NOTA EDITORIAL

 

Hemos conmemorado dos grandes fechas patrias: el 25 de mayo de 1810 y el 9 de julio de 1816. Sendas festividades trascienden en el tiempo un mensaje esperanzador: la gesta y el pensamiento de los Hombres probos y magnánimos que modelaron nuestra Argentina.

 

Hoy, en momentos de crisis institucionales, políticas y  económicas que conmueven a la humanidad,   el desempeño de aquellos, nuestros próceres, ha de enarbolarse en ariete de  ejemplo ineludible, consejo imprescindible y conducta a emular, no sólo por parte de quienes nos gobiernan sino, esencialmente, de cada ciudadano.

 

Hacia esa inevitable misión acudimos quienes desde lo académico queremos aportar, humildemente, en la construcción de una juventud de mentalidad abierta que  desempeñe la función de conducir a nuestra República hacia la consecución del Bien Común. Porque, recordando las palabras de Juan Bautista Alberdi:

 

La instrucción es la cultura de la inteligencia, el enriquecimiento del saber, la adquisición de conocimientos.

 

Y agregamos: sabemos que sin ella, los pueblos están irremediablemente perdidos en la esclavitud de la ignorancia.

 

Como dijo Ortega trabajemos por:

 

Una República que despierte en todos […] a un tiempo dinamismo y disciplina, llamándolos a la soberana empresa de resucitar la historia […], renovando la vida […] en todas sus dimensiones, atrayendo todas las capacidades, imponiendo un orden de limpia y enérgica ley, dando a la justicia plena transparencia, exigiendo mucho de cada ciudadano: trabajo, destreza, eficacia, formalidad y la resolución de levantar nuestro país hasta la plena altitud de los tiempos.

                       

           

Gracias

             

Dra. Nelly D. Louzán de Solimano                 

Directora Revista Aequitas.