MIRÍADA. Año 3, No. 5 (2010)
© Universidad del Salvador. Facultad de Ciencias
Sociales.
Instituto de Investigaciones en Ciencia Sociales
(IDICSO), ISSN: 1851-9431
Mozart. Sociología de un genio / Norbert Elias. Barcelona: Ediciones
Península, 1991. 206 p. ISBN:
84-297-3341-8
Mozart.
Sociología de un genio fue publicado un año después
de la muerte de su autor, el sociólogo Norbert Elias, en 1990. Luego de
haber dejado
Su obra resiste a categorizaciones
inmediatas, tanto por la originalidad y la multiplicidad de los temas que trata
(desde los modales de mesa hasta las profesiones navales, las relaciones de
género y la muerte) como por la pluralidad de disciplinas que aborda,
excediendo ampliamente las fronteras de
Este libro fue pensado por su autor como parte
de un proyecto intitulado El
artista burgués en la sociedad cortesana, en el cual trabajó durante los
años ‘80. Los manuscritos y ensayos que pertenecían a esta publicación fueron
recogidos por Michael Schröter, un viejo colaborador de Elias. El libro fue
compuesto por siete documentos que el editor ha ordenado en tres capítulos. A
pesar de advertir al lector las redundancias de esta organización, algunas
ideas innecesarias aparecen como un mal
menor.
El autor analiza primeramente al
compositor desde una dimensión que podríamos llamar objetiva, en tanto busca revelar cómo a partir de un caso
particular, la vida de Mozart, se puede ejemplificar como la transición de un arte artesanal hacia un arte artístico. El primero se produce bajo la demanda de un conocido que ocupa una
posición social más elevada que la del productor. El artista debe subordinar
sus fantasías artísticas a los criterios estéticos de quien encarga la obra. El
segundo, en cambio, es producido por un mercado de compradores anónimos a
través de instancias mediadoras como los coleccionistas, los editores musicales
o los empresarios. Elias detecta un cambio en el equilibrio del poder hacia los
productores y una mayor independencia del artista frente a la estética
predominante de la sociedad. Mozart representa en esta lógica un artista
encerrado en el régimen de producción artística de la nobleza de corte cuando
en realidad busca ser un artista libre, diversificar su público y vender sus
obras en el mercado. El conflicto del compositor con su padre o el príncipe,
que representaban los valores de la sociedad cortesana, es en realidad un
conflicto social entre dos concepciones de la tarea de un músico: una ya estaba
establecida y la otra no tenía aún un lugar concreto en la sociedad. Elias deja
entrever en esta hipótesis su visión de Mozart como un vanguardista, es decir, alguien que quiere ocupar un espacio en el
medio artístico y que para ello debe modificar sus reglas de funcionamiento. La figura de artista individual que Mozart
busca según Elias, supone que el productor disponga de un margen más amplio
para crear y experimentar bajo su propio control, idea que el autor lleva al
extremo cuando afirma que en este régimen, el de producción artística, la obra de arte se basa sobre
la autointerrogación de una sola persona, sobre lo que le gusta y
sobre lo que imagina que puede provocar en su audiencia. La obra se dirige así
a un público de personas aisladas, que se preguntan qué sienten individualmente
cuando escuchan la pieza.
Por otro lado, Elias analiza el caso de
Mozart de manera subjetiva,
recurriendo a algunos conceptos básicos de
Para poder explicar los antecedentes de su
genialidad, Elias repara también en la formación particular que Mozart ha
recibido desde su infancia, fuera de la escuela tradicional. Durante 20 años
Leopold Mozart estuvo a cargo de toda la educación de su hijo. A los 7 años, su
padre lleva a Mozart a viajar por Europa junto a su hija y su madre. Durante
esos años, su padre intenta formar su conciencia musical de acuerdo a la
tradición artística de la época, orientada a la recopilación de los
conocimientos musicales que se correspondían con el gusto del público de la
época. Esta audiencia esperaba de los jóvenes músicos piezas agradables y
complacientes, pero difíciles a nivel técnico, exigencia que el joven Mozart
podía cumplir debido a que interpretaba el piano casi como un adulto. Al haber
tenido contacto con muchas obras de su tiempo, Mozart desarrolló así una
educación musical precoz que le permitió tomar una dirección determinada a su
trabajo antes que la mayoría de los músicos.
El hecho de que Mozart tenía una capacidad
de composición e interpretación extraordinarias que a su vez correspondían con
la tradición musical de su época constituye una manifestación de procesos
sublimatorios y no la expresión de energías innatas en sí mismas. Sin embargo,
el autor explica también la especificidad de estas capacidades sublimatorias de
Mozart. Sus fantasías más libres han podido ser canalizadas en combinaciones
formales que se mantenían dentro de las reglas musicales que él había
aprendido, incluso si en su interior sus composiciones iban más lejos. La
combinación entre este saber y sus fantasías creativas han desarrollado en
Mozart lo que Elias denomina como alta
conciencia artística.
Uno de los aportes más ricos de esta obra
a la sociología del arte consiste en haber estudiado una figura particular de
la música a partir de varios niveles de análisis. La genialidad de Mozart ha
sido atravesada por un cambio de régimen artístico, por su educación parental,
por sus viajes, por sus capacidades sublimatorias y por su riqueza imaginativa.
En un trabajo de deconstrucción de la idea de genio, Elias intenta comprender
en primer lugar las características exteriores a su obra y su voluntad de ser
un artista fuera de su tiempo, y en segundo lugar precisar la relación entre la
interioridad de un Mozart herido afectivamente y el desarrollo de una aptitud excepcional
para transformarla en obras únicas.
Sin embargo, si bien Mozart pudo haber ido
en contra de las reglas de su tiempo, resulta problemática la idea de un cambio
de régimen hacia un arte artístico
donde los productores se encuentran libres de toda determinación y las
restricciones desaparecen del momento creador. Distintas tradiciones en
sociología del arte –incluso antagónicas- habían ya señalado el sistema de
relaciones de las que depende el trabajo artístico y el carácter ideológico o
de construcción social de la figura del artista singular y autodeterminado.
Becker demuestra en Los mundos del arte la importancia de la actividad cooperativa como
condición para la realización y circulación de obras, y Bourdieu ya había
evocado el carácter de autonomía relativa que tiene la producción artística
frente a los campos englobantes político y económico. Aún antes, pensadores de
la línea de Frankfurt consideraban que el artista moderno no gana en libertad
artística, sino que la pierde frente a la transformación su obra en una
mercancía reproducible.
A la sociología del arte le cuesta pensar
que hay figuras fuera de lo común. Para el autor, sin embargo, no existe
ninguna contradicción entre el hecho de admitir la genialidad de Mozart y la posibilidad de comprenderla
sociológicamente. En este sentido, Elias toma el riesgo de analizar un aspecto
evitado por otros trabajos sobre la producción artística: preguntarse qué es lo
que hace a una persona excepcionalmente creativa.
Inés Dahn
Licenciada en Sociología,
École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS)