Malú
Urriola*
Santiago
en ruinas, abril de 1992
No
necesito nada más esta noche,
No
quiero oír viejas anécdotas de poetas.
No sé
si veré el futuro, si al menos
lo veré pasar por estos ojos.
Espero
en la única gloria de los castrados.
Me
abandonaré al silencio,
como un criminal abandona las armas y el
placer
de la sangre.
de Hija de perra
Afuera
daba vueltas un farol rojo y el letrero se caía a pedazos como de boite de mala
muerte, como si fuésemos a estrellarnos contra la muerte, el hombre sacó una pequeña
llave. Ladraban los perros, y el hombre nos condujo hasta un cuartucho que no
volveríamos a ver, encendimos
de Nada
Este perro me ve
como si mirara a dios, no sabe que soysoysoy un dios de la nada. Pone sus ojos
suplicantes en mí, y mueve la cola, mientras le arranco como un diosdiosdios la
garrapata que chupa de su cuello. Como si fuese una amante digo fuera, fuera de
su cuerpo de perro. Él recuesta su cabeza en mi regazo, como yo pongo estos
ojos cuando están hartos sobre el mar y dejo que me meza su danza espumosa,
azul, brillante.
En el mar, no
hay gentes como nosotros.
No hay sitio en
la tierra ni en el mar, para gentes como nosotros.
* Poeta nacida en Santiago de
Chile, ganadora del Premio Mejores
Obras Editadas (2004) del Consejo Nacional del Libro; del Premio
Municipal de Poesía de Santiago (2004); del Premio Pablo Neruda, por su trayectoria poética (2006); de
Correo electrónico: maluurriola@gmail.com.
© Universidad del Salvador. Facultad de
Filosofía y Letras. Área de Letras del Instituto de
Investigaciones de Filosofía y Letras. ISSN 1850-0153.