El enfoque
sociológico del delincuente
Homenaje al Dr. Victor José
Irurzun
Dr. Luis Horacio Comparatore.*
Subcultura
delincuente es aquella en la que ciertas formas de actividad delincuente constituyen
un requisito esencial para la performance de los roles dominantes de la subcultura;
es decir, que la condición de elegibilidad –para ser miembro o líder del grupo-
es el desempeño de un mínimo de conducta delincuente.
La subcultura delincuente es campo fértil de
aprendizaje y de control – para y por los que en ella se encuentren inmersos –
su costo social es incalculable, teniendo en cuenta que son sus características
la repetición de los actos delictivos, la posibilidad de que el joven
delincuente continúe con su carrera criminal (por las conexiones que mantiene
con el adulto delincuente), y la existencia de un control tal que imposibilita
el cambio (de la cultura delincuente). Por los motivos apuntados se considera
menos peligrosa la conducta criminal aislada.-
A
los antecedentes analizados debe aunarse la circunstancia de que la subcultura delincuente
acepta como legítima sus propias normas, y rechaza las de la sociedad global.-
Según
los autores se dan tres tipos de subculturas delincuentes para los jóvenes de clase
baja en los grandes centros urbanos.-
1º Característica
criminal: es la que se halla basada sobre valores criminales; sus miembros se
encuentran motivados hacia el logro de ganancias materiales por medios ilegítimos,
como la extorsión, el fraude y el robo; el prestigio se obtiene por el acceso al
poder y a los bienes materiales mediante una conducta ilegítima; el joven, al conectarse
con la subcultura, “aprende” su oficio.-
2º Característica
conflictiva: aquí la nota se encuentra dada por la violencia; sus miembros
obtienen prestigio a través de la manipulación de la fuerza – lo que constituye
una válvula de escape para esa juventud sin diversiones.-
3ºCaracterísticas de
retirada: sus componentes, que se sienten desconectados del mundo y sin
trabajo, enfatizan el consumo de drogas.
Para
los autores, a medida que se desciende en la escala social, mayores son las presiones
ejercidas por la sociedad en lo que a la conducta desviada respecta. A medida
que se baja en la escala social aumenta el descontento con el status ocupacional
y los ingresos, hecho que, aunado a la escasa posibilidad de cambiar de status,
aumenta la presión, haciendo más frecuente la conducta desviada. Por otra parte,
cerrados los caminos de acceso “legítimos”, por parte de la sociedad, el joven
se encuentra motivado a recurrir a los “ilegítimos” como medio de zanjar sus frustraciones
y acceder a los fines o metas institucionalizados.-
*Fiscal de
Cloward
y Ohlin han realizado una breve reseña de algunas de las teorías que se han ocupado
de las subculturas delincuentes:
1º Identificación
masculina y subculturas delincuentes: desde que el hombre juega su rol fuera de
la casa, el niño crece identificándose con su madre; al llegar a la adolescencia
observa que la sociedad espera que “juegue el papel” de hombre y rompe,
entonces, violentamente su conducta anterior y recurre a la conducta desviada –
agresividad, por ejemplo- que tiende a ser marcada por una masculinidad compulsiva
(Parsons)
2º Adolescencia y
subculturas delincuentes: debido al complejo sistema ocupacional – que necesita
una adecuada preparación – ya que el hombre joven debe posponer su participación
en roles de padre y esposo, el adolecente masculino se encuentra separado de
los roles adultos y relegado a un prolongado status preparatorio, en el que ya
no es más joven pero tampoco hombre. No obstante vedársele los caminos para
acceder al rol adulto, se enfatiza el valor de tal rol y, entonces, el
adolecente cae en la conducta desviada – por ejemplo en el gang, donde puede
actuar como adulto y protestar contra el mundo adulto (Bloch y Niederhoffer)-;
3º Cultura de clase baja
y subculturas delincuentes: las sociedades, a menudo, contienen diversos
sistemas de valores que varían su predominio, de manera tal que la conformidad
con un sistema subordinado de valores provoca sanciones de los agentes del
sistema dominantes de aquellos. Es así como la clase baja se caracteriza por
sus valores distintos, que difieren de los de clase media plasmados en los
códigos; por ello, la conformidad con ciertos valores de clase baja, puede ser
delito (Miller).-
Al
análisis referido sigue el de las teorías de Durkheim y Merton, desde las que
los autores han consolidado las teorías de aquellos con las de Shaw, MC Kay,
Sutherland y Kobrin, respecto de la transmisión cultural de la conducta
desviada y las subculturas delincuentes.-
Para
Durkheim, en una sociedad cuyos objetivos se encuentran regulados se hace difícil
la conducta delincuente, pero sucede que, por crisis económicas –rápido cambio en
los status – o por la especial organización de la sociedad industrial - que
permite amplios desarrollos tecnológicos- se da pie a que la imaginación corra
hacia el logro infinito de riquezas. En efecto, en la sociedad industrial se
llenan los status de cuerdo a la competencia entre sus miembros y es lógico
pensar que, aquellos que no puedan acceder a esos status, se sientan
fuertemente presionados hacia la conducta desviada.
Las
aspiraciones ilimitadas – y que no pueden llenarse - ejercen una intensa
presión hacia el desorden porque son, por definición, inalcanzables y así
constituyen un camino de agitación ininterrumpida. Su idea es que la sociedad
debe regular los objetivos sociales de sus miembros, de conservarlos dentro de
los límites de lo accesible, con el objeto de evitar tensiones, frustraciones
y, finalmente, una conducta desviada.-
Merton
entiende que la conducta desviada se da, no solamente por la falta de regulación
de los objetivos, sino más bien, por el rompimiento de las relaciones entre los
objetivos y sus canales legítimos de acceso. “El recurso a los canales
legítimos de acceso para lograr dinero se encuentra limitado por la estructura
de clase, que no se halla completamente abierta en cada nivel para los hombres
de capacidad. A despecho de nuestra ideología de clases abiertas, el avance
hacia el suceso es relativamente raro y notablemente dificultoso para aquellos
pertrechados con poca educación escasos recursos económicos (Social Theory and
Social Structure, Glencoe, Ill Free Pres, 1957).-
Cloward
y Ohlin al afirmar que la juventud internaliza los valores-suceso (meta: dinero)
de la sociedad americana, sostienen que la de clase baja se verá sumamente presionada
hacia la conducta desviada y, para evidenciarlo con un ejemplo, construyen la
siguiente tipología:
1º la orientada hacia
hacerse miembro de la clase media y hacia el mejoramiento de su posición
económica – reviste poco peligro-;
2º La orientada hacia
hacerse miembro de la clase media y hacia el no mejoramiento de su posición
económica – reviste poco peligro-;
3º La orientada
negativamente hacia hacerse miembro de la clase media y positivamente hacia el
mejoramiento de su posición económica – forma de subculturas delincuentes-;
4º La orientada
negativamente hacia hacerse miembro de la clase media y negativamente hacia el
mejoramiento de su posición económica – forma subcultura de retirada.-
Sentado
pues, que el joven de clase baja se siente fuertemente presionado hacia el valor
común – dinero, alto status ocupacional -, y que pronto descubre que los
canales legítimos de acceso a sus aspiraciones se encuentran cerrados, por no
poder educarse convenientemente o porque otras metas – cantante de night club,
estrella de base ball, campeón de boxeo – se encuentran sumamente limitadas,
recurre, entonces a canales alternativos o ilegítimos de acceso. Estos les son
provistos en las subculturas criminal y conflictiva. No en la de retirada –
afición a las drogas – por haberse abandonado allí, la lucha por la
competencia.-
La
interacción entre los que han abandonado el sentimiento a las normas legítimas
de acceso (por achacar a la sociedad y sus injusticias las culpas de su
fracasos) piensan que son the las to be hired and the first to be fired)
permite la aceptación de un modelo de conducta que envuelve actos prohibidos.-
La
reacción analizada no debe ser individual sino compartida por los otros
miembros del grupo. Es decir que todos deben haber abjurado o abandonado las
normas sociales; y adoptado - ante las injusticias de la sociedad – nuevas
normas ilegítimas.-
Además
el grupo debe hallarse pertrechado con todo un mecanismo compartido que permita
superar el complejo de culpa y miedo que puedan sentir los nuevos reclutas.-
Por
último, los individuos componentes del grupo no deben experimentar en la interacción
obstáculo alguno que les permita la solución de sus problemas de ajuste por
canales ilegítimos.-
Es
decir que, una vez que han alojado la culpa de sus problemas en el sistema
social y se han comunicado con suceso la extensión en que se encuentran
alejados de las normas establecidas y su interés en encontrar una solución
colectiva alternativa, se hace posible el desarrollo de normas delincuentes y
un cierto tipo de subcultura delincuente. La reacción de la sociedad fomenta su
cohesión.-
Establecido
que el cierre de los canales legítimos de acceso a las metas sociales provoca
la conducta ilegítima, Cloward y Ohlin estudian las diferencias en el acceso a
los medios legítimos.
Advierten
que en el mundo criminar hay mas jóvenes reclutados que los que aquél realmente
puede absorber, de manera tal que debe producirse un criterio de selección que
permita el acceso de los mas aptos. Es decir que dado el limitado acceso al objetivo-suceso
por medios legítimos, la naturaleza de la respuesta delincuente que pueda
resultar, variará de acuerdo con la posibilidad de acceso a los medios
ilegítimos.-
Recurriendo
a la teoría de Kobrin-Adirman podemos
decir que las áreas donde los valores criminales convencionales se hallen
integrados de canales ilegítimos de acceso se verifican con una mayor profusión
que aquellas donde no exista tal integración. Las áreas integradas permiten: “tener
una mayor inmunidad ala persecución y aprisionamiento, esperar un ingreso estable
y lograr aceptación por parte de la comunidad local. En suma, que algunas áreas
abren menos caminos ilegítimos y otras no, con lo que, en el primer caso, se evitarán
frustraciones que se producirán en el segundo. El medio social afecta la naturaleza
de la respuesta desviada, cualquiera sea la posición motivación de los participantes
de la cultura delincuente.-
En
la subcultura criminal – donde se encuentran integrados los valores criminales
y convencionales – el joven aprende su rol delincuente, por su intima conexión
con el mundo criminal –grupo de referencia – y toma como modelo al individuo
delincuente.-
Una
vez aceptado por el mundo criminal, debido a su franco rechazo de las normas convencionales,
aquel desarrolla un amplio control social que impide la indisciplina y evita
toda conducta impulsiva e impredecible. La subcultura criminal impone una conducta
racional “desde el tope hasta la base de la jerarquía criminal” y busca una performance
instrumental, no expresiva.-
En
las subculturas conflictivas, áreas desorganizadas, de gran transitoriedad y movilidad
de su población residente – donde faltan canales legítimos e ilegítimos de acceso
y se carece de control social - criminal o convencional – se producen fuertes presiones
hacia la conducta violenta, hacia el crimen individual, desorganizado, pobremente
pagado. Aquí “el aprendizaje legítimo y las estructuras de oportunidad no se
desarrollan… los criminales no pueden comprar inmunidad ante la persecución”.-
En
estas áreas desorganizadas aquellos adolecentes que se hallan orientados hacia
el logro de altas posiciones, pero que carecen de los adecuados canales de
acceso – legítimos o ilegítimos-, deben confiar en sus propios recursos para resolver
sus problemas de ajuste. Es así como toman la manipulación de la fuerza como
camino para lograr status, no solamente porque les permite expresar odios y
frustraciones, sino porque para su uso no cuentan las diferencias de nacimiento
ni el nivel socioeconómico.-
Las
experiencias han demostrado que se da un notorio abandono de las conductas conflictivas,
en aquellos gangs por quienes la sociedad se ha preocupado, brindándoles su
incorporación al sistema convencional de oportunidades.-
Para
Merton la conducta de retirada – subcultura adicta a las drogas – es producida por
el fracaso de lograr éxito por los medios legítimos de acceso y por la
inhabilidad de usar los medios ilegítimos por causa de prohibiciones
internalizadas, no habiéndose abandonado, todavía, la meta éxito-dinero. El
conflicto se supera abandonando metas y normas, es decir, cuando el individuo
se socializa.-
Cloward
y Ohlin concuerdan en que la restricción al uso de los medios ilegítimos pueda
deberse a prohibiciones internalizadas, pero afirman que también puede deberse
a otra causal: barreras socialmente estructuradas, es decir imposibilidad de acceso
a dichos medios. El miembro de una subcultura criminal que ve cerrados los caminos
ilegítimos de ascenso o el miembro de un gang conflictivo, que llegado a la mayoría
de edad se encuentra obligado a abandonarlo, pueden recurrir a la conducta de
retirada por no hallar satisfacción a sus frustraciones en las subculturas
aludidas.
La
persistencia de las subculturas delincuentes –Cloward y Ohlin – se halla en
relación directa con el reclutamiento de los nuevos miembros y la integración
con otros grupos del medio.-
La
subcultura criminal no posee interconexiones con la conflictiva – aquellos “racionales”
desprecian a estos “agresivos” -; ni la conflictiva con la adicta a las drogas –
aquellos desprecian a estos por el uso de drogas -; pero si existen
interconexiones entre la criminal y la adicta a las drogas – aquellos
distribuyen las drogas que estos consumen-. Por los motivos apuntados, son mas
persistentes estas ultimas que las conflictivas.
Al
analizar el problema de los inmigrantes y la delincuencia realizan las
siguientes distinciones:
1°) los inmigrantes
irlandeses en EE.UU. desarrollaron en el primer período – antes de la guerra
civil – una conducta violenta, porque encontraron cerrados los caminos legítimos
e ilegítimos de acceso;
2°) con la llegada de
nuevos inmigrantes comenzaron a establecer dominio sobre la vecindad y a entrar
en alianzas con elementos políticos; los gangsters contribuyeron al suceso de
ciertos partidos y fueron premiados con la inmunidad ante la persecución por
sus actividades ilegales. Cuando la vinculación con los partidos políticos y
con la comunidad fue lo suficientemente amplia encontraron abiertos no solo los
canales ilegítimos de acceso sino también los legítimos. En este período de
integración de valores el control social ejercido impide el uso de la
violencia. Los autores observan como a los inmigrantes irlandeses han seguido
los judíos y luego los italianos en la carrera criminal;
3°) superado así el
periodo conflictivo, el delincuente que ha progresado abandona el slum,
con lo que, desaparecido el “control social” ejercido por la delincuencia organizada,
vuelve aquél – el slum – a desorganizarse hasta que otro grupo delincuente
vuelve a organizarlo, recomenzando así, el ciclo.
Bell,
entiende que, así como la sociedad cambia, cambia también el tipo de crimen, es
decir, que al tipo de sociedad industrial a que correspondía el “gangster” le
ha sucedido la racionalización industrial a la que se adecúa un tipo de crimen “organizado
y racionalizado”.-
Para
Cloward y Ohlin son varios los factores que permiten prever el incremento de la
conducta conflictiva y de retirada en el slum:
1°) con la organización
del crimen en forma sindicalizada, al criminal “pirata” accesible, le ha sucedido
el criminal tipo hombre de negocios, organizador de rackets en forma racional,
como si fuera una empresa. A la desvinculación de éste de la subcultura debe
añadirse la especialización creciente que demanda el mundo criminal, con lo que
se cierran los canales ilegítimos de acceso del joven delincuente que ya no
tiene como “modelo” al gangster ni puede proveerse de la eficiencia necesaria
para ascender en la cultura criminal;
2°) las conexiones
existentes entre la subcultura criminal y la sociedad global han impedido la
utilización de la política o de los políticos como medios de integración, por
la obvia desaparición de la influencia política local;
3°) finalmente los
programas públicos de edificación también han contribuido a la desorganización
de estas áreas por la introducción de extraños y el desplazamiento de los
antiguos tenedores, con lo que aquellos se han visto privados de los medios ilegítimos
de ascenso.-
Estas
condiciones - limitado acceso a las oportunidades legítimas e ilegitimas y control
social decreciente – son las que, a criterio de los autores, producirán características
subculturales de violencia y de retirada entre la juventud y el slum. Cloward
y Ohlin concluyen que, para controlar o prevenir la delincuencia en los slums,
deberá proveérseles de estructuras legítimas y funcionales que permitan el
ascenso y control social.-
En una conferencia que tuvo lugar en mayo de 1955 (New
perspectives for research of juvenile delinquency, “U.S. Departament of Health,
Education and Welfare”) Merton ha insistido en su punto de vista de que la conducta
desviada no es producto de determinados impulsos de ciertos
individuos, sino efecto de la escasez de canales adecuados de acceso a los
valores o metas sociales; ha insistido en la necesidad de recoger datos
estadísticos que realmente revelen la conducta desviada que se produzca en todos los
estratos sociales, desde que es evidente que la sociedad aplica un criterio diferencial
en sus definiciones de conducta desviada para los distintos grupos sociales. Es decir
que, toda teoría construida sobre datos estadísticos tal como hasta ahora son extraídos,
puede resultar falsa. Ha insistido finalmente en la circunstancia de que toda
conducta desviada no debe analizarse exclusivamente desde el punto de vista individual
sino desde la perspectiva del proceso social, puesto que toda conducta desviada
penetra el proceso social y lo reforma.
En
suma la conducta desviada es producto de presiones diferenciales que se ejercen
sobre las distintas clases sociales y esa conducta no permanece estática sino
que se expande progresivamente.-
Para
terminar, Dinitz, Scarpatti y Reckless aplicaron a dos grupos de muchachos un test
denominado “escala de socialización”: “¿piensa que hasta ahora las cosas han seguido
un curso favorable a usted?; ¿piensa que los que lo rodean están en contra suyo?;
¿piensa sufrir impactos, en lo futuro, por parte de la gente?” y hallaron que, durante
el período de cuatro años transcurridos desde que se tomó el primer test hasta
que se practicó el último, el grupo que no había tenido contactos con la ley –
que no era un delincuente – conservaba intacto su buen autoconcepto personal
mientras que el grupo que había tenido contactos con la ley – delincuentes-
conservaba un autoconcepto personal pobre. Estas experiencias les llevaron a
afirmar que el joven que posee un buen autoconcepto personal reforzado por las
opiniones de sus padres y maestros, “resiste” y se “aísla” de los contactos con
grupos delincuentes.