Notas de vida
Jesús Hipólito Paz Campero nació el 30
de junio de 1880 en un hogar patricio de la provincia de Tucumán, hijo de José
Gabriel Paz y de Tránsito Campero. Realizó sus estudios primarios en la escuela
de los Padres Escolapios.
En
el año 1894 termina el bachillerato en el Colegio Nacional de Tucumán, donde
obtuvo en todos los años y en la totalidad de sus exámenes la calificación de
sobresaliente, y se traslada a Buenos Aires en compañía de Felipe Britos
(condiscípulo) para ingresar a
En
el mismo año presenta su tesis Capacidad de hecho y de derecho en el derecho
internacional privado, calificada de sobresaliente, alcanzando entonces el
título de Doctor.
En
el año 1904 fue designado profesor suplente en
El
6 de marzo de 1907 se unió en matrimonio con Ana Rosa Gutiérrez de Sáenz
Valiente, con quien tuvo cinco hijos (ver el Árbol genealógico, p. 94)
Fue
director del Instituto de Estudios de Derecho Civil y miembro de número de
La
tonada provinciana, el gran sentido del humor e ironía, el reconocimiento de
sus alumnos, atraviesan el rico anecdotario que el “Fiero” Paz instaló en
Buenos Aires, en el que se unía la honestidad y la rigurosidad profesional,
bases que le permitieron conducir con éxito los pleitos más difíciles de la
época.
Supo mantener sabiamente el equilibro
entre la dedicación al trabajo y la construcción de la familia. Por ello, según
palabras de su hijo, Jesús H., “triunfó en todos los órdenes esenciales de la
vida”. Así lo demuestran las últimas palabras que dirigió al “Fierito” al
advertir la preocupación de este por su salud: “No te preocupés, Fierito, yo
he sido muy feliz; tu madre, una santa y los hijos no me han dado sino
satisfacciones.” (Paz, 1980, h. 4)
“¡Cuídese m’hijo!” (Paz, 1999, p. 249), fue el saludo de despedida con el que estrechó el corazón de su hijo Hipólito “Tuco” que partía en el mes de junio a San Francisco desde Ezeiza. Quizás ya presintiera que aquel era el último abrazo. Abrazo y palabras que luego devinieron entrañables. El 22 de junio de 1955 Jesús Hipólito Paz Campero murió en plena lucidez, acompañado por Dios a través de su sacerdote, sobrino y amigo Amancio González Paz.