Fabricio Estrada*
El empleado por las horas
que mantiene sus
manos sobre la mesa
y adquiere la piel de
la mesa
y es por ello
adornado con vajillas
y tenedores
correctamente dispuestos
y es mesa entonces,
madera carcomible
cuatro endebles
pilares.
El empleado por las
horas
para decir adiós en
los andenes
-alguien debe cumplir
con el adiós para quien no lo tiene-
y sabe ser la imagen
de un pueblo que se deja,
volverse a la vez
inquietud y sosiego,
una especie de
pañuelo al que el viento
da caprichosas formas
y que la distancia
vuelve destello,
breve pulso entre el
dolor y el viaje,
hilo que se enreda en
cada árbol
y hace difícil el
empeño de todas las parcas.
El empleado doméstico
del tiempo inabarcable,
con dormida adentro
de sí mismo,
el doméstico dromedario
del desierto
cotidiano
que dominguea vestido de polvo y pana
así llueva
y arriesgue su
trabajo meticuloso
de muerto, de vigía
absorto
de asalariado en la
empresa de las arañas.
El empleado que hace
las horas vacuas,
el que pule los
lentes de Baruch
para conversar con
tono sabio
y darse cuenta luego
del apenas, del
precario intento,
de lo que intuye el
caballo que se ahoga
de lo que piensa el
estibador
al oír el crujido de
su columna,
de lo que gana en
silencio la multitud
al reconocer su falso
ídolo que se quiebra en dos
y muge a coro con las
reses del matadero.
El empleado que se
encarga de marcarle las faltas
al recurso humano de
lo inhumano,
el que paga con
hormigas
y debe con libros
jamás leídos,
el que piensa en los
días feriados
al mismo tiempo que
talla su ataúd,
el que nunca gozó de
un bono
para morirse de la
risa
y en cambio fue la
imagen
del servicial, del
pobre hombre
que limpiaba su
incómoda presencia
con mil disculpas y
gestos…
«alguien debe cumplir
con el adiós
para quien no lo
tiene»
dicen tras de él los
siempre bienvenidos,
los que viajan al mar
del sur cuando les place
y regresan con fotos
coloridas
rojos de sol,
saciados.
El empleado de las
horas
que es una mesa y un
pañuelo perdido en la tarde,
el empleado giboso,
cumplidor,
el que come tres
tiempos de sal
y bebe de un mar
desconocido.
IV
Canto en la mañana de las
infinitas serpientes del tráfico,
a las cigarras que encontraron
salario sirviendo de timbres, al milagro de los murales una y otra vez mudando
de piel con palabras de fuego.
Dejo a los escritorios que se
aparean antes que enciendan la luz, dejo que se froten jóvenes gavetas y
picaportes voyeristas.
La ventisca de los relojes no
aparece en los pronósticos y sin embargo, de su escarcha entiendo lo que deben
sufrir los minutos, los segundos,
los días expuestos sin ningún
abrazo en medio de las estepas.
Lección de niebla
Los
ángeles llevan máscaras antigás. Tegucigalpa es el reino de los miedos.
Hay 80 residencias que reciben a diario 4
raciones de lacrimógenas. Puntualmente. Se abren los grifos y rebalsan las
pilas por el humo. Es más fácil lavar la ropa blanca, es más fácil limpiar los
muertos con el sahumerio de las bombas.
Los ángeles apestan al salir de sus duchas
rojas. Lavan sus alas a presión. Tegucigalpa es el reino de los miedos.
Hay 25 ancianos que llegan a los 100 años y
todos ellos han sido transportados por la nube. Pulmón a pulmón se asfixian. Es
más fácil abonar el jardín con el ácido de la blancura, es más fácil yacer en
la hierba que se vuelve transparente sin oxígeno.
Los ángeles persiguen a los pájaros que se
cuelan en el bosque espumoso. Machacan sus picos, les sacan semillas de viento,
reforestan los cielos.
Hay 2,200 cápsulas sobre el pavimento. Los
maestros las recolectan, las llevan al aula para el trabajo manual. El humo
sirve para amasar la tiza. La tiza dibuja curvas que entran por la boca y se
enroscan en los pechos del niño.
Los ángeles lanzan el maná como una florista que
abre el cortejo en la coronación del pueblo.
* Poeta
nacido en Sabanagrande,
Francisco Morazán. Su obra ha sido incluida en prestigiosas antologías poéticas
de varios países.
Correo
electrónico: chaliobala@gmail.com.
Gramma,
XXVI, 54 (2015), pp.
© Universidad del Salvador. Facultad de Filosofía y Letras. Área de Letras del Instituto de
Investigaciones de Filosofía y Letras. ISSN 1850-0153.