El Dr. Paz, el orgullo de
ser abogado
Entrevista al Dr. Jorge
Bengolea Zapata, alumno y colega del Dr. Jesús H. Paz
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“Un abogado jura defender a los que
acuden para que los defienda [...] él ponía
todas las condiciones de su personalidad para cumplirlo a rajatabla.” Dr. J. Bengolea Zapata |
Comienza el Dr. Bengolea Zapata…
J.B.Z.: Lo llamaban “el Fiero Paz” porque había
otros “Fieros” en aquel tiempo: el Dr. Arriola y el Dr. Padilla, muy amigos
ellos entre sí. Eran tan feos que los llamaban la “Congregación del Divino
Rostro”. Un día, el Dr. Paz, a quién le gustaba jaranear un poco, se encuentra
con Uladislao Padilla y le dice:
- Me han dicho Dr. Padilla que usted
anda por ahí hablando mal de mí
- Pero ¿cómo dice usted eso? - contesta
el Dr. Padilla – ¿usted se cree que yo soy hombre de dos caras?
- ¡Nooo! ¡De ninguna manera! ¡¡¡Si
tuviera dos caras nunca usaría la que tiene puesta!!!
El Dr. Paz era un gran civilista, pero a
él no le gustaba que lo llamaran de esa manera y decía: “yo no soy ni civilista
ni penalista, ni comunista, ni ningún ‘ista’. Soy un abogado al que le entregan
un pleito, y puedo ganarlo o perderlo.”
L.R.: ¿Qué recuerda acerca de la
biblioteca que había en la casa?
J.B.Z.: Recuerdo una anécdota. Yo fui testigo
de esto. Había una alumna que había sacado diez en todas las materias. Le
faltaban unas dos materias para recibirse. Ella quería lograr el diez absoluto.
Al salir del aula esta alumna se acerca al Dr. Paz y le pregunta:
- ¿Por qué el Dr. Vélez Sarsfield en la
nota al artículo tal cita a dos autores franceses, a Toullier y a Demolombe? -
El Dr. Paz advirtió inmediatamente que quería ganarse la simpatía del maestro
que le tomaría el próximo examen y le dijo entonces:
- Mire señorita, no sé quién es
Toullier, desconozco porque nunca lo he leído a Demolombe, pero usted me trae
su papel sellado de 1,50 y le gano su pleito.
Y siguió bajando la escalera ante la sorpresa
de la alumna. Por supuesto que conocía a Toullier. Y en cuanto a Demolombe,
tenía los veinticinco tomos de su Tratado de
Derecho Civil, frente a su escritorio, subrayados en negro, en verde y
en colorado como muchas veces los vi yo mismo mientras esperaba en su estudio y
sacaba algún tomo al azar de la biblioteca. Jerarquizaba la práctica de la
abogacía sobre la función judicial y lo manifestó en diversas oportunidades,
verdaderas anécdotas. Siendo aún un joven profesor integró una mesa de examen cuyo
presidente era un Juez. Este parecía interesado en aprobar a un alumno y el
examen ya se había prolongado lo suficiente. El tercer integrante de la mesa
intentó interrogar al alumno para ir finalizando. El Dr. Paz se reclinó en su
silla para dirigirse a Llerena por detrás del Presidente y le dijo en voz alta
con tono campechano: “Déjelo, Llerena, total, si no sirve para abogado, servirá
para Juez”. Como se puede suponer esto desencadenó un verdadero incidente, por
la reacción del titular, que no sé como terminó. Esta anécdota fue citada
especialmente por otro destacado jurista emitiendo su opinión contraria. Una
vez estaba en la puerta del estudio con su hijo “el Fierito”, que me lo contó
más tarde, cuando se le acerca un señor que le da la mano y se presenta:
- Soy el juez fulano de tal, y hace veinticinco años usted me bochó en
Derecho Civil.
Rápidamente el Dr. Paz le pregunta:
- ¿Y cuál fue el tema del examen?
- Donaciones condicionales - le dice el
juez.
- ¿Y cómo era eso? - insistió Paz. El
hombre desconcertado no atinaba a contestar. El Dr. Paz se vuelve hacia su hijo
y le dice:
- ¡Ves, hace veinticinco años, le tomé
examen y el señor juez todavía no conoce el tema!
En oportunidad de haber sido designado
Director General de Institutos en el Ministerio de Justicia, y como mi
especialidad es el Derecho Marítimo, el Fierito me ofreció el cargo de Director
de Derecho Comercial y Marítimo del Instituto, y lo acepté. No lo hubiera
hecho. Al enterarse el Dr. Paz fue terminante: “Me han dicho que Usted, en
lugar de trabajar, anda aceptando puestitos del gobierno…de donde lo van a
echar...y muy pronto. No sé qué va a hacer usted después, con el físico
debilucho que tiene, no podrá ni ir al puerto a levantar bolsas”. Porque para
Jesús H. Paz (p.) la única forma de trabajar un abogado era ejercer la
abogacía.
L.R.: ¿Tiene algún recuerdo de él como
profesor suyo?
J.B.Z.: Fíjese lo que pasó. Yo salí del Colegio
Nacional Bs. As. y fui a
L.R.: Otro tema que nos llama la
atención es que el Dr. Paz no ha escrito libros de derecho.
J.B.Z.: Nunca escribió libros de derecho porque
sostenía que un abogado, porque insisto el Dr. Paz siempre tuvo el orgullo de
la abogacía, si escribe deja asentada una opinión, y a lo mejor en un juicio
futuro esa opinión no conviene al interés de su cliente. Decía: “nunca un
abogado debe escribir para el público”.
L.R.: ¿Al Dr. Paz le interesaba más el
área académica o el desarrollo profesional?
J.B.Z.: Le interesaba tanto el ejercicio de la
docencia como el ejercicio de la abogacía. Como docente era también de primer
orden, pero como no le gustaba la escritura…Usted me hace recordar ahora, que
en el aula de al lado a la que él daba sus clases estaba el Dr. Salvat, autor
de un famoso tratado de Derecho Civil, muy prolijo, muy bien. Pero Paz nos
decía a nosotros: “Porque el derecho civil no es cuestión de hacer
libritos”, y señalaba al aula de al lado
con su pulgar dirigido en esa dirección. Sin haber dejado un libro, sí dejó
frases constructivas que perduran en la memoria de sus ex alumnos. Por mi parte
yo tuve en cuenta una de ellas para la confección de un proyecto de código de
comercio que se me había encomendado. “Haciendo una frase podríamos decir que
no hay un buen código sin un buen método” Jesús H. Paz.
L.R.: A lo largo de estas entrevistas
hemos escuchado que el Dr. Paz se desempeñó en una época “donde había otra
ética” ¿Cuál es su opinión?
J.B.Z.: No cabe duda de la ética del Dr. Paz.
Hubo muchos casos célebres en el derecho argentino, uno de ellos es el caso
Garland, “Quién mató a Garland” está publicado como caso célebre porque el Dr.
Paz salvó de la prisión a la persona imputada por el asesinato. Mire, aunque a
él no le gustara ser ningún “ista”, aunque no le gustara la palabra, era un muy
buen civilista y también un muy buen penalista. Tuvo muchos casos célebres en
el derecho penal, no siendo ningún “ista”. En esa época había una ética
superior casi inexistente en los tiempos que corren. Era muy difícil que en
aquella época se fuera a comprar un abogado para perder un pleito, mucho menos
al Dr. Paz. Porque la abogacía se presta para los débiles de espíritu y los
deshonestos. Se imagina Ud., el sobre debajo de la mesa. Era una época de
cabezas brillantes y estudios brillantes. En cambio hoy, en un Estudio hay un
montón de abogados y es una empresa, es otro enfoque. La abogacía se
comercializó. Hoy es muy difícil encontrar “el abogado” que trabaje solo. Los
estudios tienen numerosos abogados.
Imagínese cómo se manejan allí los expedientes. Pero en el Estudio Paz estaban
él y sus dos hijos. Y cuando su hijo menor, el “Tuco”, aceptó un “puestito” del
gobierno en la época de Perón (Ministro de Relaciones Exteriores), ordenó sacar
la chapa del “Tuco” en el estudio de la calle Quintana, para que no se pensara
que el Estudio pudiera hacer negocios a través del cargo. Entonces en el
Estudio quedaron el “Fierito” y él, nada más, pero ellos solos valían por 40
abogados. Sus principios éticos permanecían incólumes.
L.R.: ¿Hay algo más que Ud. cree que no
puede quedar afuera de estos recuerdos?
J.B.Z.: Me gustaría recordar una anécdota que
me incumbe personalmente. En ocasión de visitarlos en su quinta de Morón,
donde dicho sea de paso tenía el Dr. Paz
una valiosa biblioteca con los fallos de
Fecha de la entrevista:
18/06/2014