Figueroa, O. y Rodríguez de la Vega, L. (Coords.). (2024)
India en Hispanoamérica: Historia y variaciones de un imaginario cultural.
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), 388 páginas.
En el marco de los estudios sobre orientalismo, apoyados en las reflexiones iniciales de Schwab (1950) y Said (1978), el libro retoma diversas publicaciones de las últimas décadas referidas al orientalismo hispánico, incorporando nuevas perspectivas sobre las representaciones del Otro “oriental”, que fueron surgiendo a medida que los estudios sobre orientalismo se desarrollaron, con planteos como el de un orientalismo “periférico”, “dialógico y abierto”, estructurado en clase “sur-sur”, etc.
Atendiendo al predominio de la atención en tres grandes matrices geográficas de representación: China, Japón y el mundo árabe, este volumen busca sumar una contribución sobre la matriz relativa a la cultura de la India. Se rescatan además dos esfuerzos particulares anteriores en el abordaje de India, el de Tenorio-Trillo (2012) y el de Klengel y Ortiz-Wallner (2016). En el primero de ellos, en la cuarta parte del libro, "Odalisque-mania", la ciudad de México aparece como escenario, mientras Tenorio-Trillo examina la manera en que tanto Japón como la India formaron parte del orientalismo mexicano en ese momento. Rescata así la influencia de la India en la espiritualidad mexicana, con casos tan destacados como los de Madero o Vasconcelos, el influjo de Rabindranath Tagore, etc. En el segundo, en el marco de la circulación y transferencias de ideas en el contexto de las modernidades plurales, se examinan Tagore, Ocampo, Neruda, Paz, Cortázar, Freyre, narrativas de viaje a la India y el modernismo, la teosofía en Centroamérica, etc., en el contexto mayor de una propuesta que busca unir perspectivas y temáticas de diversas disciplinas desde América Latina y otras regiones para discutir la cuestión de Sur/South: América Latina/India, para hacer posible una reflexión productiva sobre procesos no examinados de producción de conocimiento.
Con ese contexto dado, Figueroa (2004) señala el espíritu que ha orientado a los coordinadores de la obra, que surge en el marco del proyecto “India en el imaginario cultural hispanoamericano: historia y representaciones”:
( … ) nos parece que el lado indio de la ecuación, es decir, la propia dinámica histórica e intelectual india, no ha recibido la atención que merece. Esta laguna reviste la mayor importancia en relación con la participación activa de la India moderna en la construcción de una imagen de sí misma a través de movimientos como el nacionalismo, el neohinduismo y la teosofía, lo que propició un orientalismo dentro del orientalismo hegemónico europeo, duplicación que repercute en el proceso de recepción y representación desde Hispanoamérica y que, por lo tanto, no puede obviarse. Otra tendencia que cabe revisitar es el enfoque unilateral en testimonios que se caracterizan por su tono afirmativo, notablemente los gestados en el marco del movimiento modernista con el inicio del siglo XX, bajo la premisa equívoca de que, para ser válidas y dignas de interés, las representaciones de India presuponen siempre afinidad y exaltación, en el entendido, igualmente equívoco, de que India no puede inspirar reacciones matizadas, críticas o adversas. (Pp. 12-13).
La obra da cuenta de un espectro multidisciplinario, representado a través de autores de tres continentes y cubre tres siglos, desde el periodo colonial hasta los primeros años de nuestro siglo, recuperando casos de Argentina, Centroamérica, Chile, Cuba y México. Sumado a ello, da cuenta de diversas posibilidades de lectura, más allá del orden de los capítulos, como una “secuencia budista”, una “dimensión política del orientalismo”, etc.
Se inicia con el capítulo de Hernán Taboada (referente de los estudios sobre orientalismo en América Latina), que señala que la América española tenía sus contactos con Asia a través del Pacífico, sobre todo con China, siendo el resto de Asia oriental una suerte de anexo. Esa circunstancia empezó a cambiar desde mediados del siglo xviii, ya diferenciada India de China. Ese descubrimiento de India contó inicialmente con referencias más escasas y superficiales, que habrían de completarse mejor en los años posteriores a la Independencia. El autor aborda así testimonios de esa recepción temprana de India en Hispanoamérica, durante el paso del periodo colonial al siglo xix. En el segundo capítulo, Óscar Figueroa analiza la presencia de India en la obra del pensador mexicano Francisco Bulnes, figura mexicana polifacética, que desde una perspectiva positivista define a India continental como “la India de los brahamas”, sobre la que tiene consideraciones negativas, a diferencia del budismo, al que percibió como un ejemplo de autodeterminación y eco de sus circunstancias. El tercer capítulo, de Vibha Maurya, examina el lugar de India en el pensamiento del cubano José Martí, a través de diversos documentos, con el fin de señalar cuán tempranamente Martí había entendido el vínculo entre cultura y colonialismo, la importancia de la narrativa imperialista como mecanismo de dominación, al mismo tiempo que la manera de enfrentar tal violencia epistémica desde postulados nativos. Por su parte, en el capítulo cuarto, José Ricardo Chaves, revisa el rol de la teosofía en el orientalismo hispanoamericano inspirado en India, a través de dos escritores centroamericanos, María Cruz y José Acuña, que asumirían diferentes perspectivas frente a la institucionalidad teosófica. El capítulo quinto, de Roberto García, explora la representación que José Vasconcelos hace del budismo a través del nexo imaginado entre el Buda Maitreya y Jesucristo, apoyado en su obra, Estudios indostánicos.
En el sexto capítulo, Lía Rodriguez de la Vega abre la exploración de América del Sur y de Argentina en particular sobre esta temática, abordando la figura del escritor argentino Ricardo Güiraldes como receptor de diversas ideas provenientes de la India (ideas filosóficas, la figura de Gandhi, yoga, etc.), que contribuyeron a una recreación de sí mismo. En el capítulo séptimo, Aarti Madan revisa las resonancias indias del interés de Güiraldes por la sensación y afectividad como tránsito hacia la unidad primordial, elementos que para la autora conforman un sensorium transcultural con el cual el autor evoca una identidad, tanto individual como nacional, abierta al influjo asiático. En el octavo capítulo, Sonia Betancort transita por el conocido cuento de Borges “Las ruinas circulares”, señalando que las fuentes utilizadas para literaturizar las filosofías indias se recogen de manera directa o indirecta en el proceso creativo de “Qué es el budismo”, obra de Borges con Alicia Jurado, de 1998. En el noveno capítulo, Axel Gasquet cierra la exploración argentina con un texto dedicado al escritor Eduardo Mallea, otro miembro de la élite artística e intelectual argentina de mediados del siglo xx, cuyo viaje a la India, en 1956, renovó la escritura del autor y su propio sentido trágico de la existencia. Finalmente, cerrando el tránsito por América del Sur, Elisa Silva ofrece un décimo capítulo dedicado al diplomático chileno Juan Marín Rojas, representante chileno en India durante la primera mitad del siglo xx, especialmente destacado por la duración de su estadía en India, los hechos que presenció y las numerosas publicaciones que hizo en la prensa de su país sobre sus experiencias y reflexiones índicas.
El undécimo capítulo, a cargo de Minni Sawhney, revisita la obra poética india del escritor Octavio Paz, quien fuera también representante de México ante la India, desde la perspectiva de la autoficción, y la revisa atendiendo a los paralelismos entre México e India que el autor descubre. En el capítulo doceavo, David Saldaña aborda la literatura de la contracultura mexicana (1960-1970) en torno a manifestaciones espirituales de India, en este caso, profundizando el estudios de fuentes y obras que situaron al budismo y otras escuelas de pensamiento indio en un segundo plano dentro de la literatura mexicana o bien restringidas a la obra de personalidades como Sergio Mondragón.
Finalmente, el capítulo trece, a cargo de Elsa Cross, cierra la obra, abordando la influencia viajera y literaria de El mono gramático —conocida obra de Octavio Paz— en cuatro poetas mexicanos contemporáneos: Francisco Hernández, Francisco Serrano, Myriam Moscona y Ernesto Lumbreras, distinguiendo en cada caso las continuidades de la influencia de Paz para imaginar la India, aunque también sus discrepancias.
El valioso aporte que realiza el libro, de lectura recomendada, recuperando abordajes de personajes anteriormente tratados —desde otras perspectivas— y otros menos abordados, contribuye a seguir explorando los contactos, entendimientos e imaginarios generados sobre India en Hispanoamérica, atendiendo así a clivajes menos conocidos, que han contribuido a conformar nuestra propia historia, al mismo tiempo que a establecer una base más firme de futuras proyecciones y diálogos entre ambos.
Nicolás Vallejos Zacarías y Emanuel Obregón
Universidad Nacional del Chaco Austral (UNCAus)
Referencias
Figueroa, O. (2024). Introducción. En O. Figueroa & L. Rodríguez de la Vega (Coords.), India en Hispanoamérica: Historia y variaciones de un imaginario cultural (pp. 9-20). Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Klengel, S., & Ortiz-Wallner, A. (Eds.) (2016). Sur-South: Poetics and Politics of Thinking Latin America-India. Biblioteca Iberoamericana.
Said, E. (1978). Orientalism: Western Conceptions of the Orient. Penguin.
Schwab, R. (1950). La reinassance orientale. Payot.
Tenorio-Trillo, M. (2012). I Speak of the City: Mexico City at the Turn of the Twentieth Century. University of Chicago Press.