Alfonso
Fajardo*
Neón
primitivo
Comienza el
ruido neón del día de los locos
y ya el tiempo y la luna
son filos de una
misma navaja que sonriente
parte la nieve
del autoexilio cuando ni el amor o la poesía
alimentan este
viejo cuervo enterrado vivo en el mármol del pecho
Comienza mi
memoria y tus ojos
son dos gusanos
anaranjados que rezan al pie
de un
promontorio de piedras como huesos como sueños
mientras nazco
de nuevo de la mano del pan del infierno del estío
Sólo la escalera
imaginaria de las calles cuenta
a la hora que el
pasado vese en lo primitivo de la azul bruma
y yo y mi otro yo suben
a los estadios
del silencio donde la paz reina como el vientre de una prostituta
o la conciencia
de un país abandonado en el lobby de
los pederastas
¡Ah cómo entraño
el tiempo de cuando el tiempo aún era tiempo,
y no una palabra
desgastada por la repetición de su nada!
¡La Inmolación! ¡¡La Inmolación!! ¡¡¡La
Inmolación!!!
He aquí la
música de la neblina y sus ventanas infinitas
Apenas comienza
el día negro el fuego de los locos
y ya mis neuronas como globos
de gas
penetran en el secreto donde mórbidos ángeles fuman el
tabaco de los dioses.
Ensayo
sobre la locura
¡Ah los pasos
del hombre del vómito sobre nervios afelpados!
¡Ah hermanos de
sangre de serpiente de fuego negro!
Las campanas del
llamado de la bestia gritan adentro
y apenas la
noche levanta sus faldas y muestra
los jardines
colgantes del abismo de los pútridos vientres
de la bella luz
artificial que como sexo atrae
los pechos de
mármol desteñido de los desesperados
Comienza el
sonido de los ángeles pecando
en las
habitaciones donde la noche se encierra a fornicar
a sus hijos
azules cuando rezan en altares de luces de infinito
Comienza la
música de la niebla y ya el pájaro negro
enjaulado en el
pecho pide su comida de llamas su agua
de astros
mientras los amigos del fuego cortan sus tizones
los reparten
entre la cofradía alada y alimentan
al cuervo
fosforescente que sangra palabras que caen
en la mesa donde
se sacrifica el alma que explota en colmillos
Hierve la sangre
bulle el sobresalto llamea el asombro
y el loco
con sus ojos en
vértigo ancestral pide clemencia
a no sé qué dios
entretenido en juegos terribles
El loco filósofo
de las piedras reúne en su memoria
toda la dulzura
del abandono del autoexilio del sueño
El loco
pasea el cuervo
de su corazón como a un perro sarnoso
que sólo pide a
una dueña dónde cicatrizar sus monólogos
Las calles
encienden sus genitales y ya el delirio
penetra sus
grutas de agua bautismal sus grutas de humo de chaman
mientras una
jauría de perros azules a dentelladas se harta
al cansado
pájaro negro que ya sólo pide la muerte
Esta historia es
un río de espejos reverberantes
y su nacimiento cual tragedia
tiene su origen
en la sed incandescente del hombre
¡La gran sed del
infierno y sus trampas!
¡La gran sed del
absoluto y sus espirales!
He aquí que la
palabra convoca otros dioses
y en lo furtivo de sus iglesias
Baco orina
sangre en medio del público babeante
que mórbido
espera las vísceras oscuras de los deseosos
La sed de luz de
tierra de poros de agua de luz
La sed incólume
de sol es la raíz de la locura
La sed
insatisfecha de caminar al margen de la música
de anochecer
bajo el temblor
del ciprés en pleno cementerio de palabras
La locura es el
invento del pecho cuando los inviernos
Es la medicina
exacta que en
exceso alivia el hediondo cáncer de la soledad
de los
desesperados que sufren del hambre del fuego del mundo
La locura es el
mar que se abre para dar paso
a los eternamente perseguidos
por el dolor
Es la puerta
entreabierta de salida del gran ojo del laberinto
La locura es el
árbol de llamas de frutos incandescentes
que arroja
la sombra en
cuyo páramo duermen los hijos del sobresalto
Es el desarreglo
de los sentidos
cansados de conocer la tela de los sueños
Es el hoyo
de la almohada
que conduce a otros estadios de niebla
de lumbre de
paraísos de follajes de estrellas
Es la joya
que cubierta de
excremento es más real que el ciego día
La locura es el
sol negro que arde en los pastizales de la mente
y del pecho
La noche
amamanta a sus pequeñas criaturas
y la ciudad
despierta a sus
bellos monstruos y vese rodeada
de hogueras en
su bello infierno de orgasmos colmado
La noche
- hija de la
rabia rata negra de la ciudad vómito
de luciérnagas
partera de monstruos prostituta del vino sanguijuela
de la luz arma
del dolor pederasta de los sueños gangrena del pálpito-
arrastra sus
horas como cuerpos aletargados sobre las mesas
donde orina el olvido
y la madrugada
con su sereno bautiza los crímenes las cabezas de los locos
y ya el cielo se torna azul y ya la sangre se
vuelve sombra
y los locos caminan
de regreso al infierno de las cuevas de sus días
mientras un
chorro de plumas negras se empozan en sus pechos
y ellos se
ahogan aún sin sacarle los ojos a nadie
y esconden sus
heridas más abiertas bajo abrigos amarillos
hasta el próximo paraíso
* Poeta
nacido en San Salvador, ganador del lxv
Premio Hispanoamericano de Poesía, Juegos Florales de la ciudad de
Quetzaltenango, Guatemala (2002); y Mención de Honor en el Premio
Centroamericano de Literatura Rogelio Sinán, rama
poesía (2005).
Correo electrónico: alfonsofajardoanarquia@hotmail.com.
© Universidad del Salvador. Facultad de Filosofía y Letras. Área
de Letras del Instituto de Investigaciones de Filosofía y Letras. ISSN
1850-0153.