Susana Capra*
“El mundo de la administración es un mundo
pluralístico antes que monístico y se funda en gran medida en la lealtad…”.
Eduard Corwin, El Presidente, Capítulo el PE, Función y poderes, 1787-1957,
página 105.
Lealtad proviene
del latín “legalis”. Es el respeto a la ley en sentido jurídico y también a la normas morales. Se puede asimilar a fidelidad o al
compromiso de defender lo que creemos y en quienes creemos, es un compromiso de
verdad, respeto, obediencia y cuidado hacia algo o alguien, puede ser a otra
persona, a las leyes o a la patria, a la familia, a la religión o a alguna
idea.
Es el antónimo de
la traición. Alguien leal no engaña, no se vende, acompaña siempre, aún
exponiendo su propia integridad. La lealtad es una obligación de fidelidad que
un sujeto o ciudadano le debe a su Estado, gobernante, comunidad o a sí mismo,
en pocas palabras es serle fiel a una persona hasta la muerte. Es un valor que
básicamente consiste en nunca darle la espalda a determinada persona o grupo
social con los que se está unido por lazos de amistad o por alguna relación
social, es decir, el cumplimiento del honor y de la gratitud, la lealtad es más
apegada a la relación de grupo.
Breve reseña histórica del concepto
Tras la caída del
Imperio Romano Occidental no existía un gobierno central en Europa. Durante
Esta situación da
origen a un nuevo sistema social El Feudalismo, sistema desarrollado durante
*Abogada. Mediadora. Docente de Derecho Civil
Universidad de Buenos Aires.
Puedo afirmar que,
en nuestro país, el vocablo se encuentra íntimamente asociado a la
conmemoración anual del 17 de octubre de 1945, día en que se produjo en Buenos
Aires una gran movilización obrera y sindical que exigía la liberación del
entonces coronel Juan Domingo Perón.
Desde
Ese día es
considerado como el del nacimiento del peronismo y uno de sus máximos símbolos,
así como uno de los momentos más importantes de la historia del movimiento
obrero argentino. Más allá del nombre dado por el Partido Justicialista,
también es llamado Día de
A propósito de los
rituales del peronismo señala Mariano Plotkin, investigador del CONICET y profesor de historia en
Por un lado crean una unidad simbólica entre los
participantes que se reconocen a sí mismos como miembros de una comunidad
política dada: partido, nación, patria. Por otro lado, en especial en regímenes
de tipo autoritario, los rituales cumplen también una función de exclusión
privando de legitimidad como contendientes políticos a quienes no participan en
los mismos (…) En el caso del peronismo (…) los rituales políticos servían además para
recrear y reforzar la imagen carismática del líder.
Situación ésta que,
claramente, marca el reforzamiento de un vínculo de lealtad entre los
seguidores de la doctrina o movimiento.
Asimismo observa el
referido investigador,
…iniciando una
tendencia que se profundizará en los años subsiguientes, la celebración del 17
de Octubre de 1947 se asemejó a la celebración oficial de una fecha patria. En
la tarde del 17, Perón recibió solemne el saludo de autoridades civiles y
militares (…) Ya no era una celebración peronista, sino una fiesta del Estado….
Con la designación
como Secretario de Educación de Oscar Ivanissevich, se otorga una simbología
política bien determinada a la celebración. En efecto, a partir de 1948 la
celebración pierde su carácter conmemorativo y se transforma, lisa y
llanamente, en la oportunidad de darle al pueblo peronista la celebración
adecuada para reafirmar su devoción por el líder y recrear los fundamentos de
la legitimidad del régimen: el liderazgo carismático de Perón, el que se funda
en su contacto directo con el pueblo, sin intermediarios.
La trascendencia
del 17 de octubre puede ser analizada desde diversas vertientes, como por
ejemplo: la incorporación de la clase
obrera a la vida política del país con aspiración a ser reconocida como uno de
los factores de poder; el surgimiento de una nueva fuerza política en derredor
de Perón, distinta de las preexistentes, fundada en profundos vínculos de
lealtad, con nuevos enfoques, prácticas y liturgias que la distinguirían del
resto y el nacimiento de la antinomia peronismo-antiperonismo, la que, según mi
opinión, lamentablemente, sigue sumamente presente en la sociedad argentina,
bajo otras formas y denominaciones, pero en esencia la misma raíz del
peronismo, rebautizado, conforme sus diversos representantes, los que se
arrogan la titularidad y representación del movimiento.
Otras conceptualizaciones del vocablo
Desde otro punto de
vista, la conceptualización de lealtad, -para un estudio de investigación de
mercado realizado por Brown en 1952-, el autor identificó dos segmentos de
mercado distintos, un segmento leal hacia la marca y un segmento cambiante de
marca, éste último segmento cambia la marca ante un trato u oferta similar. Los
estudios posteriores definieron la lealtad mediante el comportamiento observado
respecto de la proporción de compras de una determinada marca o la repetición
sucesiva de las compras. Finalmente se arriba a la siguiente conclusión: la
lealtad hacia la marca debía extenderse más allá del comportamiento de
repetición de compra para poder incluir la actitud hacia la marca, y más tarde
se consideran ambas circunstancias.
También y conforme
el artículo de opinión publicado en el diario
Mi conclusión
La lealtad es una
virtud que pertenece a una esfera elevada del ser humano, aquella en la que se
gestan los valores morales y éticos, tiene que ver con el grado de respeto que
cada uno de nosotros tiene de sí mismo y, por lo tanto, hacia sus semejantes.
Un esposo o una
esposa no leal, no es solo el que engaña a su pareja sexualmente con otras
personas, sino el que esconde secretos oscuros, el que miente, el que no cuida
a su compañero o compañera. La lealtad es inseparable del amor, somos leales
siempre e incondicionalmente a aquello a lo que realmente amamos y
privilegiamos por sobre nuestro propio bienestar.
Es un compromiso, y
por lo tanto solo pueden ser leales aquellos que están lo suficientemente
maduros para asumirlo.
La lealtad como su
“pariente” la fidelidad se vincula con lo interno, no con la norma, es una
conducta moral, que pone en evidencia al ser guiado y gobernado por su alma,
que no necesita ninguna presión externa, porque obra conforme su ética y su
dignidad.
Es por ello y
porque considero que los grandes cambios solo se pueden dar si cada uno de
nosotros como integrantes de este universo, como nacionales de un determinado
país, como habitantes de una ciudad o comunidad, como miembros de una familia o
de una pareja, y finalmente, pero no por ello menos valioso, también como
integrantes de un grupo de personas que persiguen un fin común, en nuestro caso
la administración de la “cosa pública” a través de nuestras diferentes
funciones en su distintos organismos, promueve el respeto hacia el otro como
tal, con otros pensamientos, otra historia familiar, a veces hasta otra
cultura, pero fundamentalmente un ser como yo, con similares estructuras
físicas, psicológicas y/o emocionales que lo hacen acreedor de mi atención y
reconocimiento. Si no actuamos así, es imposible lograr el sentido de lealtad
necesario para el óptimo desarrollo de la actividad que circunstancialmente nos
pueda convocar.
Es el día a día, es
la consideración al otro en su individualidad, en el marco del superior respeto
a la ley y a las instituciones en las
que trabajamos, el correcto desempeño orientado al bien común y la concordancia
con nuestro superior jerárquico en cuanto a la toma final de la decisión y su
exteriorización fuera del ámbito en el que interactuamos, lo que no implica no
haber agotado las discrepancias internas, si el caso en estudio lo amerita.
La lealtad es para
la norma jurídica, y para la tarea desempeñada, la que de ser realizada
conforme mis convicciones me hará sentir una mejor persona.