Las megaurbes latinoamericanas.
Dinámicas sociodemográficas desde la perspectiva del “Derecho a la
ciudad”*
Ana Lourdes Suárez**
* Una versión preliminar de este trabajo fue presentado en el
Congreso internacional Vivir
** Ph.D en Sociología por
Artículo recibido: 30-04-12 Artículo
aceptado: 13-08-12
Resumen
En América Latina la acelerada urbanización estuvo acompañada por la
persistencia de la desigualdad social y serias dificultades para garantizar
inclusión a los habitantes de las grandes urbes. En la primera parte de este
trabajo se presentan indicadores que muestran el tipo de crecimiento de las
metrópolis en América Latina. Se ahonda luego en los “déficits” urbanos a la
luz del abordaje del “derecho a la ciudad”. Nos preguntamos luego qué procesos
urbanos desafían el derecho a vivir en una ciudad que debería garantizar inclusión
a todos sus habitantes. Se profundiza así en los procesos de informalidad,
marginalidad y segregación residencial que acompañaron la metropolización de
Palabras clave: Metrópolis latinoamericanas;
Derecho a la ciudad; Fragmentación socioterritorial
Abstract
Latin America accelerated urbanization was accompanied by social inequality persistence, and increasing difficulties to ensure inclusion to the inhabitants of big cities. The first part of this article presents indicators that show the kind of growth Latin American metropolis went through since the urbanization process began last century. We then discuss urban "deficits" in light of the "right to the city" approach. We raise the question about the urban processes that challenge the right to live in a city that should ensure inclusion to all its inhabitants. We discuss the dynamics of informality, marginality and residential segregation that accompanied the urbanization of the Region and its effects on social exclusion. Finally we discuss the cultural foundations that could legitimize and build the basis of the right to the city in Latin American metropolis.
Keywords: Latin American Metropolis; Right to the City; Socio territorial Fragmentation
Las metrópolis latinoamericanas
América
Latina ha tenido una fuerte y rápida urbanización desde mediados del siglo XX. El porcentaje de población urbana pasó de
representar un 40% en
La elevada
concentración de la población en ciudades de gran tamaño permite calificar el
proceso de urbanización de América Latina como “metropolizador”. El número de ciudades con un millón de
habitantes o más, clasificadas como “grandes ciudades”, pasó de 8 en
Las ocho
“metrópolis” de
El
crecimiento demográfico de las metrópolis se caracteriza por el dinamismo que
adquiere en sus periferias; el cual es mucho más intenso que en la zona
central. Desde mediados del siglo pasado alimentan el crecimiento periférico de
las metrópolis la afluencia de población
pobre proveniente del campo y de otras ciudades, y más recientemente el
desplazamiento masivo de población pobre desde las áreas céntricas y pericéntricas
hacia zonas marginales. En las últimas
décadas las zonas centrales de las áreas metropolitanas se han estancado
demográficamente e incluso han disminuido su población. En cambio las periferias
han seguido ampliando su población; proceso que es concomitante en varias de
estas metrópolis, con la ampliación de sus fronteras (CEPAL, 2009, p.25). El mapa 2 ejemplifica
el proceso en cuatro metrópolis. Se observa que las tasas de crecimiento intercensal de Gran Buenos Aires, Gran
Santiago, México, D.F. y de Lima en la última década se han centrado sobre todo
en las áreas periféricas, mientras que las zonas centrales registran un
incremento demográfico negativo. La población que se asienta en la periferia
tiene condiciones de vida peores a los de las zonas centrales, reflejando así
una de las dimensiones de la fragmentación social de las metrópolis. El mapa 3 ilustra
las disparidades socioeconómicas entre municipios según su ubicación en las
metrópolis de Santiago de Chile y de Buenos Aires. Los indicadores
seleccionados en el mapa - tasa de dependencia en la vejez, años de escolaridad
y acceso a internet- van asumiendo valores críticos conforme los municipios se
alejan de las zonas centrales.
El tipo de crecimiento de las metrópolis
latinoamericanas, muy dinámico en las periferias, produce una estructura o forma de
ciudad particular y característica de América Latina: una estructura “híbrida”
desde el punto de vista de su morfología de usos del suelo, vis à vis los
modelos tradicionales de la ciudad moderna. Esta última, la ciudad moderna, tiene
dos formas paradigmáticas en términos materiales de conformación estructural de
su ambiente construido. La primera está identificada como el “modelo mediterráneo”
o “continental” y su estructura urbana se configura como una ciudad
“compacta”, donde el uso del suelo es intensivo. La segunda responde al “modelo
anglosajón” y su manifestación espacial es la ciudad “difusa”, con un uso del
suelo fuertemente extensivo y una baja densidad predial (por lote) y
residencial (por vivienda). Las metrópolis latinoamericanas, en cambio, “tienen
una estructura generada por un uso del suelo que se compacta y se difunde, o se
difunde y se compacta. En este sentido, la producción de la estructura urbana
en América Latina concilia las formas compacta y difusa de uso del suelo y, de
esta forma, promueve una forma particular: la ciudad “com-fusa” (Abramo, 2012). Los mecanismos que sustentan esta estructura urbana en
las ciudades modernas latinoamericanas resultan del funcionamiento de tres
lógicas de coordinación social: la del mercado, la del Estado y la de la
necesidad. Esta última movió —y continúa haciéndolo— un conjunto de acciones
individuales y colectivas que promovieron la producción de las “ciudades
populares”, con su habitual ciclo ocupación/autoconstrucción/autourbanización
y, finalmente, consolidación de los asentamientos populares informales (API).[1]
Más adelante en este trabajo retomaré la dinámica de los API.
Las causas
de este patrón de “metropolización” latinoamericana, o sea de la urbanización
concentrada en grandes ciudades, son complejas y han sido objeto de largos e
inconcluyentes debates. Mientras algunos autores hacen hincapié en sus raíces
históricas y remontan sus determinantes a la época colonial y, posteriormente,
a la construcción de los Estados nacionales; otros apuntan a las estrategias de
desarrollo implementadas en el siglo XX –en particular las de industrialización
mediante la sustitución de importaciones y de industrialización impulsada por
el Estado- como su principal causa. En todo caso, prácticamente desde el inicio
de la migración rural masiva a las grandes ciudades quedó claro el carácter
esencial de la función tradicional del gobierno en materia de provisión de
bienes públicos y protección social y de prestación de servicios sociales,
debido a las precarias condiciones de vida de los inmigrantes y su localización
también precaria, ya sea en la ciudad o en su periferia, con frecuencia
originada en invasiones, tomas y ocupaciones. Sin embargo, la prestación de
bienes, servicios y protección pública presentó deficiencias y debilidades
estructurales que marcaron de manera decisiva a las ciudades latinoamericanas (CEPAL 2012, p. 190).
Los
“déficits urbanos”[2] que
suelen agravarse en las grandes ciudades son de carácter sectorial —en
particular, vivienda, transporte e infraestructura—, ambiental y de seguridad
ciudadana. La existencia de una población numerosa, las grandes dimensiones
geográficas y la intensidad de la actividad productiva en las grandes ciudades
contribuyen a agravar la situación, tanto directamente a través de economías de
escala, concentración de redes y sistemas, generación de un volumen cada vez
mayor de desechos y costo creciente de manejo del territorio, entre otros, como
indirectamente a través de alza del precio de los suelos urbanizables, mayores
costos unitarios y reducción del capital social, entre otras cosas. Asimismo,
hay otros factores tanto o más influyentes, como la escasez de recursos, la
falta de planificación y las carencias en materia de coordinación institucional
y gobernabilidad metropolitana estratégica.[3]
Así, la falta de políticas urbanas estratégicas, la desregulación y el mal
funcionamiento de los mercados, en particular el de tierras, y la debilidad del
Estado como proveedor de servicios públicos integradores, son los principales
responsables de estos déficits. Entre las consecuencias más evidentes de los
déficits urbanos se destacan la persistencia de la marginalidad y de la
informalidad que caracteriza las urbes de
Los déficits urbanos en las metrópolis desde la
perspectiva del “derecho a la ciudad”
La seriedad de los déficits en las
metrópolis latinoamericanas se asocia fuertemente con el alto porcentaje de su
población que vive marginada en la ciudad, o que afronta serios obstáculos para
integrarse en la urbe. Desde el punto de vista de las dinámicas urbanas, puede
afirmarse que las grande ciudades de
El derecho a la ciudad es
una expresión legítima de todos los habitantes urbanos a sus derechos de
reconocimiento, y a una estabilidad residencial en la ciudad. Desde esta perspectiva
puede afirmarse que los sectores de la ciudad que no residen en hábitats y
viviendas adecuadas, y no acceden a las oportunidades que brinda la ciudad, se
ven obstaculizados para satisfacer adecuadamente sus necesidades básicas, y
para desarrollar sus capacidades –entendidas estas como las habilidades
potenciales que la gente tiene de poder elegir libremente, tomar decisiones
razonadas, y actuar en consecuencia para alcanzar una vida digna- ;[6] se
ven obstaculizados asimismo en tener una activa participación en la sociedad y
por lo tanto en lograr sus derechos en
forma plena. Garantizar el derecho a la ciudad de todos los sectores debería
ser el objetivo subyacente de todas las intervenciones que buscan eliminar las
injusticias producidas por las dinámicas de exclusión socioterritoriales.
Desde este
paradigma y concepción de la ciudad cabe identificar procesos, mecanismos y
dinámicas en las metrópolis latinoamericanas que atentan contra el derecho a la
ciudad. Cabe preguntarse ¿qué emergentes de exclusión desafían el derecho a
vivir en una ciudad que debería garantizar inclusión a todos sus habitantes?
¿Cuáles de estos emergentes se vinculan más específicamente a dinámicas
excluyentes de las grandes urbes de
Informalidad y marginalidad urbana.
Asentamientos precarios
La fuerte
concentración de población en las metrópolis latinoamericanas está acompañada
por el fenómeno de la informalidad que se manifiesta en la fragilidad de
vínculos en los ámbitos laborales, de seguridad social, de vivienda y de
ordenamiento urbano. Si bien en cada una
de las metrópolis de
Han
convivido hasta la actualidad distintas visiones sobre los factores
determinantes de la informalidad residencial en las ciudades de América Latina.
Resumo a continuación los argumentos de CEPAL, ámbito Regional desde el cual se
piensa el tema desde hace varias décadas, ofreciendo diagnósticos y propuestas
concretas para su superación.[8]
CEPAL destaca la combinación de factores demográficos (crecimiento acelerado
por efecto de los inmigrantes que necesitaban alojamiento barato), económicos
(informalidad laboral y escasos recursos públicos para enfrentar el aumento
exponencial de la demanda de viviendas derivado del crecimiento demográfico
mencionado) e institucionales (escasa capacidad nacional y local para aplicar
normas y regulaciones en la periferia). Según este organismo, la marginalidad
urbana y la informalidad laboral van de la mano: en América Latina el crecimiento
urbano vino acompañado de mercados laborales poco dinámicos, sobre todo a
partir de la década de 1980, lo que concentró una gran población trabajadora en
segmentos informales urbanos de baja productividad. Esto se sumó a un fenómeno
que se venía dando en décadas precedentes conocido como marginalidad urbana, es
decir, la intensa expansión de asentamientos precarios en las periferias de las
grandes ciudades, sobre todo por efecto de la intensa migración de zonas
rurales a urbanas y el crecimiento vegetativo de la población de las ciudades.
Así, a la marginalidad urbana y la informalidad laboral se fueron
retroalimentando mutuamente, lo que da como resultado un círculo vicioso de
exclusión por efecto espacial y por efecto productivo. En esa misma línea, varios
investigadores especializados que han colaborado con
La expresión más visible de la
informalidad residencial urbana son los asentamientos precarios. Actualmente
existe en América Latina un déficit acumulado de viviendas con estándares
mínimos para ser habitadas y más de 111 millones de personas en América Latina
y el Caribe todavía viven en tugurios –asentamientos precarios- (el 24% de la
población urbana). La cifra es más baja en términos relativos a la de hace 20
años, 1990, (33%), pero es mayor en términos absolutos, o sea afecta a un
número mayor de personas (ONU-Habitat, 2012, p. 61). La población viviendo
en la ilegalidad/informalidad en relación al suelo urbano llega aproximadamente
al 40% en muchas ciudades y áreas metropolitanas. Los programas de
regularización que se están implementando en la región desde hace décadas, pero
más intensamente a partir de los años noventa del siglo pasado, no han podido
aun modificar la tendencia al aumento de la población urbana viviendo en la
ilegalidad.
Cabe destacar que un hogar de tugurio, o
asentamiento precario, de acuerdo con ONU-Habitat, refiere a un grupo de
individuos que vive bajo un mismo techo en un área urbana, privado de una o
varias de las siguientes condiciones: disponer de una vivienda de materiales
duraderos, con suficiente espacio, acceso a fuentes mejoradas de agua y a
instalaciones de saneamiento, y sin riesgo de desalojo, o sea con una tenencia
segura (Ibid.
ONU-Habitat, p. 63). Los grados de consolidación
de estos asentamientos, el tipo de carencias y de problemáticas que presentan
son diversos, pero suelen estar privadas total o parcialmente de servicios
básicos, accesos adecuados a espacios públicos y sistemas de transporte, y
están particularmente expuestas al fenómeno de la violencia urbana y las
amenazas ambientales.[10]
Los
asentamientos tienden a concentrarse en las metrópolis. Por ejemplo, los datos
del censo del Brasil de 2010 dados a conocer recientemente revelan que “...el
88,6% de los hogares localizados en aglomeraciones subnormales (los
asentamientos irregulares conocidos como favelas) se encuentran en 20
regiones metropolitanas del Brasil, pero las de San Pablo, Río de Janeiro y
Belén concentran casi la mitad (43,7%) de los hogares localizados en
aglomeraciones urbanas de todo el país”.[11]
En el área metropolitana de Buenos Aires –Ciudad de Buenos Aires y los 24 partidos del Conurbano- en la actualidad
hay alrededor de 820 “asentamientos informales” en los que residen poco
más de un millón de personas con un promedio de 1.276 personas por barrio. La
superficie que abarcan es de
La situación de los asentamientos precarios, su
persistencia y consolidación evidencian que para evaluar las condiciones
habitacionales en toda su complejidad, sería necesario considerar la vivienda
no de forma aislada, sino en relación con el entorno y la ciudad, aspectos que
aun no están contemplados en las mediciones internacionales. Aspectos que el
marco teórico del “derecho a la ciudad comienza a problematizar”.
Segregación
residencial – Urbanizaciones cerradas
Las metrópolis latinoamericanas han
sufrido en las últimas décadas un proceso de fragmentación socio-espacial. La
dinámica adquirió características distintas en cada una de las urbes, pero
redundó en cada caso en un incremento de la segregación residencial, o sea en
procesos que agudizaron la concentración de la población en el territorio según
su posición social e incrementaron la polarización social del espacio. Así, una
de las consecuencias más negativas de la segregación urbana es la de situar a
los estratos sociales en un contexto de socialización e interacción uniforme
que propicia la naturalización y la profundización de las diferencias en la
estructura social; situación que se agrava cuando la estructura
urbano-productiva favorece el aislamiento de algunos territorios.
Los asentamientos precarios son un
indicador de este proceso; se ubican en uno de los extremos de la polaridad. En
el otro extremo de la polaridad residencia se ubican las urbanizaciones
cerradas, las cuales irrumpen con fuerza en la trama urbana de las grandes
metrópolis latinoamericanas en los noventa. Estas urbanizaciones se estructuran como
espacios de acceso restringido desde su construcción y están diseñadas para
proveer seguridad a sus residentes y evitar el acceso de no residentes. Poseen
en general viviendas de muy buena calidad y tienen servicios e infraestructura
de uso colectivo. Este tipo de urbanizaciones, incluyen varias formas
diferenciadas entre sí, como los “clubes de campo” (o “country-clubs”), los “barrios cerrados”, los “clubes de chacra” y
los “mega emprendimientos”. Son todas urbanizaciones cerradas que marcan un
nuevo patrón de apropiación del espacio que acrecienta las brechas sociales,
marcando a su vez circuitos diferenciales de apropiación de los bienes de la
ciudad.
La proliferación de estas
urbanizaciones tuvo un fuerte incremento en las metrópolis latinoamericanas en
décadas recientes. En
Los barrios cerrados se constituyen en enclaves
exclusivos de autosegregación que se aíslan de la ciudad y transforman barreras
físicas en barreras sociales. Las puertas, barreras y dispositivos de seguridad
refuerzan la segregación social urbana y establecen claramente la división
entre ¨los de adentro¨ y ¨los de afuera¨. Son enclaves propicios para el
cultivo de sentimientos de intolerancia hacia la ciudad abierta y sus problemas
sociales.[15]
Para frenar los procesos que
llevan a la segregación residencial son necesarias políticas tendientes a
garantizar el derecho a la ciudad de todos los residentes en un espacio urbano
dado. Se torna necesario orquestar
intervenciones multisectoriales que prioricen tanto la integración social en
los vecindarios, como la integración de todos los vecindarios en la trama
urbana. La diversidad social en los vecindarios amplía las ventajas de vivir en
comunidad y potencia un uso más eficiente de recursos. A su vez la posibilidad
que todos los vecindarios tengan acceso a adecuados servicios de transporte, de
educación, de salud y seguridad, además de ser un derecho, favorece la cohesión
social y la equidad de largo plazo. En el contexto del deterioro de los
servicios públicos que tuvo lugar en las metrópolis latinoamericanas a partir
de los noventa, se torna indispensable revertir la consolidación de circuitos
segmentados socioespaciales de satisfacción de necesidades.
Reflexiones finales
A lo largo de este trabajo se han
destacado las peculiaridades del proceso metropolizador de América Latina. La
magnitud de los déficits urbanos y la dificultad de grandes proporciones de la
población para beneficiarse de los recursos y servicios de las metrópolis
evidencian el largo camino aun por recorrer para garantizar el derecho a la
ciudad y a una vida digna a todos los habitantes. La informalidad, la
marginalidad y los procesos de segregación residencial acompañan el crecimiento
de nuestras grandes urbes. Dinámicas que desde una variedad de intervenciones
públicas se intentan frenar con resultados muy dispares en cada metrópolis.
De
América Latina se dice que es el “Continente de la esperanza”. Una esperanza
que se ancla en la trayectoria de sus pueblos y en su acervo cultural; el ethos
cultural católico común a toda
El encuentro
con el “otro”, que está en la esencia misma del hecho urbano, ha
tenido muy
diferentes formas de realizarse en las ciudades de Occidente según las
distintas tradiciones cristianas. La ciudad anglo-americana de base protestante
–para comparar con otro espacio dentro del continente americano-, se fundó en
una noción sospechosa del “otro”, tributaria de la tesis de la predestinación
de San Agustín, tesis que rescatara y potenciara el calvinismo y que tiende a
discriminar entre una minoría de elegidos y una mayoría de condenados. Por
contraste, la ciudad católica se construyó en la idea de que todos, españoles e
indios, ricos y pobres, son hijos de Dios con iguales posibilidades de llegar
al Reino de los Cielos.[16]
La aceptación del “otro”, la posibilidad del encuentro y el “mestizaje
cultural”[17],
parecen más plenos y llanos en nuestra matriz cultural urbana, de raíz católica.
Las personas que viven en la
informalidad y marginalidad padecen las duras consecuencias de la exclusión;
viven en muchos casos en la permanente realidad de tratar de garantizar su
subsistencia día a día; anclados en la cotidianeidad, con dificultades para
proyectar un futuro mejor para ellos y sus hijos. Esta realidad es innegable y
se irá revirtiendo con políticas acertadas que garanticen inclusión duradera.
También es innegable que el padecimiento de la pobreza en el marco de la
informalidad va acompañado de una variedad de acciones solidarias. La solidariedad
es un aspecto que ha sido reiteradamente destacado como nota distintiva entre
los habitantes de nuestros barrios pobres. Solidariedad que se traduce de
diversas maneras: ayuda entre vecinos, apoyo a servicios comunitarios, acciones
colectivas en pos de mejoras para todo el barrio, etc… Así los que viven en la informalidad y
marginalidad se nutren de este encuentro con el “otro”; en la idea que entre
todos podemos ayudarnos y encontrar vías de supervivencia.
El ethos
cultural católico de nuestras ciudades latinoamericanas ofrece asimismo importantes
márgenes de libertad para la proximidad espacial, incluso la vecindad, entre
personas de distinta condición social. Hay esperanzas por tanto que, ayudados
por adecuadas políticas, la segregación residencial pueda revertirse
exitosamente; esperanza que el “mestizaje” residencial sea celebrado y
apoyado. El acervo cultural de nuestras ciudades ofrece, en síntesis, grados
apreciables de libertad para políticas de control de la segregación.
Los más
recientes documento de posición de los organismos de las Naciones Unidas; a los
que se fue haciendo referencia a lo largo de este trabajo (CEPAL, 2009 y 2012; UN Habitat,
2010, UN Habitat & UNESCO, 2009), coinciden
en que la gran lección de los últimos 20 años, es que la urbanización es
inevitable y, en que en vez de combatirla por ser “enemiga del medio ambiente”
o “fuente de problemas y tensiones”, hay que enfrentar sus déficits, aprovechar
sus potencialidades y promover la gobernabilidad democrática de su despliegue
mediante políticas adecuadas. Las potencialidades, sobre las que este artículo
no ahondó, tienen en las ciudades latinoamericanas un cariz propio, que lleva
el sello de una cultura abierta al otro, al encuentro, a la solidariedad. Este
cariz abre un horizonte de esperanza para soluciones sólidas a los flagelos de
la pobreza, la informalidad y marginalidad en
Gráficos y cuadros
Cuadro 1 América Latina y El Caribe. Concentración de
la población en ciudades grandes
|
Ciudades de un millón o más de
habitantes |
|
Ciudades de cinco millones o más
de habitantes |
||||||||||||
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
1950 |
1960 |
1970 |
1980 |
1990 |
2000 |
2010 |
1950 |
1960 |
1970 |
1980 |
1990 |
2000 |
2010 |
||
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
||
Número de ciudades |
8 |
11 |
17 |
26 |
38 |
48 |
56 |
1 |
2 |
4 |
4 |
5 |
7 |
8 |
|
Población (en miles de personas) |
17 981 |
30 070 |
53 965 |
86 003 |
119 737 |
156 623 |
186 185 |
5 098 |
11 610 |
31 131 |
43 104 |
56 033 |
76 518 |
89 495 |
|
Porcentaje de la población total |
11,1 |
14,1 |
19,4 |
24,3 |
2,.6 |
30,6 |
32,0 |
3,2 |
5,5 |
11,2 |
12,2 |
12,9 |
15,0 |
15,4 |
|
Porcentaje de la población urbana |
26,8 |
28,7 |
33,8 |
37,1 |
38,9 |
40,5 |
40,2 |
7,6 |
11,1 |
19,5 |
18,6 |
18,2 |
19,8 |
19,3 |
Fuente: Centro Latinoamericano y
Caribeño de Demografía (CELADE) - División de Población de
Reconstruido de CEPAL
(Comisión Económica para América Latina y el Caribe), Población, territorio y desarrollo sostenible, 2012
p.184.
Cuadro 2 América Latina. Evolución de la población y tasa de crecimiento
de las metrópolis, 1950-2000
|
Población
(en miles) |
|
Tasas de
crecimiento (por 100 habitantes) |
||||||||||
Metrópolis |
1950 |
1960 |
1970 |
1980 |
1990 |
2000 |
|
1950-1960 |
1960-1970 |
1970-1980 |
1980-1990 |
1990-2000 |
1950-2000 |
México,
D.F. |
3 353,9 |
5 462,6 |
8 986,7 |
14 018,4 |
15 113,1 |
17 588,6 |
4,9 |
5,2 |
4,3 |
0,8 |
1,5 |
3,3 |
|
San
Pablo |
2 334,0 |
4 005,6 |
7 705,7 |
12 183,6 |
14 868,5 |
17 075,9 |
5,3 |
6,5 |
4,6 |
1,8 |
1,6 |
4,0 |
|
Buenos
Aires |
4 747,2 |
6 807,2 |
8 462,0 |
9 969,8 |
11 260,0 |
12 045,9 |
2,7 |
2,2 |
1,6 |
1,2 |
0,6 |
1,7 |
|
Río de
Janeiro |
3 026,2 |
4 523,4 |
6 838,4 |
8 821,8 |
9 807,3 |
11 057,1 |
3,9 |
4,1 |
2,5 |
1,0 |
1,3 |
2,6 |
|
Lima |
645,2 |
1 841,8 |
3 281,9 |
4 608,0 |
6 342,2 |
8 501,4 |
5,0 |
5,3 |
3,7 |
2,7 |
2,0 |
3,8 |
|
Bogotá |
669,1 |
1 682,7 |
2 892,7 |
4 122,0 |
5 230,6 |
7 276,3 |
7,0 |
5,8 |
3,0 |
3,0 |
2,7 |
4,4 |
|
Santiago |
1 436,5 |
2 071,6 |
2 792,0 |
3 919,9 |
4 729,1 |
5 392,4 |
4,0 |
2,8 |
3,4 |
1,9 |
1,3 |
2,7 |
|
Belo
Horizonte |
411,9 |
790,5 |
1 501,6 |
2 461,1 |
3 200,1 |
4 013,6 |
6,4 |
6,4 |
4,9 |
2,4 |
2,5 |
4,5 |
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
Fuente:
Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) - División de
Población de
Ver CEPAL América
Latina y el Caribe. Observatorio demográfico Nº 8, p.22
Mapa
1 América del Sur: evolución de la
cantidad y el tamaño demográfico de las ciudades, 1950 y 2000
De
Fuente: Centro Latinoamericano y
Caribeño de Demografía (CELADE)-División de Población de
Información
de la base de datos Distribución Espacial de
(DEPUALC),
2009.
Extraído
de CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), Población, territorio y desarrollo
sostenible, 2012 p.152.
Mapa 2 América Latina (países seleccionados): Tasa
de crecimiento intercensal de los aglomerados metropolitanos, 1990-2000
Fuente: Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) - División de
Población de
Ver CEPAL América Latina y
el Caribe Observatorio demográfico Nº
8, p. 26
Mapa 3 Gran
Buenos Aires y Gran Santiago. Disparidades socioeconómicas seleccionadas entre
municipios centrales y periféricos, Censos de la ronda 2000
.
Fuente: Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) - División de
Población de
Ver
CEPAL, América Latina y el Caribe. Observatorio demográfico Nº 8, p.27
Mapa
4 Asentamientos informales y
urbanizaciones cerradas en el Area Metropolitana de Buenos Aires, 2008
Fuente: Instituto del Conurbano, Universidad
Nacional General Sarmiento
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Comisión Económica para
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Lefebvre, H. (1968). Le droit à la ville. Paris: Anthopos.
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United Nations (UN) (2010). UN - Habitat for a Better Urban Future. Summary Report of the Fifth
Session of the World Urban Forum (WUF 5).
[2] “La gama de “déficits urbanos” remite a las condiciones de vida de la
población, la infraestructura, el equipamiento, la conectividad, la
institucionalidad, la participación ciudadana y la capacidad de gestión y de
gobierno de las ciudades. Se trata de déficits acumulados que responden a diversos
fenómenos” (CEPAL 2012, p. 138).
[3] Ver ONU Habitat Por un Mejor Futuro Urbano http://www.onuhabitat.org/index.php
[4] Ver United Nations (2010). Un Habitat for a Better Urban Future. Summary Report of the Fifth Session of the World Urban Forum (WUF 5).
[5] Los debates en estos eventos y las contribuciones están bien plasmados en Brown, A. & Kristiansen, A. Urban Policies and de Right to the City. Rights, Responsability and Citizanship (SHS/SRP/URB/2008/PI/H/3 REV) UN Habitat y UNESCO, 2009.
[6] Ver Sen, A. (1985), Commodities and capabilities, Amsterdam: North-Holland.
[7] Ver Jordan, R., Regner, J. & Samaniego,
J. (2010) “Regional Panorama Latin America: Megacities and Sustainability”, Documento
de proyecto, Nº 289 (LC/W.289), Santiago de Chile, Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (CEPAL)/Agencia Alemana de Cooperación Técnica (GTZ).
[8] Se resumen en este párrafo los argumentos
desarrollados en CEPAL, 2012, p.193, y en CEPAL (2010), La hora de la
igualdad: Brechas por cerrar, caminos por abrir (LC/G.2432-SES.33/3-),
Santiago de Chile.
[9] En contraposición al planteamiento
de
[10] La precariedad habitacional
afecta con mayor fuerza a las mujeres y a los jóvenes, en especial por
fenomenos como el hacinamiento y la falta de seguridad y de oportunidades.
[11] Observatorio de las Metrópolis del Brasil [en línea] www.observatoriodasmetropoles.net/index.php
[12] Ver PNUD (Programa de Naciones Unidas para el
Desarrollo) Segregación residencial en
Argentina. Aportes para el Desarrollo Humano en Argentina Buenos Aires,
PNUD, 2009.
[13] En los cinco años que
van desde el censo del 2001 hasta el 2006, por cada 100 nuevos habitantes en
los 24 partidos del Conurbano Bonaerense, 60 se ubicaron en asentamientos
informales y 40 en la ciudad “formal”. Esa cifra era de 10 cada 100 en el período 1981-1991 y de 26 cada 100 entre 1991 y 2001. Ver PNUD, 2009.
[14] Es decir, la proposición original
de los asentamientos de albergar una sola familia en cada lote, se fue
modificando en particular cuando ya han transcurrido casi 30 años de los
primeros asentamientos y las segundas generaciones ya han conformado nuevas
familias. Estos nuevos grupos familiares se ubican en otra vivienda dentro del
lote. En algunos casos han motivado la conformación de nuevos asentamientos
contiguos a los antiguos.
[15]Ver Suarez, A.L. (2011) “Segregación
residencial en
[16] Ver Sabatini, F. &
Brain, I. “La segregación, los guetos y
la integración social urbana: mitos y claves” en Revista EURE Vol. XXXIV, Nº 103, 5-26,
diciembre 2008.
[17] El mestizaje cultural es un concepto utilizado en el Documento de