El self emprendedor. Sociología de una forma de subjetivación / Ulrich Bröckling. Santiago de Chile: Ediciones Universidad Alberto Hurtado, 2015. 335 p. ISBN libro impreso: 978-956-357-044-1. ISBN libro digital: 978-956-357-045-8.

Título original en alemán: Das unternehmerische Selbst. Soziologie einer Subjektivierungsform. SuhrkampVerlag, Frankfurt M., 2007.


Desde hace algunas pocas décadas, no más de cuatro, se ha vuelto casi un lugar común en las producciones académicas de las ciencias sociales y humanas el argumento de que se vienen produciendo profundos reordenamientos, a varios niveles a la vez: los modos de producción y trabajo, la estructura y el campo de incumbencias del aparato estatal, las relaciones internacionales, las formas de vinculación colectiva, los procesos de reproducción simbólica de la sociedad, etc. Prácticamente nada parece quedar por fuera del vocabulario de la crisis, de la ruptura, de una suerte de nueva “Gran Transformación”. Turbulencia, inestabilidad, evanescencia y fluidez parecen ser los atributos que asumen nuestros tiempos. De esta misma oleada de transformaciones no podría ser ajena una dimensión que atraviesa todas las otras recién mencionadas, la de las formas de la subjetivación, objeto y tema del libro que aquí se reseña.

En efecto, en conversaciones que mantenemos con amigos, colegas y familiares, en los variados mensajes que propalan los medios de comunicación, en la discursividad de las dirigencias políticas y sociales, en las reflexiones que nosotros mismos hacemos acerca de nuestro propio acontecer cotidiano, no nos cuesta gran esfuerzo constatar que un nuevo régimen de subjetivación ha llegado para quedarse, aunque no sabemos todavía (ni podríamos nunca saberlo) por cuánto tiempo más. Un régimen de subjetivación que, a veces, nos solicita suavemente, pero que por lo general nos exige insidiosamente, que tomemos con firmeza el destino en nuestras manos, que abandonemos la apatía, la desidia y la inercia, y que nos atrevamos a asumir de una buena vez una actitud decididamente emprendedora, proactiva, ágil, creativa, móvil. De lo contrario, también se nos advierte a viva voz, las consecuencias podrían ser temibles. Allí están para demostrarlo, al alcance de la mano, las legiones de desahuciados, excluidos, fracasados que nos rodean, que conviven con nosotros, que nos muestran la horrible imagen de cuán bajo es posible caer por no haber podido estar a la altura del desafío de la hora, y que por ello están ya pagando un muy alto precio.

Por cierto, la instalación de este nuevo régimen de subjetivación no sucedió de un día para el otro, sino que reconoce un largo, sostenido y multidimensional proceso de gestación, como bien lo advirtió Deleuze (1995) en su magnífico panfleto acerca de las “sociedades del control”. Este régimen no alcanza a recubrir la entera superficie del espacio social. Así, en algunos sectores y para algunos sujetos, es evidente que arrasó (y prácticamente acabó) con modalidades previamente dominantes de la organización de la experiencia vital, esos poderes disciplinarios que funcionaban como moldes en los cuales se producían sujetos ajustados a los requerimientos normativos del trabajo fordista, de la ciudadanía social, del Estado Benefactor, de la familia nuclear, etc. Allí, en esa zona de sociabilidad, la batalla está claramente concluida, y la nueva mentalidad emprendedora fue quien la ganó. Pero en otros segmentos de la vida colectiva, esta mentalidad coexiste de maneras no siempre armónicas con aquellas viejas fórmulas de conducción de la conducta personal, grupal y social. Finalmente, otros espacios sociales han sido relativamente inmunes a la andanada de “emprendedorismo”, aunque tampoco ellos pueden sustraerse a estas fuertes interpelaciones a actuar “de otro modo”1. Resumiendo: si bien el formato del self emprendedor no es la única experiencia subjetiva actualmente disponible, de alguna manera coloca la música con la que todos, inexorablemente, de una manera u otra, por exceso o por defecto, hemos de bailar.

Todo este panorama podría muy bien dar lugar a una tonalidad discursiva sombría, “kulturpessimistisch”, catastrofista y apocalíptica, a la cual ya nos tienen muy acostumbrados las perspectivas críticas de las ciencias sociales y humanas, desde algunos exponentes de la Escuela de Frankfurt hasta Zygmunt Bauman, por sólo de mencionar nombres célebres. Pero no es precisamente ése el camino que elige Ulrich Bröckling, el autor de este libro, sino uno mucho más sinuoso y, a la larga, quizás mucho más efectivo que la mera y altisonante denuncia, si es que queremos desmenuzar y comprender la anatomía de nuestra condición contemporánea, así como también imaginar posibles vías de resistencia, huída o evasión. ¿Serán ellas posibles? Ya lo veremos.

El autor de este libro es desde 2011 catedrático de la Universidad de Freiburg, en Alemania, donde también se había doctorado y presentado su tesis de habilitación. Pero más que sus cargos y títulos, interesa subrayar que se trata de uno de los más agudos lectores de la obra de Foucault en el campo de habla alemana, y autor de numerosos trabajos que, de manera siempre creativa y original, hacen uso de la conocida “caja de herramientas” foucaultiana y la ponen a funcionar en el análisis de variadas cuestiones. Así, por ejemplo, su tesis doctoral, una brillante sociología e historia del disciplinamiento militar (Bröckling, 1997); o su participación como compilador de libros en los que se reelaboran y despliegan los conceptos foucaultianos de “gobierno” y “gubernamentalidad” (Bröckling, 2000; 2004); hasta, más recientemente, los temas del trabajo que aquí se reseña, en torno a la constitución y los perfiles de este nuevo régimen de subjetivación del self emprendedor.

La versión original de este libro fue publicada hace ya casi una década, en 2007, en una importante casa editorial alemana (Suhrkamp). Ya va por su quinta edición, lo cual, sumado a algunos premios que recibió su autor, es un buen indicador de la resonancia que alcanzó en su medio. Además, ha sido traducido a tres lenguas: coreano (2014), español (2015) e inglés (2016). Es muy oportuna la decisión de la Editorial de la Universidad Alberto Hurtado de Santiago de Chile de facilitarle a lectores y lectoras de habla castellana el acceso a este importante trabajo, cuyo contenido habrá en lo que sigue que empezar a reseñar.

Ya desde la introducción Bröckling anticipa claramente qué podrá esperarse del libro. Así, advierte que el foco va a ponerse sobre la exigencia que recae sobre nuestros cuerpos y nuestras almas de convertirnos en empresarios de nosotros mismos, y sobre el “campo de fuerzas” que esa exigencia genera. Esto incluye abstractos esquemas interpretativos, desde los cuales nos pensamos y pensamos a los demás; requisitos normativos y la consecuente (y mucho más concreta) oferta de roles que se deriva de ellos;2 arreglos organizacionales e institucionales que promueven y alojan esta figura del self emprendedor así como castigan las disidencias; tecnologías sociales para gobernar las conductas de los otros, y tecnologías del yo para gobernarse a sí mismo. Como puede verse, un variadísimo menú, donde se sirven muchos platos, que son analíticamente desglosados por Bröckling hasta en sus más sutiles ingredientes.

Bröckling sabe muy bien que hay muchas formas posibles de problematizar estas cuestiones. Estudiar un “régimen de subjetivación” supone para él “establecer una gramática del gobernar y el gobernarse” (p. 22). También sería perfectamente posible realizar un estudio empírico de lo que la gente efectivamente dice o hace, para amoldarse o bien para escapar de este régimen y sus insistentes prescripciones, en su trabajo, en su tiempo libre, en su vida de afectos y relaciones personales, en sus opciones de consumo y formación, etc. Pero el autor de este libro elige un camino diferente: el abordaje de un campo discursivo, de libros, artículos, y otros materiales escritos, para identificar en ellos factores que puedan haber contribuido a la conformación, entronización, difusión, generalización y legitimación de ese heterogéneo y múltiple campo de fuerzas del self emprendedor. Así lo explica en un sentido figurado: “lo que se investiga es la corriente que empuja a las personas en una dirección y no hasta dónde se dejan llevar, la utilizan para avanzar o cómo tratan de evitarla o de nadar contra ella” (p. 22).

Los textos que nutren esa “corriente” tienen una característica distintiva: por lo general, revisten un carácter eminentemente práctico, o de los cuales se derivan más o menos directamente preceptos para la práctica, guías para la acción, “instrucciones de uso” acerca de “cómo puedo hacer lo que debo hacer” (p. 22). No creo que sea desmesurado establecer una analogía con La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo, de Max Weber (2003). Como se sabe, en aquel trabajo Weber no se había propuesto mayormente enredarse con las disquisiciones teológicas de un Lutero o de un Calvino, aunque también hizo alguna referencia a ellas. Más bien, se trataba allí de rastrear el influjo que otros textos “menores”, mucho más cercanos a la praxis pastoral, pudieron haber tenido en el moldeado de la subjetividad de los fieles en algunas denominaciones protestantes, lo cual, a la postre, terminaría resultando funcional para la instalación de ese cosmos impersonal del capitalismo racional occidental moderno. Aquí, por su parte, Bröckling se ocupa de algunos otros “Luteros” y “Calvinos” modernos, renombrados profesores e investigadores de las ciencias sociales y humanas, pero la mayor potencia del análisis se encuentra en (algunos muy difundidos, otros no tanto) manuales de coaching, trabajos e informes de consejeros expertos en motivación y creatividad, psicólogos de empresa, sociólogos de la organización y la gestión, y muchos etcéteras más.

Así, el libro no tiene el propósito de practicar una sociología política empírica, sino más bien de avanzar hacia una analítica de ciertas formas contemporáneas de gubernamentalidad. Por supuesto, quienes quieran realizar estudios de campo, podrían muy bien servirse de sus sugerencias como una rica fuente de recursos teóricos. De hecho, esta apropiación ya está teniendo lugar, lo cual se puede comprobar fácilmente haciendo una simple búsqueda en Internet y constatando cuántas investigaciones empíricas ya se proponen seguir “en acto” los complejos avatares del self emprendedor tal como los dibuja Bröckling.

El libro está dividido en cuatro capítulos, cinco si se cuentan también las conclusiones. El primero de ellos, luego de la introducción, aloja el marco teórico-metodológico de la investigación. Allí se empieza a explicar qué se entiende por “régimen de subjetivación”, y se defiende un modo particular de abordaje del mismo, sin avanzar todavía en tal abordaje. Como no podría ser de otro modo, la caja de herramientas de Bröckling incluye a Michel Foucault (y sus reelaboraciones de finales de los años 70 del concepto de poder a través de las nociones de “gobierno” y “gubernamentalidad”), así como a Louis Althusser y su noción de “interpelación”. Conociendo trabajos anteriores del autor, sorprende la inclusión que ahora realiza de algunos interesantes aportes de Michael Hutter y Gunther Teubner, sociólogos del derecho que trabajan en una línea de teoría de sistemas y que elaboraron la potente sugerencia de las “ficciones realistas”. Es notable observar en este capítulo los puntos de contacto pero también las diferencias que Bröckling establece entre su propia perspectiva teórica y las de otros importantes exponentes de la teoría social contemporánea, tales como Giddens, Beck, Luhmann y Honneth, entre los más conocidos. El capítulo se cierra, sintéticamente, caracterizando el camino emprendido como una genealogía de la subjetivación que “investiga una configuración determinada (el régimen de subjetivación del self emprendedor3) y disecciona las relaciones de fuerza de cuya confrontación ella surge, las baterías de conocimiento y tecnologías de las que hace uso, la racionalidad a la que debe su aceptabilidad, y finalmente las oposiciones que provoca y de las cuales es provocada” (p. 57). Luego de plantear todo esto, el resto del libro se dedica a explicar, foucaultianamente, cómo esto sucede.

El capítulo II añade algunas importantes advertencias teóricas: el self emprendedor “no se refiere a una entidad empírica observable, sino al modo en que los individuos son interpelados como personas y, a la vez, la dirección en la que son modificados y deban modificarse” (p. 62). Y otra interesante definición: se trata de “un sujeto en gerundio, no ubicable, sino emergente” (p. 63). Pero el aporte central de este capítulo es el rastreo de las huellas del self emprendedor en diversas producciones textuales mayormente de los años 80 y 90 del pasado siglo: declaraciones públicas del Reagan-Thatcherismo, programas de política pública en Alemania para aumentar la empleabilidad de las personas, investigaciones de las ciencias sociales en varios países, artículos periodísticos de suplemento dominical, y variados exponentes de la literatura del management, en cuyo marco se inventaron conceptos directamente emparentados con el self emprendedor como “Yo-SA” (Yo – Sociedad Anónima), o “intrapreneur”.

El capítulo III pone su foco especialmente en teorías económicas neoliberales. En una lectura que se apoya en algunas de las clases de Foucault (2007) en el Collège de France, Bröckling dedica sesudos análisis a los autores del ordoliberalismo alemán y a los promotores estadounidenses de las teorías del capital humano. También lee en detalle a un autor que no fue tan estudiado por Foucault, como Friedrich von Hayek. En todos ellos, más allá de sus diferencias, encuentra notables convergencias en torno a la “empresa” como modelo de organización y socialización y al “empresario de sí mismo” como figura predilecta de subjetivación. Luego sigue revisando trabajos de otros autores (Joseph Schumpeter, Ludwig von Mises, Frank H. Knight entre los más conocidos) y se cierra el capítulo con unas interesantes reflexiones acerca de la generalización de formas del contrato económico hacia áreas de la vida social que no son esencialmente económicas. Cabe subrayar que cuando Bröckling habla de neoliberalismo, al igual que Foucault, no está haciendo referencia solamente a un modelo económico-social, sino también a un conjunto de prescripciones de carácter ético, que suponen también una forma determinada (mejor dicho, unas plurales y heterogéneas formas que luego se sueldan en un conjunto en el que adquieren su inteligibilidad) de conducción de la conducta.

El capítulo IV, a su vez, se organiza en torno a cuatro palabras clave del régimen de subjetivación del self emprendedor, que todos hemos pronunciado alguna vez y con la que nos atiborran las racionalidades políticas vigentes hoy en día: “creatividad”, “empoderamiento”, “calidad” y “proyectos”. Así, se propone demostrar en qué medida estas cuatro “cosas” están inscriptas en tecnologías sociales y del yo, nos muestran dónde “hay que llegar” y cómo hacerlo, anudando así a la vez tanto diagnósticos como terapias. El tipo de literatura examinada en este capítulo es un poco diferente al que se desguaza en el anterior. Ahora aparecen menos textos académicos del mundo de la economía, y muchos más manuales de gestión, textos de psicología de la motivación y la creatividad, consejeros de éxito, estudios organizacionales, literatura del management, etc.

El libro se cierra con unas jugosas conclusiones. Lapidariamente, así las inicia Bröckling: “las interpelaciones del self emprendedor son totalitarias” (p. 289). Porque en la contemporaneidad nada puede escapar al imperativo de autosuperación, nada puede dejar de ser utilidad maximizable, nada hay que no pueda volverse recurso. Pero, obviamente, esta construcción reviste también una enorme precariedad: “un self emprendedor puro es tan imposible como el mercado perfecto” (p. 289).Tan elevada es la exigencia, que el fracaso es inevitable. Fracaso que, a su vez, nos instala el mensaje de que la próxima vez, deberemos ser más astutos, pero de todos modos tendremos que seguir intentándolo.

¿Es posible alguna forma de la crítica, bajo estas condiciones? Bröckling responde esta importante pregunta, pero dando un rodeo, formulando nuevos interrogante, como por ejemplo: “¿de qué liberarse si un ‘deseo básico por la libertad’ representa la fuerza impulsora del actuar emprendedor?” (p. 291). Este régimen de la subjetividad, como cualquier régimen de conducción de la conducta, exige conformidad y acatamiento, pero con el paradójico aditamento de hacerlo entronizando a la vez la distinción y la transgresión, la creatividad y la innovación, la movilidad y la tenacidad, todas virtudes propias de la actitud crítica, ¡pero también del emprendedorismo!

Entonces, ¿quedarán sólo a mano los recursos de la inutilidad, de la indiferencia, de la pasividad? Posiblemente, pero de todos modos ya no será posible ponerlos en juego como si fueran “contraprogramas”, ni tampoco en la forma de la estrategia permanente que se apoye en un supuesto punto arquimédico de la resistencia, sino a través de la táctica cotidiana, esporádica, anecdótica, incidental. El libro se cierra exponiendo tres posiciones ejemplares que asume la evasión de las exigencias del régimen del self emprendedor: la depresión, la ironía y la resistencia pasiva. De todos modos, advierte que ninguna de estas tres posiciones puede servir de “modelo para aquella práctica táctica de la crítica que busca otra libertad que la del mercado” (p. 294). Ellas documentan “una doble imposibilidad: la de lograr ser un self emprendedor y aquella otra de eludir la exigencia de tener que llegar a serlo” (p. 294).

Si hay algo que claramente le pone un freno a la ilimitada sobreexigencia del régimen del self emprendedor es el agotamiento (o burnout) del individuo incapaz o incapacitado. Con prosa elocuente muestra Bröckling los perfiles de este individuo: “allí donde se exige actividad, este está cesante; allí donde se exige creatividad, no se le ocurre nada; a las coerciones por mayor flexibilidad, responde con estupor mental y emocional; en vez de generar proyectos y redes, se retrae; las estrategias del empoderamiento rebotan en su sentimiento de impotencia; su autoconfianza consiste, sobre todo, en dudas; le falta tanto el poder de decidir como la valentía por el riesgo; en vez de esparcir alegría en forma notoria, está infinitamente triste” (p. 295). Esa sensación de “ya no poder más” sustituye el viejo padecimiento neurótico del conflicto entre querer y deber, afirma Bröckling recuperando a Alain Ehrenberg, el conocido analista francés de las depresiones y del “yo agotado”. El padecimiento depresivo muestra el abismo infranqueable que existe entre la fuerza de las exigencias y la imposibilidad de cumplirlas. En lugar de la prometida felicidad, con la que se llenan la boca los profetas del emprendedorismo, apenas hay cólera, y que encima ya no se descarga hacia afuera (el sistema, el mundo, el capitalismo, las instituciones, las clases dominantes, o lo que sea) sino que adopta el formato agobiante de la autorresponsabilización. De tal forma, y en especial por los padecimientos que supone, la depresión no parece ser una buena salida ante esta tiranía por la cual se nos terminan enrostrando nuestras crónicas falencias.

Un poco menos gravoso para el sujeto parece ser el cultivo de la ironía.

El irónico conoce las leyes del mercado y sus exigencias paradójicas a los individuos. Él sabe a lo que las leyes le fuerzan, y lo articula verbalmente. Él exagera en forma deliberada, devela sus absurdos y con ello ridiculiza lo que no puede cambiar (p. 296).

Pero, de ese modo, el irónico tampoco deja de afirmar la racionalidad de la cual, al parecer, desea tomar distancia.

Pese a todo lo que las diferencia, las viejas estrategias del disciplinamiento social y las nuevas interpelaciones del self emprendedor son programas para generar laboriosidad. Cabe entonces preguntarse si el “no hacer nada” no podrá ser una buena táctica de huida de estos imperativos. La respuesta es, otra vez, negativa, como con la depresión y la ironía.

No deja de llamar la atención la relativamente escasa documentación (“evidencia”, se suele decir en las ciencias sociales) que aporta Bröckling acerca de las presuntas o reales potencialidades del agotamiento depresivo, de la ironía y de la resistencia pasiva como posibles “irritaciones” del campo de fuerza del self emprendedor.4 Al menos, si se la contrasta con la abrumadora cantidad de ejemplos que el libro contiene que demuestran el éxito de una modalidad de subjetivación que, sin duda, y al menos por ahora, viene ganando la batalla.

Pero acerca del trámite de esta batalla ya sabíamos bastante antes de haber hecho la estimulante experiencia intelectual de leer este excelente libro, por el mero hecho de experimentar sus consecuencias (y a menudo también por padecerlas crudamente) en nuestra propia vida personal, laboral, ciudadana. Posiblemente esté pecando de un exceso de modernismo ilustrado al decir lo que diré a continuación, pero lo diré de todos modos, pese a la acusación de anticuado de la que pueda ser objeto. Tiendo a pensar que libros como éste, a la par que logran mostrar con gran pericia las impresionantes reconversiones valorativas de las que son capaces las racionalidades políticas dominantes,5pueden ayudarnos a esclarecer las verdaderas fuentes de muchos de nuestros malestares y, consecuentemente, a colocar las responsabilidades allí donde corresponde colocarlas. Todo lo que además podamos hacer con toda esa información en los planos político, cultural y biográfico, y en sus entrecruzamientos, desde luego, ya es harina de otro costal. En eso estamos, pues, y por el momento, con bastante poco éxito.

Pablo de Marinis*


Referencias

Bröckling, U. (1997). Disziplin: Soziologie und Geschichte militärischer Gehorsamsproduktion. München: Wilhelm Fink Verlag.

Bröckling, U., Krasmann, S., Lemke, T. (Eds.). (2000). Gouvernementalität der Gegenwart: Studien zur Ökonomisierung des Sozialen. Frankfurt: Suhrkamp Verlag.

Bröckling, U., Krasmann, S., Lemke, T. (Eds.). (2004). Glossar der Gegenwart, Frankfurt: Suhrkamp Verlag.

Deleuze, G. (1995). Post-scriptum sobre las sociedades del control. En, G. Deleuze (Ed.), Conversaciones 1972-1990 (pp. 277-286). Valencia: Pre-Textos.

de Marinis, P. (1998). La espacialidad del Ojo miope (del Poder). (Dos Ejercicios de Cartografía Postsocial). Archipiélago. Cuadernos de crítica de la cultura, 34(35), 32-39.

de Marinis, P. (2000). Überwachen und Ausschließen. Machtinterventionen in urbanen Räumen der Kontrollgesellschaft. Pfaffenweiler: Centaurus Verlagsgesellschaft.

Foucault, M. (1976). Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión. México: Siglo XXI.

Foucault, M. (2007). Nacimiento de la biopolítica. Curso en el Collège de France (1978 – 1979). Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

Weber, Max. (2003). La ética protestante y el espíritu del capitalismo. (Edición crítica, notas, estudio introductorio y traducción del alemán de Francisco Gil Villegas). México: Fondo de Cultura Económica.


Notas

1 Sobre esta fragmentación de un espacio social otrora unificado en diferentes “zonas de sociabilidad” he trabajado (hace ya una eternidad) en mi tesis doctoral, y de un modo más “liviano” y ensayístico (de Marinis, 1998; 2000).

2Por la cual se nos exige que hagamos “ciertas cosas”, y que además las hagamos de “cierto modo”.

3 Aclaración de Pablo de Marinis.

4Hasta en esto es foucaultiana la inspiración de Bröckling. El conocido tractatus que Foucault (1976) escribió acerca de la sociedad disciplinaria es prolífico en referencias a la necesaria duplicidad de la relación poder-resistencia, pero ciertamente magro en referencias a sujetos que tienen éxito en la faena de resistir.

5Por ejemplo, con nociones tales como “autonomía” y “empoderamiento”, que de movilizar tácticas de carácter emancipatorio se han convertido en nuevas estrategias de maximización de utilidades.


* Doctor en Sociología (Universidad de Hamburgo). Investigador independiente de CONICET. Instituto de investigaciones Gino Germani. Docente de la Faculta de Ciencias Sociales (UBA).

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