Christian Kent*

 

Lieutenant

 

Por el contrario, el espacio de la cocina
comparte sus límites con una
planicie que se extiende hasta el
íntimo lugar donde dos batatas
flotan en el agua muerta de una
olla.
Entonces no fuera clarividencia el sonido
del agua fría bullendo bajo las
aguas de un sueño
que ya ni bien despierto es imposible
acordarse, que ya ni bien
despierto el tiempo el espacio
bullen enfriándose para nunca
otra vez.

Lieutenant, mi teniente, porque no bajas las
escaleras y bebes directo del cartón un
sorbo
de leche fresca, te hará mejor, ya no pienses en
lo que no puedes”.

Viajamos ahora. Enredado el
cepillo en las cerdas de un cabello
endemoniadamente
atraído por los abismos que de pie se
sientan a correr el día.

Pero no estaban allí y no había motivos
para estar despiertos. Lloviendo
habían olvidado la lluvia
encima de la palangana donde bañábase
la nena, donde sin contar las
veces que naufragando
dejaran el teléfono sonando bajo el
mareo simulacro de no estamos
en casa.

 

Confesiones de una hija ejemplar

 

El sol se derrite sobre Krakow y la brisa salada del océano
llega a mis manos como la materia ideal para la construcción
de un castillo celeste.
Por primera vez en años siento que este mundo que nos encierra
en su viejo cajón nos estira una esperanza, el amor que nos hace
libres y el tiempo que nos mata.
Y tengo el recuerdo de un dulce venido de otra realidad, algo que
tiene muy poco de terrestre y sin embargo en mi lengua es
familiar, es paterno como la nieve sucia que los saturninos limpian
cada mañana en el parabrisas de sus automóviles.
Puedes jugar conmigo una vez, cantar conmigo el puente de
Londres se cayó, se cayó, se cayó, el puente de Londres se calló mi
bella dama. Yo, devenida en una sonrisa plena y clara, pasaré
debajo de tus piernas y la luz de la mañana en la torre será todo
lo que necesitamos.
Mi vida oscila entra la sombra y la luz que juega tuka’e con la
sombra y nosotros sangre de mi sangre no sabemos quién es luz
y quién es sombra cuando el sol se derrite sobre Krakow.
Confesiones de una
hija ejemplar
Tiene que haber una canción de cuna pronto, tiene que haber
un mundo despojado de sus cáscaras donde al mirar por
encima del hombro veamos de una sola vez todo el terror que
nos hace humanos y queribles.
Tiene que haber un ángel y un silencio por
donde pueda pasar con la risa y el miedo
cobijados en sus alas.
Aquí tengo este mundo hecho a mi
medida, enséñame a destruirlo sin
alterar la cara de lo que
desconozco.



* Poeta nacido en Asunción. Su obra ha sido publicada en varios espacios virtuales y en diversas editoriales latinoamericanas.

Correo electrónico: cksienra@gmail.com.

Gramma, XXVI, 54 (2015), pp. 

© Universidad del Salvador. Facultad de Filosofía y Letras. Área de Letras del Instituto de Investigaciones de Filosofía y Letras. ISSN 1850-0153.