Todo lo que el Padre Quiles construyó

Entrevista al Dr. Pablo Varela, Vicerrector Académico de la

Universidad del Salvador

"Quizás lo más valiente de la USAL

es que hoy sigue siendo fiel a todo lo

que el Padre Quiles construyó"

 

 

 

 

 

L.R.: Dr. Varela ¿cómo podría ser relatado su encuentro con el Padre Quiles?

 

P.V.: Yo no tuve la suerte de ser alumno directo de él en el Ciclo Pedagógico, pero sí lo fui de la profesora María Delia “Malela” Terrén, la hermana de la doctora María Mercedes “Mecha”  Terrén, que trabajaba la obra del Padre Quiles en sus clases de Filosofía de la educación. El primer libro que leí de Quiles fue en el año 1975, se llamaba Más allá del existencialismo. Yo, viniendo del área de la geografía, sólo había estudiado filosofía en la asignatura Problemática filosófica contemporánea, así que podría decirse que era un neófito. Pero me encontré con su filosofía in-sistencial, que es una respuesta a la filosofía existencial (sartreana) tan extendida por aquellas épocas.  Esto me inspiró a seguir profundizando su obra, hasta llegar, en los últimos años,  a realizar  trabajos para la enseñanza de la geografía vinculados con su sistema filosófico, el in-sistencialismo. La obra de Quiles significó para mí una gran apertura, un estímulo para comenzar a buscar redes, redes de pensamiento que comienzan desde una síntesis personal. El Papa Juan Pablo II nos hablaba de la síntesis entre ciencia y fe, entre fe y cultura, como síntesis personales, porque no hay recetas o caminos para unir la cultura o la ciencia con la fe, sino que dicha síntesis la realiza cada uno, para decirlo con las palabras de Quiles, la realiza cada uno desde su centro interior, desde el “ser en sí” de cada uno,  que se consolida en la medida que distingo que hay otro “ser en sí”, otro centro interior, que es la otra persona.

 

L.R.: Tanto el quehacer intelectual como parte de la obra del Padre Quiles estuvieron orientados a  establecer puentes entre el pensamiento cristiano y las religiones orientales ¿cómo fue el acompañamiento de la Universidad del Salvador en la construcción de este camino que abre Quiles en el contexto intelectual de Occidente?

 

P.V.: Quiles comienza a transmitir este acercamiento intercultural  a través de cursos que se impartían desde el Centro de Estudios Orientales (hoy los llamaríamos actividades de extensión universitaria). Cuando luego el Centro deviene en Escuela de Estudios Orientales algunos  cursos adquieren las características formales de Carreras de grado. Al generarse los primeros planes de estudio, estas Carreras ya ofrecen una serie de novedades, como por ejemplo la posibilidad de elegir trayectos, la de acceder a un título intermedio, el de Experto en un Área de Estudios Orientales, y finalmente, el título de Licenciado. En su momento fueron contribuciones pedagógico-didácticas al diseño curricular muy grandes, porque dentro de las culturas orientales se encuentran diferentes componentes: filosofía, religiones, geografía, historia y los idiomas. Dentro de la  Escuela de Estudios Orientales se estudiaba – y se estudia – el chino mandarín, el idish, entre otros;  es decir que se ofrecía desde entonces  – y no por imperio de las circunstancias o de las modas –,  una gran variedad de lenguas y de conocimientos de aspectos culturales que hoy todavía sobreviven en Oriente, y que además, explican cuestiones del presente, como las guerras de religión, por ejemplo. Todo este abordaje se comienza a construir desde el marco de la USAL, con una visión universitaria, justamente, y con un componente que costó integrar, pero que tuvo el gran cedazo que fue la figura de Quiles: el Yoga.

 

L.R.: ¿Costó mucho el ingreso del Yoga a la Universidad?

 

P.V.: Costó porque había mucha oferta no formal, y cuando se genera la nuestra se intenta introducir desde otras concepciones: pensemos que el acercamiento que tenemos nosotros al Yoga es desde la posición del catolicismo, no desde otra concepción. Esa construcción filosófica-teológica-religiosa que el Padre Quiles fue haciendo a lo largo de los años, con una gran prédica, lo llevó a realizar un trabajo muy arduo en la definición de los objetivos de la Carrera, las áreas,  incluso en la organización y promoción. Se proponía desde entonces un concepto de crédito, de manera implícita, cuestión  que en el día de hoy cuesta tanto incluir en nuestra estructura de carreras. En esta evolución llegamos a tener en la actualidad  en la Escuela de Estudios Orientales: la Licenciatura en Estudios Orientales, una Tecnicatura en Yoga y una Tecnicatura en Estudios sobre China Contemporánea. Y todo ello no quita que sigamos avanzando en el estudio de otros países de Oriente, como podría ser India. La Universidad en este sentido, desde su Rectorado ha sido pionera. Cabe destacar que el Padre Quiles no propuso sólo un marco de teorías sino que aportó hechos: en el año 1968 se le otorgó el Doctorado Honoris Causa a Indira Gandhi, y en el año 1992 al Dalái Lama. Pensemos que muchas veces en la Universidad estamos muy acostumbrados a lo teórico, o incluso a lo teórico-práctico, pero no siempre aparece el hecho – ligado al conocimiento – de manera tangible como lo fue el de otorgar un Doctorado Honoris Causa a estas personalidades. Significó mostrar con total claridad ese acercamiento a otras culturas, tal vez tan diferentes, pero desde una posición que también dio mayor solidez a todo el desarrollo que tuvimos en la Institución sobre este tema.

 

L.R.: Por lo tanto la Universidad no fue temerosa en manifestarse de manera visible a favor de este encuentro entre las culturas.

 

P.V.: No, para nada. La Universidad acompañó el camino que estaba trazando el Padre Quiles. Recuerdo que fui testigo de la invitación que Quiles le había ofrecido al entonces embajador de la India en Argentina, Lakhan Lal Mehrotra, distinguido como Profesor Honorario en 1985. Mehrotra contó, en  ocasión de recibir su diploma, que él había acompañado un tramo del gobierno de Indira Gandhi, quien se levantaba muy temprano y hacía el recorrido desde la sede del gobierno hasta el lugar donde recibía a la gente. Decía que ella se sentaba en un sillón, y  durante ocho o más horas, dialogaba con las personas que querían hablar con ella, todos los días, además de atender los asuntos de gobierno como Primer Ministro de su país. Narró que un hecho a destacar de la personalidad de Indira fue el siguiente: su custodia personal más cercana estaba formada por tres soldados muy entrenados y  uno de ellos era de la religión Sikh[1], grupo opositor interno a la política de ella. Comentó que uno de sus asesores le propone apartarlo, pero ella responde que, si no hay alguna otra razón además de su creencia religiosa e ideológica que indicara que debía ser enviado a otra función, no existía ninguna causa para separarlo.  Años más tarde (1988), aquel  custodio será uno de los que la mata: fue quien encabezó esa matanza terrible en ese camino que realizaba todos los días. Indira  recibió  varios balazos. Esto demostró lo que ella siempre fue y pensó, y que, junto con otros muchos méritos,  justificaba  también este acto que hizo el Padre Quiles, siendo Rector,  disponiendo el otorgamiento del Doctorado Honoris Causa.

 

L.R.: Uno de los aspectos que se reiteran en torno a la figura de Quiles es ese no tener miedo a lo otro, no tener miedo a conocer, simplemente conocer aquello que incluso es distinto a mi ideología… Sin embargo vemos que en la cultura y el pensamiento occidental hay una gran tendencia a construir compartimentos estancos que vuelven muy difícil la posibilidad de  establecer puentes.

 

P.V.: Antes de fallecer el padre Quiles, en el invierno del año 1992, viene el Dalái Lama por primera vez a la Argentina y se hace un acto en el Salón San Ignacio de la Universidad. Fue un día sábado. Fue una experiencia inolvidable, un día de mucho frío y de un viento constante, con lluvia. Así y todo se formó una cola terrible para poder entrar: la hilera de personas comenzaba en Tucumán 1845, daba la vuelta por la Av. Callao, luego por Viamonte y seguía por Riobamba. Nosotros no habíamos podido medir que el gran rebelde del Tibet, que estaba en pleno conflicto con China, tenía una amplia repercusión en la sociedad de Argentina. Entonces habilitamos otras aulas que fueron preparadas con pantallas para que lo pudieran escuchar allí. Aún así,  quedó mucha gente afuera.  El Dalái Lama llegó con dos custodios  de una delgadez extrema, concentrados, casi sin gestos, semejantes a estatuillas de ébano. Y mi recuerdo es que nosotros – los directivos de la Universidad  estábamos esperándolo con ansiedad – me aparece la imagen de  Julio Lucero Schmidt a mi lado –, ateridos por el frío. De pronto, ingresa a la salita lateral del salón San Ignacio, con una túnica, simplemente y hablando en un inglés perfecto. El Dalái Lama nos dio la mano y su temperatura nos causó un impacto muy grande: no daba la impresión de venir de la calle con un día tan desapacible. Comienza a desarrollarse el acto en un recinto colmado de gente. El trato que recibía  era semejante al del Papa: se referían a él como su Santidad, su Santidad el Dalái Lama, porque es la máxima autoridad del budismo tibetano. Dio una conferencia muy clara, recuerdo una exposición muy cercana. Quiles también tuvo una intervención. Uno se daba cuenta de la cercanía que existía, en relación a la religión como aquello que liga al hombre con Dios, había  una similitud. Al terminar las exposiciones, el rector Dr. Tobías, le entrega el Diploma de Doctor Honoris Causa, y el Dalái Lama trae como obsequio para  darle a él y al Padre Quiles una especie de pequeña estola de gasa, de una austeridad poco vista,  que comienza a desenrollar y que coloca sobre sus respectivos hombros, con un profundo sentimiento y un simbolismo relevante. Fue un gesto tan singular que todos los presentes nos sentimos muy conmovidos. Fue un gesto que iba mucho más allá del objeto. El Padre Quiles la recibió también muy emocionado porque sabía que ellos daban esa estola como el mejor de los premios.

 

L.R.: Y todo esto fue vivido y apoyado por la Universidad.

 

P.V.: Y lo sigue apoyando. Quizás lo más valiente de la Universidad del Salvador es que hoy sigue siendo fiel a todo lo que el Padre Quiles construyó, más allá de circunstancias relacionadas con una carrera con más o menos alumnos;  con las dificultades que sigue entrañando incursionar en campos donde no hay muchos  aliados; o, incluso, en una breve historia en la cual los que fueron apareciendo, con el tiempo quedaron en el camino.

 

L.R.: Sin duda esta construcción ha sido posible porque esa búsqueda la realizó desde una práctica vivida personalmente; la meditación, la serenidad, habrán formado parte de su concreto modo de estar en el mundo...

 

P.V.: Antes de fallecer, el Padre publica un libro que se llama Cómo ser sí mismo, obra en la que desarrolla el tema de la meditación. Por este motivo, en una reunión del Consejo Superior, en  el Campus de Pilar, fue invitado por el Rector para que practicara la meditación con los miembros del Consejo. Recuerdo que al comenzar la reunión  él nos dice que vamos a iniciar la jornada con una meditación que él mismo guiaría. Para ello, se sentó de una manera muy especial, que los más jóvenes no pudimos imitar, y nos introdujo en la práctica, siempre transmitiendo serenidad. Verlo enojado era muy difícil, sólo quiénes éramos muy cercanos a él nos dábamos cuenta de su disgusto por el uso de determinadas palabras, o la brevedad del discurso, pero nunca gestos agresivos. Hay que pensar que  tuvo que frenar muchas de esas tendencias  esotéricas sin fundamento provenientes  de Oriente o  del Yoga: debió ser  un tamiz, un filtro por  donde pasaran sólo las cuestiones que podían articularse con las concepciones propias de una Universidad católica, porque la apertura no significaba una pérdida de identidad, sino por el contrario, se afirmaba incursionando en otros campos u otros saberes. En esa reunión del Consejo Superior en Pilar, que todos recordamos, primero logró un silencio “activo” de treinta personas, y luego permitió que  cada uno llegara  a despojarse de todo lo que perturba cotidianamente. De este modo,  nos llevó durante media hora a entrar en lo que es cada uno, para poder vernos fuera de lo que es la exterioridad, ver ese centro interior que es lo que nos diferencia de cualquier otro, y que es en donde podemos tener un encuentro con Dios. Él nos acompañó en la meditación, y luego tuvimos nuestra reunión más relajados y con más capacidad para pensar.

 

L.R.: Quiles además de ser un reconocido orientalista construyó un sistema filosófico propio en diálogo con la realidad de su mundo.

 

P.V.: Y se preocupó por enseñar su pensamiento. Era un gran educador. El había grabado muchos videos que eran verdaderas clases magistrales. En una oportunidad yo estaba trabajando en Posadas y veía sus videos los domingos, por el Canal 12 de esa ciudad. En uno de los videos, en los que solía ser entrevistado por un periodista, su interlocutor le preguntó cómo se llegaba a la felicidad, cómo se consigue la felicidad. Una pregunta dificilísima, que algunos esquivarían, pero él dijo que el hombre primero para ser más persona debe tener autoconciencia de sí – autoconocerse –, allí es donde descubre su centro interior, y descubre que hay otros que tienen su propio centro interior, que es distinto al de uno. Una vez que uno tiene su  autoconciencia – autoconocimiento – comienza a adquirir la capacidad de autocontrol, porque estando afirmado en sí mismo, es posible tener  el manejo de sus emociones, de sus actos y de sus dichos, respondiendo al estímulo externo. Luego, autodecisión, es decir que yo decido, no deciden por mí. Todo este proceso se logra desde el amor que es lo que da plenitud a la persona y lo que le permite ser feliz. La filosofía del Padre era cercana a uno, era algo posible. Él se acercaba al Yoga, a la meditación, al centro interior, al punto en que las religiones se parecen, al sentido trascendente que presentan todas las religiones monoteístas. Su actuación como Rector de la USAL fue desde octubre de 1966 hasta noviembre de 1970. En el año 1969 Mecha Terrén, que estaba en la Escuela de Formación Docente, le pide una intervención sobre Teilhard de Chardin, para un ciclo de conferencias que se organizarían en Buenos Aires. Quiles, en ese momento ya era un hombre con reconocimiento nacional e internacional en el ámbito de la filosofía (era considerado por entonces como uno de los ocho filósofos vivos más importantes del mundo), y siendo Rector, se pone a estudiar el tema, porque admitía no conocerlo profundamente como para asumir una presentación de esa naturaleza. Para él estudiar era investigar, profundizar y escribir, es decir todo el proceso investigativo completo. Por ello luego, publicará en 1970 su Introducción a Teilhard de Chardin[2]. En otra oportunidad, la misma  Mecha Terrén le pedirá un trabajo sobre la obra de Juan Pablo II, donde Quiles compara su concepto metafísico con su propia filosofía in-sistencial, y publica Filosofía de la persona según Karol Wojtyla (no era Papa aún).  Podría hablar mucho sobre el Padre, pero querría destacar un libro que se acaba de reeditar como parte del volumen 30 de sus obras completas,  que se llama Filosofía de lo femenino, un texto que llega a las mujeres de una manera increíble hoy, para una mujer del siglo XXI este libro sigue teniendo vigencia. Uno se podría preguntar ¿cómo pudo escribir sobre este tema el Padre, hace muchos años, y desde su visión de sacerdote? Esto habla de la sensibilidad, de la cercanía que tuvo con el mundo y de su sabiduría verdadera. Él siempre aproximó la filosofía a la gente, una filosofía en diálogo con la realidad.

 

L.R.: ¿Por qué caminos se difunde hoy la obra del Padre Quiles?

 

P.V.: La Universidad en conjunto con la Fundación Ser y Saber se han dedicado a la difusión de la obra del Padre. La Fundación se constituye en 1979 y su único Presidente fue Mercedes Terrén hasta su fallecimiento, en abril de este año. Ahora ha quedado su sobrino ocupando el cargo, el Padre José Ignacio Ferro Terrén. La  tarea está focalizada en la difusión a través de nuevas publicaciones de  las obras de Quiles. La colección tiene ya treinta volúmenes. Posiblemente en el volumen treinta y uno se publiquen sus artículos escritos en otros idiomas. Fíjense que el pensamiento de Quiles continuamente se revitaliza, vemos que inclusive el Papa desde la línea jesuita sigue reflotando  su filosofía y el encuentro intercultural, entre Oriente y Occidente.

 

L.R.: Claro, la orden Jesuita ha dado cabida a grandes personalidades eruditas

 

P.V.: Hace poco en un acto recordamos al Padre Matteo Ricci, que fue otro sacerdote jesuita que actuó en la China y que conocía distintas disciplinas: matemática, astronomía, geografía, lenguas;  llegó a ser asesor del emperador en China, casi inimaginable en un régimen tan adverso. Quiles muchos años después, en otro siglo, tuvo también viajes a China, a la China maoísta, viaje en el que, desde que llegó hasta que volvió a subir al avión, tuvo gente que lo siguió. Fue también a la India. Siempre dejó una constancia de esos hechos por escrito, publicó Mi visión de Europa, ¿Qué es el budismo?, en fin… Quiles fue un pionero y como todo pionero fue una persona valiente, porque un pionero no es un cobarde o un pusilánime. En uno de sus artículos se refiere a la contribución de los jesuitas en Oriente, cómo ellos desde diferentes momentos de la historia llevaron cultura y evangelización a estos lugares. El Padre siempre fue una persona muy suave en el trato, muy  delicado en su relación con los otros, pero, a la vez, era de una gran voluntad y de enorme convicción y firmeza.

 

L.R.: Bueno, el Tao Te Ching dice lo más delicado del mundo puede con lo más duro del mundo…

 

P.V.: Por supuesto. Y la apariencia del Padre era de una fragilidad extrema, pero tenía una fortaleza increíble. Allí uno ve que aquello más insignificante puede llegar a tener un poder enorme. Con una apariencia tan frágil construyó un puente que se sigue transitando. Él vino a la Argentina prácticamente a morirse; sin embargo, no sólo no se murió sino que toda su vida la desarrolló en la Argentina generando una vasta producción científica, filosófica, religiosa. Vale la pena recordar, también, que  dirigió el Instituto Latinoamericano de Investigaciones Comparadas sobre Oriente y Occidente – ILICOO –, un Instituto que dependía del CONICET[3] y que funcionaba en la USAL con investigadores de la Universidad.

 

L.R.: Durante el proceso de preparación de este número de Huellas en papel he pensado que a partir de la obra del Padre Quiles, el cristianismo ha tenido que incorporar la existencia de Oriente, pero desde una práctica real, y no desde una mera postura teórica o “diplomática”.

 

P.V.: Y un ejemplo claro de esto es aquella meditación que hicimos los miembros del Consejo Superior. No fue la meditación tradicional de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, sino que tenía fuertes componentes orientales. Y todo esto el Padre lo hacía sin dejar de ser y pensar como sacerdote. Él tenía una gran capacidad de enseñar, cuando escribía enseñaba, cuando hablaba enseñaba.

 

L.R.: Para nosotros es muy valioso que usted nos permita dejar registradas en Huellas en papel, tantas experiencias compartidas con el Padre Quiles en el ámbito de nuestra Universidad, vivencias que no fueron escritas hasta el momento.

 

P.V.: Esto nos ayuda a pensar que siempre hay tiempo para las cosas, hay que organizarse, porque el tiempo también se construye, y esto es también lo que él nos enseña. Él cumplía con algo tan absorbente como es la gestión, sin embargo, tenía tiempo para escribir, para estudiar y dar sus clases, como lo hizo hasta el fin de sus días. En los últimos años dictó sus libros para lo cual grababa o dictaba un libro como si lo estuviera escribiendo. Decía: …porque la filosofía in-sistencial coma, que tiene su desarrollo en tales y tales circunstancias coma, puede llevar a profundizar ciertos conceptos dos puntos, hombre, vida, allí hagamos una llamada, nota al pie… como si él estuviera leyendo lo que dictaba, como si ya tuviera construida la imagen mental de aquello que estaba dictando. Esto me lo contó gente que le escribió y que no salía de su asombro ante ese hecho. Luego le mandaban los textos para hacer las correcciones. Pero él corregía muy poco. Daba conferencias, meditaba, celebraba misa, y era un sacerdote de ley. Hay que destacar también esto, porque uno ha visto a sacerdotes que se han dedicado a otras labores y en el momento de recordarlos o destacarlos se dice “un gran literato”, “historiador”, pero el Padre siempre mantuvo esa condición de sacerdote, llevaba su vida como tal. Él escribió la famosa Oración de la santidad, porque quería ser santo y lo manifiesta en esa oración[4]. Muy alegre, sonriente, con un sentido de lo mundano claro: no vivía en la estratósfera. Ha tratado temas mundanos de la forma más concienzuda, capacidad que podía tener un sacerdote como él que, además, era filósofo y educador.

 



[1] Sikhismo: la palabra sikh proviene del pali (idioma utilizado en la antigua India, proveniente del Indoeuropeo) y significa "discípulo". Dentro del hinduismo, puede ser considerado una rama de la mística de tipo devocional.

[2] Esta publicación se recoge en el vol. 29 de las Obras completas de Quiles, bajo el título Introducción a Teilhard de Chardin : el cosmos, el hombre y Dios.

[3] CONICET: Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (N. de la Ed.)

[4] La Oración de la santidad del Padre Quiles la reproducimos en el presente fascículo de Huellas en papel, p. XX