A usted, Dr. Paz
El Dr. Jesús Hipólito Paz Campero desplegó una amplia red de
relaciones sociales debido en gran parte a su extensa vida pública, profesional
y docente, como abogado y profesor de la cátedra de Derecho Civil de
Las
dedicatorias son elementos paratextuales que se disponen en los libros desde
larga data; incluso, desde que aún no eran “libros” sino que tenían el formato
de rollo. Así es, varios tratadistas de temas bibliológicos remontan la
aparición de las dedicatorias hasta
Luego,
con el correr del tiempo, los objetivos o motivaciones de estos complementos
textuales irán evolucionando hasta convertirse en un verdadero “arte”, a la
altura de los grandes literatos que las estamparon en sus libros.
Aun
cuando, como señala con perspicacia Gutiérrez Durán, los lectores pasan por las
dedicatorias como un trámite, dado que no les quitan ni les agregan calidad o
méritos a la obra, no es menos cierto que son un manifiesto en código del autor
que encierra una historia embebida a lo largo del texto. Apunta Gutiérrez
Durán: “La dedicatoria es una misteriosa forma de la evocación, de dejar la
impronta del nombre de alguien en un objeto físico (un poco menos susceptible
al olvido que un pensamiento efímero), dejar constancia de que quien detenta el
nombre ocupa un lugar privilegiado en nuestra memoria a propósito del texto que
simbólicamente se le obsequia.”(Gutiérrez Durán, 2011), luego, sintetiza más
adelante en su escrito: “Las dedicatorias, en su brevedad concisa, abarcan un
universo que narra una historia, encierran secretos narrativos definidos por
esa brevedad.”(Gutiérrez Durán, 2011). Abundan ejemplos de dedicatorias de
enigmática singularidad en los escritos sobre el tema y es seguro que cada
lector tiene sus preferidas o recuerda alguna que haya llamado su atención. Lo
indudable es que el autor en la dedicatoria expresa algo íntimo de sí que, aun
de manera cifrada, socializa en cuanto comparte con todos sus lectores. De la
misma forma que Jorge Luis Borges rescató el sentido y la estética de los
prólogos, las dedicatorias han sido objeto de recopilación y análisis: ¿habrá
quien escriba al estilo borgiano una “dedicatoria de dedicatorias”?
Sin
embargo, las dedicatorias abordadas aquí
no son estas, meditadas y explicitadas por los autores de modo impreso en las
páginas preliminares de sus obras, sino las manuscritas, más íntimas y directas,
las que una persona (autora o no del libro) suele redactar para otra, donde le
expresa un sentimiento particular. Estas dedicatorias manuscritas comparten
rasgos con las editoriales impresas, pero al mismo tiempo, enfatizan la
individualidad de los trazos y su caligrafía, la ubicación elegida, el trato
dispensado al dedicado de acuerdo con su relación personal, entre otras
distinciones.
Jesús
Hipólito Paz Campero, como ya se señaló
en el primer párrafo de este estudio, llevó adelante una extensa y notable
carrera como docente en
Otro ejemplar
seleccionado para el análisis de las obras dedicadas ha sido el libro “El
divorcio”[2]
del jurisconsulto argentino Carlos Silveyra[3], editado por
“Al Sr Dr Jesus H Paz. / Testimonio de respetuosa / y distinguida
consideración, al ilustrado / jurista y muy distinguido amigo de su /
[Afecto?]”(Ver Ilustración 1).
Tanto el
tono como el trato evidencian cierta formalidad ausente en la dedicatoria de
Tissone, antes comentada. El mensaje no es de alumno a maestro o de amigo a
amigo, más allá de que estos vocablos aparecen de manera explícita o implícita
en el escrito de Silveyra; sino, más bien, de colega a colega por algunos
indicios puntuales según se verá a continuación. Aun cuando el autógrafo no
está fechado, se puede conjeturar que fue redactado en 1936. La información se
obtiene de otro documento que acompaña a este ejemplar: una carta
mecanografiada en papel con membrete del estudio jurídico de Silveyra e hijo[4].
La misma fue pegada con cola adhesiva en la cara interna de la contratapa
anterior (Ver Ilustración 2). Este documento amerita un tratamiento singular y,
a la vez, conjunto con la dedicatoria, pues relata las condiciones en que fue
obsequiado el libro a Paz, siete años después de su publicación. La misiva está
datada en Buenos Aires el 9 de diciembre de 1936. Aquí consta que la misma
responde a una carta anterior que Paz le había remitido al autor, halagando su
obra. Por otra parte, alude a que Paz le hace saber de su interés por leer el
citado libro sobre el divorcio a través de un amigo en común: “[…] Qué más
puedo yo ambicionar, que un jurista de la ilustración de Ud., manifieste el
deseo de conocer la obra que le ruego al Dr. Pampillo se sirva entregarle a
Ud.”(párrafo primero in fine). En el segundo parágrafo, Silveyra expresa el
pundonor sentido a causa de la distinción recibida por el pedido de Paz: “Puedo
asegurarle que será para mí un título de honor, saber que en la selecta
biblioteca del ilustre maestro, tengo yo también un pequeño local.” Estos datos
verifican que no existía una relación de estrecha amistad sino de recíproco
respeto profesional.
Por
último, se ha tomado un caso relevante tanto por el autor de la dedicatoria
como por la temática del libro dedicado. Se trata de la obra del
distinguidísimo y polifacético Dr. José Arce: “Las Malvinas (las pequeñas islas
que nos fueron arrebatadas[5])”.
El libro en sí ostenta elementos resaltados para el análisis. En primer lugar,
a pesar de la temática tan sensible a los intereses nacionales de
“Para Jesús H. Paz / Mi querido Fiero: Ahí / va eso. Pretende ser un /
alegato claro. Usted dirá. / Un abrazo de su invaria_ / ble amigo.”
En primer
lugar, se pone de manifiesto la familiaridad del trato entre ambos, ya que Arce
se dirige a Paz por medio de su apodo el “Fiero”. Existen muchos nexos
apreciables en la vida de estas insignes personalidades, cuyo tratamiento
excedería en extremo los límites de este breve ensayo. En segundo lugar, se
infiere que Arce, más allá de la dedicatoria, espera una opinión del eximio
jurisconsulto: “Pretende ser un alegato claro. Usted dirá.”. En efecto, el
concepto “alegato” hace referencia expresa al área semántica jurídica. Es,
además, un punto neurálgico a considerar que el Dr. Arce, pese a ser un notable
político y diplomático, no proviene académicamente del campo del Derecho sino
de
En
resumen, las dedicatorias autógrafas en los libros o las notas que acompañan a
estos, delinean, con independencia de su probable discurso panegírico, un trasfondo
de la personalidad del dedicado y del que dedica, una delicada trama de las
relaciones entre las personas implicadas que puede ser leída, como si fuera un palimpsesto,
a trasluz.
N. Tripaldi
[1] Registro no. 88 del Catálogo periódico
impreso.
[2] Posee un extenso subtítulo u otra
información sobre el título que figura en la portada: “Efectos jurídicos del
divorcio pronunciado por Tribunales Argentinos. Causales del divorcio de
acuerdo con
[3] El registro de este libro no se encuentra
incluido en el presente Catálogo, su ubicación en el Archivo Histórico es PAZ 1894.
[4] En el ámbito angloamericano, se denomina
“ephemera” al estudio de los textos escritos en papeles sueltos (servilletas,
post-it, hojas de anotador, etc.) que se encuentran en el interior de los
libros, para establecer una distinción con respecto a
[5] El registro de este libro no se encuentra
incluido en el presente Catálogo, su ubicación en el Archivo Histórico es PAZ
1815.
[6] El 17 de
mayo de 1947, el ministro de Asuntos Extranjeros de España le impone las
insignias de Isabel
[7] Este año de 1950 tiene otra
particularidad destacable: el hijo del Dr. Paz, Hipólito J. Paz, se desempeñaba
como Ministro de Relaciones Exteriores y Culto de la primera presidencia de
Juan Domingo Perón.