La entrevista: huellas orales en papel

El origen de la Hemeroteca Signos
O del obstinado amor al saber

“…pienso la Biblioteca como ese lugar donde siempre hay algo más, el alma de una Biblioteca es encontrar contenido tras contenido…”

Mg. Haydée Nieto

“El futuro de la Biblioteca: …avancemos con la tecnología pero parados sobre los libros.”

Mg. Oscar De Majo

La Mg. Haydée Nieto, Directora de Publicaciones Científicas y del Programa de Educación a Distancia de la USAL y el Mg. Oscar De Majo, Secretario de Redacción en la Dirección de Publicaciones Científicas, Coordinador del Programa de Educación a Distancia y Director de la Especialización en Enseñanza de Español para Extranjeros, fueron los fundadores de la Hemeroteca Signos de la USAL y responsables de iniciar el canje nacional e internacional de revistas.

L.R.: ¿Cuándo fue el primer contacto que tuvieron con la Universidad del Salvador?

H.N.: Bueno, yo estaba eligiendo universidad para realizar la carrera de Letras, había visto la UBA, El Salvador y la UCA, me gustó más el plan de estudios de la USAL y por eso ingresé a la Universidad. Entonces comencé el Curso de Ingreso, lo que era un requisito para iniciar los estudios. Esto fue en el año 1970.

O. De M.: Mi primer contacto con la USAL fue cuando estudiaba la carrera de Letras en la UBA y cerraron la Facultad de Filosofía y Letras por un año; entonces comencé a buscar un lugar sustituto para estudiar; luego abrieron nuevamente la UBA y terminé la carrera allí. Pero en el año 1974 vine a la USAL, estuve en el Colegio del Salvador averiguando porque estaba allí la sede para el ingreso. Muchos profesores que estaban en la UBA también estaban aquí.

H.N.: En la época que hice la carrera había una serie de edificios que les prestaban a la Universidad porque no tenía entonces el despliegue que tiene en este momento en el centro de la ciudad. De modo que yo empecé el primer año en el Colegio del Salvador, luego el Colegio no puedo llevar adelante tantos alumnos, entonces Letras se cursaba en el Colegio San José que está en Once, y también estuve en el Pío IX de la calle Yapeyú. Estos lugares eran préstamos de instalaciones para que la Universidad pudiera dictar sus clases.

L.R.: Nosotros estamos intentando reconstruir en este número de Huellas en papel la evolución de la biblioteca en la Universidad, y nos interesa hacerlo desde el punto de vista de la historia oral. Entonces las preguntas son ¿cómo vieron la biblioteca a lo largo del tiempo? ¿Qué se acuerdan?

H.N.: Como estudiante me indicaron que fuera a la biblioteca de la calle Hipólito Yrigoyen, esa fue la primera biblioteca de la Universidad que conocí. Me manejaba también con la Biblioteca de la Caja de Ahorro y con la Biblioteca Nacional. La biblioteca de la Universidad era muy agradable, un espacio amplio, amigable, un lugar de encuentro con compañeros. Su primer bibliotecario fue el Padre Storni. En la biblioteca de Hipólito Yrigoyen no estaban todos los libros que necesitábamos, pero sí los libros importantes o colecciones importantes como la del Padre Furlong. La otra biblioteca que yo conocí fue la biblioteca del Colegio Máximo de San Miguel, porque tenía la materia Teología con el Padre Marangoni. Con el grupo de compañeras íbamos y consultábamos la biblioteca que estaba allí y que era muy muy completa.

O. De M.: Yo la conocí en el ’78 o ’79 como profesor, lo primero que vi cuando entré a las instalaciones fue la biblioteca, que estaba al costado del edificio. Tenía clases a la mañana temprano, luego trabajaba en la Lotería Nacional, como estaba cerca de allí y tenía un rato libre, iba a la biblioteca famosa de Hipólito Yrigoyen. Me llamaba la atención que había poca gente atendiendo, y me acuerdo perfectamente de la colección del Padre Furlong que era lo que primero se veía.

H.N.: Ahora la evolución que veo está muy relacionada con la evolución de la tecnología que ha facilitado mucho el camino de las bibliotecas. Pero cuando empecé a estudiar teníamos las fichas manuscritas. Lo que tenía de bueno la Biblioteca de Caja de Ahorro, que fue lo que yo intenté implementar después cuando comenzamos el canje de la revista Signos, era que tenía catalogado artículo por artículo de cada número de las revistas. Entonces se podía recuperar mucha información de esa manera, y en el Colegio Máximo también tenían esa catalogación analítica. A mí me gustan mucho las bibliotecas, porque soy muy borgeana, y la experiencia de esa catalogación y de ver el canje que llevaba adelante el Padre Marangoni con gran esfuerzo; ver ese modelo de hemeroteca del Colegio Máximo es lo que después con Oscar implementamos con el canje de la revista Signos, la verdad que para mí fue un gran aprendizaje.

L.R.: Bueno, en general a las bibliotecas les cuesta mucho tener un lugar físico porque la verdad es que “los libros ocupan lugar”.

H.N.: A la biblioteca le costó todo, ser reconocida como un lugar fundamental en la Universidad y ser considerada como un lugar de inversión. Ese reconocimiento que afortunadamente llegó por parte de las autoridades mejoró su posición en la institución, ser vista como un lugar de calidad es lo que hizo que la biblioteca de la USAL tuviera crecimiento y evolución en los últimos tiempos. El lugar que ocupa es el que merece, pero le costó mucho conseguirlo.

L.R.: La Hemeroteca Signos debe ser considerada como una experiencia fundacional porque fue la primera vez que la Universidad del Salvador tuvo Hemeroteca ¿Cómo fue el proceso de formación?

H.N.: Bueno, yo entré a trabajar como Secretaria de Redacción de la revista Signos en el año 1983 y hasta el año 1989 el canje lo manejaba la Biblioteca Central, pero no puedo dar un testimonio de cómo lo llevaban adelante. Sí es posible ver que era una revista más institucional. En el año 1990 cuando hay un cambio de Vicerrector se piensa en un cambio para la revista, se comenzaron a ingresar artículos de estudio e investigación, y se dejaron de lado las noticias porque formarían parte de un Boletín. Entonces se comenzó a hacer una revista por áreas y se comenzó a pensar el canje, con el modelo que había visto yo en San Miguel. Esto fue un éxito, nos quedamos maravillados por los materiales que recibíamos y pronto comenzamos a pensar en una catalogación considerando lo que yo había aprendido en la Caja de Ahorro. Luego, cuando llegó la automatización a las bibliotecas, nos instalaron un MicroIsis1 y allí ingresamos la catalogación analítica. Y así nos manejamos hasta el año 2011 en que la Hemeroteca pasa a la Biblioteca Central. La entrada del canje fue sostenida en todo ese tiempo, una experiencia muy importante para nosotros, un trabajo muy arduo.

L.R.: Realmente es un trabajo muy arduo. De esas colecciones los títulos están completos. Y conseguir que no haya “baches” con títulos gestionados por canje implica un trabajo muy sistemático y minucioso, hay cotejos, reclamos constantes, agradecimientos, acuses de recibo, en fin... Para una biblioteca el mantenimiento de la hemeroteca es una de las áreas más críticas, y más aún si los títulos son adquiridos por canje.

H.N.: Eso es verdad y además hay que considerar que nosotros no éramos bibliotecarios, éramos de Letras y lo hicimos con la buena voluntad y a pulmón. Reconozco que a pesar de tener un sistema de socios organizado, prestar las revistas (porque nosotros hacíamos lo mismo que había aprendido en la Caja de Ahorro), recibir a los socios aquí mismo, el canje ganó mucho habiendo pasado a la Biblioteca Central porque se sistematizó.

1MicroIsis: Software gratuito provisto por la UNESCO para la catalogación de documentos (N. de la Ed.) 

O. De M.: Además existen otros controles para sopesar el intercambio. Porque nosotros aceptábamos todo lo que se concretaba. Éramos novatos, cuando llenamos el primer estante hicimos un festejo, no implementábamos una selección.

L.R.: De todas maneras fueron tan buenos los títulos que se obtuvieron, títulos que hasta el día de hoy siguen siendo corrientes, que el balance final es más que positivo.

H.N.: Sí, me alegra eso, pero también es importante que la Universidad se quede con lo que se tiene que quedar porque de esta manera se valoriza más la colección.

L.R.: Sí claro, es lo que en bibliotecología se llama “desmalezar”, es decir retirar del estante la información de escaso valor que va creciendo y puede entorpecer la serendipia que es tan importante para los investigadores.

H.N.: Claro, además muchos títulos ahora están libres en Internet.

L.R.: Es verdad. Pero allí hay otra cuestión para analizar. Porque “siempre que haya lugar” los bibliotecarios no deberíamos privilegiar un formato u otro (papel o digital), porque cada dispositivo de lectura define diferentes formas de lectura. El lector debería poder elegir qué soporte seleccionar, con cuál se siente más a gusto. Entonces siempre que sea posible por cuestiones de espacio mantenemos ambas opciones, el formato papel y el acceso a los contenidos en línea.

H.N.: Yo creo que hay algo en lo que coincidimos la “gente de letras” y los bibliotecarios, y es que queremos acceder a los contenidos, creo que nos reúne el amor a los libros. También tuvimos una bibliotecaria, Norma Mayol, porque al principio ingresábamos nosotros los registros al Micro-Isis, le dedicábamos un día de la semana cada uno, ese día la persona no existía para otra cosa que para cargar analíticas en la base de datos. Luego Norma lo completó.

O. De M.: Norma además hizo la primera selección, la primera que nos dijo que se debían retirar algunas cosas, y fue para nosotros un desgarramiento.

H.N.: Fue el primer desgarramiento, pero yo soy una persona muy lógica y yo comprendía que no era el lugar, sabía que este no era el lugar para el canje de Signos, que las cosas se podían mejorar porque no basta la voluntad y el pulmón, también tiene que haber conocimiento. Pero tampoco yo quería entregar ese trabajo de tantos años hasta que no llegara el momento oportuno.

L.R.: Ocurre también que en instituciones tan grandes como nuestra Universidad, contar con un edificio que albergue a todos los estudiantes y a colecciones con tanta tradición e historia implica una inversión muy grande por parte de las autoridades. Lo están haciendo por suerte. Así y todo empleamos una política racional y dejamos en las bibliotecas los cinco últimos años de los títulos corrientes y lo anterior o las publicaciones cerradas se alojan en la Hemeroteca Intermedia.

H.N.: La verdad es que todos hemos ganado mucho porque desde que trasladamos la Hemeroteca a la Biblioteca Central nosotros crecimos en otros aspectos.

O. De M.: Crecimos porque la hemeroteca lleva mucho tiempo, no solo por el ingreso de registros analíticos, la catalogación, sino también por el control que hay que llevar con los socios y los préstamos. Nunca se perdió una revista, pero teníamos mucho trabajo de control. La hemeroteca lleva mucha dedicación.

H.N.: Además faltaba el trabajo de un profesional bibliotecario que nosotros no lo éramos.

L.R.: Tengo una última pregunta para ustedes que son de Letras, que por lo tanto han desarrollado un deseo en relación al libro, y que además realizaron su vida profesional en la USAL: ¿cómo debería ser la biblioteca de esta Universidad?

O. De M.: Yo querría que sigamos avanzando tecnológicamente, pero que la base siga siendo siempre el libro. Avancemos con la tecnología pero parados sobre los libros.

H.N.: Yo pienso en la biblioteca borgeana, pienso en un lugar infinito. Quizás pienso la biblioteca como ese lugar donde siempre hay algo más, el alma de una biblioteca es encontrar contenido tras contenido, quizás sea un poco poético lo que digo.

L.R.: En Universidades como la nuestra donde la diferencia la hace el peso de la tradición, una de las marcas de esa tradición se hace visible en sus colecciones. Esas colecciones especiales que tenemos hace la diferencia con bibliotecas universitarias de otras instituciones.

H.N.: Colecciones que además van hacia lo profundo de la Universidad, colecciones que además invocan a otras colecciones que se donan.

L.R.: Claro, las Colecciones Especiales, el Fondo Antiguo que poseemos hablan de una razón de vida institucional.

H.N.: Exacto, las colecciones que tiene la Universidad son un espejo de la vida de la institución y de las características académicas de la Universidad. Además en ellas también se encuentra el sentido de la misión de la USAL que es lo que debemos atesorar.

Fecha de la entrevista: 17/09/2015

Padre Federico Storni, S.J., primer bibliotecario de la Biblioteca Central. Fuente: Archivo Histórico. Colección de Fotografías