Reseñas históricas

Más allá del Derecho

La biblioteca particular del Estudio Jurídico del Dr. Jesús H. Paz de la calle Quintana 555 gozaba de gran prestigio en su época. Hay numerosas pruebas de esta aseveración. Baste un ejemplo: en el diálogo mantenido con el Dr. Gonzalo Rúa[1], el letrado sostiene ante una pregunta precisa: “La Biblioteca era algo maravilloso; yo recuerdo entrar a ese Estudio y verla; en ese momento era la Biblioteca jurídica más importante de América Latina.”

                Sin embargo, este conciso ensayo pretende indagar sobre el otro lado de la biblioteca de un especialista en Derecho. El punto de partida podría centrarse en la siguiente pregunta: ¿qué lee un renombrado profesional más allá de aquellos textos indispensables y obligados de su profesión? La respuesta ofrece más de una perspectiva y no está de más señalar el alto grado de dificultad de una correcta comprensión.

                        Una vez más, vale recurrir, prima facie, al testimonio de los testigos. Más aún si se trata de uno de sus hijos: Hipólito J. Paz, quien escribe en sus memorias: “[…] En todas partes veo libros, libros y libros que ya no están: obras jurídicas, la mayoría; otras de historia, literatura, filosofía y una vasta colección de enciclopedias. Miles de volúmenes que partieron, junto con las bibliotecas que mi padre ordenó hacer en Francia, a la Universidad del Salvador […]” (Paz, 1999, pp.14-15). Las primeras palabras de la cita ratifican los dichos del Dr. Gonzalo Rúa transcriptos más arriba. El resto de la enumeración revela el horizonte de indagación de este opúsculo: además de obras jurídicas existían otras sobre temas históricos, literarios, filosóficos y de referencia. Por lo tanto, un recurso metodológico de partida apunta al fondo preservado en el Archivo Histórico, como una fuente de información primaria para orientar la respuesta al interrogante enunciado en el párrafo superior. No obstante, se tropieza con ciertos escollos: las bibliotecas, sobre todo las que son pasibles de traslados y/o donaciones, suelen “transitar” caminos complejos y, según los casos, sus propios periplos. Verbigracia, una colección de libros puede sufrir una merma, ya sea por pérdidas en su mudanza o por la decisión de los deudos de conservar algunos de los títulos que por alguna razón resultan caros a sus sentimientos, así como muchas otras vicisitudes. Abundan en la literatura bibliológica los estudios históricos sobre el destino ominoso de famosas bibliotecas. Sólo por citar una evidencia: gran parte de la colección de códices que había reunido en vida el poeta Francesco Petrarca y que, según su voluntad, legaba al Convento de San Marcos después de su muerte, se dispersó y, si bien parte de los códices han sido localizados, el rumbo de los otros es un misterio.

                        Teniendo en cuenta esta salvedad, se ha considerado legítima una primera aproximación al problema planteado a partir del análisis del remanente de libros del Fondo Paz, que no tienen como temática a su especialidad. Se trata de un conjunto de 135 títulos, los cuales se han clasificado según el contenido y la forma, en el sentido bibliotecario del vocablo[2], para procesarlo cuantitativa y cualitativamente. No cabe duda que esta muestra representa una mínima parte del universo documental de interés para este ensayo, hecho que se ha constatado por medio de diferentes fuentes; pero, a pesar de su carácter fragmentario, es útil a los fines de bosquejar un cuadro de situación básico, como ya se ha expresado, sin pretender una explicación global ni exhaustiva.

                        A partir  de  esta  metodología ,  se constató que las temáticas más representativas fueron: literatura argentina (44 ítems), biografías de personalidades argentinas (18), historia argentina (13), biografías internacionales (8). Siguen en orden decreciente las publicaciones periódicas (6) y los diccionarios (3). Luego, completan la nómina una serie de obras de diversos temas en cantidades menores.

La Literatura Argentina es la categoría de ficción preferencial de Paz, al menos en lo que respecta a este limitado muestreo. Un análisis un poco más pormenorizado de dicha categoría revela que el autor con mayor frecuencia es Juan Filloy (4 ítems). Entre los títulos del escritor cordobés integran la colección de Paz: “¡Estafen!”, “Aquende”, “Caterva” y “Finesse”. Filloy fue un prolífico y original literato argentino que cultivó todos los géneros. En su larga vida (105 años) tuvo dos períodos de actividad separados por un interregno entre 1939 y 1971. Obviamente, las obras citadas pertenecen a la primera etapa. Las fuentes literarias y biográficas suelen destacar algunas curiosidades de su vida y su obra, en especial, su inclinación por los palíndromos y el hecho de que todos los títulos de sus obras constan de siete letras. Otro suceso ampliamente difundido sobre Filloy es la consideración y mención de su literatura por parte de otra figura cumbre de la literatura argentina: Julio Cortázar. En “Rayuela”, el personaje de Oliveira hace referencia a la novela “Caterva” de Filloy en un contrapunto con “La Maga”. Como se ha indicado más arriba, “Caterva” figura entre los libros de la biblioteca de Paz.

                        Ciertamente, aparecen muchos otros escritores argentinos de muy diversa procedencia y estilo; solo a título de ejemplo y salvando las omisiones, se pueden citar: Agustín Alvarez, Rosa Bazán de Cámara, Juan Carlos Dávalos, Juan Pablo Echagüe, José Manuel Estrada, Manuel Gálvez, Joaquín Víctor González, Enrique Guillermo Lafitte, Roberto J. Payró, Ricardo Rojas, Belisario Roldán, entre tantos otros. No está ausente, desde luego, Leopoldo Lugones, representado por dos de sus obras emblemáticas: “La Guerra Gaucha” (narrativa) y “Romances del Río Seco” (poemario de edición póstuma, publicado después del suicidio del poeta en 1938).

                        Las biografías de personalidades argentinas corresponden en su mayoría a hombres destacados de la historia del país: José de San Martín, Manuel Belgrano, Bernardino Rivadavia, Bernardo de Monteagudo, Juan B. Alberdi, Bartolomé Mitre, entre otros. Sobresalen en este grupo las obras sobre la vida y obra de Domingo Faustino Sarmiento. Esta sección bibliográfica sumada a los libros de Historia Argentina, abona la hipótesis del interés especial de Paz por el conocimiento de la historia de su país. Sin embargo, esta predilección no debe llevar a falsas conclusiones, ya que en la lista bibliográfica se observa también una cifra importante de citas de obras históricas que abarcan un amplio espectro cronológico desde la prehistoria (v.g.: “Prehistoria de los indoeuropeos” de Victoriano Suárez) hasta la historia contemporánea (v.g.: “La segunda guerra mundial” de Winston Churchill); como así también, la historia de países europeos (Alemania, Francia, España, Inglaterra), asiáticos (Rusia, Japón), americanos (Uruguay, Estados Unidos), de continentes (América), etc.

                        Entretanto, las biografías internacionales tratan de personalidades de variados ámbitos como, por ejemplo, de la historia universal (Colón, Artigas, Roosevelt), literatos (Oscar Wilde), filósofos (Nietzsche) y científicos (Albert Schweitzer). La sumatoria de las biografías, nacionales e internacionales, alcanza a 24 ítems dentro de la lista, lo que constituye un 17.77% del total de la misma. Esto se estima como un indicador de la propensión del lector Jesús H. Paz hacia este género.

                        Entre las publicaciones periódicas se localizaron las siguientes: Telégrafo mercantil: rural, político-económico e historiógrafo del Río de la Plata; Revista de la UBA; La réforme sociale: bulletin de la Société d'Économie Sociale et des Unions de la Paix Sociale; Revista Argentina de Ciencias Políticas; Revista de Filosofía, Ciencia, Cultura y Educación; Revista de Letras y Ciencias Sociales. Un rasgo común a todas ellas es, en general, su carácter multidisciplinario orientado a las ciencias sociales y políticas con matices que se puntualizarán más adelante. Por supuesto, dentro de este marco epistémico no queda afuera el Derecho, pero como una más de las ciencias abarcadas y no como una asignatura específica. De las publicaciones citadas, la “Revista de Filosofía, Ciencia, Cultura y Educación” (1915-1929) tiene una importancia fundamental en la historia de la edición argentina, al punto de que algunos autores la consideran la primera publicación periódica filosófica de la Argentina (Podgomy, 2001). Fue editada y dirigida por el Dr. José Ingenieros (1877-1925) y Aníbal Ponce (1898-1938); este último, considerado discípulo de Ingenieros, codirigió la revista desde 1920 a 1925, año de la muerte del maestro, para luego continuar la dirección en soledad hasta 1929. Ingenieros (Giuseppe Ingegnieri, nacido en Palermo, Sicilia) fue una figura señera de la política y la ciencia argentinas donde sobresalió en diversas ramas del conocimiento como la psiquiatría, la psicología, la criminología[3], la sociología, entre otras. En realidad, es una revista interdisciplinaria pues abarca una serie importante de disciplinas. Tulio Ortiz realiza un riguroso trabajo sobre esta publicación. Además de señalar su carácter interdisciplinario (Antropología. Arqueología. Arte. Astronomía. Biología. Ciencias Naturales. Derecho. Economía. Educación. Filosofía. Física. Geografía. Historia. Literatura. Medicina. Política. Psicología. Psiquiatría. Sociología. Universidad), subraya su vocación nacional y latinoamericana en relación con sus colaboradores. Están presentes los autores nacionales más notables de la época de todo el país (vivos y fallecidos); entretanto, los latinoamericanos representaban a casi todas las naciones:

[…] a riesgo de omitir puedo nombrar a los cubanos José Valazco y José S. de Solá, a los peruanos Deustúa, Honorio Delgado, Haya de la Torre y Mariátegui. A los mejicanos Caso y José Vasconcelos. Los colombianos José y Enrique Blanco. Los dominicanos Max y Pedro Henríquez Ureña. Los ecuatorianos Julio Endara y Espinoza Tamayo. En fin, Francisco Calvo de Panamá, Luis Felipe González de Costa Rica. Zérega Fombona de Venezuela protagonista de una célebre polémica con el director de la Revista. Dejo para el final a los países limítrofes recordando a Enrique Molina y Armando Donoso de Chile, al boliviano Eyzaguirre. Los brasileños Hackel de Lemos y Eliseo de Carvalho. La uruguaya Paulina Luisi. Lamento, en cambio, decir que no he encontrado a ningún autor paraguayo.(Ortiz, 2008, p.73)

                        Desde el punto de vista ideológico, para Podgomy la revista es “un producto tardío del positivismo biologista en Argentina”(Podgomy, 2001); en cambio, Ortiz considera que era pluralista, donde participaban una amplia gama de pensadores que involucraban a “krausistas, positivistas, neokantianos, teósofos, radicales de derecha o de izquierda” (Ortiz, 2008, p.79). En resumen, aunque la publicación comprendía artículos sobre Derecho, estos constituían una minoría que oscilaba entre un 2 y un 4%, en tanto la mayoría versaban sobre ciencias políticas, filosofía, educación y sociología.

                        José Ingenieros también tuvo una reconocida actuación en el mundo editorial con la puesta en marcha y el progreso, junto a Severo Vaccaro, de la empresa editorial “La Cultura Argentina” (1914), cuyo objetivo central era difundir la obra de los autores argentinos en ejemplares a precios módicos al alcance de las clases populares. Se registra en esta nómina de ejemplares de la biblioteca personal de Paz una publicación perteneciente al catálogo editorial de “La Cultura Argentina”; se trata de la obra de Andrés Lamas: “Rivadavia: su obra política y cultural”. También se encuentra un libro del propio Ingenieros: “El ideario del amor: conferencias y discursos”.

                        Asimismo, en esta sección de publicaciones periódicas, es llamativa la presencia del “Telégrafo mercantil: rural, político-económico e historiógrafo del Río de la Plata”, primer periódico porteño, editado por el coronel y abogado español Francisco Antonio Cabello y Mesa (1765-1814) en las postrimerías del período colonial (1 de abril de 1801-17 de octubre de1802). Salido de la prensa de la primera imprenta de Buenos Aires, traída por el Virrey Juan José de Vértiz y Salcedo (1719-1799) desde el Colegio de Monserrat de Córdoba, con posterioridad a la expulsión de los jesuitas, en 1780, para instalarla en la Casa de Niños Expósitos. En realidad, los ejemplares de la colección no son números originales sino de la edición facsimilar de la Junta de Historia y Numismática Americana publicada en 1914. Contar con una reproducción del primer periódico de Buenos Aires, después de más de un siglo de su aparición, para un hombre compenetrado de la historia de su patria, no debió responder a una mera curiosidad bibliográfica. La clave para dilucidar este supuesto reside en las sistemáticas y rigurosas investigaciones que han llevado a cabo y publicado académicos argentinos sobre los diferentes fundamentos histórico-políticos que subyacen en las páginas del Telégrafo Mercantil de Buenos Aires, por ejemplo, Rodolfo E. Pastore sintetiza el contenido temático del periódico cuando dice que los  asuntos predilectos del Telégrafo  quedan expresados  en  su  propio título y son detallados en el  prospecto  del  mismo  denominado  Análisis.

                        Con la denominación de “historiográfico” se iba a dar cabida en el periódico a un amplio abanico de temas que no sólo incluía lo propiamente histórico, sino también otras temáticas como la moral pública, la educación, la literatura, las ciencias (entre las cuales se destacaría la medicina y la historia natural), así como la crítica a las costumbres.

                        Los otros tres ejes del periódico se vinculan directamente a la cuestión económica, tal como sus propias designaciones lo indican: “políticoeconómico”, “mercantil” y “rural”. (Pastore, 2001, p. 46)

                        En efecto, como bien apunta Pastore, es el mismo editor Cabello y Mesa el que se encarga de aclarar el horizonte temático del periódico y de definir, en los prolegómenos del primer número, el alcance del término “historiográfico” en el contexto de los objetivos del Telégrafo. Por otro lado, el editor, luego de su exposición acerca de la importancia del periódico como un método de instrucción de los pueblos y de delinear una escueta historia de los periódicos en América, enfatiza sus aspiraciones con respecto a esta publicación: “[…] intento tambien hacer, y publicar un papel Periodico, que concurriendo, sino à instruir, y cultivar al Pueblo, le dè (à lo menos), un entretenimiento mental, è inspire  inclinación à las Ciencias, y Artes.” [sic] (Cabello y Mesa, 1801, p. 12)[4].Por su parte, Vallejos aporta un dato de utilidad para esta reseña que se refiere a la presencia de particularidades en ciertas construcciones retóricas: “El Telégrafo Mercantil contiene interesantes polémicas sobre temas de historia local.”(Vallejos, 2013, p.164). Se le sumaban a dichas polémicas, opiniones políticas y críticas, aspectos costumbristas y manifestaciones contrarias al agrado del poder establecido que desencadenaron su clausura. Por lo tanto, es posible conjeturar que el valor histórico cultural del “Telégrafo Mercantil” fue relevante para Jesús H. Paz, en tanto que en sus páginas se comienzan a debatir las ideas político-económicas que se vislumbran como las raíces de una futura Nación en el período prerrevolucionario y que más de cien años después estaban latentes.

                        Si se consiente que la muestra constituida por esta colección remanente de obras no jurídicas de la donación Paz tiene una representatividad aceptable, o al menos es viable por su carácter indicativo y, en vista a lo expresado en el análisis cuali-cuantitativo presentado en estas páginas, entonces es factible arribar a resultados provisionales sobre las preferencias lectoras de Jesús H. Paz. Si así fuera, se pone de manifiesto el marcado interés de Paz por la literatura y la historia de su patria. Se revelan una amplitud mental y un carácter democrático en cuanto a los autores leídos, pues pertenecían a extracciones ideológicas muy diferentes, desde nacionalistas hasta socialistas; se identifica a los denominados “clásicos”, de la misma manera que a los “vanguardistas”. No se observan prejuicios literarios ni editoriales como tampoco apetencias bibliofílicas marcadas, pudiéndose rescatar ediciones de empresas editoriales tradicionales y de renombre (Coni, Peuser, Kraft, Amorrortu, Espasa-Calpe, Estrada, Hachette, entre otras.), como así también, ejemplares de las ediciones populares de la primera mitad del siglo XX, desestimadas por la elite intelectual (Biblioteca La Nación, La Cultura Argentina, Editorial Tor, Claridad, etc.). Lo antedicho, no invalida la expansión de los horizontes temáticos, lingüísticos y geográficos en la tendencia lectora de Paz como se pudo comprobar a lo largo de esta breve exposición.

                        Como cierre, luego de tantas inferencias y disquisiciones, por qué no regresar a un recuerdo sensible, una evocación intimista de su hijo Hipólito, que puede significar, en última instancia, mucho más que todo lo dicho hasta aquí sobre las lecturas del prestigioso jurisconsulto: “[…] Sobre su mesa de trabajo, a la que no puedo disociar de su figura, hay una vieja carpeta de cuero ajado por los años con las iniciales J.H.P. -Jesús Hipólito Paz- que aún conservo, un tintero de bronce con la figura de Napoleón; y unos pocos libros: una colección de códigos franceses, El tratado de la felicidad de Schopenhauer y dos fotografías.”(Paz, 1999, pp.15-16).

N. Tripaldi

 



[1]Ver la entrevista al Dr. Gonzalo Rúa incluida en este número, p. 81

 

[2] Los títulos se han agrupado por su materia. Se ha considerado incluir tres grupos constituidos por obras de acuerdo con su forma-género: biografías, publicaciones periódicas y diccionarios. La importancia de estos tres conjuntos surge de la observación directa de la lista de títulos, pues es menester resaltar, aparte de las temáticas, la importancia de las revistas y las biografías en este colectivo documental.

 

[3] Su tesis doctoral se relaciona con esta temática. Una versión a cargo del hermano de Ingenieros se publicó como: Ingenieros, J. (1930). La simulación en la lucha por la vida en el orden biológico y social (Ed. póstuma). Buenos Aires: Ciencia, Amor y Arte.

 

[4] No es un dato menor recordar aquí que la publicación del periódico está asociada a la idea de Cabello y Mesa de fundar una Sociedad Patriótico Literaria y Económica.