Tras el sonido de la piedra: huellas humanas en el NOA 1
El sonido de la palabra quebró el tiempo o quizás
un resabio de piedra ramificó el silencio. Lo cierto es que el alma
redonda danzó en círculos hasta purificar la sutileza del pensamiento.
Entonces peregriné un lenguaje por la intimidad del rastrojo al sol.
Me pediste que mostrara la espuma del lago Titicaca,
su estela de amor
que sedimenta en las mañanas.
(Anónimo)
Los primeros pobladores
Las Cuevas, Inca Cueva 4, Alero de las Circunferencias, Cueva III de Huachichocana (provincia de Jujuy) y Quebrada Seca 3 (provincia de Catamarca) son los sitios arqueológicos en los que se registra la presencia de los cazadores-recolectores más tempranos, con fechados radiocarbónicos que ubican a las primeras ocupaciones humanas entre 11.000 y 10.200 A.P. Dichas ocupaciones estaban obligadas a emprender grandes desplazamientos a través de amplios circuitos regionales, con el fin de aprovechar las variantes de las estaciones de los tres medioambientes: la puna, las quebradas y los valles cercanos. Fue por lo tanto la disponibilidad de los recursos el elemento clave para la supervivencia de las primeras poblaciones. La movilidad respondía a un plan que asegurara el éxito en la caza y la recolección de alimentos. La piedra fue entonces moldeada por el hombre para que una gran variedad de puntas de proyectil le permitiera con sus manos asegurarse el sustento.
Pinturas encontradas sobre paredes en Inca Cueva y el hallazgo de una posible inhumación secundaria en Huachichocana son los testimonios más tempranos del universo simbólico de los
primeros pobladores. El análisis del uso de productos demuestra
que existía una compleja vida comunitaria, lo que lleva a pensar
que la presencia de los primeros grupos humanos en la región
debe haber sido más antigua aún, y que los sitios nombrados representan
una etapa más avanzada en la ocupación del espacio.
De este modo, la presencia de los primeros hombres de nuestro
NOA quizás se remonte a unos 12.000 o 13.000 años atrás, entre
fines del Pleistoceno y comienzos del Holoceno. Aquella primera
humanidad habitó un mundo muy distinto al actual, con especies
animales hoy desaparecidas y en una época caracterizada
por la actividad de los glaciares. Cabe señalar que el avance de
los últimos estudios arqueológicos sugiere que podrían esperarse
antigüedades mayores en los próximos años.
Unos 5000 años (ca. 3000 a. C.)
Durante el Holoceno medio (ca. 7000-3000 A.P.) se produjeron
una serie de cambios ambientales: ascenso global de la temperatura
y deshielo de los glaciares continentales y polares. Este
proceso ocasionó un ascenso en el nivel de los mares y océanos.
En la región de la Puna y sus adyacencias significó un aumento
de la sequía y aridez y la reducción de las tierras de pastura para
los camélidos salvajes, recurso entonces esencial para la supervivencia.
Como consecuencia, sobrevino un cambio en la distribución
de la población. Los antiguos cazadores se replegaron a
aquellas zonas que disponían de agua y poseían recursos vegetales
y animales, en el borde oriental de la puna jujeña y salteña;
siendo el mejor ejemplo Quebrada Seca 3, en la actual provincia
de Catamarca. Sus manos se volvieron más hábiles: los cambios
en las puntas de proyectil reflejan una modificación de la técnica
de caza introducida quizás para asegurar la captura de guanacos
y vicuñas, sus presas principales. Por otro lado, el incremento de
la presencia de restos vegetales de especies de otras regiones lleva
a suponer que se obtuvieron por medio del intercambio, pero sus
características se ignoran aún.
El tema del comienzo de las prácticas pastoriles y del proceso
de domesticación que derivó en la llama (utilizada de modo intensivo
en los Andes para el transporte, provisión de fibras textiles
y alimento) se encuentra en plena discusión. Sin embargo,
es posible afirmar que este proceso se hace arqueológicamente
más visible alrededor de 5000 años atrás, cuando los vestigios demuestran ocupaciones más numerosas, y técnicas y materiales
funerarios más complejos. Fue entonces cuando las manos probaron
un nuevo uso de la piedra: a diferencia de su predecesor,
nuestro hombre del NOA dejó la cueva como lugar de vivienda
para levantar muros semisubterráneos de piedra, construcciones
de planta circular en campamentos al aire libre.
Hace 2000 años (ca. 1 d. C.)
A comienzos de nuestra era aparecieron las primeras aldeas
sedentarias capaces de obtener su sustento del cultivo de las
plantas y la cría de animales. El hombre ya había desarrollado
técnicas que favorecieron la producción de los recursos (domesticación,
cultivo y selección de las variedades más productivas),
por lo que se produjo un aumento de la población, la ocupación
de nuevos espacios y una mayor estabilidad de los asentamientos
que, con el tiempo, se volvieron permanentes. Los comunidades
agrícolas que vivían entre unos 2500 y 2000 años atrás se distribuyeron
en la Puna, en quebradas y valles altoandinos, y en las
sierras cálidas y húmedas de oriente llamadas yungas (en lengua
quechua). Estos asentamientos no aspiraban a controlar extensos
territorios con variados recursos, sino que los agricultores
tendieron a radicarse en ambientes específicos donde instalaron
sus viviendas y tenían sus tierras de cultivo. Las actividades económicas,
en líneas generales, fueron la agricultura en valles y
quebradas altoandinas, el pastoreo en la Puna y las quebradas
altas, y la caza y la recolección en las tierras cálidas occidentales.
En cuanto a la tecnología, la elaboración de cerámica fue un
rasgo característico de todas las sociedades andinas del NOA.
La misma se encontraba relacionada con el universo mágico y
simbólico, como se puede observar tanto en los motivos y diseños
decorativos como en sus usos. La metalurgia, aplicada
casi exclusivamente a la elaboración de objetos suntuarios, fue la
tecnología más compleja del período, Se desarrollaron técnicas
para identificar y obtener el mineral, molerlo, trabajar las altas
temperaturas para la fundición, preparar crisoles y moldes; y
para el modelado y terminación de la pieza. En este período se
incorporó el uso del telar para la confección de telas y mantas,
el uso de la lana de llama fue esencial para el abrigo, la lana de
vicuña también alcanzó gran calidad aunque en menor cantidad.
Hace unos 1300 años (ca. 700 d. C.)
Hacia mediados del primer milenio de nuestra era, los pueblos
que ocupaban las tierras andinas del NOA iniciaron complejos
procesos sociales, políticos y culturales basados en el afianzamiento
de la producción de alimentos. Para esa época eran reconocibles
dos grandes centros de interacción: uno más al sur, en
los valles centrales de Catamarca, que interactuó desde la llanura
chaqueña hasta la Puna; el segundo, más al norte, centrado en las
poblaciones de Yavi (en la Puna) e Isla (en la quebrada de Humahuaca)
con amplias extensiones que llegaban hasta el actual
altiplano de Bolivia y el territorio chileno. Más al norte aún, en
el actual altiplano boliviano, otra extensa área de interacciones
tenía su núcleo en Tiwanaku, un centro urbano de enormes proporciones
al sur del Titicaca que ejerció una fuerte influencia en
los Andes meridionales.
Yavi – La Isla
Estrechamente conectadas, Yavi y La Isla estaban ubicadas en el
centro de la Puna y en el centro de la Quebrada de Humahuaca
respectivamente. El papel relevante que tuvieron se debió al
control de los recursos agrícolas y pastoriles que detentaron, así
como al el manejo de los recursos hídricos y a algunas innovaciones.
Así la fuerza del trabajo del hombre y la de la piedra
canteada se combinaron con nuevas ideas edilicias: comenzaron
a levantar muros en los poblados de Pueblo Viejo de la Cueva,
Peñas Coloradas, Isla y Doncellas, lo que dio inicio a la delimitación
de espacios de uso público.
Doncellas era entonces un cerro de cierta importancia con
obras agrícolas considerables. Las construcciones cubrían dos
hectáreas y media, y se calcula que contaba con unos 1500 habitantes.
Se trataba de una plataforma escalonada de planta rectangular
de 7 metros de largo, 6 de ancho en su base, comunicada
con un espacio abierto semejante a una plaza.
El proceso de integración regional más temprano tuvo su desarrollo
en el valle de Ambato (provincia de Catamarca). La fecha
más antigua proviene de la base del montículo de La Rinconada,
cuyos inicios se remontan hacia la segunda mitad del siglo VI d.
C. Esta zona constituyó el núcleo central de una amplia esfera
de interacciones que cubrían una extensa región con recursos
de crucial importancia por su valor material y simbólico: el cebil
(a través de los bosques y selvas orientales), y el cobre arsenical (zona cordillerana). El rasgo más destacado fue la presencia de dos complejos arquitectónicos de carácter ceremonial y de aspecto
monumental. Uno de ellos es conocido como la “Iglesia de
los Indios” o La Rinconada; el otro, a unos ocho kilómetros, es
denominado el “Bordo de los Indios”. Ambos presentan un gran
montículo piramidal de planta rectangular que domina un espacio
abierto, a modo de plaza flanqueada por construcciones con
paredes de barro dispuestas alrededor del patio. La Rinconada
fue un ámbito dedicado a prácticas religiosas y es el más impresionante
por su escala imponente. Cubre una superficie de unos
130 x 120 metros y está compuesto por una serie de recintos cuadrados
o rectangulares que, adosados unos a otros, se disponen
sobre los lados del norte y este de un enorme espacio abierto o
plaza, de unos 3000 metros cuadrados. Sobre el lado sur se encuentra
el montículo principal, de forma piramidal, de unos 22
metros de largo, 13 de ancho en la base y una altura de unos 3
metros y medio. Presentaba una instalación inusual para los Andes:
un trazado de un sistema de canaletas que conducía el agua
de lluvia hacia el borde de la meseta, donde se podía recoger en
una especie de bateas. En una posición destacada se levantaban
dos monolitos cilíndricos de 2 metros de altura.
Hace unos 800 años... (ca. 1200 d. C.)
Hace unos mil años desaparece la unidad estilística denominada
Aguada, y en cada uno de los principales valles y quebradas proliferaron
otros estilos en la decoración de la cerámica, los tejidos y
la metalurgia. A la vez se inició la expansión de la agricultura y el
pastoreo, aumentó la densidad poblacional, se especializó la producción
artesanal y cambió la distribución de los asentamientos.
Poco antes se había desestructurado la organización estatal creada
por el Tiwanaku (altiplano boliviano), lo que inauguró una
época de gran inestabilidad política en los Andes meridionales.
Proliferaron en ese momento instalaciones defensivas donde se
concentraba la población, los pukara o pucará, término quechua
cuyo significado es fortaleza, aunque tenía otros significados en
el mundo andino.
Los pucarás solían estar rodeados de murallas defensivas y se
instalaban sobre cerros o mesetas de estratégica ubicación, con
amplia visibilidad del entorno. En algunos casos se agregaban
murallas de defensa. En los de mayor tamaño, el uso de la pendiente
de los cerros requirió de la construcción de plataformas y terraplenes para nivelar y consolidar el terreno, y permitir el escurrimiento de las aguas de las lluvias torrenciales de verano.
Los principales pucarás, como Agua Caliente de Rachaite, Tilcara,
Santa Rosa de Tastil o Quilmes pueden haber llegado a tener
algunos miles de habitantes. Debido al carácter guerrero de
la época, su principal función consistía en brindar protección a
sus habitantes. Sin embargo, el pucará tenía otros significados
políticos y simbólicos. Allí residían los jefes que definían las actividades
agrarias, controlaban la producción artesanal especializada,
los intercambios a larga distancia, organizaban la defensa
y encaraban las operaciones militares. También esos jefes eran
los responsables del culto y los rituales que aseguraban el éxito
de la comunidad: los pucarás estaban estrechamente vinculados
a la Pachamama, la Madre Tierra, responsable de la prosperidad
de los hombres; y se encontraban asociados con los antepasados,
que aseguraban la unidad simbólica y la protección de la comunidad.
Más allá de los pucarás se encontraban las chacras para el desarrollo
de las actividades productivas esenciales: el cultivo de la
tierra y la cría de llamas y alpacas. Allí trabajaban los productores
agrícolas que se ocupaban de la reproducción material de la sociedad.
Las ruinas de muchos pucarás muestran la existencia de
espacios y edificios de uso público comunitario. En la Puna, en
el centro de Agua Caliente de Rachaite, se utilizó la piedra para
erigir monolitos cilíndricos junto a los que se hallaron ofrendas
como cabezas de camélidos. Monolitos similares se encontraban
en La Rinconada y Yavi Chico; y en el pucará de Volcán y en el de
Los Amarillos, ubicados en la Quebrada de Humahuaca. Todos
estos centros establecidos en cuencas, oasis para los despoblados
desérticos, constituyeron verdaderos nudos en el sistema de
intercambios que desde allí se extendían. Por un lado, hacia la
Puna de Atacama; por el otro, hacia la quebrada de Humahuaca
y los valles templados del este. En el pucará de La Rinconada dominaba
la cuenca de Pozuelos, con excelentes condiciones para
la cría de llamas en los pastizales de la laguna y las aguadas cercanas;
los arqueólogos hallaron una gran cantidad de ganchos y
horquetas de madera, usados para sujetar la carga de animales.
Al pie de las rocas donde se yergue el pucará, los habitantes utilizaron
huecos como silos o depósitos. En un abrigo vecino aparecen
grabados rupestres con escenas de figuras humanas vestidas
y grupos de llamas en varios colores.
Para Miriam Tarragó “la conjunción de ‘chacras’, instalaciones
básicamente agrícolas y el ‘pukará’ como centro social, político
y religioso” constituye “una metáfora del período”.
El desarrollo a gran escala de la agricultura de riego fue otro
rasgo fundamental, nuevos territorios se ocuparon para destinarlos
a la obtención de productos agrícolas y ganaderos. La
agricultura se practicaba tanto en las franjas fértiles del fondo de
los valles como en los faldeos de las laderas que los delimitaban
(los que se aprovechaban construyendo andenes de cultivo), y
por medio de la explotación de cuencas de alto rendimiento, a
través de sofisticados sistemas de aterrazamiento y riego. Entre
tales cuencas se destaca la de Coctaca y El Alfarcito en la Quebrada
de Humahuaca, la de Las Pailas en el Valle Calchaquí, y las
de Caspichango y Quilmes en el valle de Santa María. En menor
escala esa expansión agropecuaria alcanzó los ambientes puneños
en cuencas que contaban con agua suficiente, como las de
Rachaite y Doncellas. En estos dos últimos casos se trataba de
conglomerados sin defensas, con extensas parcelas agrícolas y
lugares funerarios muy singulares: en las rocas del norte y sur
que limitaban el asentamiento se encontraba la zona funeraria y
ceremonial, y en la parte central del poblado aparecen monolitos
cilíndricos, en torno a los cuales las excavaciones de Lidia Alfaro
permitieron registrar restos de ofrendas y cabezas de camélidos.
Hace unos 500 años... (ca. 1500 d. C.) los ejércitos incaicos
irrumpieron en los territorios surandinos y en pocos años las
tierras que hoy forman el NOA fueron incorporadas al poderoso
imperio. Para entonces esas poblaciones habían alcanzado su
más alta densidad, el mayor desarrollo de su economía, grandes
logros tecnológicos y complejas formas de organización política
y social. Nuestro NOA presentaba ya varias subregiones con
condiciones geológicas muy diferenciadas, entre las que se destacan
la Puna, los valles y quebradas, las yungas o valles húmedos
de oriente. Las diferencias de suelo y clima habían obligado
a sus pobladores a desarrollar formas de adaptación específicas
que la conquista incaica nunca borró.
EXPEDICIONES DEL INSTITUTO DE ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DEL SALVADOR 1966 – 1979
... | Lugar | Información derivada |
---|---|---|
I - 1966 |
Argentina. Jujuy. Río Coctaca Pucará de Rodero |
La prospección de Coctaca denotó activa ocupación humana por el hallazgo de gran cantidad de trozos de piezas de cerámica decoradas de afiliación incaica. Cultura humahuaca: los entierros simples brindaron ollas de cerámica de factura tosca, color blanquecino y de forma subglobular. Escaso acopio de piezas sanas debido a que el peso de las pircas, la humedad y las raíces de churquis y telas originaron su rotura. Los informes arqueológicos presentan una descripción minuciosa de las andenerías, del sistema de construcción de las pircas y otras construcciones halladas. Concluye Suetta que el habitante originario de Coctaca era fundamentalmente agrícola; y que es una zona que ofrece altas posibilidades para la investigación. Se encontró material arqueológico (ampliamente descripto) en la zona de Rodero, poblado situado a 30 km. de Humahuaca y a 3500 metros de altura. El Pucará de Rodero, poco explorado para la época, es un pequeño monte aislado entre dos quebradas laterales. Este yacimiento fue también considerado un jalón más de la cultura Humahuaca. Fuente: Antiquitas (2) 1966, 14-16 |
II - 1967 |
Argentina. Jujuy. Río Coctaca Pucará de Rodero Chacrahuaico Abra Queta Rodeo de Guadalupe Muñayoc |
Hallazgo de gran cantidad de restos que demuestran que hubo allí una población con intensa actividad agrícola con la aplicación de la técnica de “andenes de cultivo”. Se diferencian del clásico andén existente en otros lugares de Perú o Argentina en que son verdaderos “cajones” y no una escalinata, no están aislados sino agrupados. Se describe el rectángulo y el conjunto. Fuentes: Antiquitas (4)1967, 14-15. Suetta, J.M. (1967). Construcciones agrícolas prehispánicas en Coctaca (Prov. de Jujuy). Antiquitas (4), 1-9. Suetta hace referencia en los informes al material lítico encontrado en una terraza de Laguna Guadalupe vinculándolo a las más antiguas manifestaciones culturales de cazadores superiores. Se halló una pipa de piedra en un lugar llamado Casa de Brigido Huari vinculando la decoración a la cultura de la Aguada. Lanzone se refiere a pictografías halladas en la zona, deteniéndose en las de una cueva ubicada en Rodeo de Guadalupe (hombres, animales y figuras simbólicas). Fuente: Antiquitas (5) 1967, 13-14 |
III - 1968 |
Argentina. Catamarca. Las Granadillas (dentro de la amplia propiedad de la familia Vélez) a 40 km. al oeste de la ciudad de Belén |
Objetivo: realizar un trabajo de campo y observación de aspectos antropogeográficos en la zona de relleno entre los ríos Las Granadillas y los Cuchis. Prospección arqueológica: el pueblo más cercano es Pozo de piedra a 7 km. del lugar con viviendas de adobe, techo de paja o tortas de barro ubicadas en parcelas de trabajo. Descripción del suelo. No se encontraron restos de vivienda antigua. Se realizaron cateos iniciales dentro de la finca en cuatro lugares: Cerro de las Víboras, Yerna Buena, el Campo de la Higuera y el Campo de los Pimientos encontrando en todos ellos: cacharros enteros, abundancia de tiestos (en su mayoría cerámica incisa de color gris, pintada en estilo santamariano y Belén). En el pozo de Campo de la Higuera se encontró a 35 cm. de profundidad y tapado con piedras un entierro de párvulo realizado en un cacharro. Se describen morteros hallados allí. En Cerro de las Víboras se encontró un lugar “tapizado de tiestos de cerámica”. Minuciosa descripción de una “cuchara” o “tableta” de ofrenda. Los análisis concluyen: el sector investigado desde el punto de vista de la instalación humana debió haber sido marginal, dependiente de Belén, se trataría de una ocupación dispersa de agricultores en vida muy aislada. Fuente: Antiquitas (6) 1968, 12-15 |
IV - 1969 |
Argentina. Jujuy. Rínconada |
Objetivo: experimentar un nuevo método de relevamiento intensivo de pinturas rupestres (pictografías y petroglifos), con avanzados elementos técnicos (fotografía con materiales sensibles al infrarrojo) que se aplicará por primera vez en el país. Fuentes: Antiquitas (7)1968, 12. Suetta, J.M. Aportes a la arqueología de Volcán (Provincia de Jujuy). Antiquitas (8), 1-6 Alfaro de Lanzone, L. (1969). Exploraciones arqueológicas en la Puna de Jujuy. Antiquitas (8), 1-13 Pazos, B. & Giannoni, M.A. (1969). Una “cuchara” de hueso. Descripción e interferencias. Antiquitas (9), 10-11 |
V - 1970 |
Argentina. Jujuy. Pucará de Rinconada Laguna de Vilama |
Complementaria de la Expedición No. IV. Continuar con los relevamientos. Comenzar el estudio de las costumbres vinculadas a la funebrería / culto a los muertos. Fuente: Alfaro de Lanzone, L. & Suetta, J.M. (1970). Nuevos aportes para el estudio del asentamiento humano en la puna de Jujuy. Revisión del Pucará de Rinconada. Antiquitas (10), 1-10 Suetta, J.M. (1970). Informe de prospección. Antiquitas (10), 15-19 |
VI - 1971 |
Perú. Costa sur,
Hacienda de Ocucaje
a 35 km. de la ciudad
de Ica. |
Trabajos arqueológicos por invitación del Museo Regional de ICA y la Universidad Nacional San Luis Gonzaga. Fuentes: Alfaro de Lanzone, L. (1970). Panorama arqueológico de la costa sur peruana. Antiquitas (12/13), 1-15 |
VII - 1973 |
Argentina. Jujuy. Pucará de Rinconada |
Expedición nombrada en: Antiquitas (15) 1972, 15 |
VIII - 1974 |
Argentina. Jujuy. Cuenca del río Doncellas |
Expedición nombrada en: Antiquitas (18) 1974, 20 |
IX - 1975 |
Argentina. Jujuy. Cuenca del río Doncellas |
Trabajo de campo / Relevamiento topográfico. Fuentes: Antiquitas (19) 1974, 14 Alfaro de Lanzone, L. & Suetta, J.M. (1976). Excavaciones en la cuenca del río Doncellas. Antiquitas (22/23), 1-32 |
X |
Sin datos. |
|
XI |
Sin datos. |
|
XII - 1977 |
Argentina. Jujuy. Pucará de Rinconada |
Solo se indica que la expedición XII fue realizada. Fuentes: Antiquitas (24/25) 1977, 45 Alfaro de Lanzone, L. & Gentile, M.E. (1978). Los mates pirograbados de la cuenca del río Doncellas. Antiquitas (26/27), 1-11 |
XIII - 1979 |
Argentina. Jujuy. Pucará de Rinconada |
Exhumación de tramos de la red de canaletas entubadas, estudio exhaustivo del recinto “Boman”. Hallazgo de mucho material arqueológico, redescubrimiento de la cueva de Chacuñayo (pictografías mencionadas en Boman “Antiquites…”) Fuente: Antiquitas (28/29) 1979, 16 |
1El presente artículo se redactó tomando los datos históricos de las obras de Mandrini y de Tarragó incluidas en la bibliografía. (N. de la Ed.)