Señor, Vos sabéis, Vos sabéis que deseo ser santo.
He aquí mi único ideal.
Ser santo lo más posible.
Serviros lo más posible.
Amaros lo más posible.
En la tierra y en el cielo.
Que no se pierda ninguna partecita de la santidad, que Vos queréis para mí.
¿Mis defectos?
¿Mi poca fidelidad a vuestras gracias?
Ya sé que no faltarán nunca en mi vida ...
Forman una parte misteriosa y providencial de mi ideal de santidad.
Pero
lucharé siempre por ser más
perfecto.
Mi cruz será luchar sin descanso y sin desaliento, para que nada haya en
mí que no sea para Vos.
Así, a pesar de mis faltas, sé que me acercaré a mi ideal de santidad.
Por eso las caídas no me desalentarán.
Los desengaños no me entristecerán.
Las luchas no me perturbarán.
Con ánimo ―
con alegría ― hilarem datorem
con paz ― Pax vobís
viviré mi angustia de santidad,
porque no os amo tanto como Vos merecéis,
y como yo querría amaros.
Pero con ánimo,
con alegría,
con paz,
procuraré siempre amaros más,
amaros sin medida,
para amaros y por amaros.
1945