Gloria Gabuardi*

 

En la montaña de las brumas de Estelí

 

a Francisco de Asís

 

Con los pálpitos del corazón entre los dedos,

llegamos a la Cima del Mundo.

He colgado mis miserias

en el ojo de esta luna transparente

y  tirado con desdén mis angustias

a un lado de las nubes.

Pienso dormir en ellas,

revolcarme de dolor o de alegría,

jugar al  volandás o chimpilicoco

o por lo menos, tener mis pensamientos amorosos

(mi hija allá lejana, y mis hijos lejos, mi corazón hecho trizas,

dividido como sandía destrozada).

 

Que mis sueños cabalguen esta noche,

arrullados  por el ruido fantasmal de los grillos,

 hasta donde lleguen los límites

de mi corazón abierto en pampas

como la flor de la bandera española.

 

Estoy de nuevo en la Cima del Mundo.

En la Montaña de Las Brumas de Estelí,

equidistante del Quiabuc, lejos del Tisey

y lejos del Guarumo,

entre el mundo de los vivos

y la eternidad imaginaria,

entre la realidad trágica de mi Patria

y lo fantasmagórico de lo creíble y la mentira

entre el inventario del mundo de los vivos,

seco, árido, despalado y destructivo

como un cuadro gigantesco de Dalí

y el abismo de lo fantástico y del mito.

 

Aquí, como en el Pamir, en  Tadjikistán,

entre Afganistán y China

en Asia Central,  el Techo del Mundo,

queriendo encontrar a Dios

entre el azul del cielo que toco con mis manos,

y el celaje lapislázuli , verde, jade, morado, gris del atardecer

en el rumor de los pinos que aún quedan con vida,

o en las huellas de Marco Polo

 

y su aventurero caminar en las batallas del tiempo

o en las crueldades de las guerras del gran Khan,

arrasador de pueblos y montañas.

 

Yo llegué a la Cima de la Montaña del Pamir,

y  me asomé en el verdor de su laguna transparente

la misma del gran Marco Polo

y puse mi huella sobre su huella.

 

Aquí en Estelí, tierra de mi Nicaragua,

vuela mi ojo hacia el infinito

sin  encontrar límite que lo contenga

y con un corazón colgado como relicario

donde guardo los colores del crepúsculo y del ocaso

las lágrimas de la vida y de la muerte,

la imaginación y la risa de los míos,

los nombres de los que se fueron,

las añoranzas de los que están vivos,

la raíz de mi origen,

y la savia oculta del pozo de mis deseos.,

no vaya a ser que en este despale inmisericorde

hagan que desaparezcan para siémpre.

 

Y se van , vuelan mis sueños

navegando como góndolas entre las nubes

llevando tan solo el registro del viento y su violencia,

donde el eco es como una espiral que se engulle al mundo.

Y la inmensidad de esta tierra despalada

y la voluptuosidad de su tristeza,

dan rienda suelta a mi nostalgia y a mi furia interior.

 

Aquí estoy,  en  el  Cerro de las Brumas, en estas montañas,

donde hace ya muchas lunas, no penetraba la luminosidad del día,

y el rocío bastaba para desencajar el mar del llanto,

de las ánimas en penas,

donde desembocaban las pasiones de la vida.

 

Reino de palabras

 

Quiero tener un reino de palabras

o un río de palabras

que arrastre la desdicha humana

que haga raíces en mi alma

y la transformen en Argonauta

Quijota de los mares de la fantasía

valiente soñadora de la Libertad..

 

Un reino de palabras

que me haga trastocar

el movimiento de los pájaros en sus ramas

y que me transmita el color de una estrella

el olor del viento

la espiritualidad de la pasión de los hombres.

 

Un reino de palabras que me haga conocer

al ser humano, los mares y los astros

para juntar mi alma con mi cuerpo

y así complacer mi carne.

 

Quiero un reino de palabras para mi alma

como quiero una Patria inmensa para mi corazón

libre como la soñamos todos.

un reino de palabras que me seduzcan

y que se desgranen entre mi lengua

como laberinto de perlas

en un atardecer de mi Patria.

 

Un reino de palabras o un rio de palabras.

que se desborde y arrastre todo lo que encuentre

que sea fuego fatuo entre mi boca

pasión devoradora de mis sueños.

 

Que me encandile los labios

que me entregue las llaves de la imaginación

de las islas de los colores y las especias

Amboina, Banda, Ternate y Tidore

con sus baúles, sus tragedias y sus aventuras

en el mar del llanto de  Vespuccio y Magallanes

 

Y,  que para detenerse ante mí,

solo baste, que me iluminen tus ojos

o el temblor del umbral de un sueño

para manchar la página en blanco.



* Poeta y artista plástica nacida en Managua. Varios de sus poemas han sido traducidos parcialmente  al alemán, al inglés, al italiano, al uzbeco, al turco y al árabe.  

Correo electrónico: gloriagabuardi@hotmail.com.

Gramma, XXVI, 54 (2015), pp. 

© Universidad del Salvador. Facultad de Filosofía y Letras. Área de Letras del Instituto de Investigaciones de Filosofía y Letras. ISSN 1850-0153.