Abuelo Paz, la nobleza de una profesión

Entrevista al Dr. Jesús Hipólito Ferré Paz, nieto del

Dr. Jesús H. Paz

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“Es importante que las nuevas generaciones,

 no la última, sino todas […] sepan de la

nobleza con la que se ejercía la profesión.”

Dr. Jesús H. Ferré Paz

 

 

 

L.R.: ¿Por dónde comenzamos: por el “Abuelo Paz” o por el Dr. J. H. Paz?

 

J.H.(n.): ¡Por el abuelo! Tengo un recuerdo buenísimo sobre él porque era muy cariñoso con todos nosotros, con todos los nietos. Él tenía solamente dos nietos varones, mi hermano y yo. Mi madre era Paz, hija de él. El Estudio lo tenía en la planta baja de un Petit Hotel de Quintana al 500, y arriba vivía toda la familia. Entonces nos hacía entrar a su escritorio, donde estaba la mesa que ustedes tienen en la Facultad junto con las bibliotecas. Uno de los recuerdos que tengo de chico es que me trepaba encima del escritorio. Había un teléfono antiguo cerca de su sillón desde donde se conectaba con los otros pisos; recuerdo que me hacía sentar en sus rodillas y jugar con el teléfono, imagínese lo que era eso. No le importaba que lo rompiera. Después nos llevaba a tomar helados a la antigua confitería París en Charcas y Libertad, a tomar helados de naranja. Otro recuerdo que tengo son sus amigos, esos señores de antes, que charlaban en reuniones interminables; me metía en las conversaciones y él jamás me echaba, era cariñosísimo conmigo. Tengo además un archivo de cartas que nos mandaba. Vivíamos a una cuadra de distancia, y nos escribía: “Querido fulanito…” “Mi querido e idolatrado fulanito…”, a mi hermana le escribía: “Mi  querida novia…”, tendríamos tres, cuatro, seis años. Tenía una chacra en una zona que era puro campo, en Rafael Castillo, con un manzanar; había una casa muy antigua allí, en una chata sin ruedas para llevar los cajones nos subía encima para que el caballo nos arrastrara… tengo los mejores recuerdos de mi abuelo.

 

L.R.: ¿Su elección de vivir en Tucumán se vincula a su abuelo?

 

J.H.(n.): No, por otras razones. Al poco tiempo de estar acá en Tucumán, ingresé como profesor en la Universidad de los Dominicos, y después como abogado en el Tribunal Interdiocesano del Arzobispado de Tucumán, que en ese momento se estaba organizando. Todavía sigo allí.

 

 

L.R.: ¿Usted trabajó en el Estudio del Dr. Paz?

 

J.H.(n.): Trabajé con el hijo de él, con Jesús Hipólito (padre de María del Carmen y María del Rosario[1]). Tengo también de él un recuerdo extraordinario. A mi abuelo le decían “el Fiero” y al padre de María del Carmen le decían “el Fierito”. Era cariñosísimo conmigo, éramos muy amigos, charlábamos, conversábamos, me invitaba a tomar copetines. Me divertía mucho con él, era muy alegre y bromista. Tengo un recuerdo de este tío mío como si fuera un padre. Yo entré a trabajar un tiempo allí, en el Estudio donde me inculcaron valores en la profesión.

 

L.R.: En torno al Dr. J. H. Paz se cuentan muchas anécdotas, quiero decir como profesional.

 

J.H.(n.): Claro, era una época en la que la profesión se manejaba de una manera distinta, había otros códigos. Hay muchas anécdotas que llevarían mucho tiempo contarlas, que destacan su inteligencia, agudeza y ética. También había un trato muy señorial con el personal de servicio, muy paternal, con cariño recíproco. Con gente de servicio que había trabajado veinte, treinta y hasta sesenta años. El portero que tenía está enterrado en la bóveda de la Recoleta de la familia, era otro trato. Fíjese que a ese portero le gustaba tomar y se escondía. Pero lo quería mucho a mi abuelo, y mi abuelo a él. Entonces lo echaba y a los cuatro o cinco días aparecía de nuevo como si no hubiera ocurrido nada, entonces mi abuelo lo recibía, y todo seguía igual.

 

L.R.: ¿Hay alguna rama del Derecho en la que él se haya interesado más?

 

J.H.(n.): Sí, el Derecho Civil. Yo mamé mucho la ética del Estudio. Por supuesto jamás se cobraba por adelantado, jamás se cobraban consultas. Había otro clima. Ahora lo que se nota es, por ejemplo, que se va perdiendo la noción de la ética. En aquella época, hasta que salió la ley del divorcio por presentación conjunta, los divorcios eran contradictorios. Había abogados que a veces ponían intimidades fuera de lugar. Entonces en los escritos de juicios contenciosos, que se atendían en el Estudio de mi abuelo y de mi tío, se ponía una advertencia preliminar: “por razones que hacen al respeto y al pudor de la institución matrimonial nos abstenemos de volcar en esta presentación todo aquello que se relacione con la intimidad”; se evitaba de esta forma presentar situaciones sórdidas, escabrosas o dolorosas. Yo le contaba esto a un abogado y me preguntó:

- ¿Entonces qué se ponía?

- Pues se ponía aquello que no afectaba el pudor de las partes o la intimidad del matrimonio.

Se ganaban los juicios sin necesidad de exponer situaciones delicadas.

 

L.R.: Desde este pequeño espacio que es Huellas en papel queremos dejar registro de esos otros modos de ejercer la profesión ¿quizás una ética antigua?

 

J.H.(n.): En realidad no se puede hablar de “ética antigua”, sino de “ética” simplemente, universal y para todas las épocas y personas, consistente. Hablando en términos sencillos es pensar y obrar con honestidad y de acuerdo al deber ser.

 

L.R.: Nos interesa este tema que también surgió en la entrevista que hicimos a los Dres. Albanese, cuando recordaban que su padre operaba a niños sin que mediara la cuestión del dinero.

 

J.H.(n.): Yo lo mamé, yo mamé eso en el Estudio de mi abuelo, con mi tío, y lo mamé de mi padre también, Rodolfo Ferré, médico, discípulo y amigo de Enrique y Ricardo Finochietto, y que valoraba mucho al Dr. Albanese. También atendía a personas necesitadas sin que mediara el dinero.

 

L.R.: ¿Quisiera que escribamos algún otro recuerdo?

 

J.H.(n.): Sí. Mi abuelo también ayudaba a mucha gente que venía de las provincias, estudiantes que llegaban a Buenos Aires, estudiantes que venían de Salta, Córdoba, Tucumán, La Rioja; yo recuerdo lo que contaba mi madre (que murió a los 101 años) que la mayoría de los amigos de mi abuelo eran del interior, los protegía mucho.  

 

 

 

L.R.: Dr. Ferré Paz, le agradecemos esta oportunidad de difundir a las nuevas generaciones la posición de la profesión en otras épocas.

 

J.H.(n.): Tengo 71 años, pertenezco al grupo de egresados de la UCA[2]. Gracias a ustedes. Es importante que las nuevas generaciones, no la última, sino todas, las nuevas, las de hace veinte o treinta años o más, y las futuras sepan de la nobleza con la que se ejercía la profesión. Pienso por ejemplo, en los que fueron profesores míos: el Dr. Tomás Casares, los Dres. Santiago de Estrada, Llambías, Zabala Rodríguez, Medrano, Abelardo Rossi, García Venturini, Monseñor Piroño y otros a quienes siempre tengo presente.

 

Fecha de la entrevista: 19/05/2014

 

 

 



[1] Ver Árbol Genealógico, p. 94

 

[2] Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires. (N. de la Ed.)