Héctor Hernández Montecinos*

 

Los colores y papá (fragmento)

 

Papá se ha caído al río.

Fueron los juncos malvados.

Papá da manotazos al aire.

Papá grita.

Nadie oye a papá.

Tomó mi mano y resbaló.

Pobre papá.

Los pájaros esos nos han visto.

Pájaros del demonio.

Papá se cayó.

Le dije que no hiciera caso a los juncos.

Le dije que eran malvados pero no me escuchó.

Ahora papá es arrastrado por la corriente.

Su cuerpo se estrella con las rocas del río.

Se oye cada hueso que cruje.

Ya no tiene dientes.

Papá es un bebé y se está muriendo.

Lo siguen los peces carroñeros.

Quieren comerse a papá.

Los coyotes huelen la sangre a lo lejos.

Uno de ellos aúlla.

Se acerca la manada completa.

La tierra tiembla.

Es linda la primavera.

Me gustan los colores aunque no pueda verlos.

Todo debe oler verde.

No sé cómo huele el verde.

Imagino que a aire podrido.

Papá sigue dándose de tumbos.

Su cuerpo se tajea con los troncos de los árboles que mamá derribó anoche.

Se llena de enormes astillas.

Son estacas.

Mamá derribó todos los árboles a la redonda y los arrojó al río.

Papá ya no grites.

Nadie te escuchará.

Guarda silencio.

Te vas a callar.

Los peces carroñeros te rodean.

No saben si comerte o sentir lástima.

Se alejan.

Ni para eso sirves.

Ahora habrá que esperar a los coyotes.

Llegarán al anochecer.

Un brazo tuyo se queda varado en la orilla.

Las hormigas vendrán.

Son cientos de miles.

Harán orificios entre tus uñas y la piel.

Por ahí entrarán lentamente.

Las sentirás una a una como devoran la carne emblandecida.

Llenarán tus dedos por dentro y luego tu mano.

Subirán arrasando con todo.

Ni siquiera pelos quedarán.

Beberán lo que reste de sangre y podrán hablar hasta el amanecer.

Te dije papá que no te acercaras al río.

Te advertí que los juncos eran malvados.

Las piedras no eran mágicas pero caso no me hiciste.

Nunca me escuchas.

Yo te hablo y me ignoras.

No me ves.

Soy invisible.

Para ti estoy muerto papá.

Nací muerto.

Como estas malditas piedras en el fondo de este maldito río.

Por eso te fuiste ¿no?

¿Es linda la primavera papá?

Cuéntame cómo es.

¿Es cierto que las plantas se elevan hasta el cielo para alimentarse del sol?

¿Es cierto papá?

Dime si es verdad que el arcoíris es de muchos colores.

¿Cuántos?

¿Qué colores son?

¿Viven las nubes?

¿Tienen hijos?

Las hormigas han dejado restos de huesos.

Parecen de pollo.

Papá es un pollo

¿Eres un pollo papá?

¿Puedes poner huevos?

¿Sabes usar tus alas?

Eres un pollo y los coyotes te van a desplumar.

Te retorcerán el cogote.

¿Qué le dirás a mamá si quiere hacerte un guisado?

Te cortará la cabeza y te meterá a una olla con agua hirviendo.

Me dirá a mí que te arranque las plumas y las patas.

Yo no quiero que seas un pollo papá.

No podrás volar.

A mí me gustan las abejas.

Vuelan muy bonito.

Se roban los colores de las flores.

Van de una en una.

Duermen ahí y luego se van.

Las flores sueñan papá.

En ese momento las abejas se roban sus colores.

Comienza a hacer frío.

Los coyotes no tardan en llegar.

No queda mucho de ti papá.

Tendrán que conformarse con lo que deje el río.

Esos juncos eran malvados.

Sus piedras no eran mágicas.

Quiero que esos pájaros dejen de mirarme.

Váyanse.

No sé lo que quieren.

Me arrastra el río.

Tú y yo somos lo mismo.

Rebanadas de carne.

Astillas de huesos.

Cartílagos flotando.

Pelo enredado en las ramitas a la deriva.

A nadie le importamos.

He escuchado como gritan tu nombre.

Ahora que anochece ya se fueron.

Sólo se oye la manada de coyotes acercándose.

Las hormigas también se han ido.

Una brisa fresca huele a humo.

Alguien quema leña a lo lejos.

Pasarán la noche cerca del río.

De verdad te quieren.

No saben que eres una gallina.

¿Tienes huevos?

¿Vas a poder volar alguna vez?

Nunca me dijiste cómo es la primavera.

Luego te quejas.

Esas luces en el bosque son los ojos de los coyotes.

Vienen con hambre.

Son cientos.

Te devorarán toda la noche.

Las hormigas se amanecerán cantando.

Mañana volverán.

Recorrerán todo el bosque para llegar aquí mismo.

Seguirán buscándote pero nadie te encontrará.

Lo que de ti quede se perderá en la ciénaga.

Te lo dije papá.

Esos juncos son malvados.

Esas piedras no son mágicas.



* Poeta nacido Santiago de Chile. Licenciado en Literatura. Doctor en Filosofía, mención Teoría del Arte.

Correo electrónico: hernandezmontecinos@hotmail.com.

Gramma, XXVI, 54 (2015), pp. 

© Universidad del Salvador. Facultad de Filosofía y Letras. Área de Letras del Instituto de Investigaciones de Filosofía y Letras. ISSN 1850-0153.