La infancia irlandesa en The Southern Cross (Argentina, 1875-1910)
Viviana P. Keegan[1]*
Universidad del Salvador
Argentina
Resumen
El presente trabajo muestra los avances de una investigación en curso sobre los niños de la temprana comunidad irlandesa que se asentó en Argentina hacia mediados del siglo XIX. The Southern Cross (La Cruz del Sur), el diario católico irlandés fundado en Buenos Aires en 1875, ofrece un panorama abarcador de la niñez, que está presente en artículos y publicidades en tres áreas: educación; salud; libros para niños, juguetes, vestimentas y comida. A fines de siglo, la atención del diario se enfoca en la realidad política y cultural de Irlanda, a través de una sección dedicada a la Liga Gaélica y el estudio de la lengua irlandesa, y una columna para los jóvenes, en un intento por transmitir a sus descendientes hiberno-argentinos una fuerte identidad étnica.
Palabras clave: infancia irlandesa, The Southern Cross, hiberno-argentinos, identidad irlandesa, libros en el Río de la Plata (s. XIX).
Abstract
The Irish Children in The Southern Cross, Argentina (1875-1910): This paper shows the progress of an ongoing research about the children of the early Irish community that settled in Argentina towards the middle of the 19th century. The Southern Cross, the Irish Catholic newspaper founded in Buenos Aires in 1875, is a valuable source as it offers an encompassing image of childhood. On the paper, children appear in articles and in advertisements around three main areas: education; health; children’s books, toys, clothes and food. Towards the end of the century, the paper focuses on the political and cultural situation in Ireland, offering a special section for the Irish League and the study of the language, and another section for the young, as an attempt to transmit a strong Irish identity to their Irish-Argentine descendants.
Keywords: Irish children, The Southern Cross, Irish-Argentine, Irish identity, books and textbooks in 19th century-Río de la Plata.
Fecha de recepción: 23-06-20. Fecha de aceptación: 21-12-20.
Introducción
El presente trabajo es una introducción a una investigación sobre los niños de la temprana comunidad irlandesa que se asentó en Argentina en un número significativo hacia mediados del siglo XIX y llegó a su proceso de asimilación a la sociedad receptora hacia 1920. En tanto la investigación está en proceso, se dará un panorama de la representación de infancia en el periódico The Southern Cross, voz de la comunidad irlandesa en la Argentina, en el período de 1875-1910. Este artículo fue escrito en base a dos ponencias realizadas en la Pontificia Universidad Católica de Chile (International Conference Ireland and Latin America: Globalizing Irish Studies. The Idea of a Nation and Narratives of Independence. Santiago de Chile, 9-12 de diciembre 2018) y en Trinity College Dublin, Irlanda (Comparisons, Conflicts and Connections: Ireland and Latin America in the Past, Present and Future, Society for Irish Latin American Studies, 23-26 Abril 2019).
La temprana comunidad irlandesa en Argentina
Durante el siglo XIX, la transmisión de los valores identitarios étnicos y religiosos entre los irlandeses tuvo rasgos particulares en cada comunidad de la diáspora, constituida fundamentalmente a partir de la gran emigración posterior a la Gran Hambruna en Irlanda (1845-1851) a países de habla inglesa como Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. El caso de la comunidad de Argentina es especial en tanto era un país hispanohablante de costumbres muy diversas, aunque católico.
Los inmigrantes irlandeses se consolidaron como comunidad en Argentina hacia mediados del siglo XIX con la llegada en 1844 del Padre Anthony Fahy (1805-1871), líder indiscutido de los irlandeses hasta su muerte, ocurrida en la Ciudad de Buenos Aires en 1871 durante la fiebre amarilla. Fahy fue un hombre de acción cuya experiencia previa en comunidades irlandesas de Estados Unidos le indicaba alejar a los inmigrantes de las ciudades para que se establecieran en el campo y adquirieran tierras, en las que ya desarrollaban su conocimiento de la cría de ovejas, actividad que coincidió con la demanda internacional de la producción lanar. Fahy supo mantener relaciones cordiales y de mutuo provecho con Thomas Armstrong, referente de los protestantes en Buenos Aires, así como con las autoridades del clero en el país. Entre los irlandeses, Fahy se ocupó de muy diversas cuestiones domésticas pero su rol fundamental fue el de organizar a la comunidad con el objeto de preservar su identidad, sus tradiciones y su fe católica. Gestionó ante el arzobispo de Dublín el arribo de capellanes irlandeses para atender a su grey distribuida en los campos de la Provincia de Buenos Aires, y la llegada (en 1856) de las Sisters of Mercy (Hermanas de la Misericordia Irlandesas) para ocuparse de los enfermos del Hospital Irlandés (1848) y de la educación de las niñas irlandesas en su convento, escuelas y orfanato de la calle Riobamba (Ussher, 1951). La cifra de irlandeses que componían esa comunidad hacia 1860 —en su gran mayoría procedentes de los Condados de Westmeath y Wexford— es aún difícil de establecer. En su estudio, Korol y Sábato (1981) estiman un máximo de once mil quinientos irlandeses durante el siglo XIX, pero otras fuentes elevan el número (ver Keogh, 2016).
La muerte de Fahy en 1871 y la partida en 1880 de las Sisters of Mercy, en medio de un ambiente de anticlericalismo y tensiones por el incendio del Colegio del Salvador (1875), reavivaron divisiones en la creciente comunidad irlandesa que buscaba su identidad y su ascenso social en Argentina, en momentos en que el país también se consolidaba como nación y pasaba por importantes transformaciones demográficas y sociales con la llegada de una gran masa inmigratoria y la promulgación de nuevas leyes civiles, especialmente la Ley 1420 de educación común, gratuita y obligatoria (1884). La comunidad irlandesa se desarrolla fundamentalmente en la Provincia de Buenos Aires (Luján, Mercedes, Suipacha, Navarro, Carmen de Areco, San Pedro) y más tarde en Venado Tuerto (provincia de Santa Fe). En diferentes localidades se erigen iglesias y escuelas católicas para la educación de los hijos de los inmigrantes irlandeses, instituciones que en ocasiones tienen corta existencia. En 1883 se funda la Asociación Católica Irlandesa que abrirá en 1899 el Colegio Santa Brígida en la Ciudad de Buenos Aires. Con la llegada de los Padres Palotinos se funda en 1887 la escuela San Patricio en Mercedes (provincia de Buenos Aires). Con el apoyo de la comunidad, los Padres Pasionistas erigen la Iglesia de la Santa Cruz (Holy Cross) en el barrio de San Cristóbal en la Ciudad de Buenos Aires (1894) y la escuela San Pablo (1900) en Capitán Sarmiento (provincia de Buenos Aires) junto al monasterio. El Instituto Fahy es inaugurado en 1891 en Capilla del Señor y luego también en Moreno (1929) por la Sociedad de Damas de San José, constituida con el fin de hacerse cargo de la educación de los niños varones huérfanos afectados por la tragedia anunciada del barco Dresden en 1889 (Roger, s/d; Keogh, 2016).
En 1875, Monseñor Patrick Joseph Dillon (1842-1889) funda el periódico comunitario The Southern Cross (La Cruz del Sur). Editado durante muchas décadas en inglés, hoy continúa su difusión en castellano.
Presentación de la investigación
Cada sociedad tiene una visión particular de la infancia, lo que llamamos representación de infancia. Nuestro modo de ver o entender la niñez no es algo evidente o natural, es una construcción social y por este motivo las representaciones de infancia son consideradas «un catalizador», un valioso instrumento de análisis de una sociedad (Carli, 2009).
Durante los siglos XVII y XVIII, el niño era considerado un «adulto en miniatura» que debía ser educado e instruido. Hacia finales del siglo XIX, la representación de infancia del niño ha cambiado (Ariès, 2008 y de Mause, 1982). El siglo XX inaugura una nueva concepción sobre la niñez y aporta nuevos tratados para el abordaje de su temática. En 1989, la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño establece los derechos civiles, políticos, económicos, sociales, culturales y de salud de los niños.
En su tesis The Children of the Diaspora: Irish Schools and Educators in Argentina 1850-1950 [Los niños de la diáspora: escuelas y educadores irlandeses en Argentina 1850-1950], María José Roger ofrece una cuidadosa descripción de las instituciones y maestros que enseñaron a los niños de los inmigrantes irlandeses en Argentina durante la segunda parte del siglo XIX y el comienzo del siglo XX (Roger, s/d). Este es el único estudio orgánico sobre la infancia de esta temprana comunidad irlandesa de Argentina, pero aborda solo el área de educación y es de carácter descriptivo. Sin embargo, los estudios contemporáneos de infancia son multidisciplinarios y abrevan en campos como el derecho, la antropología, los estudios sociales y culturales, la literatura, la pedagogía y la educación, la salud y la migración (Carli, 2009). En nuestro conocimiento, no hay estudios integrales que contemplen la totalidad de la experiencia de los niños de la comunidad irlandesa que se asentó en Argentina hacia 1850. Debemos expandir los estudios de infancia de esa temprana comunidad y buscar nuevas fuentes y perspectivas.
Al rastrear en profundidad datos o menciones a niños y al universo infantil en gran parte del material escrito sobre la comunidad irlandesa en Argentina diseminado en libros, tesis, artículos, documentos y cartas personales (Murray, 1919; Murray, 2006; Cruset, 2015; Keogh, 2016; Izarra, 2010; Delaney, 2006, 2017; Kelly, 2009; Landaburu, 2006; Korol y Sábato, 1981; Ussher, 1951; etc.) se evidenció que, aunque ofrecían información valiosa, esta era demasiado escasa y dispersa como para sostener una investigación abarcadora del fenómeno de la infancia dentro de la comunidad. El estudio del The Southern Cross, el diario de la comunidad fundado en 1875, puede darnos un panorama de la representación de infancia de la comunidad, los valores y principios en los que los hijos de los primeros inmigrantes irlandeses católicos eran educados y lo que los adultos —padres, maestros, clero, comunidad— esperaban de ellos como descendientes.
The Southern Cross y sus primeros editores
En 1875, cuatro años después de la muerte del Padre Fahy, el religioso irlandés Patrick Joseph Dillon (1842-1889) funda para la comunicación de la comunidad irlandesa el diario The Southern Cross (La Cruz del Sur), que se distribuía ampliamente entre los ávidos lectores de todos los pueblos de la pampa. El propósito del diario era, como expresa en su primer número del 16 de enero de 1875, brindar a los inmigrantes irlandeses una visión propia —católica e irlandesa, en ese orden— de los acontecimientos de Irlanda, la Argentina, las comunidades de la diáspora irlandesa y el mundo en general, contando con el apoyo y respeto de los inmigrantes irlandeses protestantes y diferenciándose de una mirada anglófila que criticaba en el diario The Standard de los hermanos irlandeses Mulhall, editado también en inglés en Buenos Aires. Dillon cumplió diversos roles y llegó a ser senador por la Provincia de Buenos Aires. Tras su enfermedad y muerte, el profesor Michael Dineen toma la dirección del diario, en el que comienza a colaborar y destacarse un periodista y escritor inteligente, William Bulfin (1863-1910). Más tarde, Bulfin comprará el periódico y le dará una impronta política diferente, cercana al sentimiento nacionalista irlandés que busca la independencia de Gran Bretaña, movimiento de creciente impulso en Irlanda y los importantes centros de la diáspora irlandesa, especialmente Estados Unidos. Bulfin dirigió el periódico desde 1896 hasta poco antes de su muerte ocurrida en Irlanda en 1910.
Dillon fue el primer editor del diario durante el periodo de integración de la comunidad irlandesa a la sociedad argentina (Delaney, 2017), cuyos miembros se definen primero por su fe y luego por su origen, ya que no poseían nacionalidad irlandesa sino británica, en tanto dependían de dicho gobierno. Bulfin, en cambio, es el editor de un segundo período, el de adaptación (Delaney, 2017) en momentos en que la comunidad, que tiene ya muchos descendientes, debate a fines del siglo XIX sobre una nueva identidad hiberno-argentina, sobre temas como la educación en lengua inglesa o castellana, la necesidad o no del estudio de la historia argentina y de la lengua española, y el de una fuerte vinculación y compromiso con la situación de Irlanda y la causa de su independencia.
La lectura de The Southern Cross
El propósito de la lectura de The Southern Cross no fue sólo investigar cómo la infancia irlandesa era vista a través del diario, sino también determinar si, en su contenido, el periódico dedicaba con regularidad alguna sección o columna especial a la niñez y a la transmisión de una identidad irlandesa a las nuevas generaciones nacidas en el país, como ocurría en Estados Unidos con el Boston Pilot, cuya sección infantil escribía y dirigía Mary Anne Sadlier (Keljik, 1994).
El público lector de The Southern Cross era la comunidad irlandesa de Argentina (en sus comienzos, básicamente la ciudad y la provincia de Buenos Aires) y probablemente algunos extranjeros anglohablantes del Río de la Plata relacionados con el comercio. El periódico también llegaba a otros puntos del planeta en la correspondencia que era habitual entre los irlandeses, siendo los diarios un objeto común y preciado de intercambio (Fitzpatrick, 1994). Era un diario destinado a la comunicación de la comunidad. No tenía un carácter pedagógico ni educativo, de modo que el foco de la información no estaba puesto en los niños en particular. En este sentido los niños están en la periferia. Sin embargo, el periódico se dirigía a la familia católica y tenía una preocupación permanente por la infancia en general —actitud propia de finales del siglo XIX—, no sólo por los niños irlandeses, sino también por los niños en Argentina y los niños del mundo, lo que se reflejaba en numerosos artículos publicados que versaban sobre esta franja etaria de la sociedad. El diario no tuvo una sección específica para niños durante las primeras dos décadas, pero bajo la dirección de William Bulfin desde 1896, The Southern Cross dedicó un espacio a la infancia y a los jóvenes con el fin de despertar en ellos el amor por Irlanda y formarlos profundamente en la tradición y la defensa de la cultura irlandesa. Volveremos sobre esto en detalle.
Los irlandeses estaban genuinamente preocupados por la educación y la instrucción de la niñez tanto para varones como para mujeres. Dice el historiador irlandés David Fitzpatrick (1994) que para el inmigrante irlandés «La educación era generalmente considerada un camino al éxito, y la escolaridad formal, el camino apropiado para la educación». El sistema escolar establecido por el gobierno británico para Irlanda en 1831 impartía la instrucción en inglés y no en gaélico, lo que contribuyó, junto a otras causas (como la muerte de miles de hablantes de gaélico por la Gran Hambruna de 1845 a 1851 y la posterior emigración en masa), a la casi extinción de este idioma en la isla y a su intento por recuperarlo hacia fines del siglo XIX por la Liga Gaélica y el Renacimiento irlandés. En los censos argentinos de 1855 y 1869, se advierte que la mayoría de los irlandeses llegados a la ciudad y la provincia de Buenos Aires podían leer y escribir —tanto hombres como mujeres— y el analfabetismo aparece solo en los de mayor edad, lo que los diferencia de otros grupos inmigrantes a Argentina.
Durante el siglo XIX en Europa, la responsabilidad pública se amplió considerablemente respecto de los hijos ajenos. Creció el interés por el bienestar y protección de la niñez y se crearon orfanatos y asilos para la asistencia de huérfanos de guerra, niños ilegítimos y abandonados. También se generó una ola de beneficencia privada preocupada por el futuro de la infancia, especialmente la de los hijos de los trabajadores (de Mause, 1982). Para la época, la familia y la escuela son los dos ámbitos esperables para que un niño adquiera un desarrollo adecuado a las reglas sociales, en tanto se entiende que el niño es un futuro ciudadano que necesita ser educado bajo la ley, que debe necesariamente pertenecer a una familia respetable y tener la condición de alumno, es decir, estar inserto dentro de un sistema social y escolar (Carli, 2009). Los niños que no estaban en estas condiciones, como los huérfanos, los niños abandonados, los niños trabajadores, los hijos de inmigrantes, los hijos de los convictos o los niños que vivían en las calles eran considerados «niños que no son como los niños» o «menores», y se los mencionaba con adjetivos descalificadores como «pobres», «amorales», «huérfanos», «excluidos» (Frigerio, 2011). Se los consideraba no sólo «en peligro» sino «potencialmente peligrosos» para la sociedad. Los hijos de los inmigrantes recibían una mirada especialmente escrutadora.
En The Southern Cross, los niños aparecen en torno a tres áreas: 1) educación y crianza, 2) salud y hábitos, c) libros, vestimenta y juguetes. Los temas de educación y salud se desarrollaban ampliamente en editoriales, cartas de lectores y noticias, mientras que había referencias a libros, juguetes, vestimenta y comida en las publicidades. Todo ello nos da información sobre las ideas y los hábitos de los irlandeses respecto de la niñez.
1. Educación y crianza
En cuanto a la educación formal, muchas escuelas irlandesas o de habla inglesa publicaban avisos casi diariamente en The Southern Cross (incluyendo una institución dirigida por el mismo Dillon, St. George’s). Cuando se aproximaba el inicio escolar (febrero y marzo en el hemisferio sur), el diario se dirigía enfáticamente a los padres a través de sus editoriales, comentarios, artículos propios y de otros diarios de comunidades irlandesas del mundo, y hasta de publicidades, defendiendo la necesidad de una educación católica auténtica y reflejando su temor por la educación laica o «sin Dios» (Godless education) que se extendía por Europa y aquí era vista como propiciada por el Estado argentino.
En tanto alumnos o estudiantes, los niños aparecen mencionados en diferentes secciones del diario: en los editoriales sobre educación o sobre instrucción religiosa, en cartas de lectores que debaten sobre la educación, en artículos sobre relaciones intrafamiliares, en breves comentarios sobre conducta social (cómo ser «un niño respetuoso y obediente», cómo ser «una perfecta damita»), en comentarios sobre la crianza del bebé («un niño feliz», «un hogar feliz»), en comentarios sobre la salud (dietas y hábitos alimenticios para niños), en las publicidades de instituciones escolares.
En todas las secciones del diario, los niños aparecen como un colectivo, un grupo social que debe ser criado en la disciplina y los valores étnicos y religiosos, cuya responsabilidad recae en los padres, los maestros y la iglesia. Los niños asisten a las celebraciones religiosas y escolares y en ocasiones reciben premios: entonces se los menciona como individuos por su nombre completo ya que sus logros conllevan un reconocimiento para su familia y escuela. Este parece ser un fenómeno común a los irlandeses de la diáspora: por ejemplo, el diario The Southern Cross de la comunidad irlandesa de Adelaide, Australia, también editaba hacia fin del año escolar largas listas de los premiados y las categorías correspondientes, así como las muestras de teatro y música de los diversos colegios irlandeses. En el diario argentino, los niños sólo aparecen individualizados cuando nacen (sección «Nacimientos»), cuando reciben un premio escolar o cuando mueren (sección «Obituarios»). También aparecen referencias frecuentes a «los niños del Orfanato Irlandés» de Buenos Aires como un colectivo institucional sin nombres individuales. El diario publica escrupulosamente la nómina de familias irlandesas donantes y los montos con los que contribuyen a la manutención del hogar. Los niños también toman parte de las ceremonias comunitarias o de corte político. Por ejemplo, en 1921, durante una celebración en Capitán Sarmiento (provincia de Buenos Aires), los niños asisten al discurso que pronuncia Laurence Ginnell, representante nombrado para Argentina y Sudamérica por la República Irlandesa, enviado a nuestro país con el fin de recaudar fondos para su gobierno a través de bonos, intensificar la campaña de propaganda y desarrollar la red diplomática irlandesa en Sudamérica (Keogh, 2016).
En Argentina, la Ley 1420 de educación común, gratuita y obligatoria para los niños de seis a catorce años es promulgada en 1884 en medio de un intenso debate entre liberales y católicos. La ley tuvo un profundo impacto en la identidad argentina y su influencia todavía se siente en muchas áreas. The Southern Cross reflejó sus dudas y temores respecto de esta «educación sin Dios» (Godless education). En momentos de tensión entre el gobierno y la Iglesia argentina, declaran estar en contra de la educación laica: «[porque] residimos en un país donde hay una infidelidad desenfrenada (...) apoyada y alentada por los que gobiernan». Más adelante concluyen: «El verdadero cristiano y el verdadero católico deberían más que nunca estar alerta a la necesidad de una educación católica en este momento y bajo las presentes circunstancias» (13 de febrero de 1885, traducción de la autora). El diario siguió los debates durante el Congreso de Pedagogos en 1882, apoyando a José Manuel Estrada, considerado uno de los más hábiles defensores de los principios católicos. Estrada era diputado y fundador del diario católico La Unión. Su hermano Ángel Estrada tenía un negocio floreciente que importaba y proveía de material escolar (globos terráqueos, muebles escolares, mapas, textos de Appleton) desde Europa y Estados Unidos a todas las escuelas nacionales de Argentina (González y Condoleo, 2012). La nueva ley nacional también obligaba a la enseñanza de la historia y geografía argentinas, y del castellano como «lengua nacional», uniformando la instrucción escolar para todos los alumnos, en especial los hijos de gran número de inmigrantes. Los italianos, que tenían muchas escuelas privadas para sus hijos y un profundo sentido de su origen itálico, también eran el centro de las acusaciones de anarquismo y masonería, un problema que había preocupado al Padre Fahy por años. A medida que el primer centenario de la Revolución de Mayo se acercaba, los debates sobre nacionalidad y educación nacional se incrementaban.
The Southern Cross sigue atentamente los acontecimientos de la educación argentina, proveyendo a sus lectores de estadísticas sobre la escolaridad en Buenos Aires y las provincias. Para el año 1882 publican que en la ciudad y en la provincia de Buenos Aires, unos 116.000 niños y niñas asisten a la escuela pero sólo 22.000 lo hacen en forma regular (6 de octubre de 1882). El diario también incluye artículos sobre la educación de los niños en el mundo, como modo de comparar, aprobar o criticar diversos enfoques educativos (por ejemplo, un artículo sobre la educación de las niñas en China [14 de febrero de 1879], o las escuelas industriales en Méjico [22 de febrero de 1884]). Algunos artículos sobre la educación en Italia se incluían para ejemplificar el avance de la educación laica en el mundo. El Southern Cross publica artículos y comentarios sobre lo que considera los aspectos negativos de la educación en Argentina: una educación no católica, un número reducido de maestros, formación de los enseñantes, comodidades edilicias insuficientes, inadecuación de textos escolares, una matrícula paga. De forma regular y constante el diario brinda a sus lectores información al día del número de alumnos que asisten a las escuelas estatales en cada nivel de instrucción. A veces se hace mención especial a alguna escuela no-irlandesa, en particular el Colegio San José, la institución fundada por los vascos en la Ciudad de Buenos Aires en 1858, poco después de la llegada de las Sisters of Mercy. En momentos en que la comunidad irlandesa no tenía una opción escolar que ofrecer para los hijos varones, el padre Fahy había estrechado lazos firmes con los curas vascos alabando su escuela por sólida y confiable. De hecho, Eduardo Casey, hombre de negocios y fundador de Venado Tuerto, fue alumno del Colegio San José en los primeros años de la institución (Sarthou, 1960). Pero también porque Fahy consideraba a los curas vascos como aliados en su común lucha contra el anticlericalismo y la masonería. Aunque el diario provee constantemente información precisa sobre las escuelas públicas en Buenos Aires, hay una falta de datos y referencias a las escuelas irlandesas. Las únicas menciones se hacen a través de la publicidad y de los comentarios esporádicos en la sección «Noticias generales» y la entrega de premios a escolares.
Para la década de 1890 la comunidad está ya en el proceso de adaptación (Delaney, 2017). Los edificios de los irlandeses —escuelas, iglesias, lugares de reunión y esparcimiento— marcan un territorio físico y simbólico en la ciudad y la Provincia de Buenos Aires. Bajo la dirección de William Bulfin (1896-1906) el diario cambia el foco y presta particular atención a la situación en Irlanda y a la Liga Gaélica establecida en Irlanda en 1893 por Douglas Hyde e Eoin Mac Néill con el fin de recuperar y difundir el estudio de la lengua como instrumento de identificación de lo irlandés. Bulfin funda una rama de la Liga en Buenos Aires y dedica la segunda página del periódico a la lengua gaélica y la cultura irlandesa. Bulfin no sólo editaba las novedades sobre la Liga en su diario sino que actuó como representante de la comunidad hiberno-argentina ante ella en las reuniones llevadas a cabo en Irlanda. De esta manera, logró un reconocimiento personal como periodista y escritor y fue considerado un miembro valioso que podía articular la participación de la comunidad argentina para apoyar la causa de Irlanda (Keogh, 2016).
La segunda página del diario pasa a publicar regularmente poesía y artículos de otros diarios irlandeses en el tema de la enseñanza y aprendizaje del gaélico (por ejemplo, en la Universidad de Notre Dame, en Estados Unidos) llegando a analizar y discutir en detalle los resultados de los exámenes de dicha lengua en diferentes escuelas de Irlanda. En cuanto a la comunidad en Argentina, es interesante hacer notar que Bulfin ofrece premios a tres escuelas irlandesas de Buenos Aires que enseñan la materia Historia de Irlanda para los estudiantes que se destaquen en ella, y alienta a seguir el ejemplo a otras escuelas de la comunidad, especialmente de niñas, con la esperanza de que, a través del conocimiento de su historia, los niños y niñas puedan sentir respeto por su identidad.
Otra referencia notable es una sección especial, en la vigésima página, llamada «La sección de los jóvenes» (Young Folks Department). Los jóvenes lectores competían resolviendo adivinanzas y enigmas relacionados con la cultura de Irlanda, así como problemas de matemática. La sección también proponía una traducción de un texto del o hacia el gaélico y los lectores enviaban sus comentarios y debatían sobre cuál resultaba la mejor opción. Para esta sección es probable que Bulfin se haya inspirado en la mencionada experiencia del diario de la comunidad irlandesa de Boston, el Boston Pilot, sección que dirigía y escribía Mary Anne Sadlier para los niños irlandeses en aquel país, en un esfuerzo por transmitir y preservar su cultura entre las nuevas generaciones que deberían hacerse cargo de continuar la lucha independentista fuera de Irlanda. La sección, muy popular, contenía relatos, leyendas, historias de santos, juegos y adivinanzas relacionadas con la cultura de Irlanda, el intercambio de cartas entre niños y niñas de Estados Unidos y de Irlanda, la colecta de fondos para combatir el hambre, etc. (Keljik, 1994). Sadlier también escribió y publicó en el Boston Pilot numerosas novelas, que reflejaban la experiencia de la emigración irlandesa y sus problemas, para educar a los hijos de los irlandeses. Bajo la dirección de Bulfin y con el mismo propósito educativo, el Southern Cross publica por entregas una de las novelas históricas de Sadlier, A Tale of the Rebellion of 1641 [Un relato de la Rebelión de 1641], una práctica que se repite también en diarios irlandeses en Australia.
Podemos concluir en que, si en tiempos de la fundación del diario y de Monseñor Dillon, los irlandeses se definían a sí mismos como católicos y luego irlandeses, a comienzos del siglo XX y bajo Bulfin, la fórmula ha cambiado: son irlandeses, o mejor dicho, hiberno-argentinos, así como católicos.
2. Salud y hábitos
Los niños también eran mencionados en los informes estadísticos sobre educación y salud de la ciudad de Buenos Aires publicados regularmente por The Southern Cross y extraídos de la Revista Médica, que detallaban la condición sanitaria de la ciudad, el número de nacimientos y muertes, de niños muertos al nacer, de matrimonios, de hijos legítimos e ilegítimos, de enfermedades y el número de pacientes. De acuerdo con estos registros periódicos, los niños morían de fiebre tifoidea, encefalitis, crup, sarampión y escarlatina, difteria y gripe. El desarrollo urbano transforma a Buenos Aires en una ciudad más moderna cuyo modelo será la París de Haussmann, al tiempo que, con la llegada de un alto número de inmigrantes y el rápido crecimiento de la población, se agravan los viejos problemas sanitarios, habitacionales y sociales. The Southern Cross publica las estadísticas regularmente y muestra una gran preocupación por las condiciones sanitarias en Buenos Aires y las provincias.
El periódico se alarma también por el alto número de niños ilegítimos y de niños abandonados en la ciudad, cuyo número crecía de forma acelerada en Buenos Aires desde la década de 1870 (Guy, 1994). Sobre el tema, el diario publica en 1888 los índices de cada ciudad de Europa: Dublín (1,50%) tiene la tasa más baja de niños ilegítimos mientras que Praga ostenta la máxima (46,80%). En Buenos Aires, los niños ilegítimos son el doce por ciento de los nacimientos. Para la década de 1880, los niños abandonados ya habían excedido la capacidad edilicia de las instituciones asignadas en Buenos Aires, con el agravante de que, ante la falta de espacio, los niños y niñas de la calle eran inevitablemente alojados en las cárceles junto con criminales adultos. En las últimas décadas del siglo XIX, se produce en Argentina la constitución de las ramas médicas, y las prácticas psiquiátricas y psicológicas referidas a los niños y niñas se hacen más específicas. El estado promueve políticas sociales de asistencia y de albergue de niños y adolescentes pero no fue sino hasta 1899 que los niños con problemas psiquiátricos pudieron ser alojados en un lugar adecuado y diferente del de los pacientes adultos (Sánchez, 2011; Guy, 1994).
Durante el último cuarto del siglo XIX, existió una gran preocupación entre los médicos higienistas argentinos por la gravedad de los problemas de la salud pública. Se realizan las primeras estadísticas sobre mortalidad infantil y los resultados son alarmantes. En 1888, el diario publica que en la ciudad de Buenos Aires, sobre una población de 180.000 habitantes, el número de nacimientos es de 19.000 niños pero el número de niños muertos al nacer supera esta cifra: son más de 20.000 (11 y 29 de enero de 1889). En 1894, las muertes de los niños menores de cinco años llegan casi al 56% (9 de marzo de 1894). El diario refleja los intentos sanitarios por mejorar la situación. Las autoridades de la salud pública promueven la atención en hospitales y pequeños dispensarios para ofrecer nociones de puericultura y lactancia. Las leyes de educación exigen que la instrucción se brinde de acuerdo con estándares higiénicos y sanitarios. El discurso médico positivista e higienista se vuelve parte del lenguaje y las prácticas escolares (Sánchez, 2011).
Como se dijo, en el diario los niños son mencionados como individuos al nacer, al morir, o al convertirse en huérfanos. A veces la circunstancia trágica de la muerte de un niño se produce en la escuela del campo, muy lejos de su hogar (como Katherine Austin, de San Pedro, que muere en la Escuela de Miss Conway en 1883) o en la escuela en Irlanda (en 1879 Catherine Murphy, de Salto, muere a los diez años en Wexford) y el detalle de lo acontecido aparece publicado por The Southern Cross, que ruega que la noticia sea reproducida por otros diarios irlandeses del mundo. En la misma sección, se informa a veces sobre misas y novenas en homenaje a la memoria de los niños muertos.
La Sección «Noticias generales» (General items section) del diario brinda una imagen escalofriante del estado de desamparo que sufrían los niños, en especial los de los barrios pobres de Buenos Aires. En general, no suelen pertenecer a la comunidad irlandesa (aunque hay excepciones), no tienen nombre que los individualice y se los menciona como «un niño», «una niña», «un niño italiano», «un vasco». Varios artículos muestran además cómo los niños de todos los niveles sociales y nacionalidades estaban desprotegidos y expuestos a peligros en la ciudad y en los campos: los niños pueden desaparecer (como Patrick Harking, irlandés, 15 años, de la Estancia Tatay, 30 de noviembre de 1876); ser raptados (14 de junio de 1878 y 20 de febrero de 1885); o ser víctimas de abusos, filicidio, asesinato o «brutalidad policial». Se menciona también una serie de casos de intentos de suicidio entre mujeres adolescentes no necesariamente de la comunidad irlandesa. El rescate de catorce niños ingleses raptados en Londres y vendidos «a un árabe» de Constantinopla (10 de febrero de 1882) muestra que la dimensión del problema estaba lejos de circunscribirse al Río de la Plata.
3. Libros para niños, juguetes, ropa y comida
Hablemos ahora del universo de objetos infantiles en The Southern Cross. En las últimas décadas del siglo XIX en Argentina, gracias a un proceso de alfabetización masiva a través de la escuela pública, surge un nuevo público lector, se produce un desarrollo importante de la prensa nacional y se advierten los primeros signos de una masificación de objetos culturales (Szir, 2006). Lentamente, en el país, como en Europa, el niño se vuelve el objeto de un creciente mercado de consumo que comienza a alejarse de lo escolar. Se asignan nuevos espacios específicos para la recreación de los niños en hogares y escuelas, al tiempo que se desarrolla la producción de juguetes y ropa de moda. Estos aspectos están reflejados en los editoriales de The Southern Cross y también en sus publicidades. Aunque desalienta el consumo y el «vivir para las apariencias» (living too much for the outside world), The Southern Cross incluye en sus publicidades artículos de ropa infantil, juguetes y libros ilustrados para una lectura recreativa, así como la importación de libros de texto y religiosos para los hijos de irlandeses que estudiaban en el país. Atento a preocupaciones de fin de siglo sobre la mortalidad infantil y la correcta alimentación del bebé, el diario publica avisos sobre alimentos especiales para infantes (Baron Liebig's Malted Food, Savoury & Mooore's Best Food for Infants, 4 de febrero de 1881). También se ofrecen a la venta regalos para niños: una caja con elementos de escritura para los varones, un neceser de costura para niñas, y libros ilustrados, libros de canciones, revistas, libros de leyendas, libros para colorear. Hay muchas publicidades sobre la vestimenta, así como muebles y objetos para niños y niñas (por ejemplo, cochecitos para bebés), además de exposición de juguetes y regalos especiales para las fiestas navideñas.
Un aspecto interesante de la publicidad en The Southern Cross es aquella de las librerías de Buenos Aires que ofrecen a la venta, en lengua inglesa, una gran variedad de textos religiosos, novelas, periódicos y revistas, libros de estudio, así como material de lectura para adultos, jóvenes y niños. Hacia 1870 las librerías publicitan libros de imágenes (toy books o picture books), libros juveniles (juvenile books) y novelas. En el Río de la Plata, existía desde la época colonial un comercio de libros importados de Europa. Para 1875 había unas cinco librerías importantes en la ciudad de Buenos Aires que publicitaban libros en inglés, y que afirmaban poder importar cualquier periódico del mundo. Esto es en sí mismo una gran fuente de información sobre el hábito de la lectura en el siglo XIX en el Río de la Plata.
La mayoría de los libros para niños argentinos llegaban desde España, en traducciones y adaptaciones del francés, del inglés, del alemán y del italiano (Serrano, 1984). Pero ¿qué leían los niños irlandeses? Seguramente los niños de la comunidad estaban familiarizados con historias, leyendas y rimas tradicionales irlandesas escuchadas en la escuela o la casa, transmitidas de generación en generación por los hombres y mujeres de la familia y la comunidad —costumbre arraigada en Irlanda— mientras que los que vivían en las áreas más rurales de Buenos Aires probablemente también habían oído relatos tradicionales de la Argentina y el folklore nativo. Resultaría interesante establecer cuáles fueron las lecturas reales que hicieron los niños irlandeses en Argentina y qué títulos les eran sugeridos por los adultos y recomendados por otros niños de su edad. En general, las escuelas irlandesas ofrecían a los niños textos religiosos que instruían sobre cómo convertirse en una persona de bien o libros de poesía (Delaney, 2006). Comparando los libros ofrecidos en las publicidades de The Southern Cross con los libros de las bibliotecas irlandesas privadas y comunitarias (escuela, hogares, clubes, etc.) podríamos tener una idea aproximada del movimiento del mercado de libros para niños de familias irlandesas. Sería también enriquecedor saber si los irlandeses que emigraron a Argentina habían traído consigo libros para niños o si los encargaban a través de las numerosas librerías que importaban material de lectura hacia Buenos Aires. Aunque había familias irlandesas pudientes que integraban la élite de Buenos Aires y estaban en condiciones de importar bienes, dado el valor de los ejemplares y la condición económica de muchos de los inmigrantes, no resulta probable que hayan importado muchos libros. Las ediciones en rústica eran más accesibles pero los libros ilustrados o las ediciones de lujo eran caros. Sin embargo, en la comunidad, la lectura era una actividad alentada para grandes y chicos. La práctica de la biblioteca para los núcleos irlandeses de zonas rurales había sido instalada por los capellanes irlandeses desde el inicio de sus actividades en Buenos Aires (por ejemplo, en Carmen de Areco). En 1875, apenas fundado el diario, The Southern Cross anuncia con orgullo la apertura de su biblioteca en Buenos Aires, alentando a los jóvenes a asistir a los encuentros literarios que ofrecía.
En las publicidades del periódico, también se anunciaban un gran número de libros importados escolares y religiosos: series de textos de aprendizaje graduado (los de los Christian Brothers, escritos por ellos mismos para sus escuelas en Irlanda, los de Colville y de McCullocks, el British Reading Book); libros para deletrear y corregir la ortografía (Mavor's Spelling Book, the British Spelling Book); libros de catecismo (Plunkett's Catechism); gramáticas, libros de geografía, de aritmética, etc. En la primera década de The Southern Cross, la librería Dewey and Co. ofrece «una gran variedad de libros para jóvenes en encuadernación cuidada y en rústica» (a fine assortment of juveniles in fancy bindings, cheap editions) de Julio Verne, Louisa May Alcott, Hans Christian Andersen, Friedrich de la Motte Fouqué, Thomas Mayne Reid, Mary Edgeworth (considerada la iniciadora de la literatura para niños en Irlanda), Charles Dickens, Walter Scott, Mark Twain, Fenimore Cooper, entre otros. También ofrecen el tradicional Babes in the Woods, la historia de dos niños abandonados que mueren en el bosque, y Little Folks, «una revista para los más chicos que contiene unas quinientos ilustraciones», juegos, adivinanzas, poesía y rimas, lecciones de música, dibujo fácil y para colorear. Desde el punto de vista de la difusión de un modelo identitario, es interesante destacar que en el diario se publicitaba Young Ireland, cuyo subtítulo la presentaba como «una revista irlandesa de entretenimiento y educación", que contenía poemas, relatos, historias, capítulos de libros, sección de correspondencia, sección de historia irlandesa, etc., que el diario nacionalista The Nation editaba en Irlanda para la difusión de sus ideas entre los jóvenes como una alternativa a las lecturas para niños que provenían de Inglaterra. Hacia fines del siglo XIX, la niñez irlandesa de la isla, y en especial los varones, se convierte en objeto de disputa entre los partidarios de una Irlanda unida al Imperio y una Irlanda independiente, y el campo de batalla son las lecturas para niños (Congáil, 2012).
El desarrollo hacia fines del siglo XIX de una red internacional de distribución del libro en lengua inglesa coincidente con la expansión del Imperio británico permite la llegada, no sólo a Australia, Canadá, Sudáfrica y Estados Unidos sino también al Río de la Plata, de diversos periódicos y textos, entre los que se cuentan los libros que los niños utilizaban para su instrucción escolar y religiosa. De estos son particularmente interesantes los destinados a la enseñanza de la historia de Irlanda en las escuelas irlandesas en Argentina para conocer la perspectiva política que los textos transmitían a las nuevas generaciones de irlandeses en momentos en que la isla intentaba recuperar su lengua y su cultura e independizarse.
Conclusiones
Es importante destacar que una investigación sobre la infancia de un grupo inmigrante, por lo tanto, sobre su identidad, atraviesa casi todos los aspectos de una comunidad. El periódico de la comunidad irlandesa católica resulta una fuente rica para la investigación de la infancia, tanto de los niños irlandeses como de la infancia en general. Su permanencia en el tiempo permite también rastrear las distintas miradas sobre la niñez que los irlando-argentinos han tenido a lo largo de las décadas. Durante los primeros diez años de edición de The Southern Cross (1875-1885) no hay una sección especial para niños pero el periódico ofrece material valioso sobre cómo eran vistos en un momento en que la comunidad buscaba su nueva identidad en Argentina. Los niños están presentes en muchas áreas del diario, mayormente como un colectivo o grupo social que asistía a ceremonias religiosas y escolares, así como en las publicidades de instituciones escolares o de objetos del universo infantil como vestimenta, muebles, juguetes y libros. Hay también un evidente interés en temas religiosos, educativos, de salud y sanitarios que se refieren a la niñez. Los artículos, editoriales y publicidades ofrecen ejemplos de nuevos hábitos y transformaciones sociales. A través de The Southern Cross la comunidad recibió, con regularidad y desde una óptica católica, información precisa de la situación de los niños en Argentina y el mundo. Con William Bulfin como editor y la comunidad en su proceso de adaptación, la atención se enfoca en la Liga Gaélica en un intento por transmitir a sus descendientes hiberno-argentinos una fuerte identidad irlandesa a través del amor por la historia y la lengua de Éire. Estas son conclusiones preliminares de la investigación.
Un aspecto interesante a investigar es el del caudal de libros en lengua inglesa, para adultos y en especial para niños, que arribaban al Río de la Plata a fines del siglo XIX con la expansión del Imperio británico y del mercado del libro en inglés, caudal reflejado en las publicidades de las librerías en el diario, así como en algunos comentarios. El universo de lecturas de la comunidad irlando-argentina, siempre supervisadas por la mirada atenta de sus sacerdotes, es un tema pendiente que permitiría establecer más conexiones con la vida cultural de la isla y de la diáspora en general y profundizar en el estudio de la construcción de una identidad irlandesa en nuestro país y en otras naciones. La investigación en bibliotecas privadas y de instituciones educativas, religiosas y sociales de la comunidad en Argentina así como el acceso a cartas y documentos personales y administrativos nos permitirían acercarnos al problema. De los volúmenes importados al Río de la Plata para la instrucción escolar y religiosa de los hijos de irlandeses son particularmente interesantes los destinados a la enseñanza de la historia de Irlanda en las escuelas irlandesas en momentos en que la isla intentaba quebrar sus lazos con el Imperio británico. El estudio de este aspecto relevante de la construcción de la identidad irlandesa en nuestro país también forma parte de la investigación en curso.
Finalmente, el trabajo comparativo de estudios sobre otras infancias anglohablantes (escoceses, galeses, ingleses) y de otras comunidades inmigrantes a Argentina (españoles, italianos, vascos, franceses, alemanes, etc.) permitiría establecer patrones de conducta en torno del cuidado y educación de la niñez en Argentina y su constitución como nación a fines del siglo XIX.
Referencias
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Archivos
The Southern Cross
La Nube Espacio y Cultura
[1]* Profesora en Letras por la Universidad de Buenos Aires. Diploma Superior en Infancia, Educación y Pedagogía de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales FLACSO. Correo electrónico: vivianakeegan@gmail.com
Ideas, VI, 6 (2020), pp. 1-13
© Universidad del Salvador. Escuela de Lenguas Modernas. Instituto de Investigación en Lenguas Modernas. ISSN 2469-0899