Francisco de Asís Fernández Arellano*

 

La belleza del relámpago y el lirio

 

Ya no oigo lo que me dicen

todo me llega en la tempestad    

se mezcla con lo que he vivido

con  palabras que se van uniendo a otros significados,

al llamado de la sangre por un lugar en la vida,

así como entran las frases musicales en un músico sordo

y todo se entiende adentro

donde se levantan el trino y el ala del gorrión,

el verso del canario y el ciprés,

con la fuerza de un alfabeto creando palabras,

la armonía ordenando el  estallido del mar contra el azur.

 

Una estrella es una rosa iluminada

 

La vida como yo la conocía desapareció,

se transformó en cristales diminutos

en otras apariencias, sin fantasías,

borrosa e incierta,

con el vestido crudo de la bestia.

Y huí, durante cincuenta años huí,

caminando y durmiendo en el desierto

debajo de los puentes de hierro y agua,

y el cielo oscurecido mientras se abrían las aguas del mar.

Ahora, aquí, en el azul infinito no existe el tiempo.

Nadie me espera,

pero mi alma tiene las estrellas al alcance de su mano.

La soledad abre el ojo del alma

para ver que las rosas gigantes están iluminadas por dentro.

Y es cuando por fin encontré una zona del cielo para vivir,

un barrio de estrellas y rosas

habitado por un solo ser místico que vive en cada una de las estrellas

 el éxtasis de la creación.

Y hay diez mil millones de estrellas

 y diez mil millones de seres eternamente felices

cantándole al Creador.

Esta es la puerta del Paraíso.

Un solo ser y su canto

bastan para llenar una estrella

que es una rosa iluminada.



* Poeta nacido en Granada. Entre las distinciones de que ha sido merecedor, se cuenta la Cruz de la Orden del Mérito Civil del Reino de España, otorgada por el Rey Carlos i de España.

Correo electrónico: fdeasis@cablenet.com.ni.

Gramma, XXVI, 54 (2015), pp. 

© Universidad del Salvador. Facultad de Filosofía y Letras. Área de Letras del Instituto de Investigaciones de Filosofía y Letras. ISSN 1850-0153.