Diana
Bellessi*
Dicen que dijo Lao Tse a Wen Tzu:
todas las
cosas misteriosamente
son lo
mismo, así que mira con fijeza
hacia
delante como un ternero
recién
nacido lo hace para ver
lo que
parece ausente siempre ahí;
en la
gentil mirada del maestro
yo
imagino su amor ante las cosas
sobre todo
lo terso y lo pequeño
alzándose en
sus formas del vaivén
donde se
gana eso que se pierde
como lo
hace la brisa entre los juncos
o en
el agua dejándola los juncos
pasar en
un susurro ágil de amantes
que se
saben opuestos sólo un rato
para
afinar la voz en el concierto
y
bienaventuradamente luego
tenderse
juntos sin abandonar
nunca la
fuente, ciertos en la voz
sincera
donde lo alto y lo bajo
no se
destronan ni definen entre
sí al
cincelar su mutuo exceso; así
aireadas las
florcitas que el granizo
agitó ayer
sobre las ramas se abren
hoy en
el aura nívea del manzano
donde
suena gentil esa llamada
de la
dulce torcaz como si fuera
la
propia voz de Lao Tse a Wen Tsu
diciendo
misteriosamente todas
las
cosas son lo mismo, mi ternero
Viéndome, en lento caminar y en
vértigo
no
obstante por el áureo corredor
hacia la
orilla donde al fin se para
el
tiempo y llega aquél, aquel sin límites
que da
la espalda al porvenir y gira
sonriendo a la
miríada naciente
como hace
el corazón ante el invierno
y por
un segundo y frente a frente
contempla lo
desnudo entre las ramas
con muda
admiración para después
asegurarse en la
canción extraña
de un
ave loca que susurra algo
sobre un
temblor de hojas o un latido
en el
vacío seno del invierno
veo
cerrar al enemigo tiempo
las
puertas a los héroes finalmente
mortales y
disueltos en el fuego
de
efímeras victorias, llora Aquiles
a
Patroclo y se llora por saberse
él
también un mortal, no torcerá
la
espalda de aquél que nos espera
junto al
río más sombrío y viéndonos
por un momento ve a nuestros hijos
y los hijos de sus hijos cuando el otro
no el campeón ni el dios sino el rapsoda
hambriento y satisfecho en sus harapos
nos da la bienvenida en el estrecho
corredor donde baila esa última
luz extraordinaria y no sabemos
decir si acorralada o liberada
pareciera invitarnos a una fiesta
de alianza con el bello perdedor
¿que es el tiempo menor o es Aquiles
emergiendo en la dulce sangre propia
que llora lo perdido y lo tenido
para siempre aunque sólo en esa forma?
y busca un centro o la guiñada
esquiva
del menor harapiento que le diga
te ha tocado lo mejor haciendo
a su medida como a la medida
de un infinito dios el resplandor
del presente que brilla sólo de ese
modo por caminar sobre la cuerda
de la muerte y el geniecillo todo
en oro inmerso de la luz de otros
gastada en la alegría de ser por un
momento viéndose en el vórtice o
no viendo ya, se une a los balidos
de corderos que entran por el brete
al tremor del magnífico concierto
ya se hizo la faena, no vemos nada
Destino
Tablas acosadas por la humedad y el bicho
guardan mi corazón como un lucero
y no me importa la gente ni la plata
sino el crac crac del grillo en la mañana
del silencio, el gallo allá a lo lejos
y ese girar de Talita que busca el sitio
para echarse al sol en el alero
mientras la sombra de papá en su silla
me dice sí y alcanza un mate con
cáscaras de naranja, sí, m'hijita,
cerrá tu vida en este círculo que acaricia
los pasos del principio con las huellas
nítidas del final...
Ekstasis
Moverme en lo abierto
como lo hace el cazador
bailar y silbar como el viento
en lo abierto
como la roca en el torrente y la piedra
en el granizo y el mosquito
con sus ojos abiertos
solamente a ello y nada más
en lo abierto
de una forma impensada
sin ver
ya nada, ya nada
* Poeta nacida en Santa Fe, ganadora de la Beca Guggenheim
en poesía (1993); la beca trayectoria en las artes de la Fundación Antorchas
(1996); el diploma al mérito del Premio Kónex (2004); y el premio trayectoria
en poesía del Fondo Nacional de las Artes (2007).
Correo electrónico: islasdelsur46@gmail.com.
Gramma,
XXVI, 54 (2015), pp.
© Universidad del Salvador. Facultad de
Filosofía y Letras. Área de Letras del Instituto de Investigaciones de
Filosofía y Letras. ISSN 1850-0153.