Celia Clara Fischer, Imágenes del Silencio
Silvia Long-Ohni[1]
Datos de la Obra
Fischer, C. C. (2011). Imágenes del
silencio. Buenos Aires: Rayuela. ISBN: 9789872633813.
Imágenes del silencio, una niña
que en silencio se deja atravesar por las imponentes visiones de la vida que le
presenta esta Argentina provinciana casi atrapada en la cordillera, las mismas
que van labrando parte de lo que será su materia poética, las montañas, los
ríos, los árboles, los animales, los sonidos de la naturaleza que cruje naciéndose
y rebrotándose, vida que pulsa densa la sangre, vida en la que el futuro se
vuelve feraz, nutricio. Y también una niña en silencio que se entrega a ser
poblada por otras imágenes, aquellas que viven allende el mar en el mismo
momento, en simultaneidad, las de la ciudad vuelta escombros, de la aldea
perdida, de los rostros sin nombre, de las sepulturas, los estruendos y la
muerte.
Es este poemario, entonces, una suerte de bitácora
que nos habla de un doble viaje con dos puertos de zarpada, dos viajes con
diferentes recorridos pero que van a dar a un mismo puerto: ese puerto de
llegada es la unidad del ser de la autora, el encuentro de sus dos raíces en
una sola raíz, que es ella misma, la integración en ese ser ella misma de las
dos caras de este animal bifronte que, tempranamente, se le presenta.
Dos territorios, la Alemania
de sus ancestros en una Europa en guerra y América, tierra de paz y también de
raíces propias; dos tiempos, el de la experiencia directa y tan bien expresada
en estos poemas a través de las imágenes sensoriales, los colores, los olores,
los sonidos, lo visible y lo recuperado por la memoria de lo que ha sido
escuchado en boca de sus antecesores, la vivencia que se filtra a través de la
palabra y fragua como recuerdo vigente.
Dos raíces, dos territorios y
un mismo cielo, que es el universo poético de la autora, la fuerza de la tierra
que se ha visto y olido y transitado, la fuerza de la sangre, que se lleva en
los genes, en la palabra historiada, en los miedos, en los temblores, en lo
memorado y en los rastros expresos frente al espejo; dos realidades
contrapuestas y en pugna, la vida y la muerte, la presencia y la ausencia, la
paz idílica del valle, la montaña y los ríos y la guerra feroz con sus
sepulcros, su destrucción y sus muertos.
Hay un mundo en el que aflora
la vida y otro en el que se yergue la muerte; uno que se recorre con «Tus
zapatos bailarines» (Fischer, 2011, p. 11) y el otro con los oídos y las
esquelas y hay símbolos que nos remiten a ambos: el bosque y el mar. Pero hubo
también flores en la aldea, alguna vez, una vez, antes del espanto, «flores
venidas de lejos» (Fischer, 2011, p. 13), dice la poeta como motivo de
esperanza y posibilidad de recuperación y retorno de lo perdido, de su mano,
por su mano, aunque se tramitara por el mágico ejercicio de la palabra poética,
pues aquello del «imposible retorno de Ulises» (p. 15) es ya irremediable, ya a
los protagonistas reales no les está dado el retorno, pero sí a la hija de la
memoria y la poesía, pues hay una historia que precede a sus propios orígenes,
historia que se rescata con el acto mágico de la poiesis. Y este es el
caso y por ello yo hablaría aquí de un cierto tipo de poesía épica en la que
las acciones, si bien están disparadas por la realidad exterior, se cumplen en
la interioridad de la autora, en ese verdadero doble trayecto que le permite
retomar una cierta unidad perdida, escindida.
Hay acá, combate, dos mundos
paralelos, pero distintos, que se encuentran en pugna, la vida que florece y
canta y la muerte que todo lo agosta y aúlla. «Misterios de la vida / que
fornica con la muerte», nos dice Fischer (p. 19) a manera de síntesis de este
doble viaje que obliga al encuentro de lo perdido con lo guardado, de lo
experimentado con lo memorado. Y así, navegando aguas arriba y aguas abajo, la
poeta logra hacer de esa memoria parte de lo vivido: «Nuestros cuerpos, /
grietas de musgo / sin epitafio» (Fischer, 2011, p. 19).
Y desde allí, desde el momento
en que lo escuchado y memorizado puede volverse experiencia, es posible también
imaginar: «e imagino que en algún lugar / surge de la nada / la belleza»
(Fischer, 2011, p. 19).
Es decir, después de la
destrucción y las cenizas, después de la nada, como el ave fénix, se recobra la
vida. Pero entiendo que, simbólicamente, lo antedicho, es solo posible mediante
el acto poético, en primera instancia.
Está el lugar de la sangre y
de la destrucción, el lugar «de los ángeles de bronce que sostienen a
Brandenburgo» (p. 21), pero está: «por Antofagasta y Huacalera / donde habitan tus
zapatos / concebidos por zorzales» (Fischer, 2011, p. 11).
Se sabe por lo vivido, se sabe
por lo contado y se llega a puerto, al encuentro de ese sí mismo cuando la
memoria logra reunir en un único cofre toda la infancia, el origen del brote y
el brote mismo. Quedan sí las nostalgias de lo que no pudo ser, se llega a
puerto a través de la poesía, aun cuando no lleguemos a «alcanzar el rincón perdido» (Fischer,
2011, p. 59).
Estamos entonces frente a una heroína que ha sido
capaz de trepar montañas y cruzar mares para
vencer al destino y encontrar las dos puntas de un mismo laberinto. Ya en el centro, sí, puede permitirse la
añoranza y decirnos:
Cómo hubiera querido
regresar a la infancia contigo.
Encontrar dispuesta a mi lado
tu risa
alzada en ángel de travesías
por espacios donde vaga desnuda
con sus pechos de agua dulce,
la luz (Fischer, 2011, p. 59).
Versos sólidos, contundentes, sin alambiques, duros,
recios, huesudos, muchas veces, y otras, olorosos, floridos, llenos de color,
una arquitectura poética que bien podría
asimilarse a una torre, y allí, la heroína, en lucha con sus dos
raigambres. Una poesía épica que, no por épica, está desnuda de un profundo lirismo, ese que nos invita al encuentro con
nosotros mismos y a la aventura de nuestro viaje propio.
[1] Poeta,
traductora y crítica de arte argentina. Correo electrónico:
Long-ohni@arnet.com.ar
Gramma, XXII, 48 (2011), pp. 337-339.
© Universidad del Salvador. Facultad de Filosofía y Letras. Instituto de Investigaciones Literarias y Lingüísticas de la Escuela de Letras. ISSN 1850-0161.