Porfidio Salazar*

 

Alegato contra el miedo

 

Me cierro a la sombra para abrir los ojos

y sé que estoy despierto de bruces

a punto de morder un canto de lluvia.

 

Un temblor de buenos días contra la sed,

en busca del agua perdida

para beber y no dormirse de aguas

sobre el tiempo.

 

Todo sin mí,

atado a mi crucifixión de huesos,

leño en la pausa mortuoria.

Guerrero que desentierra

el puñal para volverlo a clavar

en otra víscera.

 

No existe el polvo,

existe este ahínco,

existe en memoria de cuerpo devorado,

el reloj cierra su pulso

para no sentir la muerte y sus ejércitos,

los dormidos no están dormidos,

los huesos suspiran en la danza sin fin.

 

No ruge el sol cuando la vida crece, crece,

árbol hacia la nada de sombras.

 

Dejemos que el día

avance en su río.

Hagamos que el Tiempo,

maldito que nos cobra

el alquiler de las sienes,

se asombre como sangre,

sin prisa de aguacero:

el Tiempo avanza

y nunca marcha antes de nosotros.

 

Para limpiar el alma,

tomo el té de las tres contra el aullido.

Voy a dormir

el sueño / la hermosura o la fogata

sin que nadie queme mis relojes

o cambie mi cruz por la del otro.



* Poeta nacido en Penonomé. Obtuvo el Premio Nacional de Poesía Ricardo Miró 1998 y 1999, y en Ensayo en 2009. En 2008 ganó el Premio Centroamericano Rogelio Sinán.

Correo electrónico: porfirio98@hotmail.es.

Gramma, XXVI, 54 (2015), pp. 

© Universidad del Salvador. Facultad de Filosofía y Letras. Área de Letras del Instituto de Investigaciones de Filosofía y Letras. ISSN 1850-0153.