Notas de vida

Les habían contado de unas tierras desbordantes de recursos naturales que, junto con un clima benigno y políticas estatales sin restricciones para los inmigrantes europeos, aseguraban un espacio óptimo donde labrar un futuro a fuerza de trabajo. Entonces a fines del 1800 Tomás y Ana dejaron su Génova de nacimiento y se embarcaron para la Argentina promisoria. Sin embargo a esas alturas, de ninguna manera Tomás Finochietto y Ana Chammás podían saber que la vida simple aunque dura que imaginaban, se alternaría con el feliz jaleo de ocho hijos. Muy pronto ese escenario de tanta vida reciente fue sacudido por un dolor irreversible: Tomás murió (1893) cuando los niños estaban aún en época de crianza. No parece aventurado sospechar que los días transcurrirían cerca de la pobreza junto a una secreta esperanza de cambio venturoso. Ana se sobrepuso moral y económicamente, y dentro de sus posibilidades buscó que sus hijos accedieran a una existencia digna: definió su educación enviándolos primero al Colegio Nicolás Avellaneda, y luego al Colegio del Salvador, ambos en Buenos Aires.

Las habilidades deportivas y las aptitudes artísticas del mayor de los hijos, Enrique Finochietto (n. 13 de marzo de 1881), trajeron las primeras satisfacciones a Ana: Enrique fue desde la escuela primaria muy popular entre sus compañeros por esas causas. El temprano lugar destacado del primogénito marcó sólo un inicio. Su natural aptitud hacia el dibujo se cultiva en los años del secundario en el Colegio del Salvador1. Los años avanzan: siendo ahora un muchacho se manifiesta una notable habilidad manual conjugada con el sentido de belleza. En 1897 Enrique Finochietto (con 16 años) comienza sus estudios en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, graduándose con todos los honores cuatro años más tarde. En el mismo año (1901) ingresa como discípulo del Dr. Alejandro Posadas en el Hospital de Clínicas con quien descubre su vocación por la cirugía. Se entusiasma entonces por la anatomía dedicando largas horas a la disección de cadáveres de laboratorio y en perros, los que sus hermanos Ricardo y Miguel Ángel se encargaban de conseguirle. Son los comienzos del siglo XX, el joven Enrique que con 23 años se encuentra fuertemente estimulado por los Dres. Marcelino Herrera Vegas y David Prando, presenta su Tesis Doctoral “El pie bot varus-equino congénito” (1904)2. Busca luego acrecentar su práctica quirúrgica ingresando en el servicio de cirugía del Hospital Rawson cuyo jefe era el Dr. Andrés Llobet. Entonces toma a su cargo ad honorem el Servicio de Piel y Enfermedades Venéreas. La devoción de Enrique por sus pacientes le lleva a auto imponerse un trabajo a tiempo completo, dejando el Hospital solamente una vez por semana para ver a su madre. Es en esta instancia donde la revelación es completa y certera: la agilidad de los dedos, la firmeza del pulso, la suavidad en el tacto, la prudencia y la medida en las decisiones marcaron un ritmo, una respiración propios. La Escuela de Cirugía Finochietto estaba en ciernes.

Mientras tanto, las ciencias quirúrgicas florecían en Europa; entonces Enrique decide viajar a través del continente para visitar las más reconocidas clínicas de Francia, Alemania, Suiza, Austria e Italia. Parte a comienzos del mes de agosto de 1906, pero antes dejó otras semillas sembradas. Habiendo suscitado en sus hermanos la vocación por la medicina, el año que parte a Europa, su hermano Ricardo (n. 28 de abril de 1888) ingresa a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, y también tomaría este camino otro de los hermanos, Miguel Ángel.

Fue antes de la Primera Guerra Mundial. La belle époque europea dio el marco al período de preparación intensa a la que Enrique se avocó entre los años 1906 y 1909. Concurre a La Salpetrière donde coincide con Louis F. Terrier, pionero francés de la asepsia quirúrgica. Visita el servicio de Eduardo Quenu; en el Necker acude a las mostraciones de Joaquín Albarran, y en Berck sur Mer hace estadías con Menard y Calot, autoridades máximas en el diagnóstico y tratamiento de las tuberculosis quirúrgicas3. En el año 1907 recorre las clínicas alemanas: toma cursos en Berlín, y en las clínicas de Werner Körte, en la de Augusto Bier (referente en anestesia raquídea), en la de Ernst Bum (destacado partero); de von Eicken (laringólogo y otólogo de primera línea); y finalmente con Bernardo Bardenheuer, el impulsor de la tracción continua en las fracturas y otras lesiones óseas. En 1908 se traslada a Viena donde Antonio von Eiselsberg, discípulo de Teodoro Billroth, lo recibe para transferirle los conocimientos alcanzados hasta el momento en el terreno de la cirugía gástrica de resección. Acude a las cátedras de Julius Hochenneg (profesor en cirugía), de Adolfo Lorentz (iniciador de la escuela de ortopedistas y traumatólogos) y en la cátedra de otorrinolaringología de Heinrich Neumann en la que se adiestra en la entonces novedosa broncoesofagoscopia. El periplo se cierra con una recorrida por las Clínicas de Kocher (Berna), de Roux (Lausana); y con estadías en las Clínicas de Bastianelli y D’Antona en Roma.

A fines de 1909 regresa a Buenos Aires reincorporándose a los servicios quirúrgicos del Hospital Rawson como asistente del Dr. David Prando, nuevo Jefe del Departamento de Cirugía. Enrique comienza a implementar los conocimientos obtenidos en Europa, liderando el camino en la práctica de endoscopias. La notoriedad de sus méritos obligó al Dr. Prando a compartir las responsabilidades administrativas con el cirujano joven. En 1914, con 33 años, Enrique Finochietto fue formalmente Jefe del Pabellón VIII, una división quirúrgica con 37 camas.

En los años siguientes equipa al servicio con las tecnologías más avanzadas disponibles en la época. Fue entonces cuando su imaginación comenzó a jugar un partido fundamental en el escenario de la cirugía: Enrique Finochietto “va más allá de sus obligaciones”4, y el artista que se preanunciaba en el Colegio del Salvador se ganó un lugar. Lo creativo ingresa en el campo del instrumental quirúrgico y sus anexos: aparatos, mesas, útiles y herramientas para el cirujano, incluyendo planos de salas de operaciones. Para poder expresar con precisión los aparatos que su cabeza creaba, profundizó en el estudio del dibujo técnico entre 1912 y 1913. Si sus enclaves en el Hospital fueron la mesa de cirugía y el bisturí; en continuidad con estos, comenzaron a cobrar vida en su casa la mesa de dibujo, el compás y los lápices. Como artista ávido pasaría horas en la diagramación en detalle de todos los aspectos de una intervención quirúrgica, que luego era incluida en la historia clínica para ayudar a los cirujanos a entender mejor la operación que acababan de realizar. Pronto adquirió una importante base de datos de dibujos, fotografías, y películas radiográficas organizadas de manera precisa.

Paralelamente Ricardo Finochietto, avanzaba siguiendo las sugerencias de Enrique: al promediar la carrera había ingresado como practicante a la Sala VI de Cirugía de Niños en el Hospital de Clínicas (1906). En 1909 se forma en el servicio de cirugía de niños del Dr. Herrera Vegas en el Hospital de Clínicas José de San Martín. En el año 1911 se graduó, y siguiendo el camino de su hermano mayor, realizó su formación con el gran cirujano David F. Prando, quien estaba convencido de que para lograr la excelencia se debía seguir la sentencia del gran anatomista Gimbernat: “Mi autor favorito es el cadáver humano”. Dos años después pasó a trabajar con su hermano Enrique en la Sala VIII del Rawson, para pasar sucesivamente a la Sala XIV y al Pabellón IX.

A partir de aquí, estas Notas intentarán describir de forma entrelazada “los dos impulsos” que en la medicina argentina influyeron a principios del siglo XX en la cirugía mundial. Mientras Enrique comenzaba sus estudios de dibujo, Ricardo se recibe presentando una Tesis notable sobre “Técnicas de las anastomosis intestinales”. Luego de un breve período al frente de un servicio quirúrgico en el Hospital Alvear, Ricardo Finochietto dirigió la Sala VI del Rawson, mientras Enrique hacía lo propio en las salas XX y XXI del Pabellón IX. Corría el año 1914, Ricardo obtiene su título de Profesor en Medicina, con la tesis “Los métodos operatorios para la exclusión del píloro”. Su dedicación a la atención médica le llevó a desarrollar un registro de la historia clínica, las más extensas en la historia de los centros municipales argentinos.

En el año 1916 la ciudad de Buenos Aires inauguró un servicio quirúrgico que estaría constituido por más de 300 camas. Se le ofreció a Enrique Finochietto su jefatura, pero declinó tal distinción cuando el número de camas originalmente asignados se redujo inesperadamente por razones políticas; entonces continuó trabajando por dos años más en el Hospital Rawson.

En 1918 Enrique Finochietto viajó a Francia durante la Primera Guerra Mundial, para unirse al Hospital Argentino Auxiliar 108 de Passy en Bois de Boulogne5, como cirujano en jefe. Durante su estancia en París, tuvo la oportunidad de trabajar mano a mano con cirujanos de renombre como Gosset, Duval y Leriche6. Sus experiencias durante la Primera Guerra Mundial dieron lugar a una extensa disertación sobre el “Tratamiento de las heridas de guerra y transporte del paciente herido”. Sus contribuciones fueron tan aclamadas, su desempeño en el Hospital Argentino fue de tan alta jerarquía técnica, que el cónsul argentino Marcelo Torcuato de Alvear solicitó una prórroga de su estancia en París a pesar de que la guerra ya había terminado. Enrique Finochietto tenía entonces 37 años y 14 de graduado: en mérito a sus contribuciones, el gobierno francés le otorgó la Legión de Honor y otras dos medallas de guerra. Antes de regresar a la Argentina en 1919, viajó a los Estados Unidos, para observar las prácticas quirúrgicas en la clínica de los Mayo7 en Rochester y en el Post-Graduate Hospital de Nueva York. Su notoriedad fue tal que los periódicos argentinos le dieron la bienvenida con artículos extensos. Pero entonces no todo fue éxito y nuevos conocimientos, Enrique Finochietto desembarcó del Vetris en Dársena Norte afectado por una enfermedad nerviosa, fría y lenta que evolucionará imponiéndole terribles dolores.

En 1922 es nombrado Jefe de Cirugía del Hospital Rawson, pero rechaza este cargo para comenzar a diseñar el Pabellón IX, construcción que sería la Escuela Quirúrgica Finochietto. Realiza entonces varias cirugías torácicas de alta complejidad: la tercera toracoplastia en el país, y la primera incisión paradojal, técnica por él inventada y denominada así porque la incisión se realizaba en sentido inverso al establecido por los métodos de la cirugía clásica. Trabajando junto con sus hermanos Ricardo y Miguel Ángel, conforma el equipo que se convertirá en el más afamado de la Argentina en su tiempo. En 1924 desarrolla y aplica una nueva técnica para las operaciones de estómago, intestino y duodeno. En 1929 realiza por primera vez en la Argentina un taponamiento cardíaco, salvando la vida de un niño de un año, herido de bala en el corazón (el niño se había disparado accidentalmente y las radiografías no localizaban el cuerpo extraño); y realizó por primera vez una miotomía de Heller en un paciente con mega-esófago. De los más de 67 instrumentos quirúrgico diseñados por Enrique Finochietto solo nombraremos el constrictor cierra nudos, frontolux, el porta agujas, la pinza doble utilidad, el aspirador quirúrgico, las valvas de Finochietto, las tijeras
para lobectomía, el banco para cirujanos (que le permitía al cirujano operar sentado), la mesa quirúrgica móvil (con pedales para actuar en diferentes posiciones), el separador intercostal a cremallera (1938)8 ...
Al mismo tiempo, los escritos de Ricardo Finochietto sobre la anatomía patológica de las hernias retro inguinales, las suturas practicadas con tientos de fascia lata, y las amputaciones en decúbito ventral, así como los referidos a la apendicitis gangrenosa total, a los quistes hidatídicos abiertos en las vías biliares, a los tumores benignos de la glándula mamaria y al tratamiento quirúrgico de la tuberculosis, entre otros, le significaron un merecido prestigio. La unión de los hermanos Enrique y Ricardo Finochietto era entrañable, juntos escribieron la obra monumental Técnica quirúrgica, en once tomos, un clásico en la materia. En la sala VI del Hospital Rawson hizo escuela, y sus cursos de demostraciones quirúrgicas para graduados fueron muy concurridos. Los discípulos debían someterse a una férrea disciplina: prácticas de anatomía, operaciones en cadáveres para obtener una sólida formación al respecto.

Este arduo trabajo en conjunto de los hermanos Finochietto (aunque Miguel Ángel murió tempranamente de tuberculosis) los posicionó como el equipo médico más afamado de la Argentina en su tiempo. De este modo, a finales de los años ‘20 y durante la década del ‘30 era popular la expresión "¡Pero quién te crees que sos! ¿Finochietto?" para expresar un exceso del interlocutor.

Una noche de 1924 Enrique Finochietto se encuentra cenando junto a Pedro Chutro9 y Florencio Lezica en el cabaret el “Chantecler”10. Un amigo de condiciones modestas de De Caro se acerca abatido, su mujer había sido diagnosticada con un final irreversible por una enfermedad en el abdomen. El violinista se dirige a la mesa de Chutro, Lezica y Finochietto para pedirles ayuda por su amigo. Entonces Enrique revisa a la enferma, diagnostica una situación grave, y ya de madrugada es intervenida por él en el Sanatorio Podestá, asumiendo además todos los gastos. Este gesto que salvó la vida de la mujer derivó en el tango “Buen amigo”11 que Julio De Caro entonces dedica al prestigioso cirujano. Otros datos nos acercan los memoriosos del tango: la reputación alcanzada por Enrique Finochietto en Francia habría sido la puerta de entrada de Carlos Gardel a la ciudad luz. Finochietto habría sido quien introdujo al Zorzal criollo en el mundo parisino.

Hacia 1931, el Dr. Ricardo Finochietto se hizo cargo de la Jefatura de la Sala V del Hospital Alvear. Allí trasladó la idea de la escuela del Rawson y canalizó su innata y poderosa vocación didáctica. Comienza a transmitir el arte de operar. A partir de 1933 instaló su Escuela en el Rawson donde adquirieron alta jerarquía sus clases para graduados. En ese mismo año la enfermedad de Enrique se agrava por lo que renunció a la Cátedra de Clínica Quirúrgica, y el Consejo Superior de la UBA lo designó Profesor Honorario. Sin embargo, continuó con su tarea de cirujano en el Rawson.

En 1937 Ricardo partió a los Estados Unidos con el fin de visitar las clínicas quirúrgicas más importantes de ese país, principalmente la del doctor Frank Lahey. Como resultado de este viaje crea a su regreso la Escuela Quirúrgica para Graduados. En 1938 se realizó la “Primera Sesión Quirúrgica para Graduados” con el objeto de “exponer sucintamente algunas cosas, enseñar su terapéutica y demostrar resultados obtenidos en enfermos similares”, dinámica que se mantendría con un ritmo semanal e incluían: intervenciones quirúrgicas programadas, presentación de casos y de instrumental quirúrgico, y lecciones prácticas de materias afines (Patología, Clínica quirúrgica, Radiología aplicada). Ante la creciente popularidad de estas sesiones se agregaron las llamadas “sesiones conjuntas” mensuales, que sumaba los servicios de cirugía de Enrique Finochietto, y las “sabatinas” en las mañanas de los días sábados. Ricardo Finochietto operaba también por la tarde en el Sanatorio Podestá y atendía pacientes en su casa de la calle Paraguay al 900. Hacia 1941 había escrito cerca de trescientos ensayos y había supervisado más de cuatrocientos cincuenta títulos publicados por sus colaboradores.

El 8 de marzo de 1940 Enrique Finochietto realiza su última operación: extrae un quiste hidatídico a un indio mapuche. Fue otra intervención magistral. La enfermedad avanza, ataca su cerebro y pierde su lucidez. Entonces su consigna preferida “Cura si puedes, alivia siempre y ayuda a bien morir cuando tu ciencia cae impotente ante la muerte” la cumplió hasta el final: semiparalizado desde entonces, explicaba a la enfermera que lo atendía cómo poner las inyecciones de modo que el paciente no sufriera.

A partir del 23 de julio de 1941 Ricardo Finochietto es Miembro de la Academia Nacional de Medicina ocupando el sitial número 11.

Enrique Finochietto muere el 17 de febrero de 1948 a los 66 años.

En 1949 se creó oficialmente la Escuela Quirúrgica Municipal para Graduados.

En mayo de 1950 Oscar Ivanisevich renunció como médico de cabecera de Eva Perón y fue reemplazado por Ricardo Finochietto. Dado que el cáncer de útero que la afectaba escapaba a su especialidad, el caso fue puesto a cargo del doctor Jorge Albertelli y del cirujano estadounidense George Pack.

En 1951 Ricardo fue nombrado director fundador del Hospital Presidente Juan Domingo Perón de la Ciudad de Sarandí, donde además creó su famosa Escuela de Enfermería.

Tras la muerte de Eva Perón (26 de julio de 1952) RicardoFinochietto continuó recibiendo el apoyo del gobierno de Juan Domingo Perón, quien lo designó jefe de los servicios médicos de la Fundación Eva Perón.

Al producirse el derrocamiento del presidente Perón (septiembre de 1955), Ricardo Finochietto fue expulsado de la Fundación Eva Perón y del Hospital Rawson. Tras la Revolución Libertadora (1955-1958), el gobierno dictatorial de Pedro Eugenio Aramburu decretó la cesantía en todos sus cargos públicos. Aunque la Escuela siguió funcionando y expandiéndose, Finochietto debió continuar con su profesión como cirujano y docente en el ámbito privado.

Ricardo Finochietto murió el 1 de abril de 1962 por un aneurisma
de la región cerebral media.

Las vidas se enlazan cuando se cruzan los anhelos. Es la posibilidad de amar algo en común lo que reúne a las personas, entonces las creencias, las ideas y las metas se enriquecen mutuamente. Por suerte resulta imposible fechar el momento exacto en que las vidas eslabonadas coinciden. Algo de este ensueño debe haber sentido Ricardo Finochietto el día que vistió a Don Cosme12 al ingresarlo a la sala de Cirugía, para que viera operar a su hijo, nuestro gran Roque Albanese. Entonces el botellero Tomás Finochietto, el mismo que sobrevivió de changa en changa para alimentar a su reciente prole, también vio esa tarde operar a sus hijos en el Rawson.

Y esto tiene el mismo estatus de verdad que tiene todo lo que es cierto. Por lo menos es así, más allá de las fechas, las cronologías y las exégesis para los que creemos que sí hay un cielo que todo lo enlaza.

Enrique y Ricardo Finochietto

Ilustración 1:Foto hermanos operando Enrique (izq.) y Ricardo en una cirugía conjunta

Buen amigo
Música: Julio De Caro
Letra: Juan Carlos Marambio Catán

En las buenas o en las malas,
triunfante de pie, o vencido,
la mano del buen amigo
se tiende, cordial y buena.
Consuelo en la dura pena.
Aliento en amarga vida...
Si adoré a mi madre en vida
también cultivé amistad.

Si alguna vez
me ves rodar
tu mano firme y fiel
me alzará
fraternal.
Tu corazón
noble sin par
está vibrando al son
del violín
dormilón.

En los riscos del camino
mil veces lloré vencido,
mil veces fui malherido,
sangrando en la dura huella;
de pronto alumbró una estrella,
tu mano me dio la vida...
Se cerraron mis heridas
al soplo de tu bondad.

Mil veces caído
sentí desmayar
mil veces tu mano
me diste al pasar.

Hermano fiel
en mi orfandad
tu mano firme y noble
floreció en amistad.
El tiempo cruel
no ha de borrar
jamás tu fiel recuerdo,
buen amigo leal.

 

1Distinciones y premios en las ‘clases de adornos’ (así llamadas en el Salvador) testimonian los méritos del dibujante, no muy atento por otra parte, a las otras materias del curso escolar.” (Vaccarezza, p. 10)

2“…Enrique Finochietto recibe el grado de Doctor en Medicina, integrando una promoción que ha de entroncar con la historia de la cirugía argentina, la famosa generación de 1904 que, con la de 1893 y la de 1912, constituyeron floraciones no superadas. Pertenecieron también a ella, cirujanos de la talla moral de Pedro Chutro, Pedro Del Pino, R. Armando Marotta, Salvador Nicolini y Roberto Solé, de Buenos Aires y Rogelio Araya y Gerónimo Vaquié de Rosario.” (Vaccarezza, p. 13-14)

3 Por entonces en Buenos Aires la población se encontraba en progresiva tuberculización. (N. de la Ed.)

4 Según su decir: “Solo el cirujano que va más allá de sus obligaciones sirve con su deber”. (N. de la Ed.)

5 El Hospital Argentino Auxiliar 108 funcionó en Passy, Distrito 16, barrio caracterizado por su ambiente de tranquilidad. Cercano al Bosque de Boloña, el edificio se emplazaba en el número 14 de la Rue Jules Claretie, a pasos de la Rue de la Pompe. Su administración estuvo a cargo del Dr. argentino Lorenzo Moss, y tuvo como primer Jefe de Cirugía al Dr. Rafael Cisneros. Cisneros y Chutro iniciaron la lista de argentinos que comenzaron a actuar en Francia en 1915. (Véase también Huellas en papel Año II, No 3 p. 41-47)

6 Cf. reseña de Huellas en papel Año II, No 3 p. 41-47

7 La Clínica Mayo surgió en 1889 a raíz de la práctica de la medicina alternativa del doctor William Worrall Mayo y sus dos hijos, William James Mayo y Charles Horace Mayo. Los fundadores de la Clínica Mayo son los doctores Mayo, Stinchfield, Graham, Plummer, Millet, Judd y Balfour, quienes compartían los beneficios de la práctica privada de la medicina y contrataban a personal asalariado. En 1919, crearon la Sociedad de Propiedades Mayo, que se convirtió en una entidad sin ánimo de lucro.

8 Conocido hasta la actualidad como el “separador de Finochietto”. (Ver Ilustración 11-12)

9 Ver reseña Huellas en papel Año II No. 3 p. 28-34.

10 Cfr. Nota al pie de la p. 104

11 Ver pp. 128-129

12 Cosme Francisco Albanese, padre del Dr. Roque Alfonso quien fuera discípulo de Ricardo Finochietto. Ver el número dedicado a su persona: Huellas en papel Año II, Nº 3, 2013.