Alejandro Gancedo Julio C. Vidal
Juan Chazarreta Constantino Sogga
Referencias
Blancos
Negros
Yrigoyenistas/maradonistas
Castristas
Reorganizados/corvalanistas
Justistas

López I. A. / De “blancos” y “negros”, a “pálidos rosados”...
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Línea A2. Tendencias y facciones. Seguimiento de dirigentes por etiquetas partidarias (1920-1943)
1916-1918 1919 1920-1923 1924 1924-1925 1926-1927 1928-1929 1930 1931-1933
Alejandro Gancedo Partido Radical
Antipersonalista
Domingo Medina Negro Fusionista Negro UCR
Unificada
UCR
Unificada
UCR
Unificada
Elías Lludgar UCR
José Ignacio Cáceres
Juan B. Castro Blanco Fusionista UCR
Unificada UCR
Unificada
UCR
Unificada UCR Unificada
Manuel Cáceres (h)
Manuel Cáceres (p) Blanco Fusionista Blanco UCR Blanca UCR
Unificada UCR Comité
Nacional
Pedro Zanoni UCR UCR Comité
Nacional
Pío Montenegro Negro Fusionista Negro UCR
Unificada
UCR
Unificada
UCR
Unificada UCR Unificada
Ramón Gómez Blanco Fusionista Blanco UCR
Unificada
UCR
Unificada
UCR
Unificada
UCR
Unificada
Santiago Corvalán Blanco Fusionista Blanco UCR
Unificada
UCR
Reorganizada
UCR
Yrigoyenista UCR UCR
disidente
UCR Comité
Nacional
Santiago Maradona Blanco Fusionista Blanco UCR
Yrigoyenista
UCR
Yrigoyenista
UCR
Yrigoyenista UCR UCR
UCR de
Santiago del
Estero
Miríada. Año 14 No. 18 (2022) 189-234
234
1934 1937-1938 1940 1942
Alejandro Gancedo Unión Cívica Radical
Antipersonalista (Concordancia)
Domingo Medina
Elías Lludgar Frente Único Yrigoyenista UCR Comité Nacional UCR Comité Nacional
José Ignacio Cáceres Concentración Cívica Unión Cívica Radical
Antipersonalista (Concordancia)
Juan B. Castro UCR Unificada UCR Unificada UCR Unificada
(Concentración Cívica) UCR Unificada
Manuel Cáceres (h) Unión Cívica Radical
Antipersonalista (Concordancia)
Manuel Cáceres (p)
Pedro Zanoni UCR Comité Nacional UCR Comité Nacional UCR disidente (del Comité
Nacional)
Pío Montenegro UCR Unificada Partido Radical
Unificado
Partido Radical Unificado
(Concentración Cívica)
Ramón Gómez
Santiago Corvalán UCR Comité Nacional UCR Comité Nacional UCR Disidente
(Concentración Cívica)
Santiago Maradona Frente Único Yrigoyenista UCR Comité Nacional UCR Comité Nacional UCR Comité Nacional
